miércoles, 8 de junio de 2016

VI Compendio de Historia de Centro América Por Jos Dolores Gámez Cap XXIX a XXXVIII

Capítulo XXIX
La Administración del General Gálvez
Capitán General
1779 – 1783
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Llegan los reales despachos del Capitán General Gálvez y toma éste posesión de su cargo.  Empéñase en la edificación de la nueva capital.  Los ingleses se apoderan del castillo de Omoa.  Sale a recuperarlo el Coronel Gálvez.  Pone sitio al castillo y lo recupera.  Escápanse los ingleses llevándose las mercancías del comercio.   Los persigue el Gobernador Rivas y se las quita.  El Coronel Gálvez es ascendido a General y recibe orden de pasar a Nicaragua.  Elementos de guerra que le llegan.  La expedición inglesa de Polson y Nelson pone sitio al Castillo del río San Juan y lo toma.  Penalidades y fin de los prisioneros españoles.  Las enfermedades aniquilan a los ingleses y los obligan a huir.  Esfuerzos del General Gálvez en Nicaragua.  Se le asciende a Mariscal de CampoExpediciona con buen éxito contra Roatán, las islas inmediatas, y todos los establecimientos del golfo de Honduras.  La escuadra inglesa recobra las fortalezas de Río Tinto.  Medidas que toma Gálvez para la defensa del Reino.  Se le asciende a Teniente General y a Virrey de Nueva España.  Sucédele el oidor Regente.  Se establece en Guatemala el Registro de Hipotecas.
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1o.El Coronel Don Matías Gálvez que desempeñaba provisionalmente los cargos de Presidente de la Audiencia, Gobernador y Capitán General del Reino de Guatemala para mientras llegaban los reales despachos de su nombramiento en propiedad, no recibió éstos sino hasta el 15 de mayo de 1779, fecha en la cual tomó solemne posesión del gobierno.  Encontrábase bien enterado ya el nuevo mandatario, de las más urgentes necesidades públicas y se dedicó a remediarlas en tanto cuanto lo permitían los fondos del erario, sobre el que pesaban además numerosos gastos, tales como los que ocasionaba la edificación de la nueva capital, a la que consagró sus preferentes afanes, aunque sin descuidar por esto, el régimen administrativo de las varias provincias de su dependencia.  Procuró de una manera suave, que los vecinos que permanecían aún en la antigua ciudad de Guatemala fueran trasladándose a la Nueva, y se manejó de tal suerte, que en corto plazo obtuvo felices resultados, debido también a los auxilios que de su bolsillo particular proporcionaba a veces a las familias desvalidas.
2o. La tranquilidad pública empero, fue turbada bruscamente.  A las cuatro y media de la mañana del 20 de octubre de 1779 se apoderaron los ingleses del Castillo de Omoa, escalándolo tranquilamente, sin que la guarnición se defendiera casi, sorprendida como fue por su falta de vigilancia, dos días después que la artillería del propio castillo había rechazado a los buques de guerra ingleses,  que estuvieron atacándolo por varios días.  Llegó en breve la noticia a la capital, y no obstante estar absorbida la atención de las autoridades y los vecinos con la edificación de la ciudad, no se pensó más que en reparar el desastre sufrido, pues además de la  pérdida  del castillo,  había que lamentar la de varios buques mercantes repletos de productos y mercancías, surtos en la bahía del mismo puerto, y cuyos cargamentos por valor de tres millones de pesos, pertenecían a los comerciantes del Reino.  Así fue que indignado el vecindario ayudó tanto como le fue posible, y con las primeras tropas que se levantaron partió el Coronel Gálvez para Omoa, tomando la vía de Chiquimula.  El 31 de octubre llegó el Capitán General con su columna al pueblo de Quesailica, en la provincia de Honduras, en donde se detuvo dando órdenes a los pueblos y pidiendo auxilios a México y a la Nueva Granada, hasta el 18 del mes siguiente, en que marchó con las tropas que pudo seguir reuniendo, a San Pedro Sula, lugar en que esperaban otros cuerpos de ejército que se le juntaron..
3o.  Supo en San Pedro Sula el Coronel Gálvez que el enemigo no se atrevía a pasar el río de Omoa y que merodeaba en la vecindad tomándose los ganados para el sustento de su ejército.  Dispuso entonces avanzar a marchas forzadas con el propósito  de sorprender a los ingleses y tomarles las posiciones dominantes vecinas al castillo. Así pues, adelantándose cuanto pudo logró llegar el 25 del mismo mes al lugar  en que estaba situada la vigía del camino nuevo del puerto, y una vez allí, destacó un cuerpo de negros esclavos armados de fusiles, que fueron a situarse a lo largo del río para impedir  que el enemigo se proveyese de agua, y luego mandó levantar una trinchera, en lo alto de la loma del Vigía y en sitio estratégico, defendiendo el trabajo con alguna tropa.  Del castillo rompieron entonces los ingleses un nutrido fuego de artillería sobre los que trabajaban en la trinchera, sin lograr paralizar la hechura de ésta. En el entretanto los negros que estaban apostados en el río capturaron una lancha de 20 remos que iba en busca de agua; dieron muerte a dos ingleses decapitándolos, y habrían procedido de igual manera con otro a quien hicieron prisionero, sino se hubiera opuesto un oficial, que no pudo evitar, sin embargo,  que lo hiriesen en su presencia con un machete.
4o.  El día siguiente 26 amaneció el castillo sitiado por los tres lados de tierra que tiene.  El coronel Gálvez intimó la rendición inmediata de aquella fortaleza, sin otro resultado que el cambio de comunicaciones atentas entre los jefes respectivos.  Continuó el sitio riguroso, y el 28 por la noche, al favor de la oscuridad se escaparon furtivamente del castillo  los ingleses embarcándose en sus buques.  Fue recuperado por el Coronel Gálvez el castillo al día siguiente, sin un tiro más;  y aquella noticia, comunicada inmediatamente a todos los pueblos del Reino  produjo regocijo general y grandes demostraciones de pública alegría.  Las fuerzas vencedoras tan solo constaban de 611 hombres, incluyendo en éstos los jefes y oficiales, 80 presidiarios y 60 negros esclavos, teniendo por todo equipo 230 fusiles, 2 quintales de pólvora y 3 de balas de plomo.  Con tan escasos elementos, que dan una idea del poder Militar de Centroamérica durante el régimen  colonial, se puso sitio con éxito a una fortaleza monumental, provista de buena y numerosa artillería y defendida por añadidura por buenas tropas inglesas de línea. El Gobierno español, otorgó ascenso  a los oficiales que más se distinguieron y confirió el grado de Brigadier al denodado Coronel Gálvez.
5o.  Don Roberto Rivas, Gobernador de la provincia de Yucatán en Nueva España, recorría en aquellos días la costa de Campeche expulsando a los ingleses, y al tener noticias de que éstos atacaban al castillo de Omoa acudió en auxilio de sus defensores, pero llegó demasiado tarde, cuando hasta el botín tomado en el puerto y buques de Omoa había sido transportado al navío inglés Leviatan, que acababa de hacerse a la vela.  Salió Rivas a perseguirlo y tuvo la fortuna de darle alcance algunos días después, en momentos en que naufragaba, logrando capturarlo y recuperar casi todo el cargamento.
6o.  Hechos los arreglos necesarios para garantizar el buen servicio de Omoa, no solo en lo relativo a la guarda y defensa del castillo, sino en lo referente a las reales cajas, volvió el General Gálvez con sus tropas a San Pedro Sula, y allí se ocupó en madurar sus planes para lanzar a los ingleses de Roatán y de los demás puntos de la costa de que se habían adueñado y llegar enseguida hasta la isla de Jamaica; se esforzaba en conseguir los elementos de guerra que le faltaban, cuando recibió órdenes reservadas de Madrid, para trasladarse a la provincia de Nicaragua, en donde se anunciaba algo grave que hacía necesaria su presencia. Antes de su salida tuvo la satisfacción de recibir por la vía de la Habana y Omoa, diez mil fusiles y gran número de sables, hachas, barriles de pólvora, balas y provisiones que le remitía el Capitán General de Cuba; todo lo cual quedó provisionalmente almacenado en el castillo.  Detuvose  algunos días el General Gálvez en Comayagua y enseguida se dirigió a la ciudad de Granada, en la provincia de Nicaragua, a esperar el desarrollo de los acontecimientos graves que le tenían anunciados de España.
7o.  El Gobierno inglés había hecho estudios cuidadosamente y con mucha reserva tanto el lago de Nicaragua como el desaguadero de éste conocido con el nombre de río San Juan, por los Coroneles Hodgson y Lee, que astutamente lograron penetrar en el territorio desde 1779.  Los planos y estudios de aquellos militares despertaron la codicia del Gobierno inglés, cuyo Secretario de Estado Lord George Germain dispuso enseguida una expedición formal para apoderarse de la provincia de Nicaragua, estimada en mucho como llave de comunicación interoceánica entre los dos grandes océanos que bañan las costas de América.  El Gobernador de Jamaica, Mr. John Darling, en acatamiento a las órdenes que recibió del Ministerio, alistó  enseguida una escuadrilla compuesta de un navío de 54 cañones, nombrado Ulises, y de dos fragatas y otros muchos bergantines y botes chatos, la que, a las órdenes del Coronel J. Polson salió inmediatamente a principiar sus operaciones sobre el mencionado río San Juan, mientras se afrontaba y le llegaba en auxilio el grueso de la expedición que se organizaba en uno de los puertos de Inglaterra.  Fue la noticia de aquel movimiento lo que de Madrid se comunicó reservadamente al General Gálvez previniéndosele hiciera todo lo posible por frustrarlo.
8o.  El 28 de marzo de 1780 llegó al Puerto de San Juan del Norte la flotilla salida de Jamaica; pero ninguna de sus embarcaciones mayores se atrevió a pasar la barra que es muy agitada, a  excepción de la corbeta Hinchinbroock, que comandaba el oficial Horacio Nelson, el mismo que más tarde debía llenar el mundo con la fama de su nombre y morir como un héroe en frente de Trafalgar.  El buque de Nelson pudo subir hasta la isla del Mico, cerca de la embocadura inferior de San Juanillo, en donde llegó a reunírsele el resto de los invasores conducidos en botes.  Próximo al castillo que existe sobre una alta ribera, encontraron los ingleses un retén de 16 hombres en la pequeña isla de Bartola, al que atacaron en la mañana del 9 de abril y vencieron después de 3 horas de un nutrido fuego; pero durante este tiempo pudo prepararse el Comandante del Castillo, que era don Juan de Ayssa, y hasta despachar correos al interior, dando aviso de lo que pasaba. 
9o.   El 11 del mismo mes avanzaron los ingleses hasta la margen opuesta al castillo y acto continuo rompieron  sus fuegos de artillería hasta muy avanzada hora de la noche.  La fortaleza que acababa de ser reparada convenientemente de orden del Capitán General Gálvez estaba  defendida por más de 200 hombres de infantería, 16 artilleros, 40 mosqueteros, 20 milicianos y un Estado mayor, compuesto del Comandante, su segundo y el Capellán, y contaba con 4 cañones en la plataforma y 36 en la parte superior de la fortaleza.  Los ingleses ocuparon muy temprano de  la mañana siguiente una colina llamada loma de las Cruces, que está situada a tiro de fusil del castillo y que lo domina completamente haciendo desventajosa su posición, y desde allí continuaron sus fuegos, cruzándose con los de la fortaleza que también eran constantes.
10o.  El castillo se sostuvo bizarramente por espacio de 14 días, hasta que sus defensores privados de agua y provisiones no pudieron más y aceptaron capitular honrosamente, saliendo con tambor batiente, con banderas desplegadas y bajo compromiso formal de garantías personales, pues aunque se constituían prisioneros de guerra era con la condición de que serían llevados a uno de los puertos distantes de la América española, para  que de allí se condujeran donde a bien lo tuvieran. Durante el sitio del castillo hubo en éste 11 soldados muertos, 26 heridos mortalmente y 23 de menos gravedad, habiendo recibido también ligeras heridas el Comandante, el Capitán de ingenieros y un Teniente de infantería. Los prisioneros fueron despachados en canoas y piraguas al puerto de San Juan del Norte y de allí embarcados en el Monarch, buque encargado de conducirlos a Santiago de Cuba y que se hizo a la vela el 20 de mayo del mismo año; pero después de 30 días de navegación infructuosa, combatida por fuertes huracanes, en la que perecieron el Capitán del buque,  16 marinos ingleses y 55 de los prisioneros españoles, tuvo que regresarse a San Juan del Norte, falto de provisiones y con los tripulantes y pasajeros enfermos. Permaneció anclado el buque 51 días más en espera de víveres y nueva marina, en cuyo tiempo llegó la miseria a su colmo para los infelices prisioneros a los que solo se les suministraba una escasa ración de carne salada con un poco de galleta podrida.
11o.  Hasta el 17 de agosto pudo el Monarch hacerse nuevamente a la vela para Santiago de Cuba; mas combatido otra vez por vientos contrarios fue arrojado a las costas de Jamaica y arrastrado por las corrientes al puerto de Sabana la Mar de la propia isla, en donde hubo que demorarse para reparar averías y procurarse provisiones.  Mientras tanto, el escorbuto, el hambre y toda clase de miserias habían causado tal estrago en los prisioneros, que perecieron 109 de ellos y los restantes se hallaban tan enfermos y extenuados, que no podían auxiliarse los unos a los otros ni con un poco de agua.  Al zarpar de nuevo el buque hubo necesidad de dejar en tierra por su mucha postración al Comandante don Juan de Ayssa, al Teniente  don Pedro Brizio, al Subteniente don Antonio de Antonieti, y al Soldado Carlos Aguirre, con la orden de que tan luego convalecieran marcharan por tierra a Puerto Real a reunirse con sus demás compañeros en el Monarch, que allí los esperaría. Así lo hicieron pero a su llegada a Puerto Real se encontraron con la triste noticia de que el buque había naufragado de camino, pereciendo todos los que iban a bordo.  Tuvieron pues, por tal motivo, tanto don Juan de Ayssa, como sus tres compañeros que vivir miserablemente en aquel puerto, hasta el 23 de diciembre, que tocó de tránsito una goleta para Nueva Orleans, cuyo Capitán se compadeció de ellos y los llevó caritativamente a la Habana, en donde fueron protegidos por las autoridades españolas, pudieron así regresar a Nicaragua en los principios del año de 1781.
12o.  Dueños ya los ingleses del castillo del río San Juan, que por tantos años habían codiciado para adueñarse desde allí del resto del país, no alcanzaron,  sin embargo,  los resultados que se prometían, por haber obtenido su triunfo demasiado tarde.  Cerca de dos meses emplearon en subir el río, apoderarse del castillo y hacer sus demás preparativos, en cuyo tiempo las autoridades del país se pusieron en armas y fortificaron la boca del lago.  Resultó de esto, que al paso que los españoles se hacían cada vez más fuertes con los auxilios que llegaban de San Miguel, Choluteca y otros lugares del Reino, los ingleses tropezaban con nuevas dificultades y hacían su avance en el mayor desorden.  Se habían extraviado algunos botes de los que fueron al puerto con los prisioneros del castillo, se hallaban inutilizados otros, y el resto resultaba, por lo escaso de su número insuficiente para continuar las operaciones. Agregábase a esto la falta de bogas33 y prácticos del río, pues los indios zambos, con los cuales contaron los ingleses al principio se retiraron por el mal trato que recibían, y hubo que sustituirlos con soldados ingleses que por la falta de costumbre y lo mal sano del clima sucumbían sin adelantar gran cosa.  Así fue que a pesar de haber llegado de Inglaterra con algunos refuerzos sucesivos Kempbell, Dalnipmple y Leiht, solo pudo conseguirse que un bote llamado Lord Germain subiera hasta el lago;  habiendo sido imposible al resto de la expedición inglesa pasar del castillo por el aparecimiento de la estación de las lluvias, que fueron recias y copiosas y produjeron muchas enfermedades, entre otras la disentería que arrebató la vida a muchos de los invasores y obligó a los restantes a huir precipitadamente de aquel antro de muerte.  Nelson mismo se vio al borde del sepulcro, y de los 200 hombres de su columna tan solo pudo salvar a diez.  Fueron trasladadas todas las tropas a San Juan del Norte, pero no por eso se libraron del flagelo, pues la terrible epidemia fue también  con ellas exterminándolas, por lo cual se reembarcaron en noviembre y llevaron el contagio a Jamaica, terminando así aquella desastrosa invasión, en la que Gran Bretaña perdió cerca de cuatro mil hombres y más de tres millones de pesos.
13o.  Durante aquel conflicto pasaban otros sucesos en el interior de la provincia de Nicaragua.  El General Gálvez, a quien dejamos en Honduras caminando para Nicaragua, logró llegar a la ciudad de Granada a mediados del mes de febrero de 1780, y desde que lo verificó se puso en comunicación con el comandante del Castillo de la Concepción en el Río San Juan avisándole del peligro que le amenazaba y previniéndole poner la fortaleza en servicio de campaña y recibir los refuerzos y provisiones de toda clase que le mandaba para la defensa.  El 12 de abril recibió los partes del Castillo,  en que se le anunciaba la toma de la isla Bartola por los ingleses,   y su avance sobre el mismo castillo, y el 21 tuvo nuevas noticias de las autoridades de Costa Rica,  dándole aviso  del sitio puesto al Castillo y del heroico esfuerzo que hacían sus defensores,  para sostenerse mientras les llegaba auxilio del interior. El General Gálvez se desesperaba por no poder ocurrir con ese auxilio debido a la falta de un camino por tierra que se propuso abrir enseguida, a pesar de las dificultades que la obra presentaba.  Alentaba al General Gálvez la esperanza de que podrían llegar en breve término a las bocas del Río San Juan, cuatro fragatas y tres balandras que le habían sido ofrecidas de la Habana y Cartagena, así como 12 piraguas y una goleta enviadas de Bacalar con equipos y pertrechos para unirse a las anteriores.  Contaba también con 400 hombres de Cartago, que había ordenado saliesen cuanto antes a llamar la atención de los ingleses por el litoral Atlántico; pero todas sus  esperanzas salieron fallidas, y el castillo tuvo que rendirse por la falta del esperado auxilio, llegando la noticia de este suceso a Granada en principios de junio, cuando ya el General Gálvez tenía listos en la boca del lago y en la fortaleza de San Carlos,  más de mil hombres con dos barcos y algunas piraguas para ir a socorrer a los sitiados.
14o.  Después de terminada la expedición inglesa, llegaron por aquellos días a Omoa las fuerzas auxiliares que esperaba el General Gálvez, procedentes de Bacalar, y las ocupó en destruir los establecimientos británicos de río Hondo y río Nuevo de Belice, lo que se llevó a efecto arrasando las casas en que vivían las familias inglesas y obligando a éstas a huir de aquellos sitios y a refugiarse en Jamaica.  Al mismo tiempo hizo salir el General Gálvez una expedición a la costa de Matina en Costa Rica, donde los ingleses y los indios zambos poseían algunos establecimientos, que los expedicionarios redujeron a cenizas, capturando a muchos habitantes y despojándolos de sus embarcaciones.  Para los indios mosquitos que habitaban la margen oriental del río de Segovia y confinaban con el territorio de Chontales, tuvo el General Gálvez más consideraciones, pues se limitó a catequizarlos pacíficamente por medio de  Padres misioneros, que lograron apartarlos de su alianza con los ingleses e impedirles que continuaran en sus hostilidades y depredaciones anteriores.  Mientras tanto y durante los meses de febrero y marzo de 1781 hizo batir enérgicamente por tierra a las demás tribus de mosquitos y a las de los caribes, payas y zambos de la Costa Atlántica que se habían declarado aliadas de los ingleses y enemigas del gobierno español.
15o.  Durante la ausencia de Guatemala del General Gálvez, se desarrolló en 1780, en varias provincias del Reino la peste de las viruelas ocasionando muchas muertes.  A ese motivo de duelo e inquietud se unió la escasez de granos alimenticios producida por la falta de lluvias en el invierno anterior.  La epidemia variolosa llegó hasta la ciudad capital, haciendo numerosas víctimas pero gracias a la vacuna, que se aplicó por primera vez entre nosotros, no fue mayor el estrago.
16o.  Las brillantes campañas de Omoa y Nicaragua, que dejamos relacionadas, valieron al General Gálvez su ascenso a Mariscal de Campo del ejército español.  Estimulado su celo con esta recompensa dispuso en 1782, limpiar de ingleses las costas e islas del litoral Atlántico del Reino, para cuyo fin se embarcó en Omoa el 14 de marzo, llevaban  consigo 3 fragatas con 40 canoas adicionales, una corbeta con 16 lanchas armadas con un cañón cada una, 3 balandras, 4 goletas y varias piraguas más enviadas de Campeche; todas estas embarcaciones convenientemente pertrechadas  sirvieron  de transporte a un total de 600 milicianos que componían la fuerza efectiva de aquella expedición. El día 15 llegó la escuadra frente a la isla de Roatán a cuyo Gobernador se intimó rendición a las diez de la mañana por medio de un heraldo con bandera blanca, prometiéndole buen trato y consideraciones.  Como se negase a aceptar, después de cuatro horas de pláticas, se rompieron disparos de cañón, que hubo al fin que suspender por lo  avanzado de la tarde, aplazándose el combate para el día siguiente. 
17o.  La escuadra amaneció el 16 un poco distante de la isla, mas el viento favorable permitió que se aproximaran a tierra dos de las fragatas, las que rompieron certeros fuegos sobre el enemigo, hasta las 12, en que éste suspendió los suyos y principió a huir.  Desembarcaron entonces las tropas españolas, tomaron la fortaleza abandonada y persiguieron a los fugitivos hasta su rendición sin condiciones en la mañana del día inmediato.  Después de hechas prisioneras las tropas inglesas que defendían la isla, fueron capturados más de 200 negros y remitidos, unos y otros, a la Habana con objeto de que las primeras sirvieran para el canje de prisioneros españoles hechos por los ingleses en otros puntos, y los negros fuesen vendidos como esclavos.  Recogiéronse en Roatán las armas y municiones existentes y lo más que se consideró útil y de valor, incendiando después la población y demoliendo la fortaleza.  Quedó la isla arrasada y sin otros habitantes que unos pocos negros que se refugiaron en los montes, y el 22 regresó la expedición triunfante a Omoa, llevando 39 cañones, 2 obuses, varios pedreros y abundantes municiones quitados a los ingleses.
18o. Quedaban por reconquistarse aún la Guanaja e islas vecinas y la Mosquitia nicaragüense que principiaba en el río Tinto y se extendía hasta el Sur más adelante de Bluefields.  El Mariscal Gálvez salió el 26 del mismo mes de Trujillo, puerto que había sido abandonado muchos años antes y que él rehabilitó entonces, y se dirigió  a río Tinto, en donde existían las fortalezas del enemigo, conocidas con los nombres de Quepriva y Criba respectivamente y a las cuales dio orden de atacar inmediatamente.  Después de rudos combates fue tomada la primera el 30 de marzo, y el 2 de abril siguiente la otra, despojándolas de su artillería y apoderándose de los ganados, trapiches y plantaciones de caña que los ingleses tenían en sus heredades.  Sin pérdida de tiempo dispuso el Mariscal Gálvez  la salida a Bluefields de varias piraguas con tropas milicianas y artillería, las que tomaron  posesión del lugar sin ninguna resistencia por haber anticipado su huida el enemigo; pero al regreso de las piraguas sobrevino el mal tiempo y naufragaron tres de ellas, logrando las demás arribar a las costas de Matina en donde fueron socorridas.  Mientras tanto, don Roberto Rivas con las tropas auxiliares de Campeche invadía el territorio de Belice y lo recuperaba a viva fuerza.  Pudo entonces participar el Mariscal Gálvez al Ministro de Indias, con fecha 17 de abril, que España había recobrado su dominio en todo el golfo de Honduras.
19o.  Al retirarse las tropas expedicionarias de río Tinto dejaron bien guarnecidas las fortalezas de Criba y Quepriva, que eran las más importantes de la Costa; y habiendo pedido el Mariscal Gálvez a la isla de Cuba un fabricante de navíos lo mandó a la ciudad de Granada para que con madera de los bosques vecinos  construyera allí dos lanchas grandes, las que provistas de cañones servirían de resguardo,  la una en Bluefields y la otra en el lago de Nicaragua. Enseguida, acompañado de sus tropas vencedoras, se regresó a Guatemala el Capitán General por la vía de Trujillo, desde entonces rehabilitada al servicio público, y fue recibido allá con los honores del triunfo.
20o.  Pocos meses después de haberse retirado de la Costa el Mariscal Gálvez, el 22 de agosto de 1782, se presentó en río Tinto una escuadra inglesa, compuesta de dos navíos, 6 fragatas, una goleta y dos bergantines, apoyada por buen número de tropas de línea y negros esclavos, la que atacó enseguida  las fortalezas de Criba y Quepriva, pasando a cuchillo la guarnición de la primera que resistió valerosamente y aprisionando a la otra que capituló con honra.  A raíz de estos sucesos llegó a río Tinto la corbeta española Europa, que conducía 67 soldados, víveres y otros auxilios para las guarniciones de ambas fortalezas, y fue capturada por la escuadra inglesa; sufriendo igual suerte la fragata Soledad, que iba en viaje para la Mosquitia y fue asaltada en su camino por los indios zambos, que asesinaron al comandante don Jeremías Ferry y a la mayor parte de los tripulantes que le acompañaban.  Desazonado el Mariscal Gálvez por las desgracias sufridas se dirigió al Rey exponiéndole la situación difícil a que estaba reducido por la escasez de tropas veteranas y de milicias, pues fatigadas unas y otras por el incesante movimiento y diezmadas además por la deserción no podía contar con ellas para una nueva campaña.  Exponía también al Monarca, los recelos que abrigaba de que la escuadra inglesa tratase de recuperar la plaza de Omoa, cuya guarnición se hallaba casi aniquilada, por lo cual había dispuesto  que todos los oficiales  que desempeñaban comisiones se acercaran a los puntos amenazados por los ingleses con el fin de impedir  que éstos pudieran penetrar al interior del Reino.   Al mismo tiempo que daba tales informes aprovechaba el Mariscal Gálvez algunas piezas de artillería recientemente llegadas de España, para armar con ellas las lanchas cañoneras que había mandado construir en Granada y las cuales salieron enseguida a recorrer el lago y los demás puntos a que estaban destinados.
21o.  Las campañas de Roatán y río Tinto valieron un nuevo ascenso al Mariscal Gálvez a quien la Corona nombró Teniente General del Ejército, y elevó poco después, en marzo de 1783, al puesto altísimo de Virrey de Nueva España.  Esta recompensa era muy merecida para él que en todas las circunstancias de su administración supo distinguirse por el tino y acierto de sus procedimientos; pero en cambio fue una pérdida para el Reino porque la administración del Mariscal Gálvez fue la más brillante que registraron los anales de la colonia. Quedó el gobierno a cargo de la Audiencia, cuyo Regente desempeñaba las funciones de Presidente de aquel cuerpo, y las de Capitán General interino.
22o.- En el mes de octubre de 1783, se recibió en Guatemala una Real cédula en la que se disponía el establecimiento de registros de hipoteca de la propiedad raíz, decretados desde hacía un siglo; pero nunca puestos en práctica.  Prevenía la nueva ley que la venta del oficio de Registrador se hiciese en pública subasta y se rematara en el mejor postor, con las formalidades establecidas para tales casos y debiendo hacerse la licitación entre escribanos y notarios solamente. 



Cuestionario

1. ¿Cuándo recibió sus despachos el  Capitán General Gálvez, en qué fecha tomó posesión y cuáles fueron sus primeros actos?  2. ¿Cómo fue perturbada la tranquilidad en 1779, qué impresión produjo este hecho en Guatemala, y qué fue lo que allí se hizo?  3. ¿Qué fue lo que supo y ordenó el General Gálvez en San Pedro Sula y cuál  fue el resultado que obtuvo?  4. ¿Cuándo se puso sitio al Castillo de Omoa, quién le intimó la rendición y de qué modo fue recuperado?  5. ¿Qué hizo el Gobernador de Yucatán en favor de los intereses españoles?  6 ¿Adónde se dirigió Gálvez después de tomado el Castillo de Omoa, qué órdenes y elementos de guerra recibió de España, en dónde depositó estos últimos y para dónde marchó enseguida?    7. ¿Qué estudios se hicieron en Nicaragua de orden del Gobierno inglés, quiénes los verificaron, a qué expedición dieron lugar esos estudios, y cómo se realizó ésta?  8. ¿Cuándo se presentó en San Juan del Norte la flotilla inglesa, qué hizo ésta enseguida y hasta dónde pudo avanzar?  9. ¿Hasta dónde avanzaron los ingleses, qué hicieron enseguida, cómo encontraron defendido el castillo y qué lugar dominante lograron ocupar?  10. ¿Cuántos días logró sostenerse la guarnición del castillo, en qué términos   capituló, cuántos muertos y heridos tuvo, a dónde fueron despachados los prisioneros españoles y qué suerte les cupo a bordo del buque inglés?  11. ¿Cuándo pudo salir nuevamente el buque, cuál era la situación de los prisioneros, adónde pudo arribar el Monarch, a cuántos dejó en tierra, qué les pasó a éstos y cuál fue el fin de los demás?  12. ¿Por qué no pudieron los ingleses penetrar al interior de Nicaragua, qué refuerzos recibieron y cómo terminó su expedición?  13. ¿Cuándo llegó a Granada el Presidente Gálvez, cuáles fueron las disposiciones que allí ordenó y  qué éxito obtuvo?  14. ¿Cuándo llegaron las fuerzas auxiliares y qué dispuso el General Gálvez  que se hiciera con ellas?  15. ¿Qué epidemia se desarrolló en Guatemala durante la ausencia del Presidente y de qué modo se logró atenuar su rigor?  16. ¿Cuáles fueron los ascensos con que se premió al General Gálvez por sus brillantes campañas de Omoa y Nicaragua, qué hizo él enseguida y hasta dónde llegó?  17. ¿Cómo fue tomada la fortaleza de Roatán, cuáles fueron los prisioneros, qué se dispuso de ellos, adónde se enviaron las armas y municiones quitadas al enemigo y qué fin tuvo la población de Roatán?  18. ¿Cuándo y cómo fueron tomadas las fortalezas que había en río Tinto, cuál fue el botín que allí se tomó, qué otros lugares fueron ocupados enseguida y qué fue lo que el Mariscal Gálvez pudo decir a su Gobierno?  19. ¿Qué fue lo que hicieron las tropas expedicionarias al retirarse de río Tinto, qué pidió Gálvez que le enviaran de la isla de Cuba y qué dispuso enseguida?  20. ¿Cuándo se presentó en río Tinto la escuadra inglesa, qué hizo ésta allí, qué  se dispuso para la defensa y qué manifestó Gálvez al rey de España?  21. ¿Qué nuevo ascenso valieron al Mariscal Gálvez sus campañas de Roatán y río Tinto, y a quién se encargó interinamente del gobierno del Reino?  22. ¿Cuándo se estableció el Registro de Hipotecas y qué prevenía la ley acerca de los registradores?

CAPITULO XXX
ULTIMAS ADMINISTRACIONES DEL SIGLO XVIII
1783 A 1801
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El Presidente Estachería hace su entrada solemne a Guatemala.  Sus primeros actos.  Fuente monumental que construye.  Se marcan las divisiones sociales.  Estancación del aguardiente.  Restablécese la paz con Inglaterra y Francia.  Nuevas dificultades con motivo de los establecimientos ingleses.  Arréglanse por  los Tratados de París.  Interés que muestra España por la defensa de estas costas. Desocupan los ingleses el territorio del Reino.  Inteligencias amistosas con los indios zambos y mosquitos.  Termina su período el General Estachería y le sucede el General Troncoso  y le sucede el  Presidente Dolmas y Valle, último gobernante del siglo XVIII.  Estado del reino al aparecimiento del siglo XIX, y reseña general del tiempo anterior.
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1o.  El 5 de abril de 1783 hizo su entrada solemne en Guatemala el nuevo Gobernador y Capitán General del Reino, don José de Estachería, que ocupaba en el ejército español el puesto de Teniente General.  Estaba de Gobernador de la provincia de Nicaragua y de allí se le ascendió  en premio de sus servicios en la guerra contra los ingleses en la costa Atlántica, en la que se distinguió brillantemente al lado del General Gálvez.  Su práctica en el gobierno provincial le ayudó bastante para el buen desempeño de su nuevo puesto, en el que se dedicó preferentemente a la fábrica de edificios públicos de la capital, dando especial atención al de la catedral, cuyos cimientos encontró levantados.
2o.  En la plaza de armas de la misma capital construyó una hermosa fuente que fue adornada con la estatua ecuestre del Monarca español reinante, e hizo otras cuantas obras de ornato que inmortalizaron su nombre en la naciente ciudad.
3o.   Durante la administración del General Estachería se marcó más en todo el Reino el malestar social, a causa del odio entre los criollos y los peninsulares.  Los primeros descendientes de los conquistadores y de los funcionarios españoles, que habían heredado las pretensiones y el orgullo de sus progenitores y que se creían con derecho a ocupar el primer lugar en esta tierra que creían suya, se veían pospuestos  y despreciados por todo español venido de ultramar, por ignorante y miserable que fuera, tan solo por haber nacido en la Península.  El despotismo y la insolencia de los chapetones o gachupines, nombres con que indistintamente se designaba a los peninsulares era mayor cada día, y mayor por consiguiente la inquina de los criollos contra España y contra todo lo que de ella provenía.  También en el mismo año fue estancado el aguardiente como renta fiscal en todo el Reino.
4o.  En 1783 se celebró en París el tratado que restablecía la paz entre España, Inglaterra y Francia.  Por ese pacto se convino en que los ingleses abandonarían todos los establecimientos que tuvieran en el continente español, y en Guatemala se celebró ese acontecimiento, que parecía dejar terminadas para siempre las dificultades con las tribus zambas y mosquitos de la Costa del Norte; pero no fue así, porque el Gobierno Británico retuvo indebidamente ese territorio alegando arteramente que no pertenecía al continente español, sino al americano, y que por consiguiente  no quedaba incluido en el tratado. En virtud de esa negativa hubo enérgicas gestiones de parte del Gabinete de Madrid, hasta 1786 en que se celebró un tratado adicional y aclaratorio  del de París, entre Inglaterra y España, en el cual quedó estipulado la evacuación del territorio Mosquito por los súbditos ingleses que en él residían, y el reconocimiento de la soberanía española en todo su litoral.
5o.  En 1785 hizo la escuadra española un reconocimiento de las costas occidentales del Reino, y se observó que España tomaba algo de más interés en la defensa de estas provincias.  Cuando el estudio de las costas fue publicado, se presentó al Gobierno español Martín de Labastide proponiendo comunicar el lago de Nicaragua con el Pacífico  por medio del río Sapoa, que ofrecía ampliar hasta su desembocadura en el golfo del Papagayo, o bien desviarlo por medio de un corte que lo llevaría al golfo de Nicoya. Labastide hizo la publicación de su proyecto hasta en 1791, apoyado por el favorito Godoy; pero las circunstancias extraordinarias que sobrevinieron  a consecuencia de la revolución francesa, fueron causa de que se olvidara el proyecto de Labastide. 
6o.  En cumplimiento de las estipulaciones del tratado adicional y aclaratorio del de París, los ingleses radicados en la costa del Norte de Centroamérica abandonaron sus establecimientos en enero de 1787, y quedaron los indios zambos y moscos entregados a sus propias fuerzas.  Era caudillo de los primeros el Rey Jorge (George King) y de los segundos el Jefe Breton, llamado también Britón.  Ambos procuraron inteligencias pacíficas con las autoridades españolas vecinas y Breton además se bautizó y se casó en León de Nicaragua con doña María Manuela Rodríguez, joven criolla de Juigalpa, que se sacrificó por la conveniencia pública. El Rey de España concedió a Breton los nombres de Carlos Antonio de Castilla, que llevan hasta el día sus descendientes en Nicaragua. 
7o.  Terminó su período de mando el General Estachería en 1789, año en que también se regresó a España y entró a sucederle el Teniente General don Bernardo Troncoso Martínez , Marqués del Rincón.  Fue su administración tranquila y honrada y tuvo de especial el que se hubiera levantado en la capital el Coliseo o Teatro Municipal para representar comedias, dos o tres veces por semana, con el objeto de suavizar las costumbres y alejar al pueblo de los delitos de sangre y de la embriaguez. 
8o.  En 1793 declaró España la guerra a la República Francesa, y necesitando poner en estado de defensa el río San Juan de Nicaragua, nombró Comandante de la Fortaleza de San Carlos y director de las obras que en ella habían de emprenderse, al Gobernador Intendente de aquella provincia, Coronel don Juan de Ayssa.
9o.   El General Troncoso terminó su período el 31 de diciembre   de 1794 y llegó a sucederle el anciano Jefe de Escuadra don José Dolmas y Valle, de 94 años de edad.  Fue el Señor Dolmas y Valle el último Gobernador del Siglo XVIII y su administración se distinguió como una de las más honrosas y tranquilas, hasta la terminación del período legal en 1801, en que hizo entrega a su sucesor, muriendo un año después en Guatemala a la avanzada edad de ciento dos años.
10o.  Hemos llegado al último año del siglo XVIII y se hace necesario suspender por un instante nuestra relación para estudiar el estado en que estas colonias despertaron a la luz del siglo XIX. Los conquistadores castellanos eran más soldados que otra cosa y sacados del cuartel era raro el que siquiera sabía escribir su nombre para firmar.  El clero fue entre nosotros, como en muchas otras colonias el que descorrió el velo a la enseñanza comenzando a propagarla, pero la instrucción clerical se limitaba a las castas privilegiadas y fue muy limitada y escasa.  En 1794 había en la capital del Reino 16 conventos, muchas iglesias, varios cuarteles y una sola escuela de primeras letras tan pobre y atrasada como no existe en el día en ninguna de nuestras aldeas. Fue hasta en 1795 que la enseñanza en Guatemala se enriqueció con el estudio de la Física, Química, Matemáticas y Ciencias Naturales debido a los esfuerzos de Fray Antonio Liendo y Goicoechea y del doctor don José Flores. El primero escudado con su hábito monástico fue a Madrid en los tiempos de Carlos III, estudió noche y día y volvió trayéndose la última nota del movimiento intelectual del siglo XVIII en Europa; mientras el otro por la observación y con el auxilio de su gran talento se adelantaba a Fontana y Balli en experimentos eléctricos, y a Fontana en la invención de las estatuas de cera para el estudio de la Anatomía. 
11o.  Al finalizar el siglo XVIII entre nosotros, solamente el clero podía hacer alarde de prosperidad.  Sus rentas según el decir de Tomás Gage no bajaban de 45 millones de pesos.  Tan solo la orden de Predicadores de Guatemala administraba muchos pueblos,  y tenía una valiosa hacienda de trigo, un molino de agua para el beneficio del trigo, un ingenio de azúcar y una mina de plata de la que sacaba anualmente 16.500 duros.
12o.  El comercio era de tan escasa importancia en todo el Reino de Guatemala, que no arroja datos para trazar un cuadro lleno de animación y vida.  En todo el largo período colonial el Gobierno español no hizo más que crear inmensos privilegios que, constituyendo un sistema absolutamente prohibido, fueron una valla para el desenvolvimiento del tráfico, pues el sistema prohibitivo no era solo para las naciones extranjeras, sino que comprendía a toda España, cuyos puertos, con excepción de Sevilla, no podían enviar sus naves a las colonias.  Todo en aquel entonces se hallaba concentrado en Sevilla y por espacio de dos siglos, los privilegios concedidos a esta ciudad estuvieron siempre en su vigor y fuerza, por más que en la forma de los mismos se introdujeran algunas modificaciones, que no variaban su fondo. Fue hasta en 1774 que Sevilla sufrió la pérdida de sus grandes privilegios adjudicados a Cádiz, que tenía un puerto mucho mejor para el tráfico, como consecuencia,  las colonias entraron en cambios que no habían conocido hasta entonces.
13o.  En los principios de la conquista, las naves empleadas en el tráfico debían ser de propiedad y construcción española y estar tripuladas por marinos de España; y aunque alguna que otra vez se concedieron licencias a buques extranjeros, a fin de que pudieran navegar en conserva34 con las flotas enviadas a América, el Consejo de Indias lo consideró peligroso, y por real cédula de 22 de marzo de 1613 se renovaron las Ordenanzas de la Casa de Contratación que, expedidas en los primeros años  de la Conquista, hicieron retroceder el comercio a los tiempos de su infancia.  Y aparte de los privilegios concedidos a Sevilla, que estancaban en esta ciudad el comercio de las colonias, se fijaron grandes y restrictivos impuestos a cuantas naves se dedicaban al mismo.
14o.  Existían numerosos impuestos al comercio marítimo, tales como el de tonelaje, de avería, de almojarifazgo o aduana, de almirantazgo y el de la media annata que se suprimió en el siglo XVII.  El derecho de avería  consistía en el pago de 5% sobre el valor de las mercancías que se exportaban de los puertos de Cádiz y Sevilla, y en un 21% sobre los productos que llegaban de las colonias, cuyo producto se destinaba al sostén de las escuadras que escoltaban los galeones.   El derecho de almojarifazgo equivalía al impuesto actual de aduanas y recargaba con un 15 o un 20% todos los frutos que se importaban de España, y con un 7 o 10% los que iban para América.   El derecho de almirantazgo consistía en un impuesto de C$ 5.00 a todos los buques que cargaran o descargaran en el puerto de Sevilla. Y en 1720 se fijaron por Felipe V nuevos gravámenes, llevándose el sistema prohibitivo a una exageración espantosa; esto sin contar los saqueos e invasiones de los piratas y bucaneros, las enormes contribuciones de las autoridades locales, los impuestos de la Santa Madre Iglesia que eran cuantiosos, y las caridades a los templos, cofradías y conventos que se exigían forzosamente.
15o.  En cuanto a riqueza industrial, no la teníamos, pues la agricultura, en estado muy embrionario se reducía a pequeñas plantaciones de añil y de caña de azúcar; y aunque había grandes fincas de cacao y de crianza nacional, no se exportaban sus productos que sólo servían para el consumo interior.  El tabaco y el aguardiente se hallaban estancados y por lo mismo estaban prohibidos a los agricultores.
16o.  El sistema penal prodigaba horriblemente las penas de muerte, de azotes y de infamia; establecía el tormento como medio de prueba y se imponía sobre las conciencias creando delitos contra la divinidad e inventando otros, imaginarios y absurdos, tales como los que se referían a las brujas y hechiceros. El sistema administrativo establecía la supremacía de los peninsulares sobre los mismos descendientes de los conquistadores; hacía que los funcionarios fueran siempre extraños a los intereses de la colonia y abría un abismo de odio entre la Península y sus colonias. Y el sistema económico, como lo hemos visto atrás, se basaba en los monopolios, en las restricciones, en los impuestos y en todo aquello que hoy condena la Economía Política.  Entramos, pues al siglo XIX en un estado de atraso y de pobreza harto lastimoso.
17o.   En cuanto a España la situación no podía ser peor.  Ocupaba el trono Carlos IV, quien al año de haber inaugurado su administración declaró  la guerra a la República Francesa, y tuvo dos años después,  que implorar la paz, con pérdidas de la parte que España poseía en Santo Domingo y estipulando alianza ofensiva y defensiva con la misma República.  Dirigía entonces la política española el célebre don Manuel Godoy, favorito de la Reina, quien por influencia de ésta, fue elevado de guardia de corps a Primer Ministro de España con el título de Duque de Alcudia, ascendido poco después a Príncipe de la paz y a yerno del Infante don Luis35.  Godoy era  un instrumento de Napoleón Bonaparte, y por consejo de éste declaró España la guerra a la Gran Bretaña, que costó nada menos que la pérdida de la armada española en aguas de Trafalgar.  Carlos IV, inspirado siempre por Godoy, auxilió también a Napoleón con quince mil soldados, que marcharon al Norte a las órdenes del Marqués de la Romana; cedió al Emperador francés la Louisiana, en virtud de un tratado secreto y en pago de un título de Reina para una hija suya y de una promesa de trono para su favorito, sin que tan humillantes sacrificios impidiesen la invasión del territorio español por las tropas francesas.
18o. Algo más tarde, en 1808, el pueblo español cansado de tanto mal gobierno e indignado contra el favorito Godoy, se sublevó en Aranjuez y proclamó sucesor de Carlos IV a su hijo el Príncipe de Asturias, don Fernando de Borbón, que tomó el nombre de Fernando VII.
19o.  Al principiar el siglo XIX era la primera autoridad política y militar del antiguo Reino de Guatemala el Gobernador y Capitán General nombrado por el Rey de España, y se hallaba inmediatamente sujeto al Consejo Superior de Indias que residía en Madrid, Consejo que formaba las leyes que debían regir las colonias.  Centroamérica estaba divida políticamente  en seis provincias: Chiapas, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.  Cada una de ellas se encontraba a cargo de un Gobernador, con excepción de Guatemala, que no lo tenía particular por ser la residencia del Capitán General.  La residencia de Costa Rica se manejaba con entera independencia de la de Nicaragua, menos en el ramo de hacienda que dependía de un mismo Intendente, y en lo eclesiástico del Obispo de León.  Las provincias se hallaban a la vez, subdivididas en alcaldías mayores o corregimientos, y los funcionarios que las servían eran también nombrados por el Rey de España.

Cuestionario
1. ¿Cuándo hizo su entrada a Guatemala el Presidente Estachería, quién era éste, y a qué se dedicó preferentemente?  2. ¿Qué monumento levantó el presidente Estachería y qué obras nuevas hizo en la ciudad?  3. ¿Cuándo y por qué se marcó más el malestar social en todo el Reino, y cuál fue la causa del odio entre criollos y peninsulares?  4. ¿Cómo se restableció la paz con Inglaterra y Francia, y qué consecuencias trajo y qué fue lo que sucedió en el Reino con los ingleses y sus aliados de la Costa?  5. ¿Cuándo y por qué abandonaron los ingleses sus establecimientos de la Costa y cómo fueron arregladas las diferencias con los indios zambos y mosquitos?  6. ¿Cuándo terminó el período legal del Presidente Estachería, qué hizo éste enseguida, a quién se nombró Comandante de la fortaleza de San Carlos?  7. ¿Por qué se mandó poner en estado de defensa el río San Juan y a quién se nombró Comandante de la fortaleza de San Carlos?  8. ¿Cuándo terminó el período legal del General Troncoso, quién vino a subrogarlo, qué clase de persona era el sucesor, cómo desempeñó su cargo y dónde murió?  9. ¿Cuál era el estado de estas colonias al principio del siglo XIX, qué personas sobresalieron en ellas por su saber y por la enseñanza que propagaron?  10. ¿Quiénes eran los que podían hacer alardes de prosperidad al finalizar el siglo XVIII, y qué es lo que dice a este respecto el fraile Tomás Gage?  11. ¿Cómo se hallaba el comercio en Guatemala y qué le pasaba con Sevilla y con Cádiz?  12. ¿Qué restricciones hubo al principio de la conquista para la navegación, y qué impuestos posteriores y nuevas restricciones se pusieron después al comercio marítimo?  13. ¿Cuáles fueron los principales impuestos al comercio marítimo, y hasta dónde se llevaron estos más tarde?  14. ¿Cuál era el estado de la riqueza industrial del Reino?  15. ¿Qué sistema penal regía en las colonias, cuál era el sistema administrativo y en qué se basaba el económico?  16. ¿Cuál era la situación de España en los albores del siglo XIX, y qué pasaba con el favorito Godoy y Napoleón?  17. ¿Qué hizo el pueblo español en 1808, cansado del mal gobierno de su Rey?   18. ¿Cuál era la primera autoridad política y militar del Reino de Guatemala, quién lo nombraba y a qué corporación estaba inmediatamente sujeto?  19. ¿Cuál era la misión del Consejo de Indias y cómo estaba dividido políticamente el Reino de Guatemala?

Capitulo XXXI
PRIMERAS ADMINISTRACIONES DEL SIGLO XIX
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Llega a Guatemala el nuevo Presidente don Antonio González Saravia y Mollinedo.  Disposiciones acertadas con que principia su administración.  Se establecen los cementerios.  Es introducida la vacuna.  Termina el período del Presidente y vuelve  a ser nombrado.  Se le envía a México y muere allí fusilado por los patriotas.  Dificultades de España.  Es invadida por los franceses.  Se establecen las Juntas Gubernativas.  Movimientos revolucionarios de México.  Proclama su independencia.  Lo que pasaba en Guatemala.  Llega Bustamante.  Primeros movimientos en San Salvador y León.  Pronunciamiento de Granada.  Su capitulación y consecuencias que trajo.  Deportación de los patriotas granadinos.  Conspiración del Convento de Belén en Guatemala.
1o.  El Mariscal de Campo don Antonio González Mollinedo y Saravia fue el sucesor nombrado por la Corona de España  para el reemplazo del señor Dolmas y Valle en el gobierno de Guatemala.  Llevaba 40 años de servicio activo en el ejército español,  cuando en 28 de julio de 1801 vino a tomar posesión de su elevado cargo: había estado en el sitio de Almeida, en la defensa de Ceuta, en la expedición a Argel y en otras, y se hallaba de teniente del Rey  de la Plaza de Palma, capital de las islas Baleares, cuando recibió el nombramiento de Gobernador  y Capitán General del Reino.  El nuevo Gobernador era un funcionario distinguido, que se hizo apreciable desde su llegada por sus acertadas disposiciones y por el empeño que tomó en dejar terminada la catedral de Guatemala.   Se le consideraba dotado de inteligencia y carácter y figuró en la lista de los funcionarios sobresalientes por sus buenos actos.
2o.  Los enterramientos de cadáveres que se verificaban en los templos, por la falta de cementerios, originaban en muchos pueblos,  en que  tal vez sólo existía una pequeña ermita, enfermedades epidémicas y mal constante en la salubridad pública.  Informado el Monarca de este inconveniente, dispuso en 1789 que los Virreyes y Capitanes Generales de América, ayudados de los diocesanos, informaran si era posible que los fondos de fábrica de las iglesias costearan la construcción de cementerios, y en Cédula, expedida en Aranjuez a 15 de marzo de 1804, previno por fin la construcción de dichos cementerios fuera de las poblaciones, costeados con los fondos de fábrica mencionados, en obsequio, según manifestaba, al decoro y salubridad de los templos.   Esta disposición llegó a Guatemala el 6 de noviembre del mismo año, y el Capitán General la mandó poner en práctica en todo el Reino desde su publicación.
3o.   Carlos IV, a pesar de sus defectos, tuvo la feliz idea de introducir la vacuna a América.  Descubierta y propagada en Europa por el célebre médico inglés Eduardo Jenner, en 1796, el Monarca español tomó empeño en que las colonias de su dependencia participasen cuanto antes de los beneficios del nuevo descubrimiento.  Con tal objeto zarpó del puerto de la Coruña, en 30 de noviembre de 1803 la expedición vacunadora, e hizo escala en Canarias, Puerto Rico y Caracas.  En este último lugar se dividió en dos secciones, partiendo la una para las costas de Cartagena a cargo del Subdirector don Francisco Salvani, y la otra, con el director General don Francisco  J. Balmis para la Habana y Yucatán.  La comisión antedicha se formaba de varios facultativos y veintidós niños escogidos, destinados a conservar progresivamente el precioso fluido. Trasmititiéndolo de brazo en brazo, y de unos a otros, en el curso de la navegación. 
4o.   El Mariscal Saravia terminó su período en aquellos días, y fue nombrado para otro.  En el desempeño del cual se encontraba en 1811, cuando recibió la orden de pasar a México a comandar en Jefe las fuerzas expedicionarias encargadas de combatir a los patriotas que habían proclamado la independencia; pero tomado prisionero en el sitio de Oaxaca, fue fusilado en el acto por sus crueldades con los independientes.
5o.  España se hallaba violentamente agitada por las cuestiones intestinas entre Carlos IV y su hijo el Príncipe Fernando; y Napoleón, que acababa de terminar la campaña de Portugal y tenía los ojos fijos en España, cuya corona había ofrecido a su hermano José Bonaparte, aprovechó ese estado excepcional de cosas para apoderarse de las ciudades fronterizas, introducir considerables fuerzas al territorio español, obligar a los dos príncipes a que abdicasen y colocar la Corona de Castilla en la frente de su hermano José, ya por entonces rey de Nápoles.  El pueblo español se levantó en masa en contra del usurpador, e instalando una Junta Suprema en Sevilla, lanzó una declaración de guerra contra Francia, aliándose con Inglaterra la enemiga de Bonaparte,  que apoyó abiertamente la insurrección española y le proporcionó dinero, armas, y un auxilio de 35 mil hombres.  Napoleón juzgó entonces que se necesitaba de su presencia, y colocándose a la cabeza del ejército, marchó sobre Barcelona, y de victoria en victoria llegó hasta las puertas de Madrid, la que se apresuró a capitular.  En el mismo día fue abolida por Napoleón la Inquisición en España, poniendo así fin al más sangriento y bárbaro de los tribunales conocidos.
6o.  Después de la toma de Madrid, Napoleón se lanzó en persecución de los ingleses para cortarles la retirada a la Coruña e impedirles que se embarcasen; pero en el momento en que llegaba con su retaguardia, recibió despachos de París en que le anunciaban que Austria se preparaba a entrar en campaña contra Francia.  Regresó a Madrid por este motivo dejando a uno de sus generales el cuidado de perseguir a los ingleses; instaló a su hermano José en el trono de España, y volvió a emprender de nuevo el camino para Francia.
7o.  Carlos IV fue destronado en 1808, y el que ocupó su puesto, que fue José I, reinó hasta 1813; pero su reinado fue casi de nombre, porque el pueblo español, en su mayor parte, se mantuvo en insurrección permanente, y en América jamás se reconoció al Rey francés.  Para atender a la defensa del Reino, los españoles sublevados  organizaron Juntas Gubernativas en todas partes, encargadas de mantener la inviolabilidad de la Nación y de su Rey legítimo don Fernando VII.  Dichas Juntas se hicieron extensivas a América, y ayudaron mucho a las Cortes y Regencia de Cádiz, conduciendo la guerra contra el usurpador con energía y resolución de que hay pocos ejemplos en la historia, y recogiendo en todos los pueblos y ciudades de América dinero y material de guerra que mandaban a España.
8o.  En Nueva España, o sea, México actual, cuya influencia se sentía en Centroamérica, reinaba profundo descontento contra España en los primeros años del siglo XIX; pero el derecho divino de los reyes y la implícita obediencia a los gobernantes eran principios tan profundamente arraigados en el pueblo colonial, que el repudiarlos se tenía, según el decir de un historiador americano, por casi equivalente a desafiar el poder de Dios. Y fue este sentir lo que mantenía al pueblo en tan largo vasallaje.   Tres causas, sin embargo, contribuían activamente a producir el odio a España y un intenso anhelo de libertad.  Estas causas eran:  las restricciones sociales, la exclusión de los empleos y el monopolio comercial de que disfrutaban los españoles.  Debido a este último eran exorbitantes los precios que se cobraban por todas las mercancías, lo mismo que las onerosas restricciones que se imponían a las industrias que de algún modo competían con el comercio de la madre patria.  Los excesivos impuestos, exigidos a última hora para acudir a España en su conflicto, acibaraban más los ánimos y eran causa de irritación; así como la venalidad de los funcionarios administrativos y la corrupción de los judiciales excitaban a la indignación pública.
9o.   En tal estado de cosas, cuando llegaron las noticias de los extraordinarios sucesos de España,  puede suponerse el aturdimiento y la consternación de los funcionarios españoles en aquellos días. Atentos solo a la angustiosa situación de la Península, olvidáronse de la política anterior, para dar entrada de lleno a las ideas de emancipación y libertad, a fin de levantar el sentimiento patrio contra el invasor francés; pero aquella propaganda, en pueblos que contaban tres siglos de oprobiosa servidumbre, fue para los españoles una espada de dos filos, porque daban a las colonias ejemplos de insurrección y les enseñaban que esta era santa cuando se trataba de rechazar la tiranía y la opresión.  América, despertada por aquellas doctrinas, por el ejemplo de la revolución de Francia y por el impulso que recibía de la propia Madre Patria para no reconocer a José I, vuelve los ojos sobre sí misma, mide sus fuerzas de una sola ojeada y cree que puede proclamar contra la metrópoli española los mismos principios que esta había hecho valer contra el conquistador del siglo. En consecuencia, las mismas Juntas Gubernativas, decretadas por España, reconocen su importancia política y manifiestan francamente su deseo de hacerse independiente y formar estados autonómicos entre sí.  Venezuela, Quito, Perú y Chile son las primeras colonias que se apresuran a dar el grito de libertad, y el incendio prende por todas partes y las chispas llegan a México.
10o.  En la provincia de Guanajuato, en el corazón de los más ricos distritos mineros, donde la población era más densa y más activa, Miguel Hidalgo, Cura Párroco del pueblo de Dolores, acariciaba proyectos de rebelión.  Para la realización de su plan se relacionó con el Coronel don Ignacio Allende, su vecino que estaba de guarnición en San Miguel el Grande.  Hidalgo era un hombre cuya inteligencia y conocimiento del corazón humanos eran reconocidos por todos.   Se había hecho amar de sus feligreses no solo como padre espiritual, sino por la actividad y el desinterés con que se consagraba al bien público, habiendo introducido en su pueblo la cría de los gusanos de seda y plantado viñas, cuyo cultivo fue prohibido después por el Gobierno español.  El Virrey tuvo aviso de los planes del sacerdote y del oficial, y dio orden al Corregidor de Querétaro para que interviniese; pero la mujer del Corregidor hizo saber a Hidalgo el peligro que le amenazaba, y entonces el Cura lanzó en su pueblo, el 16 de septiembre de 1810, el grito de rebelión, el famoso “Grito de Dolores”  contra los europeos, dando así principio a la guerra civil más sangrienta de su siglo.   Las revueltas hordas del pueblo indio se agruparon alrededor de Hidalgo, que marchó con ellas sobre la capital, al paso que al Norte de la ciudad manufacturera de Querétaro todo el país se declaró en abierta rebeldía.  San Miguel, Celaya y Guanajuato, la tercera ciudad del reino, sucumbieron al ataque.  De allí las olas de los insurrectos se dirigieron a Valladolid; engrosando el ejército revolucionario hasta llegar a cien mil hombres, y ocupando Toluca el 27 de octubre a 12 leguas de la Capital.  La revolución se hizo popular pero fue vencida por el ejército español; lo mismo que su jefe, el generoso Hidalgo al que capturaron y fusilaron en 1811, con lo cual se logró calmar un poco el movimiento insurreccional.
11o.  En Guatemala y sus provincias las autoridades españolas procuraron ocultar la noticia de los movimientos independientes y cuando se hablaba algo de ellos, era desfigurando los sucesos y pintando a los patriotas como monstruos humanos.  Se propaló después, cuando ya hubo noticias de todo, que los independientes estaban acaudillados por agentes secretos de Napoleón los que trataban de destruir el culto católico y proyectaban además convertir los templos en caballerizas, degollar a los sacerdotes, violar a las vírgenes, profanar los vasos sagrados del culto y entregarse al saqueo y a la matanza.  Para corroborar tan groseras calumnias se fingían milagros, se inventaban castigos del cielo, se fulminaban excomuniones y se empleaban otras mil supercherías, procurando siempre atraer sobre los patriotas la execración de los pueblos crédulos.  Al mismo tiempo que así se desacreditaba a los patriotas, las autoridades españolas de Guatemala echaban mano de cuanto medio estaba a su alcance para agasajar y tener quietas las provincias.  Se ofreció exención de todo tributo y servicio personal a los indios que permaneciesen sumisos; fueron abolidas varias penas infamantes y se suprimió la ceremonia vergonzosa que se celebraba anualmente para perpetuar la memoria de la Conquista.
12o.   En tal estado se hallaban las cosas en Guatemala, cuando por nombramiento de la Regencia entró a gobernar el Reino el Teniente General don José Bustamante y Guerra, español, que había dado muestras en Montevideo de su celo contra los independientes.  Bustamante que era hombre activo, sistemó la persecución y las delaciones, tuvo un tino particular para elegir sus agentes y espías, desobedeció constantemente las disposiciones moderadas que solía dar la Metrópoli y se avocó del modo más arbitrario el conocimiento de las causas; siendo el blanco de sus persecuciones los centroamericanos más distinguidos, por tener opiniones liberales o avanzadas; pero a pesar de semejante sistema, los gérmenes de la independencia continuaron desarrollándose en el suelo centroamericano.  
13o.  Los curas de la ciudad de San Salvador, Doctor don Matías Delgado y don Nicolás Aguilar, dos hermanos de éste, don Manuel y don Vicente,  don Juan Manuel Rodríguez y don Manuel José Arce acaudillaron una conspiración contra el Intendente de la provincia, don Antonio Gutiérrez Ulloa, con objeto de apoderarse de 3 mil fusiles nuevos, que se encontraban en los almacenes de armas, y además de 200 mil pesos que existían en las cajas reales, para dar con esos recursos el grito de libertad.  Una gran parte del pueblo salvadoreño secundaba las miras revolucionarias y estaba en combinación con las Poblaciones de Metapán, Zacatecoluca, Usulután y Chalatenango, donde se hicieron sentir sucesivamente algunos sacudimientos parciales; pero las demás poblaciones de la Provincia, en vez de secundar el movimiento, asumieron una actitud hostil36, por lo que los patriotas se llenaron de desaliento y abandonaron una empresa que habían iniciado, invocando el nombre de Fernando VII.  El 3 de diciembre llegaron fuerzas de Guatemala y ocuparon San Salvador; trataron con benignidad a los jefes revolucionarios, concediéndoles perdón incondicional, y esto dio la última mano a la pacificación de aquella provincia.   La chispa revolucionaria, sin embargo, estaba encendida ya en Centroamérica; y aunque se apagó en San Salvador, fue para arder con más fuerza en otros puntos.
14o.  No se había logrado aún la pacificación de San Salvador, cuando la ciudad de León, en la provincia de Nicaragua, se insurreccionó en la mañana del 13 de diciembre.  La sublevación fue secundada en 26 del mismo mes, por Rivas, Potosí y otros pueblos del distrito Meridional; pero lo mismo que la de San Salvador, quedó reducida aquella insurrección a algunos tumultos populares y a la deposición del Intendente don José Salvador.
15o.  La ciudad de Granada, en la misma provincia de Nicaragua, que era el centro principal de los criollos descontentos, celebró un cabildo abierto, el 22 de diciembre del propio año, convocado por el Alcalde don Juan Argüello, por el Regidor don Manuel Antonio de la Cerda y por otros cuantos vecinos de alta posición social, y en él se proclamó a gritos la deposición de todos los empleados españoles.  Estos se llenaron de miedo y huyeron para la inmediata villa de Masaya, de donde le pidieron auxilio al Capitán General. Los sublevados mientras tanto, después de organizar nuevas autoridades locales, armaron en guerra varias piraguas sobre el lago de Nicaragua y con ellas sorprendieron la fortaleza de San Carlos, y redujeron a prisión a los jefes europeos. 
16o.  El obispo de León, don Nicolás García Jerez, que desde su llegada a Nicaragua llevó instrucciones del Capitán General,  para hacerse cargo de la Gobernación e intendencia de la Provincia de Nicaragua en caso de un trastorno político, creyó que había llegado ese caso y asumió con tal motivo la Gobernación e Intendencia de la Provincia.   Acto continuo organizó, el 14 de diciembre de 1811, una Junta Gubernativa compuesta de seis vecinos respetables, la que  reconoció al Obispo como Presidente de ella y también como Gobernador Intendente. Los revolucionarios de Granada reconocieron a su vez a la Junta Gubernativa y determinaron enviar dos diputados que los representara en la misma Junta. También reconocieron como Intendente al Obispo y le protestaron obediencia en todo, menos en aquellas disposiciones que tendieran a restablecer a los empleados expulsos37 por el cabildo del 22 de diciembre. El Obispo envió entonces de comisionado para pacificar a los rebeldes, al clérigo don Benito Soto, sacerdote virtuoso, de carácter enérgico y que estaba adornado de otras cualidades.  El comisionado procuró llenar cumplidamente su misión; pero al ponerse en contacto con los empleados españoles, que estaban con fuerzas acampados en la villa de Masaya, pudo convencerse de que el objeto de la guerra que se llevaba a Granada no era otro que el de anonadar38 a los criollos.  Esto unido a las burlas que le hicieron los mismos empleados, por ser también criollo lo determinó a formar causa común con los granadinos y a seguir su misma suerte.
17o.  En la madrugada del 12 de abril de 1812 se presentaron atacando la plaza de Granada más de mil infantes, enviados de Tegucigalpa por orden superior, al mando del Sargento Mayor don Pedro Gutiérrez. El fuego se sostuvo durante todo el día con encarnizamiento; pero al aproximarse la noche se retiraron los realistas a Masaya, dejando 28 muertos y llevándose cuarenta y tantos heridos. El día 22 se iniciaron negociaciones de paz, que concluyeron en aquel mismo día con una capitulación, en la que los jefes de ambos bandos dieron por terminadas sus diferencias y juraron solemnemente ante una hostia consagrada, que sería cumplida con toda fidelidad.   En la misma capitulación se estipuló además, que la plaza sería ocupada por una división realista y que los granadinos entregarían todas las armas y pertrechos de guerra existentes en su poder; ofreciendo en cambio Gutiérrez en nombre del Rey, del Capitán General y bajo su palabra de honor, que no se tomaría providencia alguna contra los que habían defendido la plaza de Granada, de cualquiera clase y condición que fueran.  Pero habiéndose dado cuenta de lo pactado al Capitán General, lo desaprobó, por decir que el Rey  no podía contratar con rebeldes, y en vez de volver las cosas al estado que antes tenían, ordenó al Obispo de León que tomara todas las medidas conducentes a la captura de los culpables.  El Obispo solícito de demostrar su celo por la causa real, nombró a don Alejandro Carrascosa, tan enemigo como él de todos los criollos, para que en concepto de Juez Fiscal se constituyera en Granada y formara causa a todos los vencidos. A Carrascosa se le previno que se sujetara,  para el juzgamiento de los reos al bando del  25 de junio de 1811 del Virrey Francisco Javier  Venegas de México, en el que se disponía el fusilamiento inmediato de todo cabecilla prisionero y los subalternos fuesen diezmados sin darles más tiempo que el indispensable para morir cristianamente.
18o.   En el entretanto, los granadinos, confiados en las reales promesas y en la fuerza del tratado, y no imaginándose nunca tanta perfidia y mala fe, fueron sorprendidos en sus casas y reducidos a prisión.  Se les confiscaron sus bienes, y al cabo de dos años de sufrimientos, fueron sentenciados a muerte los cabecillas39, a presidio perpetuo nueve subalternos, y a presidio temporal 133 de los mismos. Los condenados a muerte y a presidio perpetuo fueron llevados previamente a Guatemala, en donde tuvieron nuevos sufrimientos en los calabozos húmedos y subterráneos en que se les mantuvo hasta la conmutación de la pena de muerte por la de reclusión perpetua en los presidios españoles de Ultramar, donde perecieron algunos, viviendo los demás entre cadenas hasta muchos años después, en que con motivo de las bodas de Fernando VII se les comprendió en un indulto general.
19o.  En 1813 fue también descubierta en la ciudad de Guatemala una nueva conspiración, que tenía por objeto la prisión del Capitán General y sus autoridades principales y la libertad de los presos granadinos, primeros mártires de la causa de la independencia centroamericana.  La conspiración se redujo a unas cuantas reuniones en el convento de Belén; pero los españolistas quisieron darle una importancia que no tenía y prodigaron maltratos, prisiones y condenas a muerte y a presidio, aunque afortunadamente no se llevaron a  efecto estas últimas. 

Cuestionario
1. ¿Quién fue el sucesor del señor Dolmas y Valle, quién era él, qué hizo a su llegada y qué impresión causó en Guatemala?  2. ¿Qué se dispuso acerca de cementerios y por qué motivo? 3. ¿Cuándo fue descubierta la vacuna, cómo llego a América y quiénes se encargaron de propagarla?  4. ¿Qué se le concedió al Presidente Saravia después de terminado su período legal, adónde se le envió enseguida,  y cuál fue su fin?  5. ¿Cuál era la situación de España, quién se aprovechó de sus dificultades, qué fue lo que hizo el pueblo español,  y cuáles fueron las disposiciones de Napoleón en Madrid?  6. ¿Qué dispuso después Napoleón, hasta dónde avanzó,  y a quién dejó el encargo de proseguir la campaña?  7. ¿De qué modo y cuándo fue destronado Carlos IV, quién le sucedió,  y qué hicieron los españoles sublevados?  8. ¿Cuál fue la situación de México al principio del siglo XIX, qué era lo que contenía al pueblo, y qué motivó el odio a los españoles?   9. ¿Qué impresión produjeron en México las noticias de la invasión francesa, qué dispusieron sus autoridades, y qué consecuencias trajo para España su propaganda revolucionaria contra Francia?  10. ¿Cuáles eran los proyectos del Cura Hidalgo, qué clase de hombre era él, con quién se entendía, por qué lanzó su famoso grito de independencia y qué sucedió después?  11. ¿Qué sucedía en Guatemala con las noticias que llegaban de la revolución de México, de qué modo se las combatía, y cómo se portaban entonces las autoridades españolas con el pueblo?  12. ¿Cuándo fue que llegó Bustamante, quién era éste, cómo se portó en Guatemala,  y qué sucedía con las ideas revolucionarias en Centroamérica?  13. ¿Quiénes acaudillaron la insurrección de San Salvador, qué objeto se proponían y qué resultado se obtuvo con ella?  14. ¿Cómo fue la insurrección de León, qué pueblos la secundaron y cómo terminó?   15. ¿Qué hubo en Granada el 22 de diciembre de 1811 y qué hicieron los funcionarios españoles?  16. ¿Qué hizo el Obispo García Jerez en León en 1811, a quién nombró para que fuese a Granada, y qué sucedió con éste?  17. ¿Quiénes atacaron la plaza de Granada en 1812, qué resultado tuvo este ataque y qué sucedió después?  18. ¿Cómo fueron tratados los granadinos después del convenio y qué` fin tuvieron?  19. ¿Qué conspiración se descubrió en Guatemala en 1813, qué objeto llevaba en mira, y cómo terminó?

CAPITULO  XXXII
Sucesos extraordinarios de España
1810-1814
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Llegan a Guatemala la Constitución de Cádiz y leyes accesorias.  Influencia que tienen en América los sucesos de España.  La Junta Central del Gobierno español se traslada a la isla de León.  Delega en el Consejo Supremo de la Regencia.  Convócanse las Cortes extraordinarias de España.  Diputados que elige Centroamérica.  Se inauguraron las Cortes en la isla de León.  Renuncia el Consejo de la Regencia y lo subroga un nuevo Consejo electo por las Cortes.  Importantes asuntos que se trataron en las mismas.  Partidos que se formaron en su seno.  Actitud de los diputados americanos.  Indulto concedido a los reos políticos.  Importantes declaraciones que hacen las Cortes.  Proposiciones de los americanos y mal éxito que obtienen.  Palabras del Diputado del Perú. El proyecto de impuesto sobre la plata labrada se hace extensivo a América.  Exposición del consulado español de México.  Desagrado que ocasionó.  Las Cortes la reprueban.  Se expide la Constitución Política.  Inconsecuencias de este Rey.
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1o.   En el mes de septiembre de 1812 se recibió en Guatemala la Constitución de la Monarquía española, decretada por las Cortes de Cádiz en 19 de marzo del mismo año, y con ella también  llegaron las reales cédulas de 18 de marzo y 23 de mayo,  en las que se prescribían el  orden y las solemnidades de su publicación así como las del indulto concedido a todos los que no hubiesen cometido delitos atroces.  También se recibió un poco después, un decreto de las mismas Cortes estableciendo en todos los pueblos, aun los que no tuviesen mil habitantes, procedieran a elegir popularmente sus ayuntamientos.
2o.  Los importantes sucesos de la intervención francesa, ocurridos en la Península desde principios de 1810 hasta marzo de 1812, ejercieron su natural influencia en las colonias, y se hayan ligados de tal modo con su historia de los últimos años de la dominación española en América que se hace necesario referirlos aunque sea muy ligeramente, para enlazarlos con nuestra relación histórica.
3o.  Al avance de las divisiones francesas sobre Andalucía, obligó a la Junta Suprema Central del gobierno español a trasladarse precipitadamente de Sevilla a Cádiz.  Durante el camino, se vieron detenidos y aun amenazados de muerte los miembros de aquel cuerpo; pero lograron por fin avanzar y reunirse nuevamente en la isla de León, en donde resolvieron separarse del mando y delegar el gobierno supremo de la Nación en una nueva Autoridad,  a la que dieron el nombre de Supremo Consejo de la Regencia de España, organizado con cinco miembros, que inauguraron el Gobierno nacional el 31 de enero de 1810, ocupándose  con todo ardor en defender la patria y recobrar su independencia.  Uno de sus primeros decretos,  fue aquel en que se previno a los virreinatos y capitanías  generales de América,  que procedieran a practicar elecciones para diputados a las Cortes extraordinarias del Reino de España, debiendo elegir cada capital de provincia un diputado por medio de los ayuntamientos, y ser el Virrey o el Capitán General en su caso, de acuerdo con la respectiva Audiencia, el encargado de resolver breve y sumariamente las dudas que ocurriesen sobre estas elecciones.  La idea de reunir las Cortes nació en las primeras juntas que se formaron en España desde principios del levantamiento contra la imposición francesa, fue acogida por algunos miembros de la  Junta Suprema Central, que acababa de desaparecer, y después puesta en práctica por el consejo de la Regencia en el decreto que acabamos de citar y por otro de agosto del mismo año, en que se disponía que se congregaran los diputados a Cortes en la isla de León en una sola cámara,  y no en dos como lo hacían anteriormente las clases privilegiadas; y que, para mientras llegaban los diputados de las colonias la Regencia nombraría suplentes electos forzosamente entre los emigrados de cada provincia que existieran en aquella fecha en Cádiz o en la isla de León.  En las provincias del Reino de Guatemala fueron electos  oportunamente los diputados que debían representarlas en las Cortes españolas:  Antonio Larrazábal, por Guatemala; Manuel de Llano, por Choluteca; José Ignacio Alvarez, por San Salvador; José Francisco Morejón, por Honduras; José Antonio López Plata por Nicaragua; y Florencio Castillo por Costa Rica.
4o.  La solemne apertura de las Cortes españolas se verificó en la isla de León el 24 de septiembre de 1810, con toda la pompa que las angustiosas circunstancias permitían, y su primer acto fue la famosa declaración con la cual se excluía de hecho la monarquía absoluta.   Naturalmente,  los miembros de la Regencia que eran monarquistas de abolengo, prestaron de muy mala gana el juramento de obediencia a las Cortes y no tardaron en hallarse en desacuerdo con aquel nuevo poder, que venía decidido a salvar a la Patria y a fundar la libertad constitucional.   Presentaron con este motivo la dimisión de sus cargos,  y les fue admitida enseguida, en la sesión de 27 de octubre, nombrándose en su lugar otro nuevo Consejo, compuesto de tres regentes, en vez de los cinco de la anterior Regencia.  Graves cuestiones ocuparon a las Cortes durante su permanencia en la isla de León, siendo una de ellas la de la libertad de imprenta en toda su amplitud,  apareciendo por todas partes libros y escritos de toda clase. La Representación Nacional se dividió en aquella vez, en dos partidos que tomaron los nombres de liberales y serviles respectivamente, siendo los primeros los que iniciaban y sostenían las reformas constitucionales, y los otros los que las combatían.  Entre estos dos partidos formaban el suyo los Diputados de las colonias americanas con el nombre de Diputación Americana, el que, en los asuntos generales se inclinaba casi siempre al partido reformador o liberal; pero en las Cortes posteriores se retrajo40 de inmiscuirse en las cuestiones que no  se referían a América, cuidando si de procurar amigos a esta en los círculos de los diputados españoles en los que llegó a ser la  que decidía con su voto los más graves asuntos.
5o.  Los diputados suplentes americanos que se hallaban ocupando asiento en las Cortes, propusieron desde las primeras sesiones, que se decretase una amnistía general para los reos políticos de las Colonias que gemían en los presidios y prisiones de España. Las Cortes concedieron el día 15 de octubre de 1810, a condición sí, de que el agraciado reconociera la autoridad legítima y soberana, establecida en la madre patria, y que se dejaran a salvo los derechos de terceros.  Lo más importante empero de las declaraciones de aquel tiempo fue la que hicieron las Cortes en la isla de León por medio de una ley, sentando que los dominios españoles en ambos hemisferios formaban una sola nación,  y que todos los naturales originarios de dichos dominios eran iguales en sus derechos políticos y civiles.
6o.  Las declaraciones anteriores, así como la amnistía decretada para los reos políticos de las colonias, alentaron a los representantes suplentes de América a presentar en la sesión del 16 de diciembre una serie de proposiciones, que las Cortes parecieron mirar con cierto desdén por varios días.  El 9 de enero, sin embargo, concedieron el debate a la primera de las proposiciones mencionadas, que era la que establecía el derecho de los americanos a tener en las Cortes de España una representación enteramente igual a la de la Península, y después de algunos días de acalorada discusión,  fue aprobada,  aunque expresándose en la ley que ésta tendría efecto hasta en las Cortes futuras.  Entró a discutirse la segunda proposición,  referente a permitir en el suelo de América el cultivo de todo cuanto sus climas pudiesen producir, así como a sus hijos el ejercicio de las artes y manufacturas que estuvieran a su alcance, y también fue aprobada sin discusión; pero llevados al debate las tres proposiciones siguientes, relativas a la libertad de comerciar con los países extranjeros y una provincias de América con otras, fueron aplazadas hasta el mes de agosto de aquel año, en que todo se limitó a conceder únicamente el comercio libre de cabotaje de las provincias entre sí; concesión bien mezquina por cierto, y que sin embargo, fue derogada en el mes siguiente.  Aplazose también la proposición sexta referente a la supresión de los estancos en América, previa indemnización al Fisco por la utilidad que dejaría de percibir, así como otras en que se fijaba la proporción en que los americanos debían obtener  los empleos, y los medios de que podían valerse para hacer efectivo ese derecho.  Después, como una compensación, fue aprobado sin debate el proyecto de la libre explotación del azogue, cuya administración se dejaba exclusivamente a los tribunales de minería; y se desechó casi por unanimidad el que presentó el Diputado por el Perú, pidiendo que los Jesuitas se restablecieran en América para el cultivo de las ciencias y la propagación de la fe entre los indios.  Así fue que, de todas las proposiciones presentadas por los suplentes americanos, tan solo pasaron las referentes a la igualdad de representación, a la libertad de  cultos y ejercicio de industrias en América, y a la franca explotación de las minas de azogue; las demás proposiciones quedaron aplazadas indefinidamente, y esto dio ocasión al Diputado por Nueva España  para protestar a las Cortes, que cuando se conociera del otro lado del Atlántico el resultado de tan prolongadas discusiones, se afirmaría más y más en los hijos de América la creencia de que España no les concedería jamás la igualdad tantas veces prometida.  Trasladáronse las Cortes a Cádiz el 24 de febrero de 1811 en el Convento de San Felipe Neri.
7o.   La Comisión de Hacienda presentó  a las Cortes un proyecto de ley para recoger la plata labrada de las iglesias de España, que no fuese absolutamente necesaria para el culto, y la tercera parte o la mitad de lo que pertenecía a los particulares, por vía de préstamo al Gobierno,  y a fin de evitar que cayese en poder de los franceses.  La Comisión Dictaminadora acogió el proyecto, pero ampliándolo en el sentido de que la exacción se hiciera extensiva a las colonias de América, fundándose para ello en que, declarada la igualdad de derechos entre americanos y españoles, debían también ser iguales las gangas y obligaciones.  Opusiéronse los diputados americanos, exponiendo que no era cierto que estuviese realizada aquella declaración de igualdad, y creían por lo mismo que era una grave injusticia pretender iguales gravámenes antes que efectivamente hubiesen sido igualados también los derechos.   Dos diputados por Nueva España manifestaron además que la insurrección acaudillada por Hidalgo desde el mes de septiembre del año anterior, había empobrecido a los particulares, lo mismo que a las catedrales que habían franqueado gruesas sumas al Virrey para auxiliarlo en los gastos de la guerra; otro diputado americano hizo también presente que las colonias habían contribuido con donativos crecidísimos y que en aquellos momentos se recogía en ellas un préstamo forzoso de cuarenta millones de pesos, exigido por la Regencia; y por último hablaron en contra de aquel proyecto hasta varios diputados del bando servil;  pero todo esto no obstó para que la mayoría de las Cortes resolviere hacer extensivo a América el préstamo decretado para la Península sobre la plata labrada en los templos y de los particulares, en la misma proporción que aquella y con la sola excepción de la plata de las iglesias de indios y de las parroquiales.  Después de esta derrota del partido americano, las Cortes trataron de atenuar sus efectos dictando en compensación algunas medidas favorables a América, tales como la exención de los tributos para los indios y las castas del Nuevo Mundo, y la concesión absoluta de franquicias para el buceo de perlas, pesca de la ballena y caza de nutrias en el Pacífico.
8o.  Los diputados americanos estuvieron siempre unidos y compactos, y no sólo mantenían sus opiniones en la tribuna de las Cortes, sino que aprovechando la libertad de imprenta, se servían de la prensa para defenderlas valientemente.  Firmaron con tal objeto periódicos en Cádiz, en los que colaboraban otros americanos, y allí sostenían con vehemente firmeza los intereses de su país.   Alentados con este apoyo presentaron a las Cortes una extensa exposición, firmada por 27 diputados, entre los cuales figuraban los representantes de las provincias de Chiapas, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, en cuya exposición se historiaban los principios de la insurrección americana en las provincias entonces en armas, enumerándose los agravios hechos a los americanos como hombres y miembros sociales, y pidiéndose al terminar que se tomase en consideración las medidas reparadoras de aquellas ofensas, que proponían salvar aquella situación.  Insistían en la igualdad de representación y en las concesiones de las franquicias contenidas en las once proposiciones, que habían presentado seis meses antes y que se hallaban aplazadas, reclamando además el establecimiento de Juntas Provinciales en América semejantes en todo a las de la Península, con el encargo de gobernar en sus respectivos distritos, y de informar acerca del mérito de los individuos propuestos para el ejercicio de los empleos.  Esta exposición que fue presentada en sesión secreta, suscitó un acalorado debate, aunque sin otro resultado que el aplazamiento, por decirse que todos los puntos que abrazaba estaban comprendidos en el proyecto de Constitución que iba a discutirse próximamente. Desde entonces, según el decir de un respetable historiador,  los diputados americanos más y más concentrados en los asuntos de su país, podían ser considerados más bien que como legisladores de una misma nación con los europeos, como enviados extranjeros a un congreso de potencias independientes, que procuraban hacer entre sí la paz por medio de recíprocos convenios.
9o.  En el mes de septiembre siguiente, hubo un suceso bastante ruidoso, que enardeció de nuevo los ánimos en las Cortes y tuvo su natural resonancia en América y con especialidad en México.  Los españoles de Nueva España, por medio del Consulado de Comercio de México se dirigieron a las Cortes haciéndoles presente, que Nueva España carecía de representación legítima en el augusto cuerpo, pues los hijos de la Península, avecindados en aquel suelo y que constituían la parte más atendible de la población, estaban suplantados por individuos de la raza criolla en quienes había recaído exclusivamente la elección para diputados.  Manifestaban además, que los conquistadores y cronistas del siglo decimosexto habían exagerado el grado de civilización que existía en México en aquel entonces, así como las crueldades de la conquista; que los indios eran de tal condición, que con solo el amparo que les concedían las leyes coloniales, podían tenerse por los seres más felices de la tierra, por lo que los tres millones que de ellos había en Nueva España, ni por su ignorancia, ni por su condición especial podían estar representados en las Cortes que tampoco eran acreedores a este derecho, por iguales motivos, los dos millones de habitantes que componían las Castas, ni la mitad del millón que sumaban los criollos, y que debía ser únicamente a los españoles europeos, residentes en América, a los que correspondiera tomar asiento en el recinto de la soberanía nacional y ser representados ante ésta.  En consecuencia, pedían que los consulados de México, Veracruz y Guadalajara, que representaban la casi totalidad de los españoles residentes en Nueva España, nombraran con tal carácter dos diputados a las Cortes, para que éstas procediesen con acierto en los asuntos de América; debiendo mientras tanto las Cortes suspender, hasta la llegada de dichos diputados, la discusión sobre toda novedad que trataran de introducir en el sistema de gobierno de las Indias.  Fácil es de imaginarse la terrible impresión que produjo en los diputados americanos la lectura de aquella exposición, y el ruidosísimo debate a que dio lugar, y en el que se llegó hasta pedir por el diputado del Perú, que aquellos papeles fuesen quemados por la mano del verdugo, mandándose procesar criminalmente a sus autores;  pero terminó el incidente con la declaración oficial que hicieron las Cortes, de haber sido con alto desagrado la lectura de las exposiciones consulares, y de que la diputación americana no desmerecía del justo concepto a que era acreedora.  La Regencia sin embargo, no procedió de igual modo, pues por real orden al Virrey de Nueva España, mandó dar las gracias al consulado de México por las mismas exposiciones, alabando su celo patriótico y extrañando solamente el calor con que se habían explicado algunas proposiciones.
10o.    El más importante y meritorio trabajo de aquellas Cortes,  fue sin duda alguna la Constitución Política  que decretaron,  y cuyos luminosos debates comenzaron en agosto de 1811 y terminaron en enero del año siguiente.  Aquella famosa Constitución estaba dividida en diez títulos, y estos, subdivididos en capítulos y artículos.  En el primer título,  se consigna que la soberanía reside esencialmente en la Nación, que corresponde a ésta el derecho de establecer sus leyes fundamentales y que son españoles todos los nacidos en los dominios de España en ambos hemisferios: en el segundo, que la Religión Católica es y será eternamente la de los españoles: en el tercero, que las Cortes deben organizarse en una sola cámara: en el cuarto, que es sagrada e inviolable la persona del Rey: en el quinto, se trata de los tribunales y de la administración de justicia, y se garantiza la libertad individual, prohibiendo la prisión sin previa información sumaria y por delitos que merezcan pena corporal: en el sexto, se reglamenta el gobierno interior de las provincias y de los pueblos, confiando el de éstos a los ayuntamientos, y el de aquellos a diputaciones provinciales con el Jefe Superior político y el Intendente: en el séptimo se dispone, que solo las Cortes pueden decretar las contribuciones: en el Octavo se deja exclusivamente a las Mismas Cortes el fijar la fuerza militar y la de marina: en el noveno, se reglamenta la instrucción pública, instituyendo escuelas de primera enseñanza en todos los pueblos de la monarquía, se establece un nuevo arreglo universitario y se afianza la libertad de prensa: y en el décimo, se concede a todas las ciudades el derecho de petición y se dispone que hasta después de ocho años no pueda proponerse reforma alguna al nuevo Código fundamental.  Ruidosos y acalorados fueron los debates a que dio lugar,  no solamente cada uno de los títulos anteriores, sino también cada uno de sus capítulos, especialmente,  los que se referían a la soberanía popular, al veto y la cuestión de las Cámaras; pero el 23 de enero se dio por terminada toda discusión e inmediatamente se procedió a fijar la fecha de la promulgación de aquella magna Carta, en la cual si bien se notaba cierta confusión de ideas y cierta mal arreglada amalgama de principios, en cambio,  resplandecía el buen propósito de remediar males inveterados.  El notable historiador español, don Modesto Lafuente dice con mucha propiedad, que aquel código creaba la república con las formas de la monarquía, y el erudito Janus Ge Chardus añade, que los legisladores de Cádiz, aparentando participar de la especie de adoración que al Rey cautivo se profesaba, incurrieron en la singular inconsecuencia de ensalzar el ídolo,  al mismo tiempo que minaban sordamente el altar. Por último, el 19 de marzo de 1812, aniversario del alboroto de Aranjuez, se promulgó la célebre Constitución Política de España, discutida y votada en Cádiz bajo el fuego de los cañones franceses,  y en la que sin embargo, están consignadas en sus páginas las luces y las aspiraciones de los hombres más notables de España en aquel entonces.
11o.  Después de terminada la guerra con Francia, regresó Fernando VII a Madrid, el 13 de marzo de 1814.  Fue recibido con entusiasmo por los hombres de todas las opiniones que esperaban de él la consolidación de un gobierno a la par que fuerte, ilustre, benévolo y tolerante.  Sin embargo, apenas llegado aquel ingrato Monarca, defendido con tanto heroísmo por el pueblo español, mandó reducir a prisión a todos los diputados liberales, y fue su primer decreto el de la abolición de la Constitución de Cádiz que había jurado cumplir.  Restableció la Inquisición, las torturas y todos los aditamentos del antiguo y corrompido gobierno; proclamó el reinado del absolutismo, encargó de la enseñanza pública a los jesuitas, que restableció en España, y llevo su loco empeño por el retroceso hasta fundar escuelas de tauromaquia en la Península, que era cuanto le faltaba. 
Cuestionario
1. ¿Cuándo se recibió en Guatemala la Constitución de Cádiz, qué otras leyes se recibieron también con ella y qué disponían éstas?  2. ¿Por qué se hace necesario referir los sucesos ocurridos en España con motivo de la intervención francesa?  3. ¿Qué sucedió en el avance de las divisiones francesas sobre Andalucía, adónde se trasladó la Junta Suprema Central del Gobierno español, en quién delegó ésta sus facultades, y qué fue lo que hizo el Consejo de la Regencia?  4.¿Cuándo y dónde se verificó la solemne apertura de las Cortes españolas, cuál fue su primer acto oficial, qué consecuencias le trajo con el consejo de la Regencia, y cuáles fueron las divisiones de partidos que hubo en el seno de las Cortes?  5. ¿Qué propusieron los diputados americanos en las Cortes, qué resolvieron éstas y cuál fue la más importante declaración que hicieron en aquel tiempo?  6. ¿Qué fue lo que alentó a los diputados americanos para presentar a las Cortes una serie de proposiciones, en qué consistían éstas, cómo fueron recibidas, y de qué modo fueron resueltas?  7. ¿A qué otro lugar se trasladaron las Cortes, cuál fue un proyecto que presentó la Comisión de Hacienda, qué ampliación le hizo la comisión dictaminadora, quiénes se opusieron, cuáles fueron los debates y cómo se resolvió el proyecto?  8. ¿Cómo se consideraban los diputados americanos en las Cortes, de qué manera se auxiliaban para defender su causa, cuál fue la exposición que presentaron y cómo fue resuelta?  9. ¿Qué sucesos ruidosos hubo en las Cortes cuando éstas recibieron una exposición del Consulado de México, qué decía ésta, cuál fue la impresión que produjo en los diputados americanos, qué pidió uno de éstos, que resolvieron las Cortes y qué fue lo que dispuso la Regencia? 10. ¿Cuál fue el trabajo más meritorio de las Cortes, cuándo principió el debate de la Constitución, en qué fecha se terminó, qué era lo que ella disponía, cuándo y cómo se publicó, y cómo ha sido apreciada esa ley?  11. ¿En qué fecha regresó Fernando Séptimo a Madrid, cómo fue recibido por el pueblo español, cuáles fueron sus primeras disposiciones y qué fue lo que hizo como Monarca español?

CAPITULO XXXIII
PRELIMINARES DE LA INDEPENDENCIA
1817-1821

Son infructuosos los primeros pasos en favor de la independencia centroamericana.- Se castiga a la provincia de Nicaragua.- Indulto que concede Fernando VII.- El General Urrutia sucede a Bustamante.- Buques de los independientes llegan al Realejo y a Trujillo.- Combates que hay en Trujillo y Omoa.- Mal gobierno de España.- Sublevación del General Riego.- Se restablece la Constitución de Cádiz.- Se practican elecciones para diputados a Cortes.- Desigualdad en la representación.- Se inauguran las Cortes en Madrid.- Situación de los diputados americanos.- Participa el Diputado Sacasa las humillaciones que soporta.- Libertad de imprenta.- Periódicos que fundan Valle y Molina.- La Junta Provisional estrecha al General Urrutia.- Delega éste en Gaínza.- Noticias de México.- Actitud de Gaínza  y trabajos de los patriotas.- Actas de Chiapas.- Proclámase la independencia.
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1o.  Los primeros pasos dados en favor de la independencia centroamericana resultaron infructuosos.  La provincia de Nicaragua en donde más se acentuó la rebeldía, fue también castigada en 1818 con la abolición de su Junta Gubernativa y el nombramiento en su lugar, de un Gobierno Intendente.  Un año antes, esto es en 1817 había contraído matrimonio Fernando VII y en celebración de este acontecimiento concedió indulto general a todos los presos existentes en las cárceles del Reino.  Amparó este indulto a los patriotas granadinos que existían todavía en los presidios de ultramar, quienes al regreso a sus hogares fueron incansables propagandistas de la emancipación centroamericana.
2o.  En 1818 fue, sin embargo, menos adversa la suerte a los amigos de la independencia, pues al implacable Capitán General Bustamante, a quien indudablemente se debía la retardación de nuestra libertad, sucedió el Teniente General don Carlos de Urrutia y Montoya.  El nuevo Gobernador era un anciano de carácter  muy débil y por lo mismo el más aparente para que bajo su suave mando cobrara nuevos alientos la causa independiente después de largos y aciagos años de terror.
3o.  En el mes de abril de 1819 se presentaron en el Realejo, puerto de la provincia de Nicaragua algunos buques de los independientes suramericanos y capturaron dos bergantines españoles y dos goletas.  Los buques procedían de Buenos Aires y no se limitaron solamente a la captura de las embarcaciones, sino que hicieron sus provisiones y continuaron recorriendo las costas en son de guerra.  El 20 de abril de 1820 se presentaron también otros buques en el puerto de Trujillo, comandados por el General Aury, y después de las intimidaciones reglamentarias rompieron sus fuegos en la mañana del 22, durante ocho horas al cabo de las cuales, los invasores que habían efectuado el desembarco y tomado algunas trincheras, se vieron forzados a retirarse dejando cuarenta hombres entre muertos y heridos, varios caballos y 4 buques averiados.  Tres días después se presentaron en el puerto de Omoa donde lucharon dos días más por efectuar un desembarco; pero no habiendo podido hacerlo, levaron anclas y desaparecieron.
4o.  En España continuaba Fernando VII gobernando con absolutismo brutal.  Era imposible, sin embargo,  que este absolutismo pudiera imperar largo tiempo sin oposición, en un país en tan inmediato contacto con Francia, en donde estaba el foco de las doctrinas revolucionarias del 93 y vivía aún el ejemplo de aquella revolución.  Después de varias sublevaciones militares que fracasaron, sobrevino el 1o. de enero de 1820 la del General don Rafael del Riego, en las Cabezas de San Juan, al frente de un ejército que se había formado en Cádiz, para ir a América a contener los movimientos de los independientes, y cuyo primer grito fue proclamando el restablecimiento de la Constitución de 1812.  Este alzamiento secundado por la Nación, obligó a Fernando VII a jurar de nuevo la Constitución, a convocar las Cortes del Reino y a variar aparentemente de conducta.
5o.  El 5 de mayo de 1820, dirigió el Capitán General Urrutia una circular a los pueblos de su mando participándoles la noticia, que por conducto del general de la Habana acababa de recibir, de haberse restablecido en España la Constitución de Cádiz, y dos meses después o sea en julio inmediato, publicó el decreto respectivo juntamente con la convocatoria a Cortes.  En la Constitución de Regencia o Gobierno provincial de España solo se admitía un representante por cada Virreinato o Capitanía General electo por el Virrey o Capitán General en su caso, entre los presentados por los cabildos de las capitales; mientras en España, hasta las menores provincias estaban representadas por dos diputados, que elegían libremente las juntas provinciales.  El reino de Guatemala tenía por consiguiente que elegir un solo representante; pero la ley de convocatoria le permitió designar dos representantes en calidad de suplentes, para mientras llegaban a la Península los diputados que tenía que elegir conforme a la nueva ley: fueron designados como tales el Canónigo guatemalteco don Juan Nepomuceno de San Juan y el Abogado nicaragüense don  José Sacasa.
6o.  Las Cortes españolas se abrieron en Madrid el 9 de julio del mismo año de 1820, en medio de una agitación pública extraordinaria.  Los absolutistas que formaban la camarilla del Monarca, aconsejándole el terror y las medidas de represalia; los liberales y los diputados en la mayor exaltación propalando la anarquía; el pueblo en insurrección y las sociedades secretas manteniendo vivo el fuego en todas partes, creando así una situación tan tirante como difícil.  En el seno de aquella Asamblea tan libérrima, solicitó el Diputado Sacasa, asociado de otros representantes de las colonias, que se aumentará la escasa representación  que marcaba la ley, de un diputado por cada setenta mil habitantes.  Su proposición, recibida con despreciativa frialdad, logró con mil dificultades, obtener segunda lectura; pero cuando se trató de su discusión, las Cortes se negaron arbitrariamente a concederle este trámite.  Sacasa, indignado, tomó entonces la palabra para protestar en nombre de las colonias contra una resolución tan adversa a sus intereses y al indiscutible derecho que les asistía para hacerse representar en el congreso en la proporción establecida por la ley; mas apenas había comenzado a extenderse en tal sentido, cuando los diputados de la Península ahogaron su voz con murmullos amenazantes, y el Presidente de la cámara le ordenó que guardase silencio.  Viendo que se le prohibía hasta el sagrado derecho de la palabra, Sacasa trató de formular su voto por escrito, y también se le impidió prohibiéndosele que dejara su asiento, ni saliera del salón de sesiones, no obstante permitirlo el Reglamento y ser práctica admitida y muy usada.  El desprecio por las colonias y sus hombres era general en toda España, y de su influencia no estaban exentas ni los hombres más avanzados y de luces, como eran los miembros de las Cortes en aquel año, según lo manifestó a sus comitentes el propio Sacasa, en comunicación de 30 de agosto.
7o.  Desde que se restableció en Guatemala la Constitución española de 1812, fue declarada libre la imprenta, y de ese poderoso elemento se valieron  los patriotas, para acabar de propagar en todas las provincias, la idea redentora de nuestra emancipación absoluta.  El Doctor don Pedro Molina comenzó a publicar en Guatemala, en 24 de julio de 1820 El Editor Constitucional, notable periódico que habló sin embozo el lenguaje elocuente del patriotismo, sosteniendo los derechos que asistían a los americanos para gobernarse por sí, y criticando sin piedad los vicios de la administración colonial.  Al mismo tiempo fundó el Licenciado don José Cecilio del Valle,  El Amigo de la Patria, periódico bien escrito, publicado también en Guatemala y muy lleno de erudición, en el que se demostraban las ventajas de la civilización y se trataban con lucidez importantes cuestiones científicas; pero en el que también se combatían las ideas libertadoras del Doctor Molina. Valle, que después fue uno de nuestros próceres de la independencia, figuraba en 1820 entre los pocos criollos partidarios de los peninsulares y había sido en tiempo del cruel Bustamante el fiscal de los granadinos independientes y el aliado de los dominadores de su patria.  Molina, por el contrario, era enemigo implacable de los peninsulares, y con don José Francisco Barrundia acaudillaba el bando que los estigmatizaba y les hacía constante guerra. Las controversias de aquellos periódicos se hicieron extensivas a todo el Reino, en el que hubo dos partidos políticos, cuyos focos principales se hallaban en Guatemala.  El acaudillado por Valle lo formaban los peninsulares y los artesanos de la capital y se llamaba gazista; el que capitaneaban Molina y Barrundia se componía de los criollos y de los independientes y recibió el nombre de caco: los gazistas constaban con la protección de las autoridades coloniales; los cacos  con el entusiasmo patriótico de los que soñaban con la independencia, y también con el apoyo del pueblo desheredado.  Ambos bandos se empeñaron en ganar las elecciones de diputados a las cortes españolas y de miembros de los ayuntamientos, y en ellos triunfaron los gazistas mediante la intervención del Poder y la influencia del oro que prodigaron.  Viéndose perdidos los cacos tomaron mayor ardor y procuraron atraerse a los artesanos, enemigos de la nobleza criolla, lo que consiguieron creando un partido medio que se alejó aparentemente de ella.
8o.  Las luchas electorales empero irritaron de tal modo los ánimos que, temerosos los vencedores de que el débil anciano que gobernaba el reino no tuviera la energía suficiente para hacer presentar su autoridad en tan críticas circunstancias, acudieron a la diputación, por ellos elegida, para que le indujese a dejar el mando.  La Junta Provincial de Guatemala que se había reinstalado desde el 13 de julio de aquel año, estrechó como se le pedía al General Urrutia para que delegara los mandos políticos y militares, y habiendo convenido Urrutia en ello, llamó para remplazarlo a un jefe militar de España, que acababa de llegar con el nombramiento de Sub-inspector del ejército de Guatemala, el brigadier don Gabino Gainza, quien había mandado el ejército español de Chile, en 1814.  Urrutia era enemigo de la independencia; pero viejo y achacoso no tuvo valor para resistirla, y se retiró resignando el mando el 9 de marzo de 1821.  El sucesor Gainza tenía un carácter débil y voluble, que lo hacía susceptible de recibir las impresiones que quisieran darle una vez llegado el caso.
9o.  El 9 de mayo de 1821 se tuvo noticia en Guatemala del grito de la independencia de México, dado en Iguala por el General Don Agustín de Iturbide; y a pesar de los esfuerzos de Gaínza  para desfigurar la noticia, la efervescencia que produjo, dejó ver muy claro la facilidad que había para proclamarla también entre nosotros.  Sin embargo, todos aprecian seguir los sucesos de México, presintiendo que de su resultado dependía, casi en absoluto, nuestra emancipación del poder español.
10o.  El estado de las cosas en España, también venía a auxiliarnos en aquella ocasión.  En el mes de enero de 1820 se reunieron tropas en Cádiz para enviarlas a las colonias insurreccionadas; pero esas tropas se insurreccionaron a su vez con su comandante el General Riego, como dijimos en otro lugar, proclamando el restablecimiento de la Constitución de Cádiz.  Pronto el país en masa se adhirió al patriótico pronunciamiento de Riego, y Fernando VII se vio compelido a jurar de nuevo la Constitución que más aborrecía.  Aquel movimiento, sin embargo,  impidió los auxilios de España para ahogar el esfuerzo independiente de las colonias y precipitó el aparecimiento del nuevo régimen.
11o.  No fue sino hasta en los primeros días del mes de septiembre de 1821, cuando se conoció en Guatemala el célebre plan de Iguala y se tuvo noticia de la independencia de México bajo el mismo plan.  Según este, la Nueva España debería formar en lo sucesivo una nación independiente, monárquica constitucional, bajo el gobierno de un príncipe español, manteniendo la religión católica y también las relaciones entre los americanos y españoles.  Tales bases, que llenaban  las aspiraciones de todos los partidos, hicieron popularísima en México la causa de la independencia y allanaron el camino de la nuestra, pues sabida la emancipación de México, los cacos halagaron la ambición de Gaínza , ofreciéndole el mando y haciéndole mil promesas, si imitaba el ejemplo de Iturbide.  Como Gaínza  permaneciera irresoluto, los patriotas hicieron salir precipitadamente a Oaxaca a don Cayetano Bedoya, con objeto de participar al General Bravo, Gobernador independiente de aquel Estado, el pronunciamiento que iba a verificarse en Guatemala, y requerir los auxilios y apoyos decidido de México en caso necesario; pero esta misión no tuvo resultado, porque antes de que fuera evacuada se precipitaron los acontecimientos.
12o.  Gaínza , para salvar las apariencias en cualquier mal evento, cubrir su responsabilidad, ante el gabinete de Madrid y moderar la impetuosidad de los liberales, según dice el historiador Marure,  publicó el 10 de septiembre un manifiesto, redactado por don Manuel Montúfar, en el que se expresaba desfavorablemente del plan de Iguala y pintaba a Iturbide con los más grandes negros colores, y mandó con el mismo objeto procesar a los firmantes de una representación que se le hizo para que proclamara la independencia; pero pocos días después suspendió el proceso y mandó recoger el manifiesto. 
13o.  Tal era el estado de las cosas, cuando en 13 de septiembre fueron recibidas en Guatemala las actas de Ciudad Real de Chiapas y otros pueblos de aquella provincia adhiriéndose el Plan de Iguala y proclamando su independencia al amparo del ejército trigarante de México que  hacíaprogresos y fomentaba estos pronunciamientos. El Síndico del Ayuntamiento de Guatemala, don Mariano de Aycinena, pidió entonces una sesión extraordinaria con objeto de provocar en ella una resolución en consonancia con el deseo público.  Gaínza  frustró aquella tentativa, presentándose a presidir la sesión; pero a la llegada del extraordinario de Chiapas no pudo evitar las instancias de la Diputación Provincial para que se convocase una junta compuesta de todas las autoridades y los funcionarios existentes en la capital, en cuyo paso convino por último por debilidad y sin ponerse de acuerdo con el Capitán General propietario, don Carlos de Urrutia.  Componían entonces la Diputación Provincial de Guatemala el Doctor, Presbítero don Matias Delgado, don Mariano Beltranena, el Doctor don José Valdés, el Licenciado don Antonio Rivera Cabezas y el Licenciado don José Mariano Calderón. 
14o. Tan luego se hizo pública la reunión proyectada, el Doctor Molina, don José Francisco Barrundia, don Mariano de Aycinena y otros cuantos caudillos del partido caco derramaron sus agentes por todos los arrabales de la capital y los pusieron en movimiento, con objeto de dar a la reunión un aspecto imponente y también con el de intimidar a los españolistas.  La noche del 14 de septiembre fue para los patriotas de Guatemala una noche de agitación y movimiento, y a las 8 de la mañana del día siguiente una inmensa y compacta muchedumbre, acaudillada por Molina, Barrundia y demás cacos de importancia ocupaba los portales, patios, corredores y antesalas del palacio del Gobierno. 
15o.  La Junta General se reunió en la mañana del día 15, presidida por el propio Capitán General Gaínza  y concurrieron a ella dos individuos nombrados por cada tribunal y corporación, aun las literarias, el Arzobispo, los prelados de las órdenes religiosas y los jefes militares y de rentas, que reunidos con los miembros de la Diputación Provincial, comenzaron la sesión dando lectura a las actas de Chiapas.  La discusión fue libre, y era de verse un espectáculo tan raro como nuevo, según el decir de un contemporáneo, en que los agentes y representantes del Rey de España confundidos con los hijos del país discutían bajo la presidencia del primer agente del Gobierno, sí Guatemala sería o no independiente.  El primer voto favorable lo dio el  Canónigo, Doctor don José María Castillo, después que su Prelado y amigo el Arzobispo don Fray Ramón Casaus había hablado en contra de la independencia; y aunque en general los magistrados y funcionarios de origen español opinaron también en contra, muchos,  sin embargo,  expresaron francamente sus votos, siendo españoles y empleados.  El Licenciado don José Cecilio del Valle, como Auditor General de Guerra, en un largo y elocuentísimo discurso demostró la necesidad y justicia de la independencia centroamericana; pero concluyó manifestando que no convenía hacer su proclamación sino oír previamente el voto de las provincias. Siguieron al discurso de Valle, varios otros de gazistas o compartidarios suyos, apoyando la dilación propuesta por el Auditor General; pero luego se levantó el Oidor, Licenciado don Miguel Larreinaga y con palabras de fuego combatió valientemente la idea de todo aplazamiento como contraria a la proclamación de la independencia y como una emboscada para la muerte de esta.  Gálvez, Delgado y otros de los patriotas que figuraban en la Diputación Provincial, en la Audiencia, en el Ayuntamiento y en otros puestos, vinieron enseguida en apoyo de Larreinaga.  La sesión era pública, y una parte del pueblo que ocupaba las antesalas y corredores del Palacio lanzaba y hacía demostraciones de aprobación y regocijo cada vez que alguno de los oradores se expresaba en favor de la Independencia.  Insensiblemente41 se llenó la sala, mezclándose los espectadores con los individuos de la Junta, lo cual atemorizó a los que opinaban en contra y los hizo retirarse sigilosamente, no quedando más que los amigos, quienes pidieron a gritos que la independencia se jurase en el acto por Gaínza  y por todas las autoridades presentes  que eran,  la Diputación Provincial, la Comisión del Ayuntamiento y algunos empleados.  Gaínza  manifestó estar dispuesto a prestar el juramento; pero al tiempo de hacerlo ante el Alcalde quiso adoptar la fórmula del Plan de Iguala; esto es, una Junta Provisional  Legislativa hasta la convocación de un Congreso, y una Gerencia también provisional para mientras llegaba de España un Príncipe que aceptara la Corona de Guatemala.  Los concurrentes que llenaban la sala redoblaron entonces sus gritos pidiendo que el juramento se prestase para una independencia absoluta de España, de México y de toda otra nación.  Gaínza  no hizo resistencia y la independencia fue jurada por todos en esa forma.
16o.  El Auditor Valle no parecía vencido, radiante de gozo se encargó gustoso de redactar el glorioso documento en que consta la primera y más grande reivindicación de los derechos centroamericanos.  Valle redactó también el manifiesto que publicó Gaínza  en aquel día; y entrando de lleno en las grandes vías de la revolución, dio la espalda al pasado y se consagró de lleno al nuevo régimen proclamado.
            17o.  Gaínza , en su  manifiesto, decía entre otras cosas: “El pueblo no fue indiferente a un asunto que era suyo.  Se reunió en torno del palacio, en la plaza, en el portal, en el atrio, en el corredor y antesala.  Manifestó la moderación que le ha distinguido siempre; pero acreditó que sabe amar su causa y celar sus intereses.  Cuando algunos funcionarios, sin resistir la independencia, decían solamente que se esperase el resultado final de México, un murmullo sordo, pero perceptible, indicaba la desaprobación. Cuando los prelados y otros empleados manifestaban que la voz de Guatemala, es la de América y que era preciso atender sus acentos, el clamoreo general publicaba los votos de la opinión.  Cuando se añadió que la institución de nuevo gobierno y sanción de la ley fundamental debe ser obra de los representantes de los pueblos, los vivas fueron también señal indudable de la voluntad general.”--“Si en todos los países y edades la unión es la fuerza de los pueblos, en el presente es más que en todos los  tiempos, precisa y necesaria.  El Gobierno la recomienda a los ciudadanos: la recomienda a los pueblos: la recomienda a las provincias.  Que haya divisiones, cuando la ley misma divide en dos sociedades a los individuos de una sociedad: que las haya, cuando la ley eleve a unos pueblos sobre la ruina de otros.  Pero en un Gobierno libre, en un Gobierno que debe por la voluntad misma de los representantes de los pueblos, deben cesar los motivos de división, triunfar la unión y desaparecer la causa de los partidos.”—“Todo va a ser obra vuestra, ciudadanos.  Nuestra voluntad es la que formará el Congreso; y el Congreso que forméis es el que hará vuestra ventura o infelicidad.  Meditad, ciudadanos, la obra grande que se pone en vuestras manos.  Vuestra voluntad decidirá el Gobierno; y yo, sensible a la confianza que me ha hecho tanto honor, juré hoy, y juraré cuando se decrete vuestra constitución, ser fiel al Gobierno americano y sostenerle con las fuerzas que habéis puesto a mi mando”. Así, pues, la independencia quedó proclamada en Guatemala, el 15 de septiembre de 1821, y pocos días después reconocida y aceptada en todas partes, causando el mayor entusiasmo el manifiesto de Gaínza  y la convocatoria para un próximo congreso de representantes de todas las provincias del antiguo Reino42

CUESTIONARIO
1. ¿Cuál fue el resultado de los primeros pasos dados en favor de la independencia, cómo fue castigada la provincia de Nicaragua, por qué fueron indultados los revolucionarios de Granada y cuál fue la actitud de estos al regresar a sus hogares? 2. ¿Por qué fue menos adversa la suerte a los amigos de la independencia en 1816? 3. ¿Qué buques se presentaron en el Realejo en 1819, qué otros aparecieron en Trujillo, quién comandaba estos últimos y qué fue lo que sucedió enseguida?  4. ¿Cómo gobernaba Fernando VII, qué sublevación hubo en España en 1820 y cuál fue el resultado de esta? 5. ¿Cuál fue la circular que dirigió el Capitán General Urrutia a los pueblos de Guatemala, qué decreto publicó después, y cómo se practicaron las elecciones para diputados? 6. ¿Cómo se abrieron las Cortes en Madrid, qué aconsejaban los partidos al Monarca, cuál fue la proposición que hizo el Diputado Sacasa y cómo le trataron las Cortes?  7.  ¿Desde cuándo fue restablecida en Guatemala la libertad de imprenta, qué periódicos se fundaron en la capital, cuáles eran las ideas que sostenían y a qué partidos políticos dieron vida?  8. ¿A qué fue obligado el capitán General Urrutia, quién ejerció más presión en su ánimo, y cuál fue la determinación final de Urrutia?  9. ¿Cuál fue la impresión que produjo en Guatemala la noticia de haberse proclamado la independencia en México, y cuál era la  opinión general del país?  10. ¿Qué sucedió en España en 1820, qué favoreció mucho los movimientos de la independencia en América?  11. ¿Cuándo fue conocido en Guatemala el Plan de Iguala, qué, disponía éste, cuál fue la impresión que produjo, cómo lo aprovecharon en Guatemala y qué persona fue enviada a Oaxaca?  12. ¿Qué fue lo que hizo el General Gaínza  para salvar las apariencias ante el Gobierno español?  13.  ¿Cuándo llegaron a Guatemala las actas de Chiapas, qué contenían estas, cuál fue la impresión que causaron, a qué fue obligado Gaínza  y quién lo compelió con más eficacia? 14. ¿Qué hicieron los caudillos del partido caco la noche del 14 de septiembre y qué lugares ocuparon a las 8 de la mañana siguiente?  15. ¿Cuándo se reunió la Junta General, quién la presidió, quiénes fueron los concurrentes, qué pasó en ella y a qué conclusiones se llegó? 16. ¿Cuál fue la actitud del Auditor Valle y qué documentos redactó el 15 de septiembre? 17. ¿Qué decía Gaínza  en su manifiesto del día 15?

C A P I T U L O  XXXIV
M I R A D A   R E S T R O P E C T I V A
1517-1821
(REYES DE ESPAÑA)
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        Monarcas que reinaron en España durante el período colonial de Centroamérica.- Esbozo de cada uno de estos.- Cuando reinó la casa de Austria y cuando la de Borbón.- Se importa la inquisición a España.- Males que ocasiona.- Es llevada después a América.- Dificultades para su mantenimiento.- Política de España en sus colonias.- Decadencia de España.- Pierde su influencia la inquisición.- Son expulsados los jesuitas.- Como fueron divididas las Américas.- Intervención de Bonaparte en España.- Nombra Rey a su hermano José.- Lucha heroica del pueblo español.- Influencia que tiene en América.- Regresa Fernando VII a Madrid y restablece el absolutismo.  Se independiza la América española.
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1o.  Terminado el período de la colonia entre nosotros, debemos en  este lugar referirnos a los monarcas españoles que nos gobernaron; pero haciéndolo muy ligeramente, para solo dar la noticia cronológica correspondiente a los distintos períodos de la dominación española en América y un brevísimo esbozo del Monarca respectivo, ya que en la historia de España, que es tan completa, pueden buscarse datos también completos.   Cinco reyes de la casa de Austria y seis de la de Borbón gobernaron a España durante el período colonial de Centroamérica, siendo de la primera: Carlos V de Alemania y I de España, Felipe II, Felipe III, Felipe IV y Carlos II llamado el Hechizado, y los de la segunda: Felipe V, Luis I, Fernando VI, Carlos III, Carlos IV y Fernando VII el Deseado.  Hubo también otro monarca José Bonaparte; pero además de que su reinado fue corto y tempestuoso, no se reconoció en las colonias, ni en muchas partes de España.
2o.   La casa de Austria, reinó en España desde Carlos I en 1517 hasta Carlos II en 1700, con el cual se extinguió la rama dinástica, y hubo que llamar a uno de los parientes más inmediatos, que fue Felipe de Anjou y Borbón  sobrino nieto del último monarca.
            3o.  Con Felipe V, en 1701, comienza en España el reinado de la casa de Borbón, siendo el último, durante el período colonial, Fernando VII que, aun cuando fue proclamado Rey en 1808, permaneció preso en Francia hasta 1814, desde cuya fecha comenzó a reinar hasta 1833, doce años después de nuestra independencia.
4o.  El Rey Carlos I de España y V de Alemania ocupaba el trono de Castilla en los años en que se realizó la conquista y colonización de Centroamérica.  Fue este Rey  un gran conquistador que reinó bajo su mando la mitad de la Europa civilizada y vastos imperios en las Indias Orientales y Occidentales, que llevó sus armas a Italia, a Constantinopla, al África y a los confines de América.  Concibió el gran proyecto de dominación universal pero contrariado y enfermo de no poder realizarlo, y quizás lleno también de remordimiento por la sangre derramada con tanta abundancia, abdicó de la corona de España en favor de su hijo don Felipe y de la de Alemania en el de su hermano don Fernando, retirándose al monasterio de San Jerónimo del Yuste.
5o.  Don Carlos fue el restaurador del absolutismo monárquico en España, y el protector de la Inquisición, famoso tribunal eclesiástico dependiente de Roma, e interesado en generalizar las doctrinas curiales y ultramontanas, por medio del terror.  En las hogueras y tormentos de este horrible tribunal hizo perecer, en menos de dos años, a quince mil españoles, cuyas riquezas deseaba o a quienes temía por su valor.  Su reinado para las colonias fue pésimo, porque con sus constantes guerras agotó el oro de América, y tuvo que sacrificarla a trueque de que sus explotadores le proporcionaran fondos.
6o.   El Tribunal de la Inquisición tuvo su cuna primeramente en Francia en 120843, en tiempos de las guerras religiosas contra los albigenses; después apareció en Italia en 1224, ejercida por los frailes dominicos, en virtud de una constitución del Emperador Fernando II, y últimamente en España en 1480, con motivo del deseo de confiscar los bienes de los judíos conversos, a quienes debían sumas de dinero casi todos los cristianos, lo cual facilitó su entrada en Castilla donde la deseaba el Rey Fernando el Católico.
7o. Como  la Reina Isabel mostrase repugnancia por la Inquisición, se inventaron novelas en las que se refería que los cristianos nuevos, asociados a los judíos cristianos no bautizados, azotaban las imágenes de Jesucristo y sacrificaban a niños  para representar las escenas de Jerusalén.  Con estas novelas los confesores convencieron a la Reina de que era cosa de conciencia pedir a Roma una bula para introducir a Castilla el Santo Tribunal.
8o.  El 1o. de noviembre de 1478, el Papa Sixto IV expidió la bula solicitada facultando a los Reyes Católicos para elegir a dos o tres arzobispos que inquirieran contra los herejes.  El tribunal se estableció en el convento de San Pablo de dominicos de Sevilla, siendo los primeros inquisidores de España Fray Miguel de Morillo y Fray Juan de San Martín, verificándose el primer acto de fe1 el 2 de Enero del 1481  en la Plaza de Sevilla.
9o. Grandes utilidades quedaban a la Inquisición con las ejecuciones que hacía, pues además de la preponderancia social que adquiría, tomaban los inquisidores la tercera parte de los bienes confiscados a las víctimas.  Así es que, estaba en los intereses del Rey y del Clero llevar a las hogueras a todos los ricos sospechosos de infidelidad católica.
10o. Este tribunal fue introducido a América en 1516 en que Fernando V mandó a Cuba como Inquisidor general al Obispo Juan Quevedo.  Carlos V se empeñó también en propagar en América el Santo Oficio, para lo cual fueron nombrados inquisidores generales para todas las Indias, el Obispo Alonso Manso y Fray Pedro de Córdoba.  Mas, aterrorizados los indios con las hogueras y tormentos de dicho tribunal, huían a los bosques despoblando el territorio por lo cual el Rey ordenó en 1538, que la Inquisición no se metiera para nada con los naturales, sino solamente con los europeos y sus hijos.  Esto dio origen a su decadencia hasta que llegó a desaparecer de hecho.
11o.  Más tarde Felipe II la hizo reaparecer en 1571, estableciendo tribunales en México, Lima y Cartagena, verificándose el primer acto de fe44 en México en 1574, en el mismo día en que murió Hernán Cortés, y siendo tan solemne como no hay una idea.  Murieron quemados dos y se reconciliaron ochenta penitenciados.
12o. En 1812, por una disposición de Fernando VII, fue introducida la Inquisición a Centro América; pero aunque se siguieron varios procesos contra Barrundia y  otros patriotas, felizmente no hubo tiempo para sentenciarlos por el aparecimiento de la independencia.
13o.  Hemos dicho ya, que al abdicar el Emperador Carlos V en su hijo Felipe II, se retiró a un Monasterio.  Cuéntase que se fastidió muy pronto del claustro, que su ambición, por un instante dormida, volvió a despertarse: que se arrepintió de haber dejado el trono, y que viendo que no podía recobrarlo sintió una feroz melancolía que alteró sus facultades intelectuales, se entregó entonces a prácticas devotas exageradas, inventando ruidosas maceraciones y celebrando sus propios funerales. Todas estas exaltaciones de su cerebro enfermo le ocasionaron una fiebre que lo llevó a la tumba el 21 de Septiembre de 1558.
 14o.  Felipe II inauguró su reinado en 1556.  Su primera disposición sobre las colonias fue el decreto de 6 de Junio de aquel año, prohibiendo en ellas, bajo pena de muerte y confiscación de bienes, el que se tratara o contratara con extranjeros de cualquier nación.  Fue este monarca un tirano de gran talento, que pudo gobernar el reino más grande de la tierra.  Sus dominios eran: Portugal, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, el Milanesado, el Rosellón, los Países Bajos y el Franco Condado en Europa; Túnez, Orán, las Canarias, Fernando Po y Santa Elena en África; el Perú, México Centroamérica, las Antillas y otras posesiones en las Américas, por lo cual se decía entonces que “en sus estados no se ponía el sol”.  Como su padre sostuvo varias guerras exteriores con honra para las armas de España, pero con menoscabo de sus riquezas y prosperidad.
15o.  Fue el fanático más testarudo, intolerante y feroz que ha dado España.  Bajo su reinado el furor de la Inquisición no tuvo límites, y bien puede decirse que Felipe II fue para sus dominios un azote más horrible que la peste.  Sin embargo, por su astucia política, por su actividad como administrador, por su conocimiento de los hombres, por la protección que dio a las artes y por su perseverancia es también reputado como una de las primeras figuras del siglo XVI.
16o.  Consumido por una  lenta calentura, durante un espacio de tres años, y atormentando con los agudísimos dolores de la gota a la que se le juntó la hidropesía, se hizo conducir al Escorial para terminar ahí su vida.  Su conciencia extraviada por el fanatismo y endurecida por las preocupaciones de una educación supersticiosa, no solamente no lo mortificaba con el recuerdo de sus víctimas inmoladas en nombre de una religión de amor y mansedumbre, sino que lo alentaba y complacía haciéndole ver en cada asesinato un sacrificio agradable a la Divinidad.  Aquel hombre que fue el mayor y más despiadado criminal de su siglo murió con gran tranquilidad de ánimo, el 13 de septiembre del 1598, después de un reinado de 42 años.
17o.  A fines del reinado de Felipe II comenzó para España la época de su decadencia, la cual se acentuó más en el de su sucesor Felipe III, su hijo, llamado el Piadoso, que no era guerrero, ni político, y entregó el gobierno a favoritos tan pocos hábiles que nada hicieron por evitar la ruina de la Nación.  Murió en Valladolid el 31 de Marzo del 1621, a la vuelta de un   viaje que hizo a Portugal.  Digno descendiente de Felipe II, llevó su intolerancia religiosa hasta decretar en 1609 la expulsión de todos los moriscos de España, que hacían florecer la agricultura y la industria.  Tan rudo  golpe fue, para la debilitada España el preliminar de su último período de decadencia.
18o.  A Felipe III le sucedió en el trono su hijo Felipe IV de dieciséis años de edad.  Afable, instruido, amigo de los artistas y de los literatos, y poeta también, se entregaba de continuo a su gusto favorito, cuidando poco o nada los asuntos del Estado.  En su época florecieron grandes hombres de quienes fue protector, pero no  pudo sostener la vasta monarquía de Carlos V y Felipe II que iba desmoronándose.  Durante su reinado, en 1638, se introdujo el papel sellado en  Centroamérica, siendo por ese mismo tiempo que empezaron a sentirse el azote de las expediciones  piráticas.
19o.  Murió el Rey don Felipe IV a quienes sus aduladores llamaron el Grande en el año de 1665.  Su desgraciadísimo reinado fue el penúltimo de la decadencia española.  Le sucedió en el trono su hijo Carlos II, de cuatro años de edad, bajo la tutela de su madre doña María Ana de Austria, ayudada de una junta instituida por el Rey difunto.  Fue Carlos II el último monarca de la casa de Austria en España.  El cetro quizás fue para él un martirio, pues carecía de voluntad para el bien y para el mal, no había nacido para el trono sino para el claustro.  Durante el reinado de este desgraciado monarca la nación española llegó al último grado de abyección y miseria, su pobreza era tal, que no tenía ni un navío ni un militar, ni un sabio ni un buen político.
20o.  Las naciones de Europa, que vieron a Carlos II enfermo de alma y cuerpo, y sin sucesión, trataron primero de nombrarle un heredero, y después repartirse la monarquía española entre todos los que alegaban algún derecho; pero Carlos a pesar de su idiotismo, logró comprender su triste papel, y lleno de indignación hizo un esfuerzo para evitar aquel repartimiento.  Dispuso hacer su testamento; pero creyéndose hechizado consultó con el Papa Inocencio XII.  Bajó a la tumba el primero de Noviembre del 1700, habiendo, ocho días antes de su muerte instituido heredero de la Corona de España a Felipe de Anjou y Borbón, nieto de Luis XIV de Francia y de la Reina María Teresa de Austria, hermana del testador.
21o.  Felipe de Anjou fue el primer monarca español de la casa de Borbón, e inauguró su reinado el 1o. de Febrero de 1701, cuando la decadencia de España tocaba su término. La casa de Austria promovió una coalición contra los Borbones con el pretexto de impedir el engrandecimiento de Luis XIV  y de conservar el equilibrio europeo.  Con ese motivo Felipe V tuvo que sostener aliado con Francia una guerra de doce años que se terminó con la paz de Utrech, en 1713.  Poco tiempo después las tentativas del Ministro Alberoni para recobrar las posesiones antiguas de Italia y para que Felipe V ocupara la regencia de la Monarquía francesa, encendieron otra guerra exterior en la que España, aliada con Rusia y Suecia peleó contra Holanda, Inglaterra, Alemania y Francia hasta en 1720 en que se celebró la paz.
22o.  En 1724 poseído Felipe V de una tristeza que al parecer lo consumía, abdicó la Corona de España en su hijo Luis I, retirándose al sitió de San Ildefonso, siendo el móvil de su abdicación el deseo de ser Rey de Francia, pues el joven Luis XV se vio a la muerte en aquellos días, y su desaparición se creyó segura, y para sucederle necesitaba renunciar del trono español.  Las gestiones de Felipe fueron tan manifiestas que la Corte de Inglaterra se asustó mucho temiendo la preponderancia que él adquiriría, e intervino en Francia para que se impidiese al pretendiente español un viaje que proyectó en aquellos mismos días.
23o.  Luis I, niño casi, sin practica y sin aptitudes, fue siempre un instrumento de su padre, que desde San Ildefonso, continuó mandando por su medio.  Poco tiempo después un ataque violento de viruela llevó a la tumba al joven Luis, el 31 de Agosto de 1724, a los dieciocho años de edad, y cuando apenas contaba ocho meses de reinado, Felipe V,  que estaba arrepentido de su abdicación, obligó al hijo a que suscribiera un testamento en que lo instituía heredero y albacea del trono español; y apenas hubo muerto se presento en Madrid recogiendo la herencia.
24o.  El reinado de Felipe V es uno de los más notables de la historia de España, porque durante él renació el carácter nacional del pueblo español, perdido durante los infaustos reinados de Felipe IV y Carlos II.  Si bien es cierto que el odioso Tribunal de la Inquisición pudo aun encender sus hogueras durante este reinado, merced al fanatismo de la esposa de Felipe, Isabel de Farnesio, el gobierno en cambio manifestaba repugnancia por los actos de aquel Tribunal.  Debido a los esfuerzos del Rey, España pudo aparecer todavía como potencia de primer orden en todas las transacciones diplomáticas.  Murió Felipe V en 1746, sucediéndole en el trono su hijo don Fernando VI, que conservó el mismo carácter noble benévolo y pacífico que siempre lo había distinguido y se dedicó con especial empeño a procurar la paz y mejorar la situación del Reino.
25o.  Fue Fernando VI el primero y quizás el único Rey a quien verdaderamente lloró la nación española.  Su reinado era el solo período de paz y descanso que se había disfrutado desde los Reyes Católicos, al cabo de trescientos años de guerras.  Fue también el único Rey, que murió sin dejar aumentada la enorme cifra de la deuda pública, sino que por el contrario, habiéndole legado su padre un gravamen de 45 millones de pesos dejaba a su sucesor un tesoro libre por su parte con un sobrante de seiscientos millones para atender los gastos del Reino y a la amortiguación de la deuda pública anterior.  Durante su reinado se verificó la separación de la Corona de las funestas influencias del Tribunal de la Inquisición.  Murió en 1759, sin dejar sucesión.
26o.  Muerto Fernando VI ciñó la Corona de Castilla su hermano Carlos, Rey de las dos Sicilias, después de abdicar la de este Reino en su hijo el Infante don Fernando.  Durante el reinado de Carlos III, España sostuvo una guerra contra Inglaterra; rotas las hostilidades, las fuerzas navales inglesas tomaron represalias en las colonias, siendo Nicaragua el punto objetivo de sus ataques. Esta guerra terminó con la paz de Fontainebleau en 1763.
27o.  En 27 de Febrero de 1767 decretó el muy católico Rey don Carlos III la expulsión de los jesuitas de todos los dominios de España.  Medida igual habían adoptado las demás Cortes Borbónicas, y más tarde el Pontificado Romano regido por Clemente XIV, suprimió la orden, que no reapareció sino hasta muchos años después.  El mismo día en que se verificó la expulsión en la Corte, Carlos III dirigió al Papa una carta, noticiándosela en términos no menos enérgicos que respetuosos.  En virtud del edicto, todos los jesuitas fueron embarcados en Cartagena para transportarlos a los estados pontificios.  Al llegar a Civita Vechia el Gobernador de la ciudad no quiso consentir en su desembarco, sin consultar a su Soberano.  El Papa Clemente XIII se negó a admitir a los deportados, los cuales desembarcaron en Córcega en donde se consiguió que los recibieran.
28o.  El reinado de Carlos III fue uno de los más gloriosos y felices que tuvo España.  Todo mejoró en el Reino, creándose un espíritu verdaderamente nacional empleado en promover el progreso de las ciencias y las artes.  No era Carlos III un hombre fecundo en grandes inspiraciones, pero aceptaba con entusiasmo las ideas de sus Ministros y las llevaba a ejecución con perseverancia.  Las Américas fueron divididas políticamente en cuatro grandes virreinatos: México, Perú, Nueva Granada y Buenos Aires y en ocho capitanías generales.  Reinó Carlos III veintinueve años, tiempo que pareció harto breve a la Nación española en su pesadumbre.  Falleció en Madrid el 14 de Diciembre de 1778, a consecuencia de una fiebre.
29o.  Por muerte de Carlos III, ocupó el trono español su hijo el Príncipe de Asturias, que tomó el nombre de Carlos IV.  Las buenas intenciones de éste, su carácter bondadoso y su mediana instrucción, deban esperanzas de que su reinado sería una continuación del reino anterior; pero los que sabían de las interioridades del Palacio Real y conocían la debilidad del carácter de Carlos IV, la humildad de sus pensamientos y la vergonzosa dependencia en que lo tenía constituido su esposa, no se hicieron muchas ilusiones.  La Reina María Luisa de Borbón y Parma, que tanta influencia tenía en el ánimo apocado del Monarca, no podía inspirar esperanzas muy lisonjeras para el porvenir y sus pocas disimuladas faltas a la fidelidad conyugal, que habían acibarado los últimos días del honrado Carlos III, hacían presagiar un reinado afrentoso para el Trono, y funesto para la Nación.
30o.  Al año de haber inaugurado Carlos IV su gobierno, estalló la revolución de París, de resultas de la cual y de la ejecución de Luis XVI declaró la guerra a la República francesa; pero las hostilidades duraron solamente dos años, porque los republicanos franceses se batían a la desesperada con un valor asombroso, multiplicaban sus ejércitos como por encanto, y después de haber ocupado las provincias vascongadas, amenazaron las Castillas, y obligaron a Carlos IV a pedir la paz, que le fue concedida en el Congreso de Basilea, con pérdida de la parte que España poseía en la isla de Santo Domingo,45 celebrando a continuación un tratado de alianza ofensiva y defensiva con la República Francesa.
31.  Los acontecimientos extraordinarios que se verificaron desde principios de la Revolución Francesa demandaban hombres de otro temple al del nuevo monarca.  El Favorito Don Manuel Godoy, que de simple Guardia de Corps, fue elevado, por el favor de la Reina, a primer Ministro de Estado, con el título de Duque de Alcudia  dirigía la política española.  Godoy era un instrumento de Bonaparte, y por su consejo declaró España la guerra a la Gran Bretaña, valiéndole este paso la destrucción de su armada en Trafalgar.  Carlos IV, inspirado siempre por Godoy, auxilió  también a Bonaparte con quince mil soldados, que marcharon al Norte a las órdenes del Marqués de la Romana; cedió al Emperador francés la Luisiana, en virtud de un tratado secreto y en pago de un título de reina para una hija suya, y de una promesa de trono para su favorito sin que tan humillantes sacrificios impidiesen la invasión del territorio español por las tropas francesas.
32o.  Indignado el pueblo español se sublevó en Aranjuez, en 1808, contra el favorito, proclamando a don Fernando Príncipe de Asturias.  Con objeto de salvar a Godoy, Carlos IV abdicó en favor de su hijo, proclamado ya por el pueblo, quien tomó el nombre de Fernando VII.  Más tarde, al pasar por Bayona, el mismo Carlos IV nombró por su sucesor a Napoleón Bonaparte; retirándose a Roma después de uno de los reinados más funestos que ha tenido España.  A Carlos IV sin embargo debió América, la introducción de la vacuna descubierta y propagada en Europa por el célebre médico ingles Eduard Jenner en 1796, el Monarca español tomó empeño en que las colonias participasen, cuanto antes de los beneficios del nuevo descubrimiento.
33o.  Bonaparte, aprovechando el estado excepcional de violenta agitación en que se encontraba la península por las cuestiones intestinas de Carlos IV y Fernando VII, se apoderó de las ciudades fronterizas e introdujo fuerzas considerables en el interior, obligó a los dos Príncipes a que abdicasen y colocó la corona de Castilla en la frente de su hermano José, ya Rey de Nápoles.  El pueblo español se levantó en masa contra el usurpador, e Inglaterra la implacable enemiga de Napoleón, apoyó la insurrección. Proporcionándole dinero, fusiles, cañones y un refuerzo de treinta mil hombres.  Bonaparte juzgó entonces necesaria su presencia y colocándose a la cabeza de su ejército, marchó sobre Barcelona y de victoria en victoria llegó a las puertas de Madrid, que se apresuró a capitular. El  mismo día que se rindió Madrid, el Emperador abolió la inquisición  en todas las Españas, poniendo fin al más sangriento y bárbaro de los tribunales.
34o.  Napoleón se lanzó en persecución de los ingleses, para cortarles la retirada a la Coruña y privarlos de embarcarse, pero en el momento que llegaba su retaguardia, recibió despachos de París en que le anunciaban que Austria se preparaba a entrar de nuevo en campaña contra Francia, razón por la cual se regresó a Madrid, dejando a uno de sus generales el cuidado de perseguir a los ingleses; instaló en el trono de España a José y volvió a emprender el camino de Francia.   Carlos IV fue destronado en 1808 y José I,  su sucesor, reinó hasta 1813, aunque como vimos ya su reinado fue casi de nombre, porque el pueblo español, en su mayor parte se mantuvo en insurrección permanente, y en América jamás se le reconoció.
35o.  El 13 de mayo de 1814 regresó Fernando VII a Madrid, después de la feliz terminación de la guerra francesa.  Fue recibido con gran entusiasmo por los hombres de todas las opiniones, pues esperaban de él la consolidación de un gobierno fuerte, pero ilustrado  e igualmente benévolo y tolerante para todos.  Sin embargo, apenas llegado el ingrato Monarca, defendido con tanto heroísmo por el pueblo español, mandó reducir a prisión a todos los Diputados liberales, abolió la constitución de Cádiz, que había jurado cumplir y restableció la Inquisición.  Durante su gobierno tuvo lugar la independencia de Centroamérica.

CUESTIONARIO
1. ¿Cuántos reyes gobernaron España durante el período colonial de Centroamérica, a qué casas pertenecieron, cómo se llamaron y quién de ellos no fue reconocido en las Colonias?  2. ¿Desde cuándo comenzó a reinar la casa de Austria en España, cuándo terminó y quiénes fueron sus Monarcas?  3. ¿Con qué Monarca se inició el reinado de la casa de Borbón en España, y con quién terminó para Guatemala?  4. ¿Quién fue Carlos I, cuándo ocupó el trono de Castilla, qué proyectos tenía y cómo terminó su reinado?  5. ¿Cómo fue para España el reinado de Carlos I y cómo para las Colonias?  6¿En dónde tuvo su cuna el tremendo tribunal de la Inquisición, en qué lugar después, y cuándo y con qué motivo fue llevado a España?  7. ¿Qué fue lo que se inventó para inducir a la Reina Isabel a que consintiese en el establecimiento de la Inquisición en España?  8. ¿Quién facultó a los Reyes Católicos para que eligiesen inquisidores, en qué fecha y dónde se inauguró el Tribunal en España, quiénes fueron sus primeros inquisidores, y dónde y cuándo se verificó el primer auto de fe?  9. ¿Qué utilidades reportaban a los inquisidores las ejecuciones qué hacían y quiénes eran los más interesados en ellas?  10. ¿Cómo fue traída la Inquisición a América, quién la introdujo, a qué persona se nombró Inquisidor General, qué efectos produjo, cómo fue restringida y qué le resultó de esa restricción?  11.  ¿En qué lugar de América se restableció después la Inquisición, cuándo y en dónde se verificó el primer auto de fe, y cuántos fueron quemados y cuántos reconciliados en dicho auto?  12.  ¿Cuándo y de qué modo fue traída la Inquisición a Centroamérica, a quiénes procesó ésta y por qué no fueron sentenciados?  13. ¿Qué se refiere de la vida del Emperador Carlos V en el claustro, por qué motivo se enfermó y cuándo falleció?  14. ¿En qué fecha se inauguró el reinado de Felipe II, cuál fue la primera disposición que dictó este para las colonias americanas, qué clase de Monarca fue, cuáles fueron sus dominios, qué se decía de estos, y qué guerras hubo durante su reinado?  15. ¿Quién era Felipe II, cómo se portó en el gobierno del Reino y qué se dice de él como Monarca?  16. ¿Cómo y en dónde murió Felipe II, cuánto tiempo reino, cuáles fueron los recuerdos que le daban aliento en sus últimos días, y en qué fecha ocurrió su muerte?  17. ¿Cuándo comenzó para España la época de su decadencia, en qué fecha se acentuó más y qué parte tuvo en ella Felipe III?  18. ¿Quién fue el sucesor de Felipe III, qué hay que decir de él y qué de particular sucedió en América en aquel tiempo?  19. ¿Qué hay que decir del reinado de Felipe IV, cuándo falleció éste, quién le sucedió en el Trono, cómo se organizó el nuevo gobierno y cuál es el juicio histórico del reinado de Carlos II?  20. ¿Qué fue lo que intentaron hacer con España las naciones de Europa, cómo las burló Carlos II, cuándo murió éste y a quién instituyó de heredero del Trono?  21. ¿Quién fue Felipe V, cuál era la situación de España cuándo inauguró su reinado, qué fue lo que pactó Felipe V?  y ¿qué guerras sostuvo?  22. ¿Por qué abdicó Felipe V de la Corona de España, qué gestiones hizo?  ¿  y ¿ por qué se malograron éstas?  23. ¿Qué fue Luis I como Monarca, cuánto tiempo reinó, qué enfermedad lo llevó al sepulcro, qué le exigió su padre antes de morir y quién fue su sucesor?  24. ¿Qué hay que decir del reinado de Felipe V, cuándo ocurrió su muerte y quién fue su sucesor?  25. ¿Cómo fue el reinado de Carlos VI, en qué estado dejó el Tesoro y cómo procedió con la Inquisición?  26. ¿Quién fue el sucesor de Fernando VI, en qué situación encontró a España, qué represalias tomó el Gobierno inglés y cómo se puso fin a las hostilidades inglesas?  27. ¿Qué disposición sensacional dictó Carlos III y cómo se llevó a la práctica?  28. ¿Qué hay que decir del reinado de Carlos III, cómo dividió políticamente las Américas, cuánto tiempo duró su reinado y de qué falleció?  29. ¿Quién fue el sucesor de Carlos III y qué hay que decir de este nuevo Monarca?  30. ¿Cuándo y por qué declaró Carlos IV la guerra a Francia y qué resultado obtuvo?  31. ¿Quién fue el primer Ministro de Carlos IV, cómo fue que se hizo tal nombramiento, a qué Monarca extranjero estaba vendido aquel Ministro y qué fue lo que éste inspiró a Carlos IV?  32.¿Qué hizo el pueblo español en contra del Ministro favorito, hasta dónde llegó el Monarca haciendo esfuerzos por salvarlo, en quién abdicó Carlos IV, qué hizo éste después, cómo terminó sus días y qué descubrimiento benéfico fue introducido a América durante su reinado?  33. ¿De qué modo se aprovechó Napoleón de la situación excepcional de España, a quién colocó de Rey en esta; cuál fue la actitud del pueblo español y qué fue lo que hizo después Bonaparte?  34.¿ En pos de quiénes se lanzó Napoleón, de dónde y por qué se regresó, a quién encargó de proseguir las operaciones militares, en dónde dejó a su hermano y para qué lugar se volvió enseguida?  35. ¿Cómo recibió el pueblo español a Fernando VII, en qué fecha regresó a Madrid y de qué modo correspondió al pueblo?

CAPITULO XXXV
PRIMEROS AÑOS DE VIDA INDEPENDIENTE
1821-1822
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        Acta de independencia proclamada en Guatemala el 15 de septiembre.  Carácter conservador de sus disposiciones.  No reintegra la Junta Consultiva.  No todos se muestran alegres con la proclamación de independencia de España. Se jura la Independencia en San Salvador y
Guatemala.  En las demás provincias se dividen los ayuntamientos y las juran algunos de estos con reservas y condiciones.  Sepárase Chiapas.  Partidos políticos que se forman.  Medios de que se vale Gaínza  para la anexión de Centro América a México.  Célebre discurso de oposición de Valle.  Queda Gaínza  gobernando como Capitán General del Gobierno de México.
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1o.  La memorable acta del 15 de septiembre de 1821 fijaba las bases de un nuevo régimen.  En ella se disponía que las provincias eligiesen representantes para el Congreso constituyente de la Nación, al que correspondía señalar la forma de gobierno que debía regirnos y decretaba la ley fundamental; pero por las influencias de Valle quedo acordado que las elecciones de diputados fueran hechas por las mismas juntas electorales que habían elegido los últimos diputados a las Cortes españolas, ajustándose en un todo a las leyes anteriores.  Dichas juntas habían de elegir un diputado por cada 15 mil hombres, para el Congreso que se inauguraría el 1o. de marzo de 1822; no debiéndose hacer alteración alguna hasta su reunión, ni en la observancia de las leyes españolas, ni con respecto a los tribunales y funcionarios existentes, ni con relación al culto católico.  Para mientras el país se constituía, quedaba el Jefe don Gabino Gaínza  encargado del Gobierno superior, político y militar, pero obrando de acuerdo con una Junta Provincial Consultiva, formada de la Junta o Diputación Provincial existente y de varios otros ciudadanos importantes de las distintas provincias.
2o.  A pesar de las ideas predominantes en 1821, el acta de la independencia tuvo que ser eminentemente conservadora en atención a los antecedentes y circunstancias de los pueblos.  Se operaba una gran revolución, se daba un salto peligrosísimo de un antiguo a un nuevo régimen, y la prudencia exigía caminar despacio halagando al mismo tiempo las ideas y aspiraciones de todas las clases sociales. Así, aunque fue suprimido de golpe el gobierno de España, se mantuvo el organismo administrativo anterior, se halagó al clero, entonces más poderoso que en nuestros días, y como por vía de gracia o transacción se concedió a las autoridades y leyes españolas algunos meses más de vida.  De este modo la independencia, que en otros pueblos de América costó torrentes de sangre y hechos heroicos, entre nosotros se realizó sin violencia y con la mayor tranquilidad.
3o.  La Junta Consultiva de Gobierno fue integrada por representantes de las provincias de León, Comayagua, Costa Rica, Quezaltenango, Solalá, Sonsonate y Ciudad de Chiapas.  Pero no todas las clases sociales se manifestaban contentas con la proclamación del 15 de septiembre, en la forma en que se hizo; además de las familias españolas y del clero, que no hacían misterio de su desagrado, ver desaparecer de improviso los privilegios y abusos de antaño, algunos de los criollos deseaban la forma monárquica que les presentaban campo para establecer jerarquías sociales y heredar los privilegios que tanto execraban en los peninsulares.
4o.  La población de San Salvador fue la primera que juró solemnemente la independencia el día 22 de septiembre del mismo año de su proclamación; le siguió la de Guatemala, el 23 del mismo mes, que celebró la jura con todas las demostraciones del más vivo y puro entusiasmo, pero la Provincia de León, bajo la influencia del Obispo García Jerez, del Intendente González Saravia y del Coronel Arrechavala, todos los  tres españoles, se opuso primeramente a la proclamación de la independencia, y después, en acta de la Diputación Provincial de la provincia de Nicaragua y Costa Rica, acordó en principios del mes de octubre siguiente que los pueblos de aquella provincia permanecerían independientes del Gobierno español “hasta tanto que se aclarasen los nublados del día y pudieran obrar con arreglo a lo que exigieran  sus empeños religiosos y verdaderos intereses”. Como en Guatemala se tenía desconfianza de las autoridades de León, ordenó Gaínza , al comunicar la independencia, la creación de la provincia de Granada, con Junta Directiva propia e independiente de la de León, y el nombramiento de comandante General de las armas de la nueva provincia, en favor del criollo don Crisanto Sacasa.  Esto hizo, naturalmente, que la independencia fuese saludada con júbilo en Granada por todas las clases sociales y especialmente por los criollos que, como se recordará, odiaban a los peninsulares.
5o.  Las medidas tomadas por la Diputación Provincial de Nicaragua y Costa Rica no podían ser duraderas desde luego que tenían por objeto dar tiempo al Gobierno español para que recuperase su dominio en Guatemala, mas aquel Gobierno no prestó ninguna importancia a los sucesos de Centroamérica, y, convencida la Diputación Provincial de que lo más acertado era optar por la emancipación, proclamó y juró la independencia absoluta del Gobierno español en los términos del Plan de Iguala y bajo los auspicios del ejército imperial protector de las tres garantías.  Mientras, la noticia de la proclamación de la independencia llegó a Costa Rica en la primera quincena de octubre.  El ayuntamiento de Cartago, capital de aquella provincia, en sesión pública del 13 del mismo mes, dio lectura al acta de independencia de Guatemala el 15 de septiembre y al bando de la Diputación Provincial de Nicaragua y Costa Rica, más comúnmente conocida por el “Acta de los nublados” y resolvió unirse a lo dispuesto por esta.  Enseguida se consultó el voto de los demás ayuntamientos; pero habiendo llegado a Cartago el 28 de octubre la noticia de que la Diputación Provincial de León había proclamado la independencia absoluta de España fue también proclamada en Costa Rica por medio de los ayuntamientos de la provincia, pero declarándose independiente de todo gobierno, con absoluta libertad y en posesión exclusiva de sus derechos, permaneciendo neutral y gobernándose por sí sola hasta que los acontecimientos le señalaran el rumbo que debía seguir.  A esta declaración precedió la toma del cuartel verificada en la madrugada del 29 por don José Santos Lombardo y otros vecinos entusiastas por el cambio.  Instálose después, el 12 de noviembre una Junta compuesta de delegados de todos los pueblos, que asumió el mando político y militar de la Provincia.
6o.  A Comayagua, capital de la provincia del mismo nombre, llegó el 28 de septiembre la noticia oficial de la proclamación de la independencia en  Guatemala; y el Gobernador, Brigadier Tinoco reunió enseguida una Junta compuesta de los individuos de la Diputación Provincial de aquella sección, del Ayuntamiento y de los principales funcionarios y dignatarios eclesiásticos, a la cual sometió el asunto, y la que, presidida por el propio Gobernador, admitió la proclamación de Guatemala pero a reserva de quedar desligada de esta y sometida tan solo al gobierno de México.  Tinoco se reservó el mando de la provincia, con facultades de jefe superior en todos los ramos, y se comprometió a consultar los negocios a la Diputación cuando lo creyese oportuno, porque, enemistado con Gaínza  no quería reconocer la autoridad de éste.  En Tegucigalpa, que formaba parte de la misma  Provincia de Comayagua, se recibió con entusiasmo la noticia de la independencia; y tanto ella, como Los Llanos de Santa Rosa, Gracias, Omoa, Trujillo, Olancho, Choluteca, Santa Bárbara y otros puntos se adhirieron inmediatamente a la proclamación de Guatemala.  Tinoco dirigió enseguida un oficio al Ayuntamiento de Tegucigalpa previniéndole que no obedeciera las órdenes del General Gaínza ; pero el Ayuntamiento  le contestó que obedecería, siempre que sus mandatos estuvieran de acuerdo con las leyes que acababan de jurar y los que preceptuara la autoridad de Comayagua o la de Guatemala.  Tinoco, entonces, dándose por ofendido, reclutó gente, impuso fuertes contribuciones, amenazó con penas severas a los que no lo  siguieran, y puesto de acuerdo con el Gobernador de Nicaragua, se dispuso a someter por la fuerza a Tegucigalpa y demás pueblos que hacían causa común con Guatemala. 
7o.  El Ayuntamiento de Tegucigalpa, después de agotar los medios de conciliación, se preparó a la defensa, avisándole a Gaínza  y pidiéndole auxilio.  Gaínza  improbó la conducta de Tinoco y mandó situar tropas en Gracias y Tegucigalpa para oponerlas a las de Comayagua; y como al mismo tiempo la junta de San Salvador se manifestó partidaria de Tegucigalpa, el Gobernador Tinoco, lleno de despecho depositó el mando en don Juan Fernández Lindo a quien nombró Gobernador político, al mismo tiempo que confería el cargo de Intendente al Canónigo don Nicolás Irías, imperialistas ambos, o sea partidarios del Plan de Iguala.  El 16 de diciembre llegaron de San Salvador a Tegucigalpa 400 hombres al mando del Sargento Mayor Milla, con los cuales se juntó el 18 el Sargento Mayor don Simón Gutiérrez, designado por el Brigadier Gaínza  para servir la comandancia de Tegucigalpa y el cargo de jefe del ejército.
8o.  La Provincia de Chiapas se había adherido desde el principio al Plan de Iguala y casi todas las demás provincias se encontraban próximas a hundirse en la anarquía.  Mientras, la Junta Provincial de Guatemala, a pesar de haber declarado libre el comercio con todos los estados, que no se opusieran a la causa de su independencia, medida que alivió mucho a los pueblos, no pudo evitar que la capital se dividiese a su vez en nuevos bandos políticos, que llenos de exaltación se hostilizaban con saña y ponían en peligro la tranquilidad pública.  Los elementos heterogéneos que se unieron en septiembre por la necesidad de sacudir el pesado yugo español, no pudieron menos que romper el feliz acuerdo que habían efectuado,  tan luego como lograron el fin propuesto.  Los nuevos partidos tomaron los nombres de Liberales o Fiebres y Moderados o Serviles, a imitación de los de Cádiz de 1811.  Los primeros eran partidarios de las ideas modernas republicanas y enemigos de los privilegios y de la dominación del clero; los otros, partidarios del antiguo sistema monárquico y amigos de los españoles y de la preponderancia del clero.  La opinión preponderante en Guatemala era la de los liberales; los conservadores o moderados reaccionarios, veíanse en minoría.  Molina, Barrundia y Córdoba acaudillaban a los Fiebres, y a la cabeza del pueblo de la capital conducían las masas a las galerías del edificio en que celebraba sus sesiones la Junta Consultiva, para que intervinieran en las deliberaciones de ésta.  Querían la reforma del acta del 15 de septiembre en la parte que disponía que las elecciones para diputados se hicieran por las juntas electorales antiguas, obra de los peninsulares y gazistas. Así lo manifestaron a la Junta y ésta acordó de conformidad; pero al mismo tiempo, creyendo peligrosa la concurrencia del pueblo a sus sesiones, por la presión que ejercía, determinó celebrarlas en secreto46.
9.  Los criollos o nobles provinciales, que se habían imaginado que con el nuevo régimen iban a dominar en Guatemala de la misma manera que lo hicieron los españoles, se sintieron mortificados y heridos, cuando vieron que tenían que compartir el poder y que relacionarse y mezclarse con hombres que el día anterior habían sido sumisos vasallos.  Descontentos con aquel modo de ser y temerosos de que su continuación diese en tierra con sus intereses de clase, con sus privilegios de abolengo y con su orgullo cifrado en los hábitos de una antigua dominación, volvieron los ojos a México, que según el Plan de Iguala debería tener un Monarca, que indudablemente les conservaría lo que tanto  temían perder.
10o.  La actitud de León y Comayagua, que siguieron el mal ejemplo de Chiapas adhiriéndose al Plan de Iguala, fue secundada, en 13 de noviembre por Quezaltenango.  Estos pronunciamientos unidos a algunos trastornos de San Salvador y a la declaración de neutralidad hecha por Costa Rica, pusieron en dificultades a la Junta Consultativa de Gobierno.  Esta tuvo noticia poco después, por Gaínza , de un oficio recibido por este del General don Agustín de Iturbide, Presidente de la Regencia de México, en el que, contrayéndose al artículo 2o. del acta del 15 de septiembre, manifestaba que Guatemala no debía quedar independiente de México, sino formar con este un gran imperio; que Guatemala se hallaba impotente para gobernarse por sí misma y podía ser objeto de la ambición extranjera; y que por esta causa marchaba de México a la frontera un gran ejército de protección.  La Junta, en vez de remitirse al próximo Congreso Constituyente, que estaba para reunirse, determinó precipitadamente, en la sesión del 28 de noviembre, contestar a Iturbide que no se creía con facultades para resolver por sí un negocio de tanta importancia, y que se oiría en cabildo abierto el voto de los pueblos.  Gaínza , tan voluble como siempre se hizo completamente del lado de los imperialistas, y dejó que los patriotas fuesen vejados o insultados, hasta el extremo de pedirse el destierro de Molina y Barrundia.  La exaltación subió de punto, y en la noche del 30 del mismo mes hubo una lucha en las calles de la capital entre liberales y serviles, de la cual resultaron dos muertos de los primeros.  Empeñado Gaínza  en la anexión a México, mandó con fecha 30 de noviembre, que los ayuntamientos procedieran cuanto antes a consultar el voto público por medio de cabildos y que diesen cuenta del resultado, en el perentorio término de un mes.  Así se hizo, y practicado el escrutinio y regulación de votos, en los primeros días del mes de enero de 1822, resultó, que las contestaciones de los ayuntamientos estaban divididas en cuatro clases: unas dejaban al Congreso Nacional la resolución sobre si debían o no anexarse a México;  la segunda era la que la querían simplemente,  otras aceptaban bajo condiciones, y otras se remitían a lo que la Junta Consultiva tuviera a bien disponer47.  Pero no fue esto todo, sino que 67 ayuntamientos no dieron voto, unos por falta de tiempo y otros porque jamás recibieron la circular de Gaínza .
11o.  En la sesión de la Junta Consultativa, de 5 de enero de 1822, fue decidida la suerte de Centro América.  Gaínza  leyó un largo y estudiado discurso en el que pintaba a Guatemala con los colores más depresivos, sin los elementos necesarios para constituir una nación, y haciéndole esperar todo de la protección del vecino país de México, de cuya grandeza hacía los mayores elogios.  El Licenciado don José Cecilio del Valle, tomó enseguida la palabra y en discurso valiente y brillantísimo se opuso con toda energía.  Su patriótica improvisación terminó con las siguientes palabras “Un pueblo de dos millones de habitantes, colocado en lo mejor del nuevo mundo, tiene principios o recursos que no temo llamar inmensos.  Se acaba de proclamar con todos los acentos de la alegría, con todos los idiomas del gozo, su libertad e independencia absolutas.  ¿Podrá pensarse que quiera perderla ahora que empieza a gustarla?  Los hombres de Guatemala son como los de Chile, los de Buenos Aires, los del Perú, los de Colombia y los de México.  Quieren ser independientes y tendré por mentirosos a los que supongan en ellos voluntad contraria: no hablan lo que sienten o son locos, que han perdido la razón, los que dicen que aman la esclavitud.  Si en diversos actos distintos ayuntamientos declaran que quieren perder su independencia y estar sometidos a México, yo no inferiré a pesar de esto, voluntad positiva de esclavitud.  Diré que ha habido movimientos o intrigas subterráneas: diré, que los municipios han sido sorprendidos: diré, que por una parte se les ha anunciado que vienen de México ejércitos numerosos y bien disciplinados, y por otra se les ha manifestado, que el Capitán General que tiene las fuerzas de esta nación, quiere que Guatemala esté sometida a México: diré, poniéndoles en posición que tan violenta, no han tenido voluntad libre y espontánea: diré que, ignoraban los principios de derecho público, y por ignorarlos,  no dieron las contestaciones que debían dar.  No son los ayuntamientos establecidos para cuidar de las escuelas de primeras letras, o del aseo y limpieza de las calles, los que deben decidir de la suerte de una nación: no es una Junta, creada para dar consejos al Gobierno, sobre los asuntos ordinarios de despacho, la que debe determinar su ser político: no es un Capitán General, nombrado para defender sus fueros, quien debe declarar sobre sus destinos.  Los destinos de una nación dependen de ella misma.  Solo Guatemala puede decidir de Guatemala; y esa voluntad no se ha pronunciado hasta ahora.  Guatemala no debe ser provincia de México.  Debe ser independiente.  Esto es lo que enseña la razón: lo que dicta la justicia: lo que inspira el patriotismo”
12o.  Nada bastó para detener el loco empeño de nuestra incorporación a México.  Las resoluciones se hallaban tomadas de antemano y   ni siquiera quiso esperarse el voto de los 67 ayuntamientos que faltaban; ni tomarse en cuenta la divergencia que se notaba en los votos de los ayuntamientos que habían sido consultados.  En consecuencia y con gran contento del clero y de las clases privilegiadas por el abolengo de familia, fue decretada en ese mismo día la anexión a México, sin que el pueblo de Centroamérica, disperso en un vasto territorio pudiese ocurrir a la capital a defender sus derechos.  Los miembros de la Junta Consultiva bajo la presión de Gaínza  y de los imperialistas, carecieron hasta del apoyo del pueblo de la capital que se había alejado, temeroso como se hallaba de las amenazas del poder y del falso anuncio de cinco mil mexicanos que habían traspasado la frontera y se dirigían a marchas forzadas sobre Guatemala.  Decretada la anexión a México, la Junta Provisional Consultiva se declaró disuelta el 21 de febrero, y Gaínza  continuó ejerciendo las funciones de Capitán General del Gobierno de México.

CUESTIONARIO
¿Qué bases fundamentales fijaba el acta de independencia y cuáles eran sus demás disposiciones?  2. ¿Qué carácter político revistió el acta de independencia y cuál fue el motivo?  3. ¿De qué modo se reintegró la Junta Consultiva del Gobierno, quiénes se mostraban contentos con la proclamación de la independencia y quiénes no, y qué motivos tenían los unos y los otros?  4. ¿Qué paso con la jura de la independencia en las provincias, qué puso Gaínza  en la de Nicaragua, y qué fue lo que obtuvo?  5. ¿Qué resultó de las medidas tomadas por la Diputación Provincial de Nicaragua y Costa Rica, qué resolvió esta, y cómo fue recibida la proclamación de la independencia en León y Cartago?  6. ¿Cómo fue recibida en Comayagua la proclamación de la independencia y qué dificultades surgieron por esa causa con los demás Ayuntamientos de la misma provincia?  7. ¿Cuál fue la resolución del Ayuntamiento de Tegucigalpa, cómo correspondió Gaínza  a la excitativa que le hizo el Gobernador Tinoco, cuánta gente llegó de San Salvador a Tegucigalpa, y quién fue comisionado por Gaínza  para servir la Comandancia de esta última provincia?  8. ¿Cuál fue la actitud de la provincia de Chiapas, qué partidos se formaron en Guatemala, cuál de ellos preponderaba en la capital, qué pedía y qué obtuvo?  9. ¿Por qué estaban descontentos los criollos, qué era lo que temían y qué fue lo que hicieron?  10. Qué fue lo que puso en dificultades a la Junta Consultativa de Gobierno, qué noticia recibió ésta de México, qué resolvió precipitadamente, cuál era la actitud de Gaínza  y cuáles fueron los sucesos de la noche del 30 de noviembre?  11. ¿Qué fue lo que Gaínza  ordenó a los Ayuntamientos y qué resultado dio la votación de éstos, cuándo y cómo se decidió de la suerte de Centroamérica, qué discursos se pronunciaron y qué decían éstos?  12. ¿Cómo se verificó la anexión de Centroamérica a México, cuál fue entonces la situación de la Junta Consultiva de Gobierno, qué hizo éste en tales circunstancias, y quién continuó de Capitán General de Guatemala?     
                           
CAPITULO XXXVI
PERIODO DE LA ANEXION
1822-1823
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Convoca Gaínza  a la nueva Diputación Provincial. El Cabildo abierto de San Salvador sostiene la independencia de la Provincia y su separación de Guatemala.  Prohíbe Gaínza  que se hable mal de la anexión a México y envía contra San Salvador la división armada del Coronel Arzú. Es derrotado éste por los salvadoreños. Llaman de México a Gaínza  y le subrogan con el Coronel Filísola. Se practican elecciones para el Congreso de México y es electo Valle, diputado por Guatemala. Reseña de las esperanzas de Rayon y Morales. Aparece Mina, lucha y perece. Reaparece la paz. Trabajos que emprenden los independientes.  Proyectos del Virrey Apodaca. Llama a Iturbide.  Plan de Iguala. Llegada del Virrey O’ Donoju. Tratado de Córdova. Independencia de México. Dificultades con el Congreso. Proclámase el imperio.
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1o-.  Resuelta la anexión de Centroamérica a México y no existiendo la Junta Provisional Consultiva que se disolvió enseguida, convocó Gaínza  a los representantes nuevamente electos para la Diputación Provincial, y con ellos instaló por tercera vez este cuerpo el 29 de marzo de 1822.
2o-. Apenas se tuvo noticia en San Salvador de la resolución tomada en Guatemala, se reunió el pueblo en cabildo abierto, el 17 de enero, y levantó una acta en la cual sostuvo con firmeza su pronunciamiento anterior de  independencia absoluta y declaró separada aquella provincia de su unión a Guatemala.  En Nicaragua fue proclamada la anexión, tanto en León por el Comandante González, como en Granada por el Comandante Sacasa; pero en ésta última población  causó general descontentó, pues ya el pueblo había probado el sistema republicano e independiente, y se horripilaba a la sola idea de verse nuevamente sujeta a un yugo extraño.  La provincia de Costa Rica se declaró espectadora pasiva, y el resto de las provincias se sometieron  resignadas  a la nueva decisión.
            3o.  El Capitán General Gaínza , en su carácter de Jefe supremo del reino de Guatemala publicó, el 9 de enero de 1822, una disposición por la cual se prohibía que fuese censurada la anexión a México y se prevenía a los vecinos que denunciaran a los conspiradores.  El nuevo Gobierno trataba como sediciosos a todos los opositores a México, y como execrables herejes a los independientes que protestaban contra ese hecho.  Así fue que inmediatamente que se tuvo noticia de la actitud de San Salvador, envió Gaínza  al coronel don Manuel Arzú con su división armada a someter aquella provincia a la obediencia de México.  Arzú en Santa Ana vio engrosada su división con fuerzas de esta villa y de Sonsonate, que se habían declarado por Guatemala, y con estos refuerzos atacó la plaza de San Salvador el 3 de junio, siendo rechazado y deshecho después de nueve horas de fuego.  Esta noticia llevada con exageración a México despertó sospecha acerca de la lealtad de Gaínza  quien fue llamado por esta causa, nombrándose en su lugar al General don Vicente Filísola y ordenándose a este que con una división mexicana  pasara a hacerse cargo del mando y a pacificar y sojuzgar los pueblos rebeldes.
4o.  Mientras Filísola llegaba, se practicaron el 10 de marzo de 1822, las elecciones populares en Guatemala para diputados al Congreso de México.  El sabio Valle fue designado por Tegucigalpa, y habiendo tomado su asiento en el mes de agosto inmediato, mereció ser nombrado vicepresidente del mismo Congreso e individuo de la comisión encargada de formar la constitución, puesto en el cual trabajó por la libertad del reino de Guatemala, haciendo conocer la desgraciada historia de su sujeción a México y preparando los ánimos con la propagación de los Principios del Derecho Público.
5o.   En tiempo de volver la mirada a México y reseñar brevemente los sucesos públicos que allí se habían verificado.  Dejamos nuestra relación sobre los sucesos de México en 1810, en los momentos en que el glorioso Cura Hidalgo caía vencido por el ejército español y terminaba su vida en un patíbulo.  Después de la muerte de Hidalgo encabezaron la revolución de México dos hombres de letras, el Abogado Ignacio López  Rayón y el cura José María Morelos, amigo de Hidalgo.  Rayón marchó con los restos del ejército a Zacatecas; y sintiéndose harto débil contra las fuerzas españolas que le perseguían, se internó en la provincia de Valladolid y ocupó a Zitacuaro, donde se mantuvo fortificando las alturas de Cópero; pero fue atacado allí y vencido.  Las miradas entonces se fijaron en Morelos que poseía especiales cualidades y que entraba en acción sin egoísmo, ni ambiciones: más astuto y circunspecto que Hidalgo, envolvía todas sus empresas en un profundo secreto y mantenía el orden y la disciplina entre las tropas.  Logró reunir en torno suyo, con una fuerza de atracción verdaderamente notable a los jefes más distinguidos de la revolución mexicana, que se inclinaron de buen grado ante su autoridad, y obrando de acuerdo con ellos se estableció en las provincias meridionales de México, y subordinó todas sus operaciones a cortar a la capital las comunicaciones trasatlánticas, tomando a Acapulco y Veracruz.  En principios de 1812 salió el Virrey Callejas contra Morelos y éste se retiró a la villa de Cautla de Amilpas, a 22 leguas de la capital en donde sostuvo un sitio heroico durante cerca de tres meses, hasta que el hambre y las epidemias le forzaron a abandonar aquel punto, del que se retiró hábilmente por la noche.  Enseguida organizó su cuartel general en Tehuacán, tomó la ofensiva y expedicionó con fortuna creciente por todas las partes tomando Orizaba, Oaxaca y Acapulco, plazas fuertes del enemigo, y llegando a su apogeo en mayo de 1813.  Por este tiempo se promulgó en México la constitución española de 1812 y ella allanó mucho en la capital el terreno para la revolución y sugirió a los revolucionarios la idea de convocar un Congreso.  Reuniose este en Chilpancingo y proclamó poco después la independencia, negándose a obedecer la autoridad de las Cortes españolas.
6o.  El Virrey Callejas, comprendiendo que la constitución de Cádiz alentaba el espíritu revolucionario en México, la hizo a un lado y llevó al gobierno el terrorismo militar, instalando la policía de seguridad pública y suprimiendo la libertad de la prensa.  Enseguida dirigió las operaciones de la guerra con bastante acierto;  Morelos, derrotado en todas partes, fue de desastre en desastre hasta Temalaca, en donde hizo alto el 5 de noviembre de 1815, para contener al enemigo que le perseguía, mientras se adelantaba y ponía en salvo a los diputados del congreso independiente que le acompañaban, considerando modestamente que “su vida era de poca importancia con tal que el Congreso se salvase".  Morelos no halló en este combate la muerte que buscaba, y hecho prisionero el 16 de noviembre, fue fusilado en San Cristóbal el 22 del mismo mes.  El Congreso llegó felizmente a Tehuacán, donde concluyó, porque Terán, uno de los generales de Morelos, lo disolvió excusando su determinación con la necesidad de que desapareciesen las trabas que el Congreso había puesto hasta entonces al poder militar; y convencido de que la revolución no podría triunfar sino con el apoyo de un ejército, estableció comunicaciones con los Estados Unidos a fin de obtener ante todo armas.  (.....) pero al regresar a Tehuacán se vio obligado a rendirse el 21 de enero de 1817, sin que se  le fusilara, porque el Virrey don Juan Ruiz de Apodaca, que sucedió a Callejas desde diciembre de 1816, había recibido instrucciones para obrar con clemencia; política con la cual logró apagar el fuego revolucionario y obtener la rendición de los principales jefes.
7o.  Entre los españoles que abrigaron más resentimientos contra Fernando VII por haber derogado la Constitución de Cádiz y abolido las Cortes, existía Francisco Javier de Mina, joven navarro de 29 años, sobrino del famoso caudillo de Cataluña que tanto se distinguió en la guerra contra los franceses, y quien siendo todavía adolescente imberbe adquirió pronto en la Península renombre de primer guerrillero.  Después de haber fracasado en un complot para destronar al Rey Fernando, logró escaparse a Inglaterra y conseguir gente, dinero y armas con que organizar una expedición con destino a  México, la que se proponía desembarcar en  Veracruz, pero le llegó a tiempo la noticia de los reveses de los patriotas y  esto le hizo variar el rumbo a los Estados Unidos, en donde compró o fletó tres buques más y enganchó alguna gente, desembarcando la expedición en Soto la Marina, puerto de Taumalipas, a mediados del mes de abril, con solo 300 hombres en su mayor parte norteamericanos y sin recursos. Tuvo que imponer contribuciones, que lo hicieron odioso, y después de una marcha atrevida y muy rápida, a través de repetidos combates, llegó hasta el fuerte del Sombrero a 220 leguas; pero estos esfuerzos resultaron infructuosos,  pues Mina cercado el 30 de julio, tuvo que refugiarse en los Remedios, cuartel general del revolucionario Padre Torres en donde le puso sitio el jefe español Liñan el 27 de agosto. Desgraciadamente Mina fue demasiado lejos emprendiendo un golpe de mano contra Guanajuato en el cual fracasó, siendo sorprendido en su retirada, preso y fusilado en el Venadillo el 11 de noviembre de 1817.  Con Minas sucumbió la causa de los patriotas en el centro del país; el Padre Torres evacuó a poco los Remedios y fue asesinado por uno de los suyos en una reyerta.  Guerrero fue el único que se mantuvo en las tierras calientes de Valladolid, en la desembocadura del Zacatula, donde resistió a todas las tentaciones, a todas las persecuciones y a todas las amenazas, y en cuanto al indómito General Victoria, acosado por las tropas realistas, fue a encerrarse en una caverna, donde pasó mucho tiempo por muerto.  La causa de los patriotas llegó, pues, a fines de 1817 a su plena decadencia en México y el Virrey, que consideraba completamente vencida la revolución pidió que no le enviasen más tropas de España.
8o.  Durante el corto período de paz que hubo en México después de haber sido sofocada la revolución, empezaron a ganar terreno las tendencias patrióticas, pues los revolucionarios indultados penetraron en el ejército y se atrajeron poco a poco a los criollos, fieles hasta entonces a la causa realista y lograron que las mujeres figuraran entre los partidarios más ardientes de la independencia y pusiera en juego sus artes de seducción.  Aquella evolución fue desarrollándose en un estado de aparente tranquilidad hasta que los sucesos de España en 1820 vinieron a turbar esta calma.  En los primeros momentos trataron  las autoridades coloniales de desfigurar y esconder los sucesos referentes al pronunciamiento de Riego y fracaso de la expedición de Cádiz; pero cuando estas noticias se confirmaron, una constelación terrible se apoderó de todos españoles.  Fue necesario, sin embargo, que las consecuencias de la revolución española se hicieran sentir más profundamente y que las disposiciones de las Cortes, suprimiendo los conventos excitasen al clero y lo hicieran favorable a una contrarrevolución hostil a las Cortes; y fue necesario también que el régimen constitucional nuevamente proclamado irritase a los absolutistas más tenaces, determinándolos a aliarse con el clero para que la revolución de México cobrase nueva vida y aliento.  Además el Rey Fernando escribió con fecha 24 de diciembre, al Virrey Apodaca, diciéndoles que estaba como cautivo sufriendo un tratamiento de que se  habría librado sino tuviese la suerte de Luis XVI. Encargaba en consecuencia al Virrey que conservase la Nueva España pura de toda Constitución, aguardando a que aquel viese de que modo podía efectuar una unión secreta.  Apodaca llama a sus amigos de más confianza y convino con ellos en abolir la Constitución proclamada, provocando antes una sublevación artificial a fin de poder justificarse ante las Cortes.  Para mejor hacerlo quitó el mando de las tropas acantonadas entre México y Acapulco al General Armijo, partidario sincero de la Constitución, y puso en su lugar a Agustín Iturbide, que se hallaba entonces ocupado en combatir a Guerrero, último jefe de los insurgentes, que con sus partidas mantenía el fuego revolucionario, despertado con mayor energía con la noticia de los recientes sucesos de España.
9o.  Don Agustín de Iturbide pertenecía a una familia acomodada de Valladolid en México y era un criollo de buena presencia y de un valor e inteligencia nada comunes.  Estuvo en 1810 en relaciones con los patriotas de México; pero como Hidalgo no quiso concederle el grado de Teniente General que deseaba, se pasó resueltamente a los españoles y fue el más sanguinario y encarnizado perseguidor de sus antiguos amigos, distinguiéndose por sus remarcadas crueldades y por su rapacidad y escandalosas exacciones.  Se le llamó a México en 1816, se le procesó y de resultas renunció de sus funciones y sueldos; pero después, para ganarse la confianza del Virrey Apodaca, que era sumamente devoto, tuvo el descaro de presentarse en público en un convento, fingiéndose penitente religioso tocado repentinamente de la gracia divina.  El candoroso Virrey creyó ver en Iturbide a un nuevo Saulo y de allí el que lo eligiese para el comando de las fuerzas acantonadas, concediéndole el grado de General en jefe de las mismas; pero el nuevo jefe de las fuerzas españolas alimentaba en su pecho una vasta ambición que se proponía satisfacer por cualquier medio; y una vez dueño del ejército, su primer paso fue entenderse con Guerrero, el caudillo indomable de los independientes, y luego que estuvieron de acuerdo, escribió al Virrey participándole su determinación de proclamar la independencia de Nueva España.  Llenada esta formalidad, marchó a Iguala, pueblo a 40 leguas al sur de México, y el 24 de febrero publicó su famoso Plan, cuyos bien calculados conceptos surtieron todo el buen efecto que éste se prometía.  De este modo, la revolución de México, que tantas veces había fracasado, alcanzó luego una victoria completa sin que se derramara una gota de sangre.  Los pronunciamientos se sucedieron en todas partes, y el Virrey, preso y depuesto en la capital, por sus mismos partidarios, fue sustituido por un militar subalterno el Mariscal Novella que tampoco pudo contener el torrente revolucionario. 
10o.  Los amigos de la Constitución en España eligieron a otro Virrey de sus mismas opiniones para que sostuviese con energía los principios constitucionales en la más importante de las colonias españolas.  El nuevo Virrey era don Juan de O’Donojú, que desembarcó en Veracruz el 30 de julio de aquel año; había sido Teniente General del ejército español y Ministro de la Guerra bajo el gobierno de la Regencia, durante la heroica lucha con Francia, después de la paz y durante la primera época del absolutismo de Fernando VII, quien más tarde acusándolo de conspirador le hizo sufrir el tormento, cuyas señales conservaba en los dedos de las manos.  Al principiar el año de 1821 era Jefe de Armas de Sevilla, y al restablecerse la Constitución fue nombrado Jefe Político del mismo lugar, puesto que desempeñaba, cuando se le trasladó a México, recomendado además por los diputados suplentes que representaban a Nueva España en el seno de las Cortes.  Inmediatamente después de haber desembarcado en Veracruz, se trasladó O'Donojú al castillo de San Juan de Ulúa y el 3 de agosto pasó a la ciudad, en donde supo que el camino hacia México estaba interceptado por lo cual resolvió prestar allí mismo el juramento de estilo ante el General Dávila; efectuado lo cual tomó posesión de los altos empleados de Capitán General y del Jefe Superior Político de Nueva España, pues la constitución no reconocía el antiguo título de Virrey.  La situación,  sin embargo,  no podía ser más pavorosa con excepción de México, las poblaciones de Veracruz, Durango, defendido a la sazón por Chihuahua, Acapulco y la Fortaleza de San Carlos de Perote, toda la Nueva España estaba ya libre del Gobierno español; y las noticias de los recientes y continuados desastres, sufridos por las armas españolas, hacían comprender que la dominación estaba a punto de sucumbir. Esto no obstante, O'Donojú al tomar posesión de su cargo, publicó una proclama en la cual con embarazado estilo protestaba de la rectitud de sus intenciones, increpaba la precipitación con que se había procedido sin aguardar que las cortes concediesen al país la representación soberana que se pretendía, y terminaba pidiendo que se le pusiera a prueba, y que en el caso de que su Gobierno no llenase los justos deseos de los mexicanos, abandonaría el mando a la primera señas de disgusto, y dejaría en libertad a Nueva España para que eligiese al jefe que más le conviniera.
11o.  El 7 de agosto publicó O'Donojú una nueva proclama a las tropas de la guarnición con motivo de la bizarría con que habían defendido la ciudad el día 4, y al concluir manifestaba, que tenía esperanza de que reducidos y desengañados dentro de poco los que hacían armas contra el Gobierno, volverían a ser todos amigos, sin que quedase ni memoria de los acontecimientos; pero tales proclamas fueron de ningún efecto para los independientes, mientras los españoles, mal avenidos con aquella exagerada moderación del gobernante, lo tildaron de llegar vendido a los americanos.  Antes de esta segunda proclama, el 5 de agosto, escribió O'Donojú a Iturbide en términos amistosos, pidiéndole seguro paso para trasladarse a la capital y poder allí convenir con él la tranquilidad del Reino, en tanto que el Rey y las cortes aprobaban el tratado que entre ambos debían ajustar.  Iturbide persuadido de la sinceridad del jefe español, le contestó invitándole para pasar a Córdova a conferenciar, lo cual fue aceptado por O'Donojú, con tanto mayor motivo cuanto que la fiebre amarilla hacía estragos en Veracruz, en donde murieron dos sobrinos suyos, siete oficiales y cien hombres de tropa de los que le habían acompañado desde la Península.  El 23 de agosto llegó a aquella población protegido por una escolta que Iturbide había puesto a su disposición, y a pocas horas entró el jefe independiente, con el que después de una detenida conferencia ajustó un convenio, que se firmó el día siguiente y es conocido en la historia con el nombre de Tratado de Córdova; siendo en su esencia el mismo Plan de Iguala con algunas ligeras modificaciones, la principal de las cuales consistía en dejar a las Cortes de México la facultad de nombrar emperador en defecto de cualquiera de los designados aunque perteneciera a la familia reinante en España.48  O'Donojú, mal informado en España cuando de allá salía, tuvo que rectificar al llegar a Veracruz; y convencido de que la situación de México no permitía pensar siquiera en sostener la dominación española sabiendo por otra parte que no había que esperar auxilio ninguno de un gobierno, como el de Fernando VII, que apenas podía sostenerse en Madrid, procuró sacar por la diplomacia el mejor partido posible; y ya que México estaba perdido sin remedio para España, quiso siquiera asegurar el trono que se estaba creando  para la familia reinante de su patria, conservar las relaciones posibles entre ambos países y consolidar así en la nueva nación una forma de gobierno adecuada a sus tradiciones.  En los tratados de Córdova se estipulaba también, que el Gobierno español aceptaría el Plan de Iguala; que en México entraría a gobernar una Junta Provisional Gubernativa, compuesta de un número considerable de personas que debía servir de poder legislativo hasta la convocatoria de un Congreso, y que mientras se recibía de España una repuesta acerca de la Corona ofrecida al Rey o a uno de los infantes, se nombraría provisionalmente una Regencia que mantendría en vigor la Constitución de Cádiz.
12o.  Los tratados de Córdova fueron muy aplaudidos por los independientes, pero recibidos con desagrado por Novella y los realistas de la capital, que activaron sus preparativos de defensa.  Vencidos en varias partes las últimas resistencias, Iturbide se acercó a la capital, acompañado de O'Donojú y al frente de 16 mil hombres, instalándose en el pueblo de Tacubaya, al que acudió una multitud de personajes ansiosos de congratularse de antemano con el héroe de aquella hora.  Allí con arreglo a lo pactado designó Iturbide, entre sus amigos, a 38 personas que debían componer la Junta, sin dar participación en ella a ninguno de los que más habían trabajado por la independencia.  Mientras, los jefes militares españoles que defendían la capital, persuadidos de lo inútil de su resistencia, consultaron con O'Donojú y este les ordenó retirarse de la ciudad durante los días del 21 al 24 de septiembre, acantonándose en los pueblos inmediatos para mientras se disponía el embarque para la Habana.  Así lo hicieron, y una división patriota, de 4 mil hombres, a las órdenes del coronel Filísola, entró el 24 a México, seguida de todo el ejército que, con Iturbide al frente, hizo el ingreso el día 27, en medio de las más ardientes demostraciones de alegría.  La Junta Provisional Gubernativa firmó al día siguiente 28 de septiembre de 1821 el acta de independencia del imperio mexicano, y procedió poco después a la organización de la Regencia, de la que fue elegido Presidente Iturbide, y O'Donojú uno de sus miembros; pero este General ocupó muy pocos días este puesto, a causa de su fallecimiento, ocurrido el 9 de octubre.  La Regencia hizo entonces la convocatoria de las Cortes, las cuales se reunieron el 24 de Febrero de 1822, aniversario del Plan de Iguala.  En ella se dio a conocer desde un principio cierto espíritu de oposición a la Regencia que fue tomando creces hasta decretar en una de sus sesiones la separación de 3 de sus miembros, y en otra, privar a Iturbide del mando de las tropas, por ser incompatible con el cargo de Regente.  Las Cortes trataron también de reducir el ejército y los gastos, y rompieron por esta causa con Iturbide.  Los ánimos se agriaban más cada día. En momentos en que llegaba la noticia de que el gobierno español negaba su aprobación a los tratados de Córdova la actitud del congreso concitó las iras del ejército y del populacho, y en la noche del 18 de mayo, un sargento inició en la capital una sublevación en favor de Iturbide, a la que se unieron el pueblo y los jefes de la guarnición, proclamándolo Emperador.  Las Cortes, bajo tal presión, no pudieron hacer otra cosa sino secundar los deseos tan tumultuariamente demostrados, e Iturbide fue nombrado Emperador de México por 67 votos contra 15, y coronado con gran pompa en la catedral el 21 de julio de 1822.

CUESTIONARIO
¿A quiénes y cuándo convocó Gaínza  en Guatemala para la Diputación Provincial y en qué fecha se inauguró ésta?  2. ¿Qué fue lo que proclamó el Cabildo abierto de San Salvador, y cómo se recibió en las provincias la noticia de la anexión a México? 3. ¿Qué publicó Gaínza  en favor de la anexión, cuáles eran sus conceptos, a quién mandó a someter a los salvadoreños sublevados, y qué resultado tuvo esa expedición?  4. ¿Cuándo fueron practicadas las elecciones para diputados al Congreso de México, quién fue electo por Guatemala y qué fue lo que éste hizo en el Congreso?  5. ¿Quiénes encabezaron la revolución de la independencia de México después de la muerte de Hidalgo, qué fue lo que hicieron esos caudillos, y dónde y por quién fue proclamada la independencia mexicana?  6. ¿De qué modo sofocó el Virrey Callejas la revolución de México, cómo fue que sucumbió Morelos, qué hizo el General Terán y cómo y por quién fue capturado éste?  7. ¿Quién fue Javier Mina, cómo llegó a México, qué hizo por la revolución y qué más concluyó?  8. ¿Qué hicieron los patriotas durante el corto período de paz que hubo enseguida, cómo se interrumpió, ésta, cuáles fueron los nuevos auxiliares de la revolución, qué fue lo que el Rey escribió al Virrey y lo qué éste dispuso con ese motivo?  9. ¿Quién fue Iturbide, cómo logró ganarse al Virrey, cuándo le llamó éste, qué pactó enseguida con Guerrero, qué famoso documento publicó en Iguala, y qué éxito alcanzó con éste?  10. ¿A quién eligieron para Virrey los amigos de la constitución de Cádiz en España, cuándo llegó a Veracruz, cuáles eran sus antecedentes, cuál la situación de México, qué hizo al desembarcar y qué decía en la proclama que publicó? 11. ¿Qué decía el nuevo Virrey en otra proclama que publicó, qué impresión produjo en el país, cuál fue el convenio que firmó con Iturbide, y qué era lo que se proponía con él?  12. ¿Cómo fueron recibidos en la ciudad de México los tratados de Córdova, qué hizo Iturbide después, cómo fue vencida la resistencia española, de qué modo se organizó el gobierno, cuándo murió O’Donojú, en qué fecha se organizaron las Cortes y qué fue lo que estas hicieron bajo la presión de una sublevación militar?

CAPITULO XXXVII
DOMINACION DE MEXICO EN GUATEMALA
1822-1823
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Efectos de la unión a México. Provincias que se resisten. Llegada del Coronel Filísola. Convenio con los salvadoreños. Iturbide Emperador de México, desaprueba el convenio. Pone Filísola sitio a San Salvador. Se establece el obispado salvadoreño. Lucha eclesiástica con Guatemala. Los salvadoreños proclaman su anexión a Norte América. La ciudad de Granada se pronuncia contra México y rechaza las fuerzas imperiales que llegan a atacarla. Caída de Iturbide y desaparición del imperio mexicano. Se convoca el Congreso Constituyente de Centro América. Guerra civil en Costa Rica, entre Cartago y San José. Es llevada la capital a esta última ciudad. Sucesos de México. Expatriación de Iturbide. Manifiesto de Filísola. Los diputados centroamericanos en el Congreso de México. Quienes formaron el proyecto de la Constitución de 1823. Lo que fue Centro América unida a México.
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            1o. El reino de Guatemala, como lo hemos visto, fue anexado al imperio de México por el mismo Capitán General español Gaínza  que proclamó antes, por temor y cohecho, nuestra emancipación de España.  La unión a México, según el decir del historiador Marure, redujo a una verdadera nulidad a todos los centroamericanos, y a una condición más triste que la que tuvieron bajo el régimen colonial.  Las provincias de San Salvador y Nicaragua no aceptaron la dominación mexicana y se resistieron con las armas en la mano en San Salvador y en Granada respectivamente, contra los sostenedores del imperio, así como Costa Rica, que fiel a la política de neutralidad y abstención que se había trazado desde muy antes, se negó también al reconocimiento de la anexión de Guatemala a México. 
2o.  El General don Vicente Filísola, enviado de México para sustituir a Gaínza , entró a la capital de Guatemala el 12 de julio de 1822, con poco menos de 600 soldados, y 10 días más tarde tomó posesión formal de su puesto.  Inmediatamente después se dirigió a los sublevados de la ciudad de San Salvador proponiéndoles un arreglo amistoso, que fue aparentemente aceptado en un principio por éstos, con el objeto de ganar tiempo para fortificarse mejor y para dar lugar a alguna decisión de las Cortes acerca del asunto de agregación.  Comisionados de San Salvador pasaron a Guatemala a conferenciar la paz, y después de discutirla fue elaborado un convenio, el 10 de septiembre, en el que se estipulaba que los representantes de la provincia de El Salvador deberían entenderse directamente con el Congreso y Gobierno de México acerca de la demarcación territorial de la expresada provincia y demás puntos que mereciesen sus reclamaciones, teniendo de plazo todo el mes de noviembre inmediato: que para mientras se resolvía en México, quedaban suspensas las hostilidades, y la provincia gobernada en dos porciones distintas, por los respectivos beligerantes, quienes retendrían las localidades que tuvieran ocupadas.  Otros varios artículos contenía el convenio, referentes a detalles de devolución de armas avanzadas y a garantías para el comercio, intereses y opiniones de los contendientes.  La Junta de San Salvador ratificó el convenio con modificaciones sustanciales, declarando que en el entretanto mantendría el armisticio.  En esos días, sin embargo, llegó a Guatemala, noticia de que Iturbide, que se había proclamado Emperador de México desde el mes de mayo, había dado ya un ataque escandaloso a la soberanía nacional, poniendo presos por sospechas de conspiración a varios de sus miembros, entre ellos a los representantes por Guatemala, don José Cecilio del Valle, don Marcial Zebadúa, don Santiago Milla y don Juan de Dios Mayorga.
3o. Habiendo disuelto después las Cortes de México y constituídose en Monarca absoluto, Iturbide negó la ratificación al armisticio de San Salvador y  las proposiciones de los independientes de la misma ciudad,  y ordenó a Filísola que los atacase inmediatamente, si no se unían a México sobre la base de una entera sumisión al Gobierno imperial.  Filísola dirigió su primera intimación de guerra a San Salvador, el 26 de octubre, fecha en la que también principió a mover las tropas de Sonsonate, Santa Ana y San Miguel contra la plaza amenazada, y en el mes siguiente salió en persona a dirigir las operaciones.  A principios de diciembre se rompieron hostilidades, entre cuerpos de caballería, y el día 11 situó Filísola su cuartel general a 4 leguas de San Salvador.  En el entretanto, el Congreso o Junta Provisional salvadoreña decretó con fecha 2 de diciembre, la anexión de aquella provincia a los Estados Unidos de Norte América, en la forma de un nuevo Estado y bajo su constitución y leyes; y aunque este paso no tuvo ningún resultado, sirvió por de pronto para alentar al pueblo, haciendo propalar que tropas americanas llegaban en su auxilio.  La ciudad de San Salvador resistió valientemente hasta el 7 de febrero de 1823, en que Filísola se apoderó de ella a viva fuerza, pereciendo en el combate 88 salvadoreños, entre muertos y heridos de gravedad. El resto de las tropas salvadoreñas que se retiró con dirección a Honduras, capituló en Gualcince, y de esta manera quedó toda la provincia sujeta a México.  Durante la guerra, los salvadoreños erigieron una diócesis en su territorio, con objeto de ser más independientes de Guatemala, y su establecimiento más tarde fue causa de muchos desordenes y disputas, no solo con el clero y la Santa Sede, sino también con las autoridades civiles.  El Arzobispo fulminó tremendas excomuniones en contra de los salvadoreños; pero estos se rieron de ellas y echaron fuera a todos los clérigos partidarios del Arzobispo, al que a su vez excomulgaron así como a todos los que lo apoyaban.  En esas disputas nació la funesta rivalidad entre guatemaltecos y salvadoreños, que existe hasta el día.
4o.  No se había terminado aún la pacificación de San Salvador, cuando la ciudad de Granada que, como se recordará, estaba descontenta de la buena voluntad con que el Comandante Sacasa reconoció el Imperio, se lanzó a la vía de los hechos protestando contra aquel acto.  Alentados por el ejemplo de San Salvador, los granadinos, a las órdenes del artillero Cleto Ordóñez, asaltaron el cuartel a las 10 de la noche del 16 de enero de 1823, y después de apoderarse de las armas, desconocieron a Iturbide y proclamaron la República.  Tan luego se supo en León el pronunciamiento de Granada, el Obispo Jerez y el Intendente Miguel González Saravia, hicieron marchar mil hombres, a cuya cabeza se puso el último, con el objeto de someter a todos los rebeldes contra el Imperio.  Ordóñez, que apenas contaba con unos pocos reclutas, rodeó la plaza de barricadas, situó en ellas la artillería, dispuso la defensa en toda la línea y dio aliento y valor a los defensores. González Saravia se presentó, atacando la plaza, el 13 de febrero; pero los granadinos hicieron tan buen uso de sus cañones que lo rechazaron, obligándolo a replegarse a Masaya, con pérdida de algunos hombres, entre ellos el segundo jefe militar.  Preparábase Saravia a dar un segundo ataque a Granada, para lo cual había solicitado auxilios de Filísola, cuando le llegó noticia de la caída de Iturbide y desaparición del Imperio, así como del decreto de Guatemala convocando a un Congreso Constituyente Centroamericano.  Esto y la llamada que se le hizo de León produjo la disolución del ejército de Masaya; y Granada, libre ya de enemigos, se organizó nuevamente, creando una Junta Gubernativa de acuerdo entonces con las autoridades de Guatemala, al mismo tiempo que se formaba otra en León, la que nombró Jefe Político a don Carmen Salazar en sustitución del General Saravia, le retiró a este los mandos que ejercía, le ordenó que cesara en sus hostilidades contra Granada y le obligó a entregar las armas a un comisionado de la propia Junta.
5o.  La provincia de Costa Rica, que casi no tuvo más que cuatro pueblos de importancia y que por su posición aislada, se había mantenido quieta, sufrió al fin la influencia de los antagonismos.  Cartago, su capital, se pronunció por la unión al Imperio; pero San José y Alajuela estuvieron en contra.  Después de un combate en el punto llamado Las Lagunas, los cartaginenses se rindieron a los josefinos, quienes desde entonces trasladaron la capital a San José.
6o.  Mientras tanto, la conducta autoritaria del nuevo Emperador, el golpe de estado que dio el 31 de octubre decretando la disolución del Congreso y nombrando en su lugar una Junta de diputados adictos, encargada del poder legislativo, y los recrecidos gastos de la administración, que ocasionaban frecuentes exacciones, hicieron perder su prestigio al vano Monarca y le dejaron entrever su próxima ruina.  En efecto, el Coronel Antonio López de  Santa Ana, Comandante de Veracruz, a quien Iturbide llamó a Jalapa y reprendió severamente por ciertos cargos que le hacían, volvió a Veracruz, reunió sus tropas y levantó el 2 de diciembre el estandarte de la república; el General Victoria que también había sido ultrajado y perseguido, se unió inmediatamente a Santa Ana, ocupó el Puente Nacional y contuvo una parte de las tropas enviadas contra Veracruz; los Generales Bravo y Guerrero también se unieron al pronunciamiento que fue tomando tal incremento que muy pronto pudo disponer su marcha sobre la capital.  El Emperador, sin embargo,  de contar con el ejército nacional, temió ponerse a su frente y de ahí que las operaciones de la guerra fueran llevadas con lentitud, siendo funestas para él,  en aquella hora,  semejantes vacilaciones, pues hasta en el seno de la misma Junta, los españoles, republicanos y borbónicos o escoceses se unieron y conspiraron activamente.  De repente circuló en México la noticia de que los Generales Echavarri, Cortázar  y Lobato destinados a marchar contra Veracruz, se habían entendido con San Santa Ana; y efectivamente lo habían hecho así el 1o. de febrero, suscribiendo un convenio en Casa Mata, en el que se estipulaba el restablecimiento del Congreso, aparentando no obstante dejar a salvo la persona del Emperador, a quien enviaron copia de todo. El valor y la energía parecieron abandonar a Iturbide en lance tan supremo: aturdido e irresoluto no se decidió a nada y perdía lastimosamente el tiempo sin moverse, ni tomar providencias eficaces.  Por fin el ejército revolucionario, tomó la ofensiva y marchó contra la capital, engrosándose cada día hasta con las mismas tropas de Iturbide que se pasaban en pelotones.  Cuando los republicanos se acercaban a México, el Emperador envió al General Negrete a negociar la paz; pero también este se pasó al ejército revolucionario. Con una resignación fatalista marchó entonces Iturbide con sus tropas a Tacubaya, donde continuó en una inacción completa; pero la facilidad con que iba cediendo el campo a sus enemigos, envalentonó a estos y les permitió mayor facilidad para sublevar las provincias.  Iturbide viéndose perdido se decidió en aquellas circunstancias a dar un paso muy singular: convocó el Congreso que había disuelto él mismo y de un modo tan ruidoso en Octubre, y lo abrió en persona el 7 de marzo.  Algunos días después el 19 del mismo mes, el Ministro de Justicia, Navarrete, presentó al congreso, la abdicación del Emperador, quien pasaba en silencio los derechos de su familia y la sucesión del Trono y confesaba que al subir a este, había perdido el afecto que se granjeó libertando a su país del yugo de los españoles.  El congreso aprovechó aquel momento, en que no tenía que temer ni del Emperador, ni de los revolucionarios que estaban todavía lejos, para hacer dos declaraciones tan atrevidas como importantes: no aceptó la abdicación, que implicaba el derecho del Emperador a la Corona, y declaró nula y de ningún valor la elección de Iturbide,  arrancada a los diputados por la fuerza, sin reconocer los derechos que pudieran derivarse de la posesión de la Corona.  Al mismo tiempo y por una resolución separada, privó del Trono a los Borbones que habían sido llamados por el Plan de Iguala; en cuanto a Iturbide, recomendó que fuera deportado a Italia,   y que mientras permaneciese en aquel país tuviera una pensión de C$25,000 anuales, en consideración a sus servicios a la causa de la independencia.  El día 9 de mayo llegó el Emperador depuesto a Veracruz, custodiado por una fuerza que iba al mando del General Nicolás Bravo, y dos días después se dio a la vela con su familia para Liorna, desde donde dirigió un manifiesto a la Nación, protestando que siempre le habían guiado motivos de patriotismo,  que si aceptó el Trono fue solamente por halagar los deseos del pueblo.
7o.  No había acabado aún el general Filísola de someter a los pueblos de la provincia de San Salvador, cuando recibió las primeras excitaciones de los Generales Bravo y Echavarri para que se adhiriese al Plan de Casa Mata.  Esta novedad lo hizo volver precipitadamente a Guatemala, en donde publicó un manifiesto destinado a prevenir los pronunciamientos que pudieran hacerse contra Iturbide.  Varios patriotas, sin embargo,  le dirigieron una exposición pidiéndole que convocase un congreso, cuya necesidad le presentaban; pero Filísola, que permanecía indeciso aún y que consideraba dudosa la caída de Iturbide, desechó la propuesta y llegó hasta impedir que la Diputación Provincial se reuniese a deliberar sobre el contenido de un pliego que le habían dirigido los Generales libertadores de México.  Mas los sucesos se precipitaban en la capital del Imperio, ocasionando el derrumbamiento del Trono, y entonces Filísola no trató más que de acordar una medida que le dejase bien puesto en aquella grande crisis.  El 29 de marzo por la noche reunió extraordinariamente la Diputación Provincial para comunicarle las noticias oficiales recibidas de México, referentes a la reinstalación del congreso y al acta de Puebla de 9 del mismo mes, y hacerle presente que no  encontraba otro arbitrio para salvar a Guatemala que la convocatoria de un congreso Constituyente con arreglo al Acta de independencia del 15 de septiembre de 1821.
8o.  En el entretanto, Valle y Mayorga, apoyados por otros liberales en el Congreso de México, lograron que este declarase, que las provincias de Guatemala eran libres para pronunciarse en el sentido que más les conviniese. Con tales antecedentes, el decreto de convocatoria expedido por la diputación Provisional de Guatemala para la elección de representantes a una Asamblea Nacional constituyente, se recibió en las provincias con el mayor entusiasmo, con excepción de la de Chiapas, que continuó unida a México.  Las elecciones se practicaron con grande empeño: los partidarios de la independencia absoluta obtuvieron completo triunfo, pues los anexionistas, a pesar de las exhortaciones de Filísola, se limitaron a oponerles algunas maniobras sordas, no teniendo valor para luchar a cara descubierta, temerosos de la indignación pública que despertaba la tentativa de vasallaje y el solo nombre de México.
9o.  Mientras se practicaban las elecciones, una comisión compuesta de los ex-diputados a las cortes de España y de México, residentes en Guatemala, preparó los trabajos del nuevo congreso, para cuya reunión se había fijado el día 1o. de junio de 1823; pero que por algunas dificultades que se cruzaron pudo llevarse a efecto hasta el 24 del mismo mes con 41 representantes que formaban mayoría, y sin la concurrencia de Chiapas.  Tomó el nombre de Asamblea Nacional Constituyente y abrió sus sesiones el día 29.
10o.  Centroamérica unida e independiente debía surgir pronto del seno de aquella Asamblea en lugar de la pobre y abatida provincia imperial de México. Durante los 18 meses que duró la dominación mexicana, según lo que afirma un notable escritor centroamericano, y testigo presencial por añadidura,  hasta los más obstinados se convencieron, de que el falso supuesto de no tener Guatemala elementos para ser nación,  México, en vez de dárselos, le quitaría los pocos que tuviera.  “En efecto, agregó contribuciones, aranceles bárbaros, papel moneda, donativos, préstamos y gastos considerables en las pomposas juras del Emperador y muy exorbitantes en las dos expediciones contra los salvadoreños y en el sostenimiento de la división protectora, que vino a desmoralizar el país y a empobrecerlo, consumiendo los fondos de Comunidad de Propios, de Casa de Moneda, de Depósitos, y casi todos los productos de las rentas comunes”.

CUESTIONARIO
1. ¿Qué efectos produjo la anexión a México, y qué provincias se resistieron?  2. ¿Cuándo fue que llegó Filísola a Guatemala, cuánta gente armada llevaba, qué fue lo que pactó con los salvadoreños, y qué sucedió con Iturbide? 3. ¿Qué resultado produjo el convenio de Filísola, que hizo este enseguida, como correspondieron los salvadoreños, y cuál fue el resultado final? 4. ¿Cómo procedió la ciudad de Granada en enero de 1823, qué consecuencias le acarreó su actitud y cómo terminó la dificultad? 5. ¿Cuál fue la actitud de la provincia de Costa Rica durante la unión a México, cuál partido fue vencedor, y qué ventaja tomó este sobre el vencido? 6. ¿Qué consecuencias trajo a Iturbide su conducta autoritaria, quiénes lo combatieron y cómo fue derribado del Trono? 7. ¿Cómo procedió Filísola en Centroamérica cuando tuvo noticia de lo que pasaba en México?  8. ¿Cuál fue la actitud de los diputados centroamericanos en el congreso de México, qué fue lo que obtuvieron, y quiénes triunfaron en las elecciones que se mandaron a practicar en Centroamérica? 9. ¿Quiénes prepararon los trabajos del primer Congreso Constituyente, en qué fecha se reunió éste, cuántos diputados lo inauguraron, qué nombre tomó, y en qué día abrió sus sesiones?  10. ¿Qué pasó en Centroamérica durante los 18 meses que duró la dominación de México?


CAPITULO XXXVIII
LA REPUBLICA FEDERAL
1823-1824
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Declárase instalada la Asamblea Constituyente de Centro América- Establece los principios fundamentales de la Nueva República- Proscribe la esclavitud humana- Primera elección de miembros del Ejecutivo Nacional- Se excluye a Filísola- Salida de este con la división mexicana- Asuntos de Chiapas- Queda esta segregada de Centro América- Sublevación del Coronel Ariza en Guatemala- Se traslada este a la Antigua- Trabajos contra los miembros del Ejecutivo- Renuncian estos y se práctica una nueva elección- Llegan a la Antigua las tropas auxiliares de Guatemala y Quezaltenango- Huye Ariza- Llegada de las fuerzas auxiliares de El Salvador- Dificultades que ocasionan- Se les obliga a retirarse- Tercera elección de miembros del Ejecutivo- Sucesos de la Provincia de León- Es enviado Arce a pacificarla- Vida y muerte del Dr. don José Flores- Lo que donó a Guatemala.
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1o.  El 29 de junio de 1823 se declaró instalada en Guatemala la Asamblea Nacional Constituyente de Centro América, bajo la presidencia del prócer, Doctor don Matías Delgado.  Comenzó sus trabajos por el examen del acta de agregación a México, de 5 de enero de 1822; y después de establecer los principios de la independencia absoluta y de manifestar las nulidades de aquella agregación expidió el famoso decreto de 1o. de julio de 1823, en el que declaraba: “que las provincias de que se componía el antiguo reino de Guatemala eran libres e independientes de la antigua España, de México y de cualquiera otra potencia, así del antiguo como del nuevo mundo; y que no eran, ni debían ser el patrimonio de persona ni familia alguna”.  En el mismo decreto se daba a la nueva república el nombre de Provincias Unidas de Centro América; y como cuando se expidió no habían concurrido aún los representantes de Honduras, Nicaragua y Costa Rica, cosa que objetaban los enemigos, se dispuso que fuese ratificado el 1o. de octubre, cuando ya pudo contarse con el voto de dichas provincias.
            2o.  La Asamblea duró diez meses y sus principales trabajos fueron división de los poderes en Legislativo, Ejecutivo y Judicial; instalación en Guatemala de un Poder Ejecutivo Nacional, compuesto de tres individuos, los señores don Pedro Molina, don Juan Vicente Villacorta y don Antonio Rivera; abolición de los tratamientos de majestad, alteza, excelencia, señoría, don, etc., y supresión del hábito talar en los magistrados, abogados y empleados de justicia: designación del escudo de armas y pabellón nacional, debiendo contener el primero un triángulo con cinco volcanes dentro, por encima un arco iris, y bajo de este un gorro frigio esparciendo rayos y el segundo los colores azul y blanco, horizontalmente colocados, con la inscripción “Dios, Unión, Libertad”: excitación a los cuerpos beligerantes de ambas Américas, para formar una confederación general, que representase unida a la familia americana y garantizara su libertad e independencia: abolición de las bulas de la Santa Cruzada: declaración de que el territorio de Centro América era un asilo inviolable para las personas y las propiedades de los extranjeros, y que por ningún motivo podrían confiscarse dichas propiedades; permitiéndose además, a los mismos extranjeros, dedicarse a la industria, arte u oficio que quisieran, y previniendo a los funcionarios del gobierno les facilitaran su tránsito al interior del país: orden para que se colocaran en el salón de sesiones los retratos del Libertador Simón Bolívar, don Fray Bartolomé de las Casas y del señor de Pradt (publicista francés): declaración solemne de que los esclavos que existieran en cualquier punto de Centro América, eran libres desde ese día, y que todo el que pisara el territorio no podría estar en esclavitud, ni ser ciudadanos los que traficasen con esclavos y por último, un decreto para que cada Estado federal tuviese un congreso o asamblea para su gobierno interior, bajo las bases de la Constitución general.
3o. Todos los decretos, expedidos por la Asamblea Nacional Constituyente, revelan su elevación de ideas, y son un timbre de orgullo para Centro América; mereciendo especial  elogio aquel en que, adelantándose a su época, proscribió la esclavitud.  Debiose la iniciativa de tan memorable decreto a un clérigo venerable, el doctor don Simeón Cañas, Diputado por Chimaltenango, quien hallándose postrado en cama, se hizo conducir al salón de sesiones para presentar su proyecto, precediéndolo de un elocuente y filantrópico discurso, en el que manifestaba que a pesar de su pobreza cedía gustoso cuanto le adeudaba por sus dietas la Nación, para dar principio al fondo con que debía indemnizarse a los entonces poseedores de esclavos.  La Asamblea acogió la iniciativa con entusiasmo y la aprobó por unanimidad; los miembros del Poder Ejecutivo, al sancionarla, manifestaron, llenos también de entusiasmo, que merecía tablas de bronce, y todos cuantos en la República tenían esclavos, los manumitieron en el acto que se publicó el decreto, sin exigir remuneración, dando el ejemplo los miembros del Ejecutivo Nacional.
            4o.  La primera elección para miembros del Poder Ejecutivo, recayó en don Manuel José Arce, don Pedro Molina y don Juan Vicente Villacorta, y aunque los dos últimos eran diputados a la Asamblea, fueron nombrados por esta en virtud de una declaración previa para que esa circunstancia no fuese un óbice a su elección; mas por hallarse ausente, en Norte América, el general Arce, y por la renuncia que puso y le fue admitida a su sustituto electo, el Canónigo Larrabal, entró a formar parte del Poder Ejecutivo don Antonio Rivera Cabezas.  Tales nombramientos no fueron del agrado del partido moderado o servil, que no veía entre los nombrados a personas de su gremio y que había trabajado con afán por incluir entre ellos a Filísola, que les era muy adicto.  Un acuerdo de la Asamblea, promovido por los diputados del partido fiebre o liberal, cortó a tiempo esos trabajos, previniendo que para ser individuo del Poder Ejecutivo era indispensable ser nativo y tener además siete años de residencia en el territorio de la República.  Sin embargo, como un acto de reconocimiento al autor de la convocatoria de marzo, se le nombró Jefe Político de la corte, puesto que Filísola estuvo dispuesto a admitir en el concepto de que se le conferían también los nombramientos de Intendente y Comandante General y contando siempre con la permanencia de su división mexicana, cosa esta última con la cual no fue posible transigir, porque se deseaba ardientemente la salida de esas tropas,  y además,  habían manifestado las provincias de Honduras, Nicaragua y Costa Rica que no concurrieran sus representantes a la Asamblea, mientras permaneciese en Guatemala la división imperial, que como se ve, se había hecho demasiada odiosa a los pueblos.  A iniciativa del Diputado Barrundia la Asamblea acordó la salida de las mencionadas tropas mexicanas, permitiendo no obstante, que pudiesen permanecer en el país los individuos que lo solicitasen.  Filísola se desagradó mucho con esta resolución y suscitó toda especie de embarazos para dificultar la salida de sus tropas, con la idea de dar tiempo a que por el gobierno de México se le comunicaran órdenes contrarias, que él creía posibles, en virtud de informes desfavorables que tenía acerca de la independencia de Centro América.  Su renuencia  alarmó al gobierno de Guatemala, el que revistiéndose de energía extraordinaria, venció con firmeza cuantos obstáculos le presentaron, hasta ver salir del país aquella soldadesca insolente e insoportable ya, con sus aires de conquistadores.
5o.  Así que desapareció de México el gobierno imperial, el General Bravo y las autoridades de Guadalajara y Querétaro invitaron a la provincia de Chiapas para que continuase apegada a México, al mismo tiempo que Filísola la excitaba a unirse a Guatemala.  La mayoría de los pueblos se inclinaban  al lado de Filísola y se habrían declarado todos abiertamente en ese sentido, si las intrigas de algunos funcionarios y particulares, que habían pertenecido al bando imperial, no hubiesen sofocado los pronunciamientos. El 8 de abril de 1823 se celebró, sin embargo, una junta popular en Ciudad Real y en ella se acordó la convocatoria de otra junta, que debía componerse de un representante por cada uno de los doce partidos de que constaba la provincia.  Esta nueva junta se instaló el 4 de junio, y después de haber proclamado su independencia de México y de cualquiera otra nación, deliberó acerca del punto de adhesión a Guatemala. La votación se empató sobre este punto y fue preciso diferir su resolución quedando entre tanto la junta con el gobierno de la provincia y funcionando con el carácter de soberana.    Así las cosas, llegó Filísola de regreso con la división de México que tenía en Guatemala, y entonces, quizá por un sentimiento de mala voluntad para Centro América, de donde se le había obligado a salir, quiso inducir a la Junta a que declarase de nuevo unida la provincia a la República Mexicana, y hecho esto se disolviese pero como estas insinuaciones fuesen desatendidas, Filísola intimó su disolución a la Junta, apoyándose en una instrucción reservada que decía tener de su Gobierno.  La Junta tan solo pudo hacer una protesta elocuente y razonada que fue desatendida por Filísola, y luego fue disuelta el 4 de septiembre de 1823 y obligada a entregar el mando político a don Manuel de Jesús  Rojas, que era uno de los más activos partidarios de México; quedando de comandante de Armas el Coronel Codallos, expedicionario mexicano, que tuvo muy pronto que evacuar la ciudad, porque los pueblos oprimidos se sublevaron auxiliados por tropas de Tuxtla, Tonalá, Ixtacomitán y Ocosingo y repusieron a la Junta obligando a retirarse a las fuerzas opresoras.49
6o.  Pocos días después del retiro de las tropas mexicanas, el 14 de septiembre de 1823, en momentos en que se preparaban alegremente en Guatemala para la celebración del segundo aniversario de la proclamación de la independencia, el Capitán de los granaderos del batallón fijo, Rafael Ariza, que aspiraba al mando general de las armas valiéndose de que las tropas se hallaban descontentas por falta de pago se sublevó con la guarnición de la plaza.  Al tenerse noticia de aquel hecho, cuyo alcance no podía preverse, los vecinos corrieron presurosos al local en que la Asamblea estaba reunida y en donde llegaron a poco los miembros del Poder Ejecutivo, que con algunas dificultades habían logrado salir del palacio nacional.  Los Diputados, en medio de la mayor exaltación, pedían con insistencia la palabra para declarar contra Ariza, y en eso estaban, cuando se presentó el edecán Manuel Estrada, y desde la barra se dirigió al Presidente, manifestándole, que solamente la necesidad de evitar desórdenes había podido obligar a su jefe a aceptar el mando general de las armas, sin que hubiera entrado en sus propósitos dar un paso atentatorio contra la soberanía nacional, a la que le mandaba su espada que era lo que tenía en la mano, como un testimonio de su obediencia y como una prueba de su adhesión al sistema adoptado.  La indignación de los diputados no reconoció límites entonces y se ordenó la salida del edecán sin darle respuesta alguna y haciendo llegar a sus oídos rumores amenazantes.  Enseguida la masa del pueblo, que llenaba las galerías, mal armada, sin municiones y esperándolo todo del valor y arrojo, salió al encuentro de una partida que Ariza había destacado para reforzar el piquete de guardia en el Congreso.  Los patriotas atacaron con denuedo pero tuvieron que retirarse más que de prisa ante las descargas cerradas de la tropa, que se defendía.  Los sublevados,  sin embargo,  no se atrevieron a penetrar en el santuario de las leyes: contentos, a lo que parece, con haber dispersado a los patriotas, se pusieron a recorrer la ciudad, haciendo de tiempo en tiempo, algunos tiros para amedrentar al vecindario.
7o.  Seguro el Ejecutivo de que muy pronto llegarían los auxilios que había pedido a las provincias, quiso ganar tiempo, aparentando acceder a las pretensiones de Ariza, y para esto le expidió despacho de Comandante General y hasta le recibió el juramento; pero como por la noche de ese día Ariza puso sobre las armas a toda la guarnición y llenó de cañones la plaza mayor, al mismo tiempo que circulaba la noticia de que se proclamaría el Gobierno español, se produjo una fuerte alarma en el vecindario la que desapareció después al ver que Ariza reiteraba a la Asamblea sus protestas de sumisión, pedía órdenes y hacía consultas llegando hasta el extremo de presentarse un día en el salón de sesiones, seguido de todas las tropas desarmadas, a renovar sus juramentos de obediencia.  Se le ordenó entonces que se retirase a la Antigua Guatemala, aprontándosele todo lo necesario para la marcha y dándose instrucciones reservadas a los oficiales que habían permanecido fieles al Gobierno, de incorporarse a las tropas y provocar la deserción.
8o.  Los serviles que estaban todavía inconformes con la elección de los miembros del Poder Ejecutivo, comenzaron a trabajar secretamente para cambiarlos tan luego vieron engrosado su partido con la concurrencia de algunos diputados de las provincias.  Facilitábase su trabajo con la asonada de Ariza a las que hacían aparecer como obra del Ejecutivo con el fin de obtener facultades extraordinarias y de situarse en la capital con tropas de San Salvador.  Los diputados por Honduras y Nicaragua, Arguello y Lindo en consonancia con esos trabajos hicieron proposición para que la Asamblea procediese a nuevo nombramiento de individuos para el Poder Ejecutivo, fundándose en que aún no estaban representadas sus provincias en el Congreso, cuando este practicó la elección; y se disputaban con calor sobre este punto cuando Molina, Rivera y Villacorta presentaron sus renuncias, que fueron admitidas, ordenándose a los dos primeros que volvieran a ocupar sus asientos como diputados en la Asamblea.
9o.  La segunda elección para individuos del Poder Ejecutivo recayó entonces en el general don Manuel José Arce, en el Licenciado don José Cecilio del Valle y en don Tomás O”Florán; y por estar ausentes los dos primeros, se eligieron en sustitución a los ciudadanos Santiago Milla y José Francisco Barrundia; este último no quiso admitir el nombramiento y entró en su lugar Villacorta, que fue compelido por la Asamblea a tomar posesión.
10o.  Mientras tanto había llegado a las provincias la nueva del pronunciamiento de Ariza y levantado la mayor indignación, poniéndose todos los pueblos en armas, para volar al socorro de las autoridades. Tropas de Guatemala y Quezaltenango se dirigieron a la Antigua a cargar a Ariza y cortarle toda retirada; pero este, desobedecido y despreciado por sus mismos subalternos, y abanadonado de la mayor parte de sus fuerzas  huyó dejando a su segundo, el oficial Estrada, que fue rendido y terminó sus días en el patíbulo.
11o.  No bien se vio libre Guatemala del trastorno de Ariza cuando apareció otra dificultad que amenazó ser más grave.  La Diputación Provincial de San Salvador, que había tomado la investidura de gubernativa a consecuencia del levantamiento de Ariza, levantó un ejército de dos mil hombres, de los cuales envió a Guatemala, en clase de auxiliar un cuerpo de 750 voluntarios, dándole instrucciones al Jefe que los comandaba que era el español José Rivas, para no obedecer las órdenes que recibiera del Ejecutivo Nacional, hasta no estar bien seguro de que este se hallaba en absoluta libertad y en el expedito ejercicio de sus funciones.  Al tenerse en Guatemala noticia de la aproximación de aquella fuerza auxiliar, se llenó de alarma el nuevo Ejecutivo y trabajó con empeño para impedir su entrada a la capital, al mismo tiempo que los caudillos de los fiebres, interesados en operar un nuevo cambio de individuos del Poder Ejecutivo, se esforzaban por acelerar la marcha de los salvadoreños y les escribían para que ocuparan cuanto antes Guatemala.  El comandante de la división auxiliar, desatendió las órdenes que le dio el Ejecutivo para regresarse y, aconsejado por los fiebres o liberales prosiguió su marcha y no se contuvo hasta ocupar los cuarteles de Guatemala, sin formula ni licencia, el 12 de octubre del mismo año.  Enseguida trató de intervenir en los asuntos públicos, pretendiendo que la Asamblea reviese todos sus decretos, pretextando su nulidad, y que el Ejecutivo devolviese la artillería tomada por Filísola a San Salvador en la última campaña;  pero la Asamblea, levantándose a la altura de las circunstancias, ordenó el 20 de octubre, que regresasen a sus hogares todas las tropas existentes en la capital, tanto las salvadoreñas, como las quezaltecas que apoyaban al Gobierno en número crecido.  Las tropas por fin evacuaron50 la ciudad el 3 de noviembre, y de este modo se logró el restablecimiento de la tranquilidad, no sin que los ánimos quedaran llenos de prevenciones y las animosidades de los partidos se marcaran más.
12o.   En el mes de marzo de 1824, hubo en Guatemala otro cambio en el personal del ejecutivo, siendo nombrado para ejercerlo don Manuel J. Arce, don José del Valle y don Tomás O’Florán.   Cuando estos gobernaban, se verificaron varios movimientos revolucionarios, principalmente en la provincia de Nicaragua, en donde la discordia había abrazado un círculo más extenso y las antiguas rivalidades de los partidos no habían hecho más que afirmarse después de la proclamación de la independencia.  Después de la expulsión del Intendente Saravia, la Junta Gubernativa se hizo cargo del gobierno de la provincia de León y encargó del mando de las armas al Teniente Coronel don Braulio Carrillo, sin contar con Granada, en donde Ordóñez se había proclamado General en Jefe del Ejército Protector y Libertador de aquella ciudad, con el cargo adherente de Comandante General de la Provincia, asociado del Jefe Político don Juan Arguello y una Junta Gubernativa con las mismas facultades que la de León y con entera independencia de esta.  Al principiar el año de 1824 el pueblo de León se levantó en masa pidiendo el retiro absoluto del Comandante Carrillo y la Junta gubernativa tuvo que acceder, nombrando en su lugar a don Carmen Salazar.  Ese estado de inquietud y la falta de armonía en el gobierno de los distintos pueblos de la Provincia, decidieron al Gobierno de la República a nombrar a don José Milla para pacificar a Nicaragua y dejar el gobierno provisional a cargo de una sola autoridad.  Milla, en el ejercicio de su cargo, llegó hasta Granada, logrando que los pueblos disidentes formasen un convenio en el que se obligaban a reconocer un solo gobierno central, que residiría en Managua.  Regreso a León muy satisfecho del éxito obtenido; pero incontinente las tropas de la ciudad se insurreccionaron y despojaron al Intendente y al Comandante de Armas, sustituyéndolos con otras personas, que no aprobaron el convenio.  Al saberse en Guatemala lo ocurrido, dispuso el Ejecutivo Nacional, que mientras la provincia de Nicaragua elegía sus autoridades constitucionales, fuese gobernada política y militarmente por una Junta, compuesta de dos vocales por cada una de las que existían en León, Granada, Managua y Segovia; pero esta disposición no pudo tampoco cumplirse, porque el ex-comandante Sacasa, que estaba preso, logró fugarse y levantar la villa de Managua, donde se hizo nombrar General de las armas, organizando una Junta gubernativa independiente de la de Granada y León.  Estas mandaron fuerzas sobre Managua, con éxito desgraciado, porque Sacasa les salió al encuentro y las deshizo: ocupando enseguida por sorpresa un arrabal de Granada, en el que permaneció 21 días luchando desesperadamente por tomar la plaza.  Levantó el campo habiéndose aliado los managuas con los disidentes del Viejo y unió sus fuerzas con las del Coronel Salas, emigrado peruano, que comandaba las tropas del Viejo, y ambos jefes pusieron sitio a León, durante 14 días, hasta la llegada del nuevo pacificador Coronel don Manuel Arzú, que se presentó en el Viejo el 10 de octubre y se dio a reconocer como Intendente de toda la Provincia.  Seguidamente marchó a los campamentos y logró que se firmase un convenio, en virtud del cual la división granadina, que auxiliaba la plaza, debía regresar dentro del tercero día a su distrito al mismo tiempo que la fuerza sitiadora,  quedando gobernada la provincia por una Junta Gubernativa compuesta de dos vocales por cada una de las que existían entonces.  Los liberales cumplieron fielmente hicieron salir la división auxiliar granadina; pero los moderados retardaron con astucias el cumplimiento hasta ver debilitada la plaza y enseguida la asaltaron de nuevo el 24 de octubre.  Los granadinos que habían hecho alto a pocas leguas de León, retrocedieron en auxilio de esta y frustraron la traición de Salas.  Arzú muy indignado por aquel engaño se puso entonces a la cabeza de los liberales y el sitio se prolongó por más de 50 días, hasta el 27 de diciembre, en que se aparecieron  las fuerzas auxiliares de Honduras bajo el mando del General don Manuel J. Arce.  Este sin perder tiempo, agregó a su fuerza la división granadina y marchó sobre Managua obligándola a rendirse a discreción.  Pacificada así la Provincia, envió Arce a Guatemala al Obispo García Jerez y al Coronel Ordóñez que eran los cabecillas más temibles de los bandos contendientes, y dio de este modo fin a la sangrienta guerra de 1824 en Nicaragua, que fue la primera y más sangrienta de la larga serie de guerras civiles que hubo después en la misma provincia.  Arzú quedó encargado del mando de Nicaragua hasta la inauguración del primer Jefe del Estado.
13o.  En el año de 1824 murió en Madrid, a avanzada edad, el Doctor don José Flores, después de haber recorrido las principales ciudades de Europa, dejando muy bien sentada su reputación científica.  Flores había nacido en Ciudad Real de Chiapas y desde muy joven pasó a Guatemala a hacer sus estudios: fue un anatómico distinguido y uno de esos hombres extraordinarios, que guiado por las inspiraciones de su gran talento, pudo como el célebre Goicoechea, su contemporáneo, penetrar a fuerza de estudio y meditación los arcanos de la ciencia, que se hallaban vedados por la educación colonial:  fue también el primero en el mundo a quien ocurrió la feliz idea de representar de cera colorada las piezas anatómicas,  procedimiento desconocido en Europa en aquella fecha, y se sirvió de la máquina eléctrica, multiplicando su artificio, para demostrar los fenómenos de la electricidad.  Después de haber enseñado muchos años la medicina teórica y práctica, dándole particular impulso a la cirugía; obtuvo los honores de Médico de la Real Cámara y más adelante licencia para viajar a Europa, a donde lo llevan sus deseos de adquirir nuevas luces.  Antes de partir obsequió a la Universidad sus estatuas y su librería, que era muy selecta, despidiose de Centro América el 25 de noviembre de 1796.

CUESTIONARIO
¿Cuándo fue que se instaló la Asamblea Constituyente, quién la presidió y cuáles fueron sus primeros trabajos?  2. ¿Cuánto tiempo estuvo reunida la Asamblea, y cuáles fueron sus principales trabajos?  3. ¿Qué revelan todos los decretos expedidos por la Constituyente, cuál de ellos merece especial mención y a quién se debió su iniciativa?  4. ¿En qué persona recayó la primera elección para miembros del Poder Ejecutivo, a cuál de ellas se repuso, qué impresión causaron esos nombramientos, qué trabajos hubo en favor de Filísola, y de qué modo se terminó todo?  5. ¿Cómo fue segregado Chiapas de Centro América y qué sucedió allá con Filísola y las tropas que regresaban de Guatemala?  6. ¿Cuándo y por qué se sublevó en Guatemala el Coronel Ariza, y cuál fue la actitud de la Asamblea y del vecindario?  7. ¿Qué hizo el Ejecutivo para ganar tiempo, qué hubo enseguida, y para dónde despachó a Ariza?  8. ¿Quiénes trabajaban contra los miembros del Ejecutivo, qué proposición fue hecha a la Asamblea, y qué consecuencias produjo? 9. ¿En quiénes recayó la segunda elección para miembros del Poder Ejecutivo, quiénes de ellos fueron sustituidos, y quién no quiso aceptar? 10. ¿Qué impresión causó en las provincias el pronunciamiento de Ariza, cuáles fueron las primeras tropas que llegaron en auxilio y de qué modo concluyó la revolución? 11. ¿Qué dificultad surgió después del pronunciamiento de Ariza con la provincia de El Salvador, quiénes la fermentaron y cómo terminó el incidente? 12.¿ Cuándo se verificó otro cambio de personal del Poder Ejecutivo, en qué personas recayeron los nombramientos, qué sucesos ocurrieron después en la provincia de Nicaragua, quién fue enviado a esta, cómo logró el enviado arreglar las dificultades, quién volvió a renovar estas, a qué otro comisionado se envió y cómo puso fin al conflicto?  13. ¿Qué centroamericano eminente falleció en España en el año de 1824 y qué recuerdos dejó en Guatemala? 



33 Bogas: Remeros

34  Conserva: Compañía que se hacen varias embarcaciones navegando juntas para auxiliarse o defenderse mutuamente.

35 Godoy se casó con doña María Teresa de Borbón y Vallabriga, quien  era prima hermana del rey Carlos IV e   hija de Luis Antonio de Borbón, hermano menor del Rey Carlos III.

36  La ciudad de San Miguel y las villas de Santa Ana, Sonsonate y San Vicente se pusieron en armas, renovaron el juramento de vasallaje y fidelidad, declararon sacrílega la revolución, remitieron al Capitán General las invitaciones liberales que se les habían dirigido y aun en la primera de dichas poblaciones se mandaron a quemar en la plaza pública por mano del verdugo ( Bosquejo Histórico de las revolluciones de Centro América desde 1811 a 1834  de Alejandro Marure, página 14 , Tipografía el Progreso, 2ª edición, 1877)

37 Participio pasado irregular del verbo expulsar. El participio regular es expulsado

38 1 Aunque aniquilar y anonadar coinciden en su aceptación etimológica, el primero se emplea preferentemente en significación material, y el segundo en sentido moral, el autor,  que escribió la obra antes de 1907, utiliza en esta oportunidad anonadar en sentido material, de aniquilar a los criollos

39 Fueron considerados como cabezas de la rebelión don Miguel Lacayo, don Telésxforo y don Juan Argüello, don Manuel Antonio Cerda, don Joaquín Chamorro, don Juan Cerda, don Francisco Cordero, don José Dolores Espinoza, don León Molina, don Cleto Bendaña, don Vicente Castillo, Gregorio Robledo, , Gregorio Bracamonte, Juan Dámaso Robledo, Faustino Gómez y Manuel Parrilla.  Los más notables condenados a presidio perpetuo fueron Juan Espinoza, el Adelantado de Costa Rica y Pío Argüello (Marure, obra citada Página 16).

40  Se retrajo:  Se apartó

41 Insensiblemente: Imperceptiblemente, sin notarse.

42 Por lo poco divulgado y de que es mencionado en nuestra Acta de Independencia hemos incluído como anexo al final  de esta obra, el Manifiesto del General Gabino Gainza, el cual hemos tomado del libro Secesión Pacífica de Guatemala de España, Ensayo Histórico-Político, presentado como Tesis en la Universidad de San Carlos por el bachiller Oscar Rodolfo Benitez Porta,( Editorial José Pineda Ibarra, Guatemala 1973)

43 Según el historiador francés Jackes Chiffoleau en su artículo “Dieu sait tout Il ne sert à rien de lui mentir” publicado en la Revista Histoire del mes de noviembre de 2001, el nacimiento en detalle de la inquisición es un poco complejo, puesto que una serie de detalles anunciaban su creación a fines del siglo XII.  Pero fueron decisiones del Papa Gregorio IX en los años 1232-1233 las que hicieron nacer verdaderamente lo que llamamos “inquisición”.  En el léxico que se agrega al artículo mencionado se dice que la “Inquisición” era una institución judicial creada para luchar contra la herejía.  Los inquisidores dependían directamente del Papa  durante el siglo XIII.  Un siglo después ella podía estar asociada al tribunal episcopal.  En la época moderna en España y en el Sur de Italia  la “Inquisición” era una institución del Estado.


44  Acto de Fe: Era la proclamación solemne de una sentencia pronunciada por la Inquisición contra  un judío o contra  un hereje.  El término también designaba la ejecución del culpable a continuación de la sentencia.

45 En la isla  de Santo Domingo existieron diferentes confrontaciones surgidas entre las monarquías europeas por las nuevas tierras, permaneciendo como   colonia española hasta 1697, cuando un tercio de la misma fue transferido a Francia bajo el Tratado de Ryswich. Con el Tratado de    Basilea en 1795 la isla completa pasó a ser dominio de Francia. En 1804 la parte occidental de la isla se hizo independiente,   convirtiéndose en Haití, la parte oriental permaneció bajo dominio francés hasta 1808, cuando paso a ser nuevamente una colonia española.   Tan solo un año después de obtener la independencia de España en 1821, la parte oriental de la isla fue ocupada por Haití, esta    ocupación terminó el 27 de Febrero de 1844 con la proclamación de la Independencia Nacional. En 1861 República Dominicana  fue anexada a España,   recuperando finalmente su independencia en 1865 con el Movimiento de la Restauración.

46 Contra esta decisión votaron los señores Larreinaga, Delgado y Rivera (Marure, obra citada páginas 30).

47  En el primer concepto se pronunciaron 23 ayuntamientos, ciento cuatro en el segundo, once en el tercero y dos en el cuarto y último sentido (Marure obra citada página 36).

48 . El artículo 3 de los Tratados de Córdova decía así: “ Será llamado a reinar en el Imperio Mexicano (previo el juramento que designa el artículo 4 del  plan) en primer lugar el Sr. D: Fernando VII, Rey Católico de España y por su renuncia o no admisión, el Serenísimo Sr. Infante D: Francisco de Paula; por su renuncia o no admisión, el                    Serenísimo Sr. D. Carlos Luis, Infante de España, antes heredero de Etruria, hoy de Luca y por renuncia o no admisión de éste, el que las Cortes del Imperio designaren”.

49 El autor se refiere nuevamente a este asunto en el Capítulo XIVL numeral 6º.

50 El Jefe Rivas pidió quince mil pesos para verificar su regreso, sin embargo, que bastaban cinco  para que la División auxiliar se restituyese a su provincia: insistió obstinadamente que al fin hubo de ceder (Marure, obra citada página 79). 

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