miércoles, 8 de junio de 2016

III Compendio de Historia de Centro América por José Dolores Gámez Cap. VI a XVII

CAPITULO  VI
CONTINUACION DE LA CONQUISTA DE GUATEMALA
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Regreso de don Pedro de Alvarado-Reveses que sufre-Deja a su hermano Jorge de Gobernador, y marcha a México a contestar cargos ante la Audiencia-Quéjanse los colonos de la mala administración de Jorge de Alvarado, y la Audiencia envía un Juez Revisor-Este se ensaña contra Alvarado-El Cabildo coopera con el Juez Revisor y envía un Agente a la Audiencia-Logra don Pedro triunfar de sus acusadores-Dificultades del  Juez Revisor-Continúa la conquista de Guatemala y El Salvador-Llega de Nicaragua Martín Estete, enviado por Pedrarias Dávila, para merodear en tierra salvadoreña-Sus luchas y derrota.
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1o.   Don Pedro de Alvarado regresó de España, en el año de 1528, con el título de Adelantado Gobernador y Capitán General del Reino de Guatemala; pero sufrió penosos reveses antes de ocupar aquel alto puesto.  Llegado a Veracruz, tuvo la amargura de perder a su esposa, doña Francisca de la Cueva, la noble dama española a quien se había unido en la metrópoli.  Acompañaban a don Pedro el Padre don Francisco Marroquín, sacerdote muy virtuoso, y otros sujetos distinguidos.  Adolorido por la muerte de su esposa, llegó a la capital de México a comparecer ante la Audiencia que había iniciado un proceso en su contra, con una serie de cargos por abusos cometidos en Guatemala.  Con este motivo y mientras desvanecía tales cargos, otorgó desde México, poder a su hermano don Jorge de Alvarado, para que en su nombre gobernara en Guatemala, por todo el tiempo que durase su ausencia.
2o.   Don Jorge de Alvarado, que llegó investido de amplias facultades, y de un poder poco menos que absoluto, para regir las nuevas colonias establecidas en Guatemala, y en las provincias dependientes de ella, se hizo cargo de su empleo el 9 de mayo de 1529.  Al verificarlo, fue su primer acto recoger las varas, de mano de los Alcaldes y alguaciles, volviendo a entregárselas enseguida para que continuaran en el desempeño de sus funciones ínterin llegaban los nombrados que debían reemplazarlos.  Mientras tanto, y durante don Jorge entraba de lleno en la administración pacífica del gobierno que se le había encomendado, don Pedro continuaba en México, defendiéndose de nuevos y más graves cargos que contra él se acumulaban.  
            3o.  Una vez asegurado don Jorge en el ejercicio de su empleo, dio en cometer los mismos abusos y graves faltas que habían levantado la tormenta contra su hermano.  Quejábanse los colonos de que la distribución de los pueblos de indios, no se hacía regularmente con arreglo al mérito de los solicitantes, sino mediante cohecho o por favoritismo; y que los Alvarado tomaban para ellos y los suyos, los mejores pueblos, dejando para repartirse sólo los más inútiles.  En consecuencia se agriaron los ánimos, y la nueva colonia se dividió en bandos opuestos que se acaloraban cada día más.
4o.  Como los quejosos se dirigieran repetidas veces a la Audiencia de México, en solicitud de un Juez Residenciario, fue al fin enviado de acuerdo con tal pedimento, un sujeto llamado Francisco de Orduña, a quien se dieron despachos de Alcalde Mayor, Juez de Residencia, y Gobernador y Capitán General, expedido, por aquella Real Cancillería. Y aunque don Jorge de Alvarado desempeñaba estos cargos por delegación de don Pedro, que había sido nombrado directamente por el Rey, no opuso resistencia  a que Orduña hiciera uso del nombramiento, tan luego dio por fiador a un vecino llamado Gonzalo Dovalle.  El nuevo funcionario recogió las varas de justicia del Teniente y de los concejales, guardó para sí la primera, dio la de Alcalde a Dovalle,  su fiador, y distribuyó las otras entre varias personas.
5o.   No habían pasado  nueve días, cuando se promovió la cuestión del repartimiento de los indios.  El Alcalde presentó al Cabildo una proposición para que se declararan nulas las concesiones hechas por Jorge de Alvarado, lo mismo que todos sus actos de gobierno y administración de justicia, desde el día en que había dejado de representar la autoridad por nombramiento de los Gobernadores de Nueva España, para asumir la que le había sido delegada por su hermano don Pedro; pero a pesar del espíritu de hostilidad que había contra éste, no se atrevieron el Juez de residencia ni sus partidarios los nuevos concejales, a aprobar la proposición del Alcalde, dejando la decisión del caso al mismo Visitador, que se tomó algún tiempo para resolver.
            6o.  El Ayuntamiento, entre tanto,  bajo la presidencia de Orduña, continuó dictando varias disposiciones para el buen gobierno de la ciudad y sus provincias, siendo algunas de ellas favorables a los naturales del país.  Se previno a los dueños de perros, que los mantuvieran con cadenas, porque adiestrados ya para lanzarlos sobre los indios, ejecutaban daños y muertes frecuentes en aquellos desdichados.  Otra de las disposiciones dictadas por el Cabildo, en aquellos días, conminaba con multa a los encomenderos que mandaban a sus naborías7 (indios libres al servicio de los españoles), a vejar a los indios para exigirles con suplicios el tributo de los pueblos en encomienda.  
             7o.  A moción del Síndico nombró el Cabildo un Agente, que fue el Regidor don Pedro Cueto, para que pasara a México a exponer extensamente las necesidades de la nueva colonia, siendo la principal la de que se redujera al quinto el diezmo que se pagaba al Rey por los metales preciosos, alegando los muchos gastos que exigía el laboreo de las minas.
8o. Mientras tanto, continuaban vivas las pasiones y rencillas que habían originado la llegada del Juez de Residencia a Guatemala, a tal extremo que se hizo un cargo severo a don Cristóbal de Robledo, por el solo hecho de haber enviado una información secreta a don Pedro  de Alvarado, en la que le recomendaba su pronto regreso.  Así fue que al redactar el Cabildo las instrucciones que debía llevar a México su agente, renovó la expresión de su inquina contra don Pedro; pero ya este, con talento y astucia, había logrado disipar la tempestad de la Real Audiencia, y obtenido completo triunfo.
            9o.  El principal instigador contra don Pedro de Alvarado había sido el Juez de Residencia, Francisco Orduña, quien dotado de un temperamento dominante, había obligado al Ayuntamiento a insertar en los pliegos que iban para México, una cláusula, en la que se pedía que no fuera don Pedro el repartidor de las tierras en nombre del Rey, por ser odioso a los peticionarios.  Tan sólo uno de los concejales se opuso a esto de un modo franco, aunque hubo dos más que lo hicieron de un modo indirecto.
10o.  Pocos días después, el Visitador Orduña, conformándose a lo dispuesto en una orden de la Audiencia de México, declaró nulos y sin ningún valor todos los actos de Jorge de Alvarado y del Ayuntamiento a contar de la fecha en que el Teniente de Gobernador  había tomado el mando en virtud de los poderes de su hermano.  Esta declaratoria despojaba a muchos de los colonos de las tierras que les habían asignado, lo cual, lejos de calmar los ánimos, exacerbó aún más la discordia entre los vecinos. Como era natural, estas desavenencias no se ocultaban a los nativos del país, y aquellos  que aún no se  habían sometido a la autoridad de los españoles, tomaban cada día una actitud más amenazadora.
            11o.  Entre los enemigos de los españoles se hacían notar las poblaciones numerosas y guerreras que ocupaban la parte de la Sierra Madre cortada por el majestuoso Usumacinta, que lleva en aquel punto de Guatemala el nombre de Chixoy.  Antes de la venida de los conquistadores, estaban sujetos aquellos pueblos al cacique Uzpantlán, uno de los más poderoso feudatarios de los Reyes del Quiché; pero subyugado este reino por los castellanos, los indómitos moradores de la Sierra Madre inquietaban y combatían a los nuevos pobladores del reino de su vecino y antiguo señor.
            12o.   Con el objeto de someter a los de Uzpantlán, salió de Guatemala en el mes de abril de 1529, un pequeño cuerpo de tropas al mando del Capitán Gaspar Arias, que ejercía en aquel año las funciones de Alcalde. Su empresa nada adelantó, y tuvo que regresar en agosto a Guatemala. Arias llegó en circunstancias en que Orduña pedía residencia a todos los municipales, y sin asistir a la sesión del 16 de agosto de 1529, en que tuvo lugar ese célebre juicio, Arias dio lo que le correspondía, y volvió a Uzpantlán a continuar la guerra.  Concluidos los 90 días que el Visitador había señalado para la conclusión de las diligencias,  Arias dejó al Capitán Pedro de Olmos al mando de las fuerzas y pasó a Guatemala, pidiendo se le restituyese en las funciones de Alcalde.  Al oír esto el terrible Orduña, se levantó de su asiento, tomó a Arias por la ropilla, lo ofendió de palabras y terminó por abofetearlo; de todo lo cual el Cabildo no dijo nada, contestando evasivamente cuando Arias se presentó a pedir justicia, y la restitución de la vara de Alcalde que le pertenecía legalmente.
13o.  Mientras esto sucedía en Guatemala, el Capitán Olmos hizo contra los de Uzpantlán una tentativa que le costó harto cara.  Contra la opinión de los oficiales de su pequeño ejército, atacó a los indios que estaban atrincherados en posiciones formidables.  Rechazado por éstos el asalto, los españoles se retiraron y cayeron en una emboscada que habían dispuesto los uzpantlecas, y que acabó con desordenarlos.  El Capitán Olmos salió herido, y muchos de los indios auxiliares fueron capturados y sacrificados a Exbalanque, especie de semidiós de los aborígenes.
14o. Debido al descalabro del Capitán Olmos, y a la ausencia de Gaspar Arias, que después de la ofensa inferida a su dignidad por Orduña, había desistido de volver a la campaña, el célebre Juez de Residencia dispuso organizar una expedición para someter a los rebeldes.
15o. Orduña nombró segundo Jefe de su expedición al Tesorero Francisco de Castellanos, hombre de valor y de pericia en las cosas de la guerra.  A son de trompeta fue proclamada la campaña, y se invitó para ella a cuantos quisieran incorporarse como expedicionarios; pero apenas pudo reunirse el corto número de cuarenta infantes, treinta y dos caballos, y cuatrocientos indios tlaxcaltecas y mexicanos.  Al mismo tiempo salía para los pueblos de Chiquimula otra expedición a someter a los facciosos que se habían levantado en armas, aprovechando las discordias de los españoles y las turbaciones ocasionadas por el gobierno del Visitador Orduña.
            16o.  A principios de febrero de 1530, salió de Guatemala la columna destinada contra los de Uzpantlán.  En mitad del camino, en Chichicastenango, se quedó Orduña, y ordenó a Castellanos abriera la campaña.  Orduña enfermó y tuvo que regresar a Guatemala, sin haber hecho nada por la pacificación, tocando de esta manera a Castellanos la gloria de haberlo hecho todo.
17o.  Castellanos continuó su marcha, pero en vez de ir directamente a Uzpantlán, tomó hacia Nebaj, cuyos habitantes, unidos a los de todos los pueblos comarcanos, tomaron las armas, y salieron en número de 4,000 hombres.  En el primer combate, Castellanos los batió, haciendo, con los pocos caballos de los españoles, el estrago acostumbrado en las masas indisciplinadas de los de Nebaj.  Avanzó sobre el pueblo, que encontró defendido por otro grupo de guerreros indios, al cual fue preciso desalojar tras una lucha heroica, que tuvo por final el incendio de la población por los auxiliares de Castellanos.  Ocupado Nebaj, y rendido el pueblo de Chahul, los españoles avanzaron sobre Uzpantlán.
18o.  El Tesorero Castellanos tomó con acierto las disposiciones militares  del caso, para sacar el mejor partido de la pequeña fuerza que mandaba, lo que, unido a la superioridad de las armas, al terror que inspiraban los caballos, y al prestigio misterioso que habían adquirido los extranjeros, hizo que ni el denuedo, ni el número con que luchaban los de Uzpantlán, en defensa de sus hogares, los libraran de la derrota: el campo quedó sembrado de cadáveres, y los que escaparon a la muerte, fueron herrados como esclavos.  El resultado de esta victoria fue la sumisión del señorío de Uzpantlán, y de muchas grandes provincias que de él dependían.
19o.  La expedición destinada a sojuzgar la provincia de Chiquimula, constaba de sesenta infantes, treinta caballos, y cuatrocientos indios auxiliares, bajo las órdenes de Hernando de Chaves y Pedro Amalín, jefes de reputación militar probada.  Se dirigieron hacia las ciudades pipiles, situadas a orillas de los afluentes superiores del Lempa, de las cuales, la más célebre era Mictlán.  Fuerzas numerosas de esta población salieron al encuentro de Chaves y Amalín, dando por resultado tres combates, en los que fueron deshechos los indios, y ocupada Mictlán.
20o.  Marcharon después los españoles hacia Esquipulas, corte de un cacique poderoso, el cual, desalentado por la derrota de los de Mictlán, y enemigo, además, de los horrores de la guerra, convino en recibir pacíficamente a los españoles, y en someterse a la Corona de Castilla, quedando con esta determinación sojuzgada la provincia de Chiquimula.
            21o. Chaves y Amalín siguieron hasta la gran ciudad de Copán, que estaba bien guarnecida y fortificada.  El Príncipe que gobernaba el país con el título de Galel,  respondió altivamente a las propuestas de paz hechas por los castellanos.  La ciudad parecía inexpugnable, pero un traidor les reveló que el foso que defendía una parte de la ciudad, no era profundo en toda su longitud.  Los sitiadores cargaron por aquel lado; y después de un combate desesperado y horrible ocuparon la parte principal de la población.  El Galel se refugió en los cuarteles del castillo de Citalá, llamó en su ayuda a los circunvecinos, pero después de algunos combates, gloria del valor indio, en que la fortuna dio siempre la espalda a la intrepidez del Galel, éste no tuvo más remedio que someterse a la autoridad del Rey de España.
22o.  Mientras esto sucedía, en Guatemala el Visitador y el Cabildo habían recibido la noticia de que el Capitán Martín Estete se había introducido con tropas al territorio de San Salvador, enviado por Pedrarias Dávila, quien pretextaba que aquel territorio pertenecía a Nicaragua.  Poco tiempo antes, el Visitador Orduña había enviado, de la villa de San Salvador, al Capitán Diego de Rojas,  para que tomando sesenta españoles y un cuerpo de indios auxiliares, fuese a reducir a sumisión algunos pueblos que estaban rebelados, allende el río Lempa.  Los insurrectos atacaron en el paso del río a las fuerzas de Rojas, pero éstas lograron pasar en canoas, y derrotar a los indígenas, hasta ponerles sitio en un peñón.  Ni los españoles se sentían fuertes para el asalto, ni los indios para evadirse, y en consecuencia se entabló un arreglo entre Rojas y los aborígenes.  Un indio, fiel a Rojas, declaró a este que el tal arreglo no era sino una trampa, pues el enemigo estaba acordado con los indios auxiliares de Rojas, para ultimar a este jefe, y a los españoles que lo acompañaban.  Rojas convocó a los caciques auxiliares, los obligó a declarar la verdad, y los ahorcó sin pérdida de tiempo.  En esto se ocupaba, cuando le anunciaron que una fuerza española venía en marcha, y se hallaba a dos jornadas.
            23o. Montó Rojas a caballo, y seguido de algunos infantes e indios auxiliares, se encontró con un cuerpo de ciento diez infantes y noventa jinetes, que al mando del Capitán Martín Estete, enviado de Nicaragua por Pedrarias Dávila, caminaba con rumbo a San Salvador.  Estete prendió a Rojas y a sus compañeros; y los indios al ver esto, huyeron a dar cuenta de lo ocurrido al resto de la fuerza, que contramarchó a San Salvador.  El Ayuntamiento comunicó el suceso al Cabildo de Guatemala, quien envió un comisionado al emisario de Pedrarias, para que libertara a Rojas y demás compañeros, y desocupara la provincia.  El Capitán Estete contestó con altivez, que no haría ni lo uno, ni lo otro; y sin mas, ocupó la villa de San Salvador, cuyo Ayuntamiento se negó  a recibirlo como gobernador, esperando auxilios de Guatemala.
            24o.  Vista la resistencia, el Capitán Estete desocupó a San Salvador, y fue a fundar en Perulapán otra población, que llamó la Ciudad de los Caballeros, y para la cual nombró alcaldes, regidores y oficiales de justicia.
25o.   Esta farsa no duró mucho tiempo.  En Guatemala se había recibido la negativa del invasor a desocupar el territorio, y el Visitador Orduña resolvió someter el asunto a la Audiencia de México.  El Ayuntamiento, indignado por la indiferencia de Orduña, lo requirió para que fuera a visitar los límites de su provincia.  Contestó que iría, si le acompañaban cien hombres; pero habiéndose presentado solamente sesenta, rehusó el viaje, y fue preciso nombrar al Capitán Francisco López, quien partió en marzo para San Salvador.  Apenas supo el invasor Estete la aproximación de las fuerzas de López, se retiró hacia San Miguel, llevándose a dos mil indios cuscatlecos para herrarlos como esclavos.  Antes de emprender la marcha, mandó  a ahorcar al Síndico del Ayuntamiento, que él mismo había creado, por el solo hecho de haberse opuesto a la salida de los indios.  Empezaron a desertársele muchos, llenos de disgusto y a pasarse a las filas del ejército de López, el cual dio alcance a Estete a doce leguas más allá del Lempa.  Dispuestos estaban ya para la batalla, cuando Estete comprendió la mala disposición de sus fuerzas, y desistió del combate, y con cuatro de sus esbirros se alejó con rumbo a Nicaragua.
            26o.  Los soldados de Estete, al encontrarse sin jefe, soltaron a Rojas y sus compañeros, pusieron en libertad a los indios, y se incorporaron al Capitán López.  Aquel triunfo obtenido por la gente de Guatemala hizo que los cuscatlecos se sometieran a la autoridad, enteramente sumisos y pacificados.      


1.¿Qué sucedió a Pedro de Alvarado al llegar de España? 2. ¿Qué hizo don  Jorge de Alvarado en su Gobierno? 3. ¿Qué se decía de los Alvarados, y de qué se quejaban contra ellos? 4. ¿Qué hicieron los quejosos? 5. ¿Cuál fue la proposición del Alcalde al Cabildo? 6. ¿Cuáles fueron las disposiciones dictadas por el Ayuntamiento? 7. ¿Qué objeto llevaba el Agente del Cabildo a México, y a quién se nombró? 8. ¿Cuál era el estado de las pasiones y rencillas? 9. ¿Quién era el alma de toda esta hostilidad? 10. ¿Qué hizo el Visitador Orduña con don Jorge de Alvarado? 11. ¿Qué hacían mientras tanto los indígenas? 12. ¿Con qué objeto salió Gaspar Arias de Guatemala, y qué le ocurrió después? 13. ¿Qué hizo el Capitán Olmos? 14. ¿Qué papel hizo Orduña en la pacificación? 15. ¿Qué sucedió a Orduña? 16. ¿Qué hizo el Tesorero Castellanos? 17. ¿Qué otras victorias ganó Castellanos? 18. ¿Cómo era la expedición contra Chiquimula, y quiénes eran sus jefes? ¿Hacia dónde le siguieron después los españoles? ¿Cómo fue la toma de Copán? 19. ¿Qué ocurrió entre Diego de Rojas y los indios? 20. ¿Qué hizo el Capitán Estete, y qué fue de Rojas? 21. ¿Qué aconteció a Estete en El Salvador? 22. ¿Duró mucho esta farsa? 23. ¿Qué hicieron los cuscatlecos? 24. ¿Qué hicieron los soldados de Estete al encontrarse sin jefe?

C A P I T U L O  VII
ULTIMOS AÑOS DEL GOBIERNO DE ALVARADO     
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            Regresa Alvarado a Guatemala-Preséntase al Cabildo, y toma posesión-Medidas que dicta-Hace residenciar a Orduña-Huye éste-Destituye al Cura Godinez, y lo sustituye con el Padre Marroquín-Abusos de los indios-El Primer Obispo de Guatemala-Preparativos de Alvarado para expedicionar-Se le prohíbe ir a países de otros conquistadores-Sale la expedición para el Perú-Arrebata dos navíos a Gabriel de Rojas-Desembarca en Puerto Viejo y se interna-Trabajos que pasa-Pérdidas que sufre-Se encuentra con Almagro-Dificultades y arreglo-Regresa sólo a Guatemala-Le procesa la Audiencia, y se escapa por Honduras para España-Regresa casado y con nuevos nombramientos y poderes-Organiza nueva expedición-Llega a Jalisco y hace compañía con el Virrey para nuevos descubrimientos al Occidente-Batalla contra los indios y muere.
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1o.  Por las cartas que el visitador Orduña y el Ayuntamiento de Guatemala dirigieron a la Audiencia de México, tuvo noticia don Pedro de Alvarado de la invasión de Estete, y de  las alteraciones ocurridas en su Gobernación.  Dispuso regresar sin pérdida de tiempo, y en efecto, llegó a Guatemala en los primeros días del mes de abril.  Enseguida se presentó al Cabildo, exhibiendo las provisiones expedidas por la real Audiencia de Nueva España, en las que estaba inserto el despacho de su nombramiento de Gobernador y Capitán General; y aunque los Concejales trataron de poner trabas y demoras a su reconocimiento, por fin se le reconoció y dio posesión de su alto cargo.  En la misma sesión eligió nuevos Alcaldes y restituyó la vara de Alguacil Mayor, con voto en el Cabildo, a la persona que había destituido Orduña.  Enseguida impuso perpetuo silencio a todas las personas que tuviesen cuestiones y desavenencias, bajo pena de muerte a cualquiera que las removieses, por escrito o de palabra, en juicio o fuera de él.  Previno igualmente, que ninguno de los individuos que habían obtenido nombramientos de Alcalde y de Regidores, en el año de 1529 y en el de 1530, ejerciesen tales cargos; debiéndose celebrar las sesiones con los Concejales que él mismo acababa de nombrar.  Esta medida justificada por las circunstancias, impidió el desborde de los odios en la naciente colonia, y contribuyó a calmar la excitación de los ánimos.
2o.  Había llegado la hora de las represalias, y el Síndico procurador de la ciudad presentó al Cabildo un memorial en que acusaba al Visitador Orduña de los abusos que había cometido en el ejercicio de su cargo.  “A unos, decía, había quitado los indios por fuerza; a otros tratado mal y afrentándolos con palabras feas y deshonestas; en algunos había puesto mano con ira y rigor, y a todos los agraviados, negado la reparación y justicia que le pidieron.”  Concluía el Síndico proponiendo a nombre de la ciudad, que se tomara residencia a Orduña, y que no se le permitiera ausentarse de la ciudad sin concluirla, o sin dar fianza suficiente. El Gobernador y el Cabildo decretaron de conformidad con el pedimento, y previnieron al Visitador que no saliera antes de concluirse el juicio, bajo pena de 30 mil pesos de oro.  De esta manera quedó convertido el juez de residencia, en residenciado de los mismos a quienes había ido a tomarla.  Orduña presentó escrito al Cabildo, en principios de mayo, proponiendo fiadores, y se le contestó que ocurriese ante el Gobernador.  Después según parece, logró escaparse bajo un disfraz, auxiliado por sus partidarios.
3o.   Alvarado se consideraba investido de plenos poderes para proveer a cuanto condujese al bien de la colonia.  Quitó, en consecuencia,  el cargo de Cura Párroco al Padre Juan Godínez, nombrado desde los primeros días de su llegada, y presentó al Cabildo para que lo subrogara, al Licenciado don Francisco Marroquín, eclesiástico que gozaba de buena fama por sus virtudes.  Enseguida, dedicó el Gobernador su atención a la colonización y a la conquista de los pueblos que aún no estaban sojuzgados.  Al efecto, mandó a su hermano Diego a fundar una ciudad en la provincia de Honduras, que dicen fue la de Olanchito; y a Luis de Moscoso a pacificar y fundar poblaciones más allá del Lempa.  Luego entró en inteligencias amistosas con los reyes cachiqueles, que andaban errantes en los montes, los agasajó y festejó espléndidamente, y logró atraerlos y sojuzgarlos.
4o.   Establecida la paz en la provincia de Guatemala, con las victorias obtenidas por los españoles, y con la sumisión de los reyes cachiqueles, no por eso mejoró la condición de los indios.  Alvarado daba el ejemplo del abuso, pues además del tributo que se hacía pagar, en oro y plata, por la numerosa población de las ciudades y pueblos de sus encomiendas, empleaba continuamente quinientos hombres, y otras tantas mujeres, en sus lavaderos de metales preciosos, y un número igual en los trabajos de la edificación de la ciudad.
            5o.    El Licenciado Marroquín, desde que comenzó a ejercer las funciones de Párroco de Guatemala, se convirtió en protector de los indios, a quienes procuraba atenuar, en la medida de sus fuerzas, los males de la conquista.  Estudió con tanto empeño las lenguas quiché y cachiquel, que a poco tiempo  pudo, no sólo hablarlas correctamente, sino enseñarlas a otros eclesiásticos encargados de la predicación.  Informado el Emperador del mérito y servicios del Padre Marroquín, lo nombró primer Obispo de Guatemala, en fin del año de 1533, expidiéndole el Papa Paulo III, las bulas de institución en el siguiente año; erigiendo en iglesia catedral la iglesia parroquial, y dando el patronato de ella a los Reyes de León y de Castilla.
6o.  Entre tanto don Pedro de Alvarado trabajaba sin descanso, preparando la expedición que estaba comprometido a armar, con el objeto de salir para el Océano Pacífico en busca de las famosas islas de la Especiería, objeto de vivo anhelo de parte del Rey y sus consejeros.  Hernán Cortés, que había hecho a la Corona el mismo ofrecimiento, propuso al Gobernador de Guatemala que formasen una compañía para llevar a cabo el proyecto; pero Alvarado no aceptó,  y entonces se le anticipó Cortés, quien envió dos navíos que fracasaron completamente.  Don Pedro carecía de buques, y tuvo que construirlos, para lo cual formó un astillero en la rada de Iztapa, en donde se trabajó activamente, procurándose al mismo tiempo despertar entre los colonos, y particularmente entre los militares, la idea de la expedición, halagando el espíritu aventurero y la codicia, con la seguridad de que se ganaría en la empresa tanta honra como provecho.   Pero llegaron enseguida noticias sensacionales de las riquezas del Perú, y de los brillantes hechos de Pizarro y Almagro, y esto cambió los propósitos de Alvarado, quien tentado de la codicia, declaró que determinaba ir al Perú.
7o.   Los oficiales de la Real Hacienda, enemigos de Alvarado  por la preponderancia que este tomaba sobre ellos, aprovecharon la ocasión para dirigirse al Rey de España y a la Audiencia de México, denunciando la expedición como ruinosa para los intereses de la colonia, al mismo tiempo que inconveniente para los intereses de la Corona, por la intervención desautorizada de don Pedro, en la conquista del Perú.  Alvarado tuvo noticia de lo que pasaba; pero no era hombre que desistiera de una determinación tomada, por embarazos de ningún género.  Continuó preparando su escuadra, y cuando ya tuvo construidos los buques, se dirigió al Rey dándole cuenta de tener listos ocho buques, 500 españoles armados de coraza, coseletes8 y cotas9; cien ballesteros, cien rodeleros, cincuenta escopeteros, otras tantas lanzas, y gran cantidad de espadas de dos manos, y que se pondría a la cabeza de la expedición para ir al Perú en auxilio de don Francisco Pizarro, dejando la provincia de Guatemala bien asegurada, sin que hubiera temor alguno de que durante su ausencia se turbara la tranquilidad.   Mientras tanto, recibió una orden de la Audiencia de México, por la que le prevenía desistiera de la expedición, contra la cual, además, se opuso el Obispo don Sebastián Ramírez quien ejercía en Guatemala las funciones de la Audiencia, y tomó a pecho el impedir la empresa de Alvarado; pero éste, aunque muy desazonado, suplicó de la disposición de la Audiencia de México, y continuó activamente sus preparativos, no siendo bastante a detenerlo ni aun la contestación del Rey de España, en la que le prevenía que no fuera al Perú, y que enviara su escuadra a las islas de la Especiería, o a descubrir alguna otra tierra que otro no hubiera descubierto. De esta última parte se valió don Pedro para frustrar el real mandato, diciendo que iría al Perú, a la provincia de Quito, que Pizarro aún no había conquistado. 
8o.  Terminados los preparativos, con sacrificio de multitud de indígenas, que fueron ocupados en trasladar pesados materiales, y numerosa artillería, de la costa de un mar, a la del otro, por caminos accidentados y estrechos, salió la expedición con su jefe, quien nombró antes Adelantado, Gobernador y Capitán General, durante su ausencia, a su hermano Jorge.  Al salir la expedición, en principios del año 1534, tuvo que llevar, de 700 hombres que estaban listos, tan sólo 500, que fueron los únicos que cupieron en los buques que llevaba, además, 227 caballos, y más de mil infelices indios auxiliares y de servicio arrancados de sus hogares contra su voluntad.  Fue aquella, según el decir de un escritor contemporáneo, la fuerza más formidable, y más bien equipada, que hasta entonces se había presentado en los mares del Sur.
9o.   Del Realejo o puerto de la Posesión de Nicaragua, escribió Alvarado al Castillo de Guatemala, con fecha 20 de enero de 1534, recomendando el auxilio y la obediencia a su hermano Jorge y protestando su cariño y buenos propósitos para sus gobernados.  Enseguida se hizo a la vela, y habiendo alcanzado a Gabriel de Rojas, que conducía dos buques armados con 200 hombres de Nicaragua para auxiliar a Pizarro, se apoderó de ellos sin escrúpulo alguno y aumentó su fuerza con aquella gente.  A mediados del siguiente mes de febrero, arribó la expedición al Cabo de San Francisco, y aunque Alvarado habría deseado pasar más allá de Chincha, donde tocaban los límites de la gobernación de Pizarro, la gente se manifestó más inclinada a ir a Quito, por lo cual ordenó el desembarco en Puerto Viejo, en donde organizó su ejército.  Enseguida previno al piloto Juan Fernández, que con una parte de la escuadra continuase  navegando por la costa del Perú, tomando posesión ante Escribano de los puertos que descubriese; mandó los demás buques a Panamá y a Nicaragua con encargo de llevarle más gente; y a continuación se internó con sus  tropas con dirección a Quito, cuyas riquezas codiciaba, tomando por guía a un indio que ofreció conducirlo. A poco llegaron los expedicionarios a una población de la provincia de Jipijapa, una de las primeras en que tocaban, y hallaron allí tal cantidad de joyas, esmeraldas, armas chapeadas de oro, morriones adornados con alhajas de gran precio, y otras tantas riquezas, que la llamaron por el nombre de Pueblo de Oro; pero era tan exagerada la idea que tenían del país, que todas aquellas riquezas les parecían pocas.
10o.   Pronto comenzaron los malos días.  En un lugar, que nombraron Las Golondrinas, por haberse visto en él muchas de estas aves, desapareció el indio que guiaba a los expedicionarios, dejándolos enteramente desorientados, y sin saber qué rumbo tomar.  Salió una descubierta y encontró dos poblaciones, llamadas Vacavi y Chionana, en las cuales se tomó una cantidad regular de víveres, que llegó muy a tiempo, y a unos cuantos indios; pero habiéndose descuidado con éstos, los hicieron cuartos los indios de Guatemala, y se los comieron.  No sabía Alvarado cómo continuar internándose por aquel suelo desconocido, por lo cual mandó otras dos comisiones, una por el Norte y otra por el Oriente, con piquetes de infantería y caballería, las que no tardaron en hallar poblaciones, cuya resistencia vencieron fácilmente, tomando algunos prisioneros que ofrecieron servir de guías para Quito.  El camino que llevaba Alvarado era fragoso, desconocido  y de muchos rodeos.   Largo sería enumerar las dificultades con que tropezó en su marcha, una de las más penosas que refiere la historia de la conquista, y cuyos detalles dolorosos se registran en la del Perú.   Luchas con los naturales a cada paso, hambre, sed y por último, el frío al llegar a las alturas, convirtieron a la lujosa expedición en una tropa de hombres extenuados por las penalidades.   Las palabras de aliento, y el valor que mostraba Alvarado animaban al ejército en su penosa marcha, a través de la Sierra, molestados por un viento muy frío, y por la nieve constante.   Los indios-dice un autor-lamentaban a gritos su desdicha, y muchos que se arrimaban a las peñas a descansar, morían helados: los españoles sufrían menos; pero algunos de ellos sucumbieron también en aquella lucha terrible con los elementos. Veíanse esparcidos por todas partes, vestidos, joyas, armas y cadáveres que devoraban las espesas bandas de cóndores, que revoloteando sobre las crestas de la montaña, seguían al ejército, ansiosas de repartirse sus fúnebres despojos.  Quince españoles, seis dragones, muchos negros y como dos mil indios perecieron en aquella desventurada sierra.   Al llegar al pueblo de Pasí, en tan lastimosa situación, Alvarado hizo pasar revista, y encontró que desde el desembarco había perdido 85 españoles, la mayor parte de los indios, y muchos caballos.  Siguió adelante la marcha, a través de pueblos, hasta llegar a uno de los grandes caminos de los incas, calzado con grandes piedras de sillería, en donde las dificultades fueron menores; pero habiendo encontrado huellas de herraduras impresas en la tierra, comprendió Alvarado que sus compatriotas se le habían adelantado en aquella región, lo cual no dejó de preocuparlo, receloso de una campaña con europeos.
     11o.   Mientras avanzaba el ejército guatemalteco para Quito, fue informado el Almirante Almagro, por Gabriel de Rojas que llegó antes que Alvarado, de la expedición de éste y de sus propósitos.  Almagro juntó 200 hombres y con éstos se puso en marcha al encuentro de Alvarado, con quien después de varios incidentes logró por fin avistarse en un pueblo situado a cinco leguas de Riobamba.   Cruzáronse comisionados y astutas manifestaciones, que de todo tenían, menos de leales.   Alvarado protestaba que no tenía intención de entrometerse en la conquista de Pizarro y que él se dirigía a tierras más al interior en donde no llegara la jurisdicción de aquel; Almagro, a su vez, lo felicitaba por su llegada, le manifestaba gran pena por lo que había sufrido en el paso de las sierras nevadas, aceptaba como leales sus protestas; pero le hacía insinuar que don Francisco Pizarro era Gobernador de la mayor parte de aquellos reinos y que por momentos aguardaba los reales despachos en que le encomendaban también el mando de las tierras situadas hacia el Oriente, que estaban fuera de su distrito.  Alvarado reprodujo a los emisarios de Almagro, que iba de camino para Riobamba, de donde enviaría su repuesta.  Agentes de Almagro seducían con promesas a los soldados de Alvarado, mientras los de éste hacían otro tanto en el campamento de Almagro, dando por resultado tal fuga y defección, que el indio intérprete de éste se presentó donde Alvarado y le dio cuenta del poco número de soldados que tenía su antagonista y de su situación; mientras el Secretario privado de Alvarado, Antonio Picado, se presentaba a Almagro, presentándoles iguales servicios.   Irritado don Pedro, dispuso avanzar con 400 hombres sobre Almagro; pero éste a pesar de la inferioridad de su fuerza, estaba resuelto a pelear hasta la muerte y cuando tuvo aviso de que se avistaba la descubierta del enemigo, le mandó hacer alto.  En esos momentos se presentó un emisario de Alvarado con un mensaje de éste, exigiendo la inmediata entrega de su Secretario Picado.  Almagro contestó que no lo entregaría, porque aquel hombre era libre de permanecer donde le acomodara.  Al mismo tiempo envió al Alcalde de la ciudad con un Escribano a que requiriese al  Adelantado de Guatemala, en nombre de Dios y del Rey, que no promoviese escándalos; que no violentara la justicia Real, ni entrara en la ciudad; que se volviera a su gobernación de Guatemala y dejara en paz la que el Rey había encomendado a don Francisco Pizarro; protestándole por los daños, muertes y destrucción de los naturales, que sobreviniesen.  Alvarado rechazó la protesta, contestó que él era Gobernador y Capitán por el Rey, que tenía comisión para descubrir por mar y tierra, que podía entrar en la parte del Perú donde no gobernase otro, y que si Almagro había poblado en Riobamba, no le haría perjuicio alguno, pues lo único que pedía era que, por su dinero se le proveyese de lo que necesitara.  Replicó a esto el Alcalde que si el Adelantado retrocedía una legua, podría entrarse con él en los arreglos que fuesen convenientes.  Alvarado reflexionó maduramente esta proposición, notando que su gente estaba poco dispuesta a la lucha con españoles, que  Almagro mostraba mucha entereza y que él había emprendido aquella jornada contra la orden del Rey y de la Audiencia de México, temió las consecuencias si apelaban a la fuerza y prefirió arreglarse.   Pasó don Pedro con unos pocos de los suyos a Riobamba y fue recibido por Almagro con mucha cortesía.   Después de varias proposiciones y de una larga discusión convinieron en que el Adelantado regresaría a Guatemala, dejando a Pizarro su escuadra y su ejército con todo el equipo y municiones que llevaba, mediante el pago de cien mil pesos oro.   Firmado y sellado el contrato,  Alvarado se excusó de la mejor manera con los suyos  y pasó enseguida con Almagro a visitar a Pizarro que venía del Cuzco.  Avistáronse los dos célebres jefes en la antigua ciudad de Pachacamac, y satisfecho Pizarro del arreglo lo ratificó, y recibió a don Pedro con mucha cortesía, disponiendo grandes fiestas en su honor.  Entregaron a Alvarado la suma convenida y le hicieron además, Pizarro y Almagro, un valioso presente de muchas joyas de gran precio.  Así terminó aquella atrevida expedición, diciendo Alvarado que la suma recibida no alcanzaba a cubrir sus gastos; y Almagro, por su parte, quejándose de que se habían pagado los buques y el armamento tres veces más de lo que valían.
12o.  Luego que la Audiencia de Nueva España tuvo noticia del regreso del Adelantado, dispuso enviar a tomarle residencia por medio de uno de sus mismos Ministros, el Licenciado Alonzo de Maldonado; pero a pesar de la reserva con que se procedió, Alvarado tuvo noticia del peligro que lo amenazaba y pretextando un suceso que hubo en aquellos días en Honduras, cuyos colonos le suplicaban que interviniera en su favor y en contra de las crueldades del Gobernador Cerezada, se ausentó de Guatemala y pasó a la provincia vecina, en donde Cerezada  abdicó de la Gobernación  en favor de don Pedro, quien fundó las villas de Gracias a Dios y San Pedro Sula, repartió las tierras entre los colonos y mandó llevar ganados y otras cosas de uso común para las nuevas poblaciones.
            13o.  Arregladas así las cosas de Honduras y constituido con tan poca ceremonia de Gobernador de una provincia que había sido  hasta entonces independiente de la de Guatemala, escribió al Ayuntamiento de esta, participándole su viaje para España, a donde iba con permiso que, según decía, le concedió el Virrey de México, y se hizo a la vela para la Metrópoli a principios de agosto de 1536.  En Guatemala, mientras tanto, gobernaba a nombre de la Audiencia de Nueva España, el Licenciado Maldonado.
            14o.   Don Pedro de Alvarado regresó de España por Puerto Caballos, no con la humildad del reo que iba a oír sentencia, sino con la altivez del vencedor.   Apenas hubo desembarcado dirigió  un oficio al Ayuntamiento de Guatemala, con fecha 4 de abril de 1539, anunciando su próximo regreso y el haber llegado a aquel puerto con tres naves gruesas y 300 arcabuceros y otra mucha gente.  Concluía su comunicación haciendo saber al Cabildo que se había casado con doña Beatriz, hermana de su primera esposa, y que traía con esta veinte doncellas hijas de gentiles y hombres.   Con el oro del Perú y con sus afinidades con la familia de la Cueva, don Pedro había conseguido en la Corte una gran importancia, a tal extremo, que no pudiendo vencer la dificultad del parentesco  para sus bodas con doña Beatriz, solicitó la dispensa del Papa por medio del propio Emperador Carlos V.
15o.   Luego que el Adelantado desembarcó en Puerto Caballos, destinó 200 de sus hombres a abrir un camino para la villa de San Pedro, tan ancho que podían pasar bien dos recuas de mulas en sentido opuesto.   Permaneció 26 días desembarcando su tren, el que hizo conducir en 34 mulas que trajo de Santo Domingo, y gastó 45 días más en el viaje hasta San Pedro.  Llegado a esta población se dirigió solo a la de Gracias, en donde se encontró con el Obispo Pedroza y otros caballeros que le rogaron escribiese al Gobernador Montejo para terminar las diferencias con éste.  Hízolo así Alvarado y esto dio lugar a que se principiaran los arreglos, los que, después de muchas dificultades y vacilaciones por parte de Montejo, vinieron a concluir por un convenio, en virtud del cual desistía de la Gobernación de Honduras en favor de don Pedro, mediante la cesión que éste le hacía de la Chiapas, de la encomienda de Suchimilcó en Nueva España y del compromiso que contrajo de pagar dos mil pesos que Montejo debía a algunas personas.  Quedó este arreglo sujeto a la aprobación Real y ambos se dirigieron al Rey con tal objetivo; pero Montejo lo hizo en sentido contrario, quejándose de haber sido violentado, y suplicando al Rey no apruebe el convenio, y castigue al Adelantado.-   El Rey, no obstante, sancionó aquel arreglo y la gobernación de Honduras quedó por entonces unida a la de Guatemala.
16o.    Arreglados los asuntos de Honduras a satisfacción de Alvarado, continuó éste su marcha para Guatemala, a donde llegó el 15 de septiembre de 1539.  Al día siguiente, concurrió a la sesión del Cabildo, para presentar los despachos de su nombramiento, los que después de discutidos, fueron declarados bastantes; y en consecuencia se le reconoció como Gobernador y Capitán General.  Amigos y enemigos, alentados por la amabilidad del Adelantado, rivalizaron en el empeño de solemnizar la posesión con públicos festejos. Pasados éstos, pues duraron algunos días, volvió nuevamente Alvarado a dedicarse con actividad a la construcción de la nueva armada para la ofrecida expedición a la Especiería.  Trece navíos de buen porte se construyeron en Acajutla, trayendo el hierro desde Veracruz, y con un costo cinco veces mayor de lo que pudieran tener en Sevilla.  No bastó el oro que trajo del Perú, ni el oro que le sacaban de las minas, ni los tributos de sus pueblos, ni lo que le prestaron sus deudos y amigos, para aquella gran expedición: tuvo todavía que adeudarse tomando fiados muchos artículos a los comerciantes.
            17o.    Concluida la armada,  terminados los preparativos para la expedición, se presentó Alvarado ante el Ayuntamiento, el 19 de mayo de 1540, y manifestó que estando próximo su viaje, en virtud de capitulaciones celebradas con el Rey, y no sabiendo cuándo podría regresar, nombraba Teniente de Gobernador y Capitán General, en su ausencia, al Licenciado don Francisco de la Cueva.  Enseguida, y por la vía de tierra, dirigiose Alvarado al puerto de Acajutla, en donde le esperaba la  flota empavesada y vestida de gala.  El Adelantado ocupó la nave capitana, llamada “Santiago” y se hizo a la vela en los primeros días de junio de 1540.  Su fuerza expedicionaria constaba de 350 soldados, entre ellos 200 de caballería, y además un número considerable de indios de servicio, capitaneados por jefes indígenas navegando  con rumbo al Poniente llegó la flota al puerto de la Purificación, en la Provincia de Jalisco, donde se detuvo con el objeto de hacer nueva provisión de agua  y de víveres frescos.
18o.   El Virrey de Nueva España, don Antonio de Mendoza, se ocupaba también, en virtud de capitulaciones con el Rey, en procurar descubrimientos por el lado de Occidente; pero cuando llegó Alvarado tenía entre manos el proyecto de descubrir y conquistar las siete ciudades de Cibola, creación fantástica de los sabios de aquel tiempo, y en donde suponían que existía la mayor riqueza de la tierra.  Concibió el pensamiento de proponer a Alvarado formar una compañía, y que la expedición fuese a Cibola, en donde se esperaban más prontos y mayores provechos.  Dos comisionados pasaron al Puerto de la Purificación con plenos poderes, a proponer el convenio a don Pedro de Alvarado; pero nada pudo concluirse y fue preciso que el Virrey pasara personalmente a la costa de Jalisco a conferenciar. Reuniéndose en un pueblo llamado Tripitio, según unos, Chirivito, según otros, concurriendo además el Obispo Marroquín, de Guatemala, y el Oidor Maldonado, de México, el mismo que acababa de ser Juez de residencia de Alvarado.  Allí se redactó el contrato de compañía por 20 años, trasmitiéndose las obligaciones y derechos de ambos contratantes a sus herederos y sucesores respectivos, en caso de muerte de algunos de ellos.  Pactaban la cuota de gastos y de utilidades y los demás detalles sustanciales de la negociación siendo todo redactado por dos escribanos, y firmaron y juraron como caballeros, el Virrey y el Adelantado, puesta la mano sobre la cruz de la Orden de Santiago, a que ambos pertenecían; suscribiendo como testigos el Obispo Marroquín, el Oidor Maldonado, el Veedor de Nueva España, Peralminder Chirinos, don Luis de Castilla, y otros tres sujetos principales de México, el 29 de noviembre de 1540.
19o.   Ajustado el convenio el Virrey y el Adelantado se dirigieron a México a arreglar algunos puntos relacionados con la compañía, lo cual ocupó a Alvarado hasta fin de mayo del año siguiente (1541).  En los primeros días de junio llegó Alvarado a la costa de Jalisco, de regreso de México, para emprender la expedición en busca de las imaginarias siete ciudades; pero sucedió que por aquellos días se alzaron los indios de la Nueva Galicia, y que el Gobernador interino Cristóbal de Oñate no pudo sostener el choque; y encontrándose imposibilitado para reducir con su escasa fuerza a los insurrectos, que le amenazaban en número de diez mil, envió a pedir auxilio a Alvarado, y éste se apresuró a dárselo.  Desembarcó parte de su fuerza de infantería y caballería, y con ella marchó en busca del enemigo,  con el que se enfrentó el 24 de junio, después de ocho o nueve días de camino.  El ataque fue heroico; pero los indios tenían una fortificación formada por siete albarradas, o trincheras de piedra, que no presentaba punto alguno descubierto y se defendían con tal bravura y habilidad, que viéndose Alvarado  próximo a ser copado, emprendió una famosa retirada, en la cual llevó constantemente el puesto de mayor peligro.  Caminó así por espacio de tres leguas, por un sendero pantanoso, rodeado del tenaz enemigo, hasta que habiendo llegado a terreno sólido, pudo operar con la caballería, rehacer la infantería, y con ambas unidas, poner a raya a sus perseguidores.  Había pasado el peligro, y el Adelantado veía en salvo a su pequeño ejército, cuando pasó de fuga un Escribano de apellido Montoya, que peleaba como soldado de caballería, en un caballo cansado, al cual espoleaba sin compasión, haciéndolo subir de carrera a una cuesta empinada.  Alvarado que caminaba todavía a pie, advirtió el terror pánico del Escribano y le dijo sonriendo: “Sosiéguese Montoya, que los indios parece nos han dejado”; pero el pobre hombre sin atender a la voz de su jefe, siguió aguijando el caballo, hasta que éste, no pudiendo más, cayó, y rodando por la cuesta abajo, se llevó de encuentro al Adelantado, que embarazado con su pesada armadura, no pudo evitar el golpe, quedando todo contuso, y sin poderse mover.  Acudieron a su socorro los capitanes y soldados; y como los indios advirtieron que los españoles se detenían, volvieron a la carga con nuevo furor.  “No es bien que los indios conozcan mi peligro”, dijo don Pedro, y haciendo que le quitaran la armadura, mandó a uno de los capitanes que se la pusiera, y le entregó el bastón.  Colocado sobre un pavés10, fue llevado a Guadalajara, en donde se le administraron los sacramentos y testó, ordenando que se le enterrara solemnemente en la iglesia de Santo domingo, de México, y haciendo la distribución de sus bienes, de los cuales instituyó por universal heredera a su esposa doña Beatriz.  Expiró el 29 de junio, según el cronista Jiménez, o el 4 de julio según Remesal; y su cadáver fue sepultado provisionalmente en la iglesia parroquial del pueblo, debajo del púlpito; después se le trasladó a Tiripitio, y más tarde, a la iglesia de Santo Domingo, de México.  Murió Alvarado cuando su obra de conquista estaba terminada, pues había sometido la mayor parte de la provincia que comprendía entonces lo que es hoy la república de Guatemala, el territorio de la de El Salvador, el de los Estados Mexicanos de Soconusco y Chiapas, y la provincia de Honduras, que recientemente le había sido adjudicada, por su arreglo con Montejo.               


CUESTIONARIO

1. ¿Por qué  regresó Alvarado de México, y qué hizo en Guatemala? 2. ¿Qué le sucedió a Orduña, y cómo escapó? 3. ¿Cómo procedió Alvarado con el Cura y con los reyes Cachiqueles? 4. ¿Qué abusos se cometían con los indios? 5. ¿Cuándo fue nombrado y quién fue el primer Obispo de Guatemala? 6. ¿En dónde preparaba su expedición Alvarado y en qué consistía? 7. ¿Qué ocurrió a Alvarado con la Audiencia de México y con el Rey de España? 8. ¿Cuándo salió la expedición y cómo estaba organizada? 9. ¿A dónde llegó la expedición, y qué ordenó Alvarado? 10. ¿Cuáles fueron los malos días de la expedición, y cuáles los sufrimientos de los expedicionarios? 11. ¿Qué pasó con el Almirante Almagro? 12. ¿Qué le pasó a Almagro en su regreso a Guatemala, y qué hizo en Honduras? 13. ¿Para dónde y cómo se fue después Alvarado? 14. ¿Cómo regresó Alvarado de España? 15. ¿Por dónde y cómo regresó Alvarado a Guatemala, y qué hizo antes en Honduras? 16. ¿Qué hizo Alvarado a su regreso a la capital? 17. ¿Cuándo y cómo salió la segunda expedición?  18. ¿Qué propuso el Virrey de Nueva España y en qué convino Alvarado? 19. ¿Qué pasó después y cómo terminó Alvarado?


CAPITULO VIII

BARTOLOME DE LAS CASAS

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Paréntesis obligado-Fray Bartolomé de las Casas-La gran hecatombe en su apogeo-Del clero corrompido que venía a América, surge la más levantada figura-Sublime tarea que se impone el Padre de las Casas-Le sigue mucha parte de ese clero-Nacimiento y primeros años de Bartolomé de las Casas-Sus viajes a América-Renuncia las encomiendas, y se consagra a la redención de los indios-Su primer viaje a España-Es nombrado Protector de los indios-Su segundo viaje a España-Sus dificultades con los favoritos de Carlos V-Con la esclavitud africana en América salva de la esclavitud a otra raza-Lo que dicen sus enemigos-Injusticia del cargo-Continúa sus luchas-Vence al sabio Sepúlveda-Cargado de años y pesadumbres se retira a Valladolid, y muere-La esclavitud africana se aumenta-Crueldad con los esclavos.
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1o.   Hemos llegado a un punto de nuestra relación, en que se hace necesario un paréntesis, para hablar de un personaje que apareció en esos años entre nosotros, y cuyo nombre universalmente respetado se destaca puro y luminoso del fondo oscuro de las crueldades de la conquista americana.
2o.   Nos referimos a Fray Bartolomé de Las Casas, a quien la posteridad ha bautizado con el sobrenombre de Apóstol de las Indias, y que por muchos años hizo sentir su mano bienhechora desde Nicaragua a Chiapas, dejando en todas partes el recuerdo de su amor y sus virtudes.  No tuvo España, en aquel entonces, figura más grande, simpática y noble que la del Padre Las Casas, a quien los hijos del Nuevo Mundo le debemos, sin duda alguna, nuestra libertad, y lo que actualmente somos.  Su filantropía, que hace horizonte en los anales del siglo XVI, se destaca en todas partes de nuestro continente, como la del ángel de la guarda de una raza noble y virtuosa, condenada a la esclavitud y al exterminio por las circunstancias y preocupaciones de la época.  Pero fue aquí, en Centroamérica, entonces Reino de Guatemala, en donde luchó más, en donde la medida de sus sufrimientos llegó a su colmo, en donde su colosal figura brilló con fulgores divinos, y por eso le dedicamos Capítulo especial.
            3o.   La gran hecatombe de la conquista americana se hallaba en su apogeo.  Los naturales despojados de lo que les pertenecía por posesión no interrumpida de siglos, cazados como fieras cuando huían, muertos antojadizamente o reducidos a odiosa esclavitud, viendo a sus mujeres y a sus hijos arrebatados; tuvieron que apurar hasta las heces la copa de sus amarguras, cuando llegó un día en que se les declaró excluidos de la raza humana y en que menos considerados que los animales del campo, se prefirió en Nicaragua cortar la cabeza de uno de ellos, antes que romper la miserable argolla de hierro con que se le sujetaba del cuello a una cadena, con la que iba unido a otros cuantos infelices que conducía Martín Estete para las minas del Cabo Gracias a Dios, en el año de 1559.
4o.  Cuando el torrente de las malas pasiones parecía desatado contra los pobres indios, cuando todo era oscuridad y sangre para ellos, de las filas del clero codicioso  y desalmado que venía a la América, surgió la noble y simpática figura de Fray Bartolomé de las Casas, proclamando los fueros de la humanidad ultrajada en las personas de tantos desgraciados, y rehabilitando ante el mundo y la historia el nombre castellano, tan en mala hora comprometido por los aventureros de la conquista.
5o.   Inspirado por el sentimiento divino de la caridad, el Padre Las Casas se levantó sobre los vicios y preocupaciones de su época, y llevado de ardiente fe, impulsado por santo celo, se multiplicó digámoslo así, e hizo esfuerzos extraordinarios, que la posteridad ha consignado con gratitud en las páginas de la historia, y que en su tiempo produjeron saludable reacción en favor de la raza condenada al exterminio.   En el Capitolio de Washington, al lado de la de Lincoln, el libertador de la raza en Norte América, ha sido colocada, por disposición del gran pueblo americano, la estatua de Fray Bartolomé de Las Casas; pensando con justicia, que su radiante figura eclipsa, en el Nuevo Mundo, hasta la de Cristóbal Colón, en cuyo pecho halló también cabida el interés particular.  Y cosa rara: en España, la cuna del gran filántropo, no se oyen con agrado por la mayoría del pueblo, los elogios del Padre Las Casas, a quien suponen denigrador de su propio país; ignorando que es justamente ese virtuoso varón, quien ha reconciliado a los americanos, con los peninsulares, y que fue también él quien vino a demostrar que la hidalga y nobilísima Nación de los caballeros andantes, y de las lides con los árabes, no aprobaba en América las crueldades y barbarie de la soldadesca conquistadora.
6o.   Mucha parte del clero egoísta del Nuevo Mundo, despertado por la tonante voz del Padre Las Casas, corrió presurosa tras él a enrolarse voluntariamente en las filas del filantrópico ejército que así atravesaba los mares embravecidos, como las más desiertas y lejana tierras, cuando se trataba de disputar a la codicia conquistadora los restos sobrevivientes de los desgraciados indios.
7o.   Bartolomé de Las Casas nació en Sevilla, el año de 1474.  Hizo sus estudios en la famosa Universidad de Salamanca, y enseguida, en 1502, acompañó a América a don Nicolás Obando, gobernador de Santo Domingo.  Vuelto a España, se ordenó de sacerdote, en 1510, y el año siguiente, pasó a Cuba con el gobernador don Diego Velázquez, a quien sirvió de Consejero, y le acompañó en todas sus correrías, por lo cual le recompensó con una buena parte del repartimiento que se hizo de los indios.  El joven sacerdote, que como sus demás compañeros, había venido al Nuevo Mundo en pos de riquezas, aceptó gustoso la encomienda, e hizo sociedad con un tal Rentería, logrando buenos negocios.  Así las cosas, y hallándose todavía en Cuba, salió en comisión con Pánfilo Narváez a apaciguar algunos pueblos que se habían sublevado; pero cuando presenció los abusos y crueldades de los conquistadores, su alma generosa se interesó por las víctimas, y se inflamó en aquel fuego de sublime caridad en que se mantuvo por más de sesenta años. A continuación (1541) convino con Rentería en abandonar las encomiendas para consagrarse única y exclusivamente a proteger y favorecer a los indios.  Rentería se queda en Cuba, y el Padre Las Casas pasó a Santo Domingo, en viaje para España.  Desde aquel día, atacó con vehemencia el sistema de repartimientos, expresándose en público y en privado sin ninguna reserva contra empleados y particulares, y llevando por esto la odiosidad profunda de los conquistadores.
 8o.   Fray Bartolomé llegó a España, pero a pocos días falleció el Rey don Fernando, y tuvo que entenderse con el Cardenal Regente, Fray Francisco Jiménez de Cisneros, que escuchó con atención sus quejas.  Estas le ocasionaron su primer disputa en la Corte, con varios que se sintieron lastimados en sus intereses, y que lo acusaban de exagerado; pero por fin triunfó, y obtuvo entonces el nombramiento de tres religiosos de la Orden San Jerónimo, para que vinieran a Santo Domingo, a procurar la terminación  de los abusos.  También obtuvo para sí el título oficial de Protector de los Indios, con la dotación de cien pesos anuales.  El Protector se trasladó enseguida a Santo Domingo, a donde llegó, durante el año de 1517, acompañado de los tres comisionados; pero éstos correspondieron mal a su misión, y Fray Bartolomé tuvo que regresar a Castilla, a exponer de nuevo sus quejas.
             9o.   Reinaba en España el joven Carlos V de Alemania, quien había dejado el Reino en manos de favoritos flamencos, que solo entendían el lenguaje de la conveniencia.  A ellos tuvo que dirigirse el abnegado Protector, sin ningún éxito al principio, porque Fray Bartolomé no entendía de especulaciones, ni hablaba otro lenguaje que el de la caridad.  Atribulado, desesperado ya de salvar de la esclavitud a la noble raza, objeto de su simpatía, se le ocurrió proponer como un recurso extremo, que se aumentara el número de los colonos españoles, y que para evitar el exterminio de los indios, se introdujeses a América esclavos negros que ayudaran en las faenas de la industria.  La proposición fue aceptada, y de esta  manera se suspendió la amenaza de esclavitud para los indios.
 10o.   Los enemigos del Padre Las Casas, lo habían acusado de inconsecuente, diciendo que él fue quien trajo a América la esclavitud africana, tan inicua como la que trataba de evitar; y aunque él se acusó más tarde de ese error, justificándolo con la necesidad de salvar de la esclavitud a otra raza, hay que decir que no fue el Padre Las Casas quien introdujo la esclavitud africana al Nuevo Mundo.  En 1511, seis años antes de la proposición del Protector de los Indios, los españoles obtuvieron una cédula del Monarca, en virtud de la cual se les autorizaba para llevar a las Islas a algunos negros de Guinea, porque según decía, un negro hace más trabajo que cuatro indios.   En 1512 y 1513, se expidieron también órdenes con igual objeto, a consecuencia de reclamaciones hechas por los monjes de San Francisco, con motivo de la estrechez, penuria y grandes trabajos que sufrían los indios, y finalmente, según el  testimonio de Zúñiga, desde muy antes de la conquista se conocía la esclavitud en España, desde luego que la ciudad de Sevilla enviaba sus naves a las costas africanas, para traer esclavos y robar moros de paz con los cuales se hacía comercio.  La idea de la esclavitud existía en el viejo Continente y se hallaba de acuerdo con la historia, el derecho, la costumbre y el fanatismo religioso de aquellos tiempos.  Lo que hizo el Protector de los Indios fue, cuando más tarde, darle mayor impulso, llevado, no por idea de sustituir una esclavitud con otra, como se ha pretendido, sino por la de dar algún reposo a los indios.
11o.   A fines de 1517, volvió el Padre Las Casas a Santo Domingo.   Los frailes Jerónimos regresaban a España, y no habiendo mejorado en nada la condición de sus protegidos, emprendió nuevo viaje a España. decidido a continuar defendiendo ante el Monarca la causa de los indios.  En su tercer viaje tuvo ya que luchar con altas dignidades eclesiásticas.  El Obispo del Darién, don Juan de Quevedo, hacía también viaje extraordinario para pedir al Rey, en nombre de mucha parte del clero, la esclavitud americana, fundándose en que siendo la idolatría, patrimonio del diablo, los idólatras debían serlo de los cristianos.  Carlos V citó a ambos contendientes para una conferencia pública en la Corte, a su presencia, y a la del Consejo.  Habló largamente el Obispo, demostrando su inhumana teoría; pero el Protector le contestó con elocuencia tan conmovedora y persuasiva, que lo venció y obtuvo del Monarca el permiso que solicitaba para ensayar en determinado punto, la colonización pacífica y libre, recibiendo hombres y recursos para poner en práctica su  filantrópico proyecto, que desgraciadamente fracasó.  Desazonado y afligido, se retiró al Convento de los Dominicos, en Santo Domingo, cuyo hábito tomó, en 1523.  Continuó entonces sus trabajos apostólicos, con el mismo celo, escribiendo en los momentos de reposo, su célebre y voluminosa Historia General de las Indias.
12o.   En 1530, encontramos a Fray Bartolomé en el Perú, disputando los indios a Pizarro y Almagro; en 1534, en Nicaragua, oponiéndose a las arbitrariedades de Rodrigo de Contreras; llega después a Guatemala, a Chiapas,  a España, a todas partes en que era necesaria su presencia.  Jura salvar de la esclavitud a sus protegidos.  El Doctor Sepúlveda publica una obra contra los indios, y el Padre Las Casas escribe otra rebatiéndolo.  El Emperador ordena entonces una conferencia pública en Valladolid, ante teólogos y jurisconsultos notables, y el Protector concurre a ella y vence a su sabio adversario.  La actividad y celo del Padre Las Casas nunca menguaron: catorce veces atravesó el Atlántico en frágiles naves, desafiando tempestades y peligros; millares de ocasiones hizo renovar la voz de su elocuencia en la tribuna; escribió libros y folletos, en latín y en español, compuso poemas religiosos en las lenguas americanas, y casi no hay episodio en la conquista, en que no se le vea interviniendo en favor de la raza perseguida.  Las Casas renunció el Obispado de Cuzco y aceptó más tarde el de Chiapas, entre nosotros por amor a los indios, y por último  doblegado por los años y repleto de amarguras, renunció también la mitra, y regresó a España, en donde falleció en 1556, a los noventa y dos años de edad.  La raza americana le debe su libertad.  Sin él la historia del Nuevo Mundo sería otra, y los hispanoamericanos quizá  tendríamos ante el mundo el mismo valor que hoy tienen los negros y mulatos del Sur de los Estados Unidos, de Jamaica y de otros lugares.
13o.  Alumbrada la mente del codicioso Carlos V, y teniendo como siempre necesidad de dinero, vendió a los flamencos el privilegio de enviar negros a las colonias españolas, cuyo privilegio fue traspasado a los genoveses, por veinticinco mil ducados.  En 1532, recobraron los españoles el monopolio cedido a los flamencos; pero Felipe II  lo cedió en 1580 a otra compañía genovesa, que realizó grandes ganancias; Felipe V  lo concedió por doce años a los franceses, y la Gran Bretaña, en la paz de Utrech, reclamó ese mismo monopolio, por 30 años.
14o.  La esclavitud africana tomó grande incremento en los mercados de América, entre los cuales ocupó buen lugar el nuestro.  Los infelices negros, vendidos a los europeos por sus propios jefes y reyezuelos, eran atados en cuerdas y conducidos a la costa, llevando un palo que cargaban en el hombro del que iba adelante e impedía que el de atrás se le acercase.  Después se les encajonaba en buques construidos expresamente, y que levaban el ancla tan luego soplaba buena brisa.  Desnudos completamente, hambrientos, revueltos y amontonados en el fondo de una cala11, donde ni siquiera se les concedía el aire que necesitaba su pobre mísera existencia, llegaban así al Ecuador, cuyas latitudes agravaban su situación,  proporcionándoles toda clase de enfermedades, de las que gran parte, concluía con la muerte.  A veces, falto el buque de provisiones, sobreviniendo la calma, y no teniendo de que alimentarse, se les arrojaba al mar; otras arreciando la tempestad, y queriendo alijar el cargamento, los tomaban por docenas y los echaban vivo al fondo de los mares; y otras, en fin, sobrevenían las viruelas, que se anticipaban a la crueldad del europeo, enviándoles una terrible y triste muerte.  Los que llegaban convertidos en vacilantes esqueletos, eran bien alimentados, y cuando presentaban buen aspecto, se les rapaba y sellaba, y se vendían en los mercados, como cualquier otro objeto.  Los colonos, cuyos sentimientos de piedad hemos tenido ya tiempo de conocer en su trato con los indios, dueños y señores de la vida de sus esclavos, los trabajaban día y noche, y los trataban como les parecía, sin que hubiera nadie que se interesara por ellos.  La estadística moderna ha calculado, que en un solo siglo se arrebataron a las costas de África, quince millones de esclavos.
CUESTIONARIO
1. ¿Por qué se hace necesario un paréntesis en esta relación histórica? 2. ¿A quién y por qué nos referimos? 3. ¿Qué pasaba con la raza conquistada? Cuándo apareció el Padre Las Casas?  4. ¿Cuál fue la obra que llevó a cabo? 5. ¿Qué hizo mucha parte del clero de América? 6. ¿Cuál fue la historia del Padre Las Casas? 7. ¿Qué le pasó cuando llegó a España? 8. ¿Quién reinaba en España y cómo hizo Las Casas para entenderse con los favoritos? 9. ¿Por qué censuran al Padre Las Casas sus enemigos? 10. ¿Qué le pasó al Padre Las Casas en su tercer viaje a España? 11. ¿Cómo pasaron los últimos años del Padre Las Casas y cómo murió? 12. ¿Cómo desarrolló Carlos V la esclavitud en América? 13. ¿Cuál es la historia de esa esclavitud?




C A P I T U L O  IX
SITUACION DE LAS PROVINCIAS
1529-1545
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Acerbas cuestiones de los conquistadores-Pedrarias Dávila disputa con el Alcalde Mayor Castañeda-Destituye a éste-Muere Pedrarias-Le sucede Castañeda-Su mala administración da lugar a que pidan los colonos al Rey un Juez de residencia-Don Diego Álvarez de Osorio toma posesión del Obispado de León-Su carácter y afinidades con el Padre Las Casas-El Alcalde pide al Rey un Juez de Residencia para Castañeda, quien se ausenta dejando un procurador-Gabriel de Rojas construye dos buques en el Realejo, que le arrebata don Pedro de Alvarado-Atiende el Rey la exposición del Cabildo y vecinos de Granada y nombra a Rodrigo de Contreras gobernador en propiedad de la provincia de Nicaragua-Primeros actos del nuevo gobernador y disputas con el Padre Las Casas-Se va éste a Castilla-Expedición al Desaguadero- Quéjase Contreras al Gobernador de Guatemala y solicita el restablecimiento de una Audiencia-Nombra el Rey una para Panamá, Nicaragua y otros lugares-Fray Blas del Castillo baja al fondo del volcán Masaya-Aparece Hernán Sánchez de Badajoz en la Costa Norte de Costa Rica, y Contreras lo vence y aprisiona-Establécese la Audiencia de los Confines-Separación de Contreras-Se va para España-Lo desahucia el Consejo de Indias.
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1o.   Mientras en Guatemala se afirmaba la tranquilidad con el gobierno de Alvarado, se sometían los naturales a la dominación extraña, y se apaciguaban los ánimos de los españoles, en Nicaragua y Honduras, las cuestiones de los conquistadores se hacían  más acerbas.
2o.   Pedrarias Dávila, gobernador de Nicaragua, llevado de su carácter inquieto y díscolo, no permitía que la provincia  gozara de quietud, porque o bien promovía dificultades con las vecinas, o bien fomentaba la discordia interior.-  Residía en la ciudad de Granada, de la misma provincia, con el cargo de Alcalde Mayor, el Licenciado Francisco de Castañeda, y Pedrarias, que no quería compartir con persona alguna el ejercicio de la autoridad, no solamente lo veía con disgusto, sino que para removerlo solicitó del Rey más autoridad, que le fue negada.
3o.  Durante una elección de alcaldes y regidores, en la ciudad de León, Pedrarias tuvo pendencia con el Alcalde Mayor Castañeda, por haberse opuesto a que aquel diera tales empleos a dependientes suyos, alegando estar autorizado por el Rey.  Suscitose algún alboroto entre los parciales de ambos funcionarios, y llevando el caso a la Corte, las influencias de Pedrarias inclinaron el caso a su favor, separándose a Castañeda, a quien se indemnizó con el empleo de Contador, que tenía solicitado desde 1529, y que entró a servir desde luego, concediéndose al gobernador Pedrarias, que pudiera disponer de la vara de Alguacil Mayor, en favor de sus herederos.  Pedrarias pidió después permiso por dos años, y se disponía a pasar a Castilla, cuando lo sorprendió la muerte, el 6 de marzo de 1531, a la avanzada edad de cerca  de 90 años.  Pedrarias, notable por sus crueldades, fue, sin embargo, el que introdujo en Nicaragua crías de ganado vacuno, caballares, asnales y porcinos.  Introdujo también crías de gallinas, y el cultivo de la caña de azúcar, que trajo de las Antillas.
4o.  Tan luego murió Pedrarias, se presentó el Licenciado Castañeda, reclamando la gobernación de la provincia, en concepto de Contador y para mientras el Rey la proveía en propiedad; y tanto intrigó y tantas promesas hizo, que los individuos del Ayuntamiento de León, se avinieron a reconocerle como Gobernador.  Pero tan luego hubo logrado su objetivo (marzo de 1531), Castañeda, siguiendo el ejemplo de su antecesor, se mostró tan déspota y rapaz como aquel.  Encontró, muy luego, la manera de adjudicarse  grandes encomiendas, y de distribuir muchas otras a su antojo.  Convocaba el Cabildo de tarde en tarde, pero en su propia casa, y sin concederle libertad para las votaciones, ni para discutir.  Cuando una persona se quejaba de sus injusticias, la hacía meter en la cárcel por demagoga, y hostilizaba con el mayor descaro a los que le negaban dinero que les pedía, o le rehusaban algún servicio.  Todo esto dio lugar a que los miembros del Ayuntamiento se reunieran secretamente, y escribieran al Rey, informándole de todo, y pidiéndole un Juez de Residencia para que tomase cuentas a Castañeda.- Mientras tanto, los infelices indios, que durante la administración de Pedrarias parecían haber tocado la meta del sufrimiento, iban de mal en peor  cada día.
5o.   En el año de 1523 tomó posesión del Obispado de León, el Presbítero don Diego Álvarez de Osorno.  El nuevo Prelado erigió en ese mismo año, en iglesia catedral, el templo de la Asunción, de la propia ciudad de León, fundándose en la autoridad que para hacerlo le daba una Bula romana de reciente  data.  El Obispo tenía un carácter apático; pero perteneció al núcleo de clérigos que seguía al Padre Las Casas en sus trabajos en favor de los indios.  El Padre Las Casas se hallaba justamente en León, en esos días, y fue instado vivamente por el Prelado para que fundara un convento de dominicos, con el objeto, entre otras cosas, de poder hacer algo más en favor de la causa de los indios de la localidad, quienes se hallaban reducidos a peor condición que los del resto del Reino.  La ardiente caridad del Padre Las Casas no podía negarse a tal demanda, por lo que con cuatro religiosos dominicos que le acompañaban, procedió a fundar en León el convento de San Pablo.
            6o.   El Cabildo de León dirigió al Rey, en 1535, una larga exposición, que suscribieron los sujetos más caracterizados de la colonia, en la que manifestaba la necesidad de que fuera enviado, cuanto antes, un Juez de Residencia, a tomar cuentas al gobernador y a los Oficiales, sobre la manera en que ejercían la autoridad que les estaba confiada.  Asegurábase que los españoles abandonaban constantemente el país,  por la mala administración,  y se trasladaban al Perú, cuyas grandes riquezas tenían un atractivo  irresistible, al extremo de que la población castellana había quedado reducida solamente a León y Granada: que existían quince o veinte carabelas, ocupadas perennemente en exportar indios de Nicaragua, que se vendían como esclavos a las demás colonias, mediante retribución que se pagaba al Gobernador de la Provincia; y que el Licenciado Castañeda se había ausentado, dejando encomendada la gobernación, al señor Obispo Osorio, persona digna, pero a quien se negaba a reconocer el Ayuntamiento,  mientras no desistiese del poder conferido por Castañeda, por lo cual se encarecía al Rey el nombramiento de un gobernador propietario.
7o.   Dos años antes de los sucesos anteriores, en 1533, determinó Gabriel de Rojas, que se hallaba ocioso desde la muerte de Pedrarias, organizar una expedición para ir al Perú, en auxilio de Pizarro.  Para esto construyó dos buques en el Realejo, y se proponía construir otros más, cuando llegó de Guatemala el Adelantado don Pedro de Alvarado, en tránsito para el Perú, con una escuadra encaminada a hacer conquistas en aquel país, y se adueñó violentamente de los buques de Rojas.  Este, al verse despojado, se asoció de doce amigos y salió para Lima, llevando una información, recibida ante el Gobernador Castañeda, de la cual dio oportuna cuenta al Almirante Almagro, logrando que éste cerrara el paso a Alvarado.
8o.   Cuando el Rey de España recibió la exposición del Cabildo y vecinos de Granada, ordenó que no se consintiera más en sacar indios de la Provincia, para venderlos en otras partes como esclavos; que se formara y remitiera un registro de todos los existentes, y que los gobernadores de Panamá y del Perú no permitieran en sus dominios el desembarco de indios provenientes del Reino de Guatemala.  Proveyó  también el Rey,  la Gobernación de Nicaragua en don Rodrigo de Contreras, caballero distinguido, radicado en la ciudad de Nueva Segovia, yerno de Pedrarias, y que se había enriquecido extraordinariamente, obligando a numerosos indios a lavar oro por cuenta suya.
9o   Una de las primeras determinaciones del nuevo gobernador, fue instruir un juicio de residencia al Licenciado Castañeda, que se había ausentado del país, dejando un procurador encargado de su defensa.  Después cediendo a las instancias del vecindario, mandó preparar una expedición para que explorase el río del Desaguadero, en cuyas márgenes se pensaba que existían pueblos ricos; pero a esto se opuso desde el púlpito el Padre Las Casas,  combatiendo con su acostumbrada vehemencia.-  Contreras,  bastante enojado, pero de carácter prudente, llamó al Padre Las Casas y le suplicó   que formara parte de la expedición, para que evitara los abusos que temía contra los indios.  El Padre aceptó con la condición de que se le  hiciera jefe de la expedición, para que se le obedeciera.  Agriáronse los  ánimos, y Contreras exigió del Obispo, que siguiera una información  de testigos sobre  puntos en que se hacía aparecer al Padre   Las Casas, como revoltoso y perturbador de la paz; pero habiendo muerto el Obispo, el Gobernador hizo seguir nuevas informaciones, ampliando las primeras, y las envió a la Corte.  Por su parte, viendo el Padre Las Casas que la situación de los indios no mejoraba nada, se fue para Castilla con el propósito de trabajar nuevamente por ellos.
            10o.  Sin nadie ya que contradijera la expedición al Desaguadero, pudo verificarse el 6 de abril de 1539, al mando de los capitales Alonzo Calero y Diego Machuca de Suazo, que recorrieron el río, con mil penalidades, hasta su desembocadura en el Atlántico:  encontrando  solamente miserables palenques de indios pacíficos, en lugar de los ricos pueblos que esperaban.
11o.  El Gobernador Contreras se quejó al Rey, en 1547, de que el Gobernador de Guatemala había poblado la villa de San Miguel, a este lado del Lempa, hasta donde según decía, llegaba su jurisdicción, y pedía con tal motivo el establecimiento de una Audiencia para estas provincias, por ser muy largo y dificultoso el estar ocurriendo hasta Santo Domingo; pero ya la Audiencia que se solicitaba, estaba decretada desde 1535, por real cédula del Emperador Carlos V, y fue establecida en Panamá, en el propio año de 1537, con tres vocales.  A dicha Audiencia se le dio jurisdicción, en 1539, sobre Castilla del Oro, Provincias de la Plata, Estrecho de Magallanes, Nicaragua, Cartagena, Carabaro, Nueva Castilla y Nueva Toledo.  Los doctores Robles y Villalobos, Oidores del mando de las provincias, y como tal, tuvieron bajo sus órdenes a la de Nicaragua, hasta el 13 de septiembre de1543, en que continuó Contreras sirviendo la gobernación, como subalterno de la Audiencia.  El establecimiento de ésta en Panamá, no satisfizo a los colonos de Nicaragua y fue causa del descontento general, hasta fines del expresado año, en que la introducción de una considerable cantidad de mujeres españolas, vino a llamar la atención general sobre éstas y a pacificar la provincia como por encanto.
12o.   Hubo,  en el entretanto, un acontecimiento que llamó bastante la atención pública, y fue la atrevidísima empresa de Fray Blas del Castillo, de bajar al fondo del cráter del volcán Masaya, creyendo que era oro la corriente de lava derretida que se veía a través de unas grietas.  Fray Blas subió aparejos, cables y garruchas, hasta la cima de la montaña, donde fijó una gruesa viga a la orilla del cráter, haciéndola avanzar cinco pies sobre el abismo, y por su extremidad, en que colocó una gran roldana, fue descolgado el explorador, desde 270 varas castellanas, hasta una especie de plaza que los derrumbes habían formado en una de las paredes del cráter.  En este lugar se fijó, en la misma forma, otra viga y se bajó un cable con una cadena, a la que se fijó un mortero, que solo pudo sacar escorias, porque las grietas, a través de las cuales se veía la corriente, no permitieron el pase.  La temeridad de Fray Blas, fue tanto más extraordinaria, cuanto que el volcán arrojaba una claridad que llegaba, algunas veces hasta Granada, a 3 leguas de distancia, y de su seno se escapaban columnas de humo que hacían temer una muerte por calor o por asfixia.
13o.   A fines del año de 1540, tuvo noticias el gobernador Contreras, de que Hernán Sánchez de Badajoz, conquistaba para sí, la costa Norte de Costa Rica.  Organizó, acto continuo una expedición de cien españoles y doscientos indios, bajó por el Desaguadero, y a mediados de noviembre, se encontró con Badajoz en las lomas de Cartago, obligándolo  a rendirse, por hambre, el 1o de diciembre del mismo año, después de un sitio de quince días.  Inmediatamente lo redujo a prisión, lo procesó y por sentencia de 5 de marzo de 1541, le confiscó 4389 pesos de oro, y lo remitió al Consejo de Indias, acusándolo de haber usurpado su jurisdicción.
            14o.   Habiendo fallecido don Pedro de Alvarado, por aquellos días, cesaron en la Corte de España las poderosas influencias de este conquistador, que se oponía a que en Centroamérica hubiera otro poder más grande que el suyo, y en consecuencia, fue creado un tribunal especial  para estas provincias, que se llamó Audiencia de los Confines.  La real cédula, expedida en septiembre de 1543, ordenaba que la nueva Audiencia se estableciera en la ciudad de Gracias, en los confines de las provincias de Guatemala y Nicaragua, con cuatro letrados, uno de los cuales sería el Presidente, y      que ésta Audiencia tuviera a su cargo la gobernación de dichas provincias y sus adherentes.
15o.  Rodrigo de Contreras dejó de ejercer legalmente las funciones de Gobernador, y existiendo contra él graves quejas, por abusos cometidos contra los indios y también contra los colonos, la nueva Audiencia nombró al Licenciado Diego de Herrera, para que le tomara residencia.  Los miembros de los Cabildos de León y Granada, habían sido despojados por Contreras y sustituidos por personas que éste manejaba en absoluto.  El Juez de Residencia devolvió sus funciones a los miembros del Cabildo de León; pero no hizo lo mismo con los de Granada, donde residía el ex-Gobernador.  Concluidos los diferentes procesos contra Contreras, y comprobados ya muchos delitos, Herrera se ausentó de la Provincia, sin dar fallo alguno.  Los granadinos se dirigieron a la Audiencia y no fueron atendidos.  Determinaron entonces enviar una exposición al Rey, y reunido el Cabildo, hizo una larga y detallada relación de todos los abusos, y pidió, en conclusión, la salida de Contreras y su familia, de la ciudad de Granada, el repartimiento de las numerosas encomiendas que éstos tenían, un envío de negros y algunas otras cosas.
16o.   Cuando don Rodrigo de Contreras se vio privado de sus encomiendas, execrado de todo el vecindario y,  además, con un juicio pendiente de residencia, determinó irse a España, dejando en Granada a su esposa e hijos.  Llegando a la Península, se presentó al Consejo de Indias, reclamando la devolución de su empleo; pero el Consejo, no estimando justas las reclamaciones, confirmó la resolución de la Audiencia.
CUESTIONARIO
1. ¿Qué pasaba en las provincias cuando se afianzaba la tranquilidad en Guatemala? 2. ¿Cómo era Pedrarias Dávila y con quién disputaba? ¿Qué pasó en León durante la elección de Regidores? 3. ¿Cuándo murió Pedrarias y qué sucedió en seguida? 4. ¿Quién fue el primer Obispo de León, cuándo tomó posesión y qué hizo enseguida? 5. ¿Qué hizo el Cabildo de León y qué pidió al Rey? 6. ¿Qué hizo Gabriel de Rojas en el Realejo y qué desagrado tuvo con don Pedro de Alvarado? 7. ¿Qué hizo el Rey de España cuando recibió la exposición del Cabildo de León? 8. ¿Cuáles fueron las primeras determinaciones del Gobernador Contreras y qué oposición encontraron? 9. ¿Cuándo se realizó la expedición al Desaguadero y quiénes la comandaban? 10. ¿Cuáles quejas dio el Gobernador Contreras al Rey y qué resultado obtuvo? 11. ¿Qué suceso extraordinario realizó Fray Blas del Castillo y qué resultado obtuvo? 12. ¿En dónde se presentó Hernán Sánchez de Badajoz y qué fin tuvo? 13. ¿Después de la muerte de don Pedro de Alvarado, qué cambio sufrió el gobierno de estas provincias? 14. ¿Qué le pasó enseguida a don Rodrigo de Contreras? 15. ¿Cuándo determinó irse a España y qué le sucedió allí?

CAPITULO X
CONTINUACION DEL ESTADO DE LAS PROVINCIAS
1529-1545
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Felipe Gutiérrez, Gobernador de Veragua, extiende su jurisdicción a Costa Rica-Fracasa su expedición-Muere en el Perú-Hernán Sánchez de Badajoz expediciona sobre Costa Rica- Sus aventuras-Lo vence y aprisiona Rodrigo de Contreras-Su muerte en España-Diego Gutiérrez obtiene nombramiento vitalicio de Gobernador de Cartago y Costa Rica-Sus disputas con Contreras-Su expedición a Costa Rica-Dificultades que tiene y arbitrariedades que  comete-Es vencido y muerto por los indios.
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1o.   La conquista de Costa Rica quedó casi abandonada por varios años, debido al valor de los naturales, que se oponían heroicamente y al poco interés que despertaba en aquellos tiempos en que el Perú, México y otros lugares, atraían con relaciones de riqueza fabulosas.  La primera mención que de ella se hace, después de la llegada de Espinoza, es, según el historiador costarricense, don Ricardo Fernández Guardia, en 1435, en que Felipe Gutiérrez fundó la ciudad de Concepción, a orillas de un río, que se creé haya sido el de Belén, en territorio de Panamá, fronterizo a Costa Rica, a donde se dirigía por haber sido nombrado gobernador de Veragua, con jurisdicción de Castilla del Oro hasta el Cabo Gracias a Dios.  Gutiérrez fracasó en su expedición, y fue a terminar sus días en el Perú, en donde pereció decapitado por Gonzalo Pizarro, sin haber podido llegar a Costa Rica.
            2o.   Siendo Oidor de la Audiencia de Panamá el Dr. Robles, celebró desautorizadamente con su yerno Hernán Sánchez de Badajoz, un contrato para conquistar las tierras situadas en las costas del Atlántico, fuera de la jurisdicción del Ducado de Veragua, que había sido adjudicado  por la Corona, a don Diego Colón.  Con ese motivo, Hernán Sánchez organizó una expedición en Nombre de Dios, compuesta de sesenta españoles y nueve esclavos negros, la que salió en dos embarcaciones, bien provistas de municiones de guerra y boca, el 15 de febrero de 1540.  El mal tiempo le impidió arrimar a la costa durante muchos días, y además ocasionó muchos daños a las naves.  Logró por fin desembarcar en la isla del Escudo, y de allí cuando mejoró el tiempo, se trasladó a tierra firme, y llegó a fines de abril del propio año a la boca del río Tarire, en donde fundó la ciudad de Badajoz y puerto de San Marcos, que fortificó cuidadosamente.  Esperaban dos bergantines más, con gente, caballos y provisiones que debía traerle de Nicaragua su teniente Francisco Gutiérrez, y también un galeón que despachó con igual objeto a la isla de Jamaica; pero ínterin llegaban, dispuso una expedición al interior, al mando del capitán Pablo Corzo, que regresó trayendo muy buenas muestras de oro.  Despertada su codicia, y deseoso de librarse de las enfermedades que aquejaban a sus soldados en Badajoz, determinó trasladarse a un sitio menos malsano y más al interior, dejando a quince enfermos solamente en la fortaleza abandonada.
3o.   Partió Hernán Sánchez con su gente para el Valle de Coaza, descubierto por Pablo Corzo; dos leguas  más al interior emprendió la fábrica de otra fortaleza que llamó Marbella, porque desde aquel punto se dominaba con la vista la hermosa bahía del Almirante. Después de vencer dificultades para hacerse de provisiones con los naturales y cuando todo parecía caminar bien, fue desagradablemente sorprendido, el 15 de noviembre de 1540, con la llegada, en son de guerra, del Gobernador de Nicaragua, Rodrigo de Conteras, seguido de regular fuerza armada.  Conteras puso sitio a Marsella por cuatro  partes, colocando guardias en los puntos por donde la guarnición se proveía de agua, y a todos los que de ella salían los capturaba.  Reducida la guarnición a seis hombres por la constante deserción, agotados los víveres y faltando                    completamente el agua, Hernán Sánchez tuvo que rendirse el 1o de diciembre de 1540.  Inmediatamente después fue reducido a prisión, procesado y enviado a España, al Consejo de Indias, previa confiscación del oro que se le encontró.  El Consejo lo metió en la cárcel, en la que murió cuatro años después, agobiado por la desgracia.
4o.   Diego Gutiérrez, hermano de Felipe del mismo apellido, y Gobernador de Veragua, se presentó al Rey, ofreciéndole conquistar y poblar a su propia costa la parte del territorio que a la Corona le quedaba de Veragua, deducidas las veinticinco leguas adjudicadas a don Diego Colón.  El Monarca aceptó sus proposiciones, y el 20 de noviembre de 1540, lo nombró Gobernador y Capitán General de la nueva provincia, cuyos límites corrían desde los confines del Ducado de Veragua, de mar a mar, hasta el río Grande, hoy río Román, al Oeste del Cabo Camarón, en Honduras.  El nombramiento era vitalicio, para él y un heredero, y se le fijó un sueldo de 1,500 ducados anuales, y otros 1,500 de ayuda de costa.  Se le concedía además, el alguacilazgo mayor, la tenencia de una fortaleza, y se le hacía el ofrecimiento de un estado de cuatro leguas, y el de un título nobiliario.  A la nueva provincia, que sustituía a la antigua de Veragua, se le dio el nombre de Cartago, aunque no de un modo expreso, sino incidentalmente, en una de las cláusulas de la capitulación.  Diego Gutiérrez, aunque pobre y lleno de familia, pudo, sin embargo, conseguir los recursos, necesarios para armar en España un hermoso navío, en el cual y acompañado de buena gente, llegó a Santo Domingo el 5 de julio de 1541.
5o.   El 5 de agosto siguiente salió Gutiérrez de  Santo Domingo, en el navío traído de España, con 200 hombres  bien equipados, y llevando además un bergantín comprado en aquella isla, junto con una carabela que fue en su alcance, en el mes de octubre, con caballos y pertrechos.  En Jamaica, sin embargo, se le amotinaron los soldados, y tuvo Gutiérrez que seguir en compañía de unos pocos que le fueron fieles, para Nombre de Dios, en donde enfermó de gravedad y se vio también abandonado de la escasa gente que le quedaba.  Restablecido de su enfermedad, y acompañado de solo cuatro o cinco hombres, se embarcó para Nicaragua, cuya costa oriental estaba comprendida en los límites de su gobernación.  Subió en una fragata el río San Juan, y una vez en aquella provincia, logró del Portugués Francisco Galados, y del español Alonso de Baena, que le prestaran algunos miles de pesos para emprender la conquista y población en Costa Rica.
            6o.   Rodrigo de Contreras vio con disgusto la llegada de Gutiérrez, y le promovió disputa acerca de los límites de sus respectivas gobernaciones, alegando que sus derechos habían sido vulnerados en lo tocante a la posesión del río San Juan.  Sobre este punto presentó una reclamación que no vino a resolverse por el Consejo de Indias, hasta en abril de 1541, disponiendo que Gutiérrez pudiera entrar en el río, poblar y hacer repartimientos en ambas márgenes,  siempre que no fuera en los lugares en que ya lo hubieran hecho Rodrigo de Contreras y sus capitanes; pero que en ningún caso se le permitía llegar a una distancia mayor de 15 leguas del lago, ni entrar en éste, ni en las dichas 15 leguas.  Estas disputas demoraron cerca de dos años a Gutiérrez, pero por la amistosa mediación del Obispo de León, pudo por fin llegar a un avenimiento satisfactorio con Contreras, quedando éste comprometido a auxiliarle con los recursos que pudiera si le daba parte en las utilidades de la conquista.
7o.  Salió Diego Gutiérrez de la ciudad de Granada, a fines del año de 1543, en dos bergantines, llevando sesenta soldados.  Atravesó el lago y bajó  por el río San Juan al Mar Caribe, que fue costeado por el  hasta llegar a la boca del río Suerre, que se creé sea el actual Pacuare, por el que penetró  seis millas arriba de la costa, fundando la villa de Santiago en el lugar en que encontró varios ranchos abandonados por los indios.  Una de las primeras disposiciones del nuevo Gobernador fue la de hacer pregonar que, bajo pena de cien azotes, todos debían dar a su gobernación el nombre de Cartago y Costa Rica.
            8o.   Las fuertes lluvias no permitieron a Gutiérrez continuar sus exploraciones, obligando a permanecer en Santiago largo tiempo.  Concluyéronse las provisiones, y aunque ocurrió a los indios amigos, estos solo le suministraron pequeñas cantidades, que fueron insuficientes.  El hambre desesperó a los soldados y los hizo huir escapándose una noche hacia la mar; por cuyas playas llegaron hasta la boca del río San Juan de Nicaragua, en donde fueron recogidos por unos barcos que regresaban de Nombre de Dios.  Con Gutiérrez solo quedaron su sobrino Alonso de Pisa, cuatro criados, y un marinero.  Al verse abandonado, tomó la misma determinación de sus soldados, bajando en una fragata el río Suerre; pero cuando ya iba a salir del puerto, fue agradablemente sorprendido con la llegada de otro bergantín cargado de gente,  municiones y víveres que le enviaban de Nicaragua, a las órdenes del Capitán Barrientos.  Este inesperado auxilio le determinó a suspender su marcha, y a quedarse en el puerto, para mientras regresaba de Nombre de Dios, Alonso de Pisa, a quien había mandado en el bergantín a buscar más gente, con el oro recibido de los caciques.  Alonso de Pisa pudo conseguir 27 soldados y algunas provisiones, y salir con todo para Suerre, a mediados de 1544; y aunque logró llegar cuatro días después, no pudo entrar en el río por el mal tiempo, viéndose obligado a refugiarse en la bahía del Almirante, en la que permaneció 72 días, esperando buen tiempo.  La prolongación de su permanencia en la bahía dio por resultado el consumo total de sus provisiones, y obligarlo a desembarcar en la inmediata tierra firme, para de allí dirigirse en solicitud de indios amigos que le procuraran víveres. Después de ocho días de inútiles pesquisas, determinó volverse a la costa y seguir a pie por la Suerre, a donde pudo llegar no sin grandes penalidades.
9o.   Recibido el refuerzo en Nombre de Dios, Diego Gutiérrez ordenó a su sobrino que regresara en el mismo barco a traer más soldados y sin aguardar su vuelta, y haciendo antes gran provisión de carne y manteca de tortugas, se metió río arriba con la fragata y cuatro canoas grandes, hasta llegar a la comarca de Suerre, a 30 millas de la costa, donde se alojó en una residencia de recreo del cacique de la propia comarca.  Diole nombre de cuidad de San Francisco, y en ella sentó por entonces sus reales.  Fueron a visitarlo los caciques de Suerre y de Cuyupa, y otros principales indígenas, llevándole presentes de frutas, los que no fueron de su completo agrado, por no ir acompañados de cantidades de oro, que era lo que más deseaba.  Sin embargo, los agasajó e invitó a comer; y aunque los indios casi no probaron bocado, se retiraron después en la mejor armonía.
10o.   Al día siguiente envió el Gobernador un mensajero a llamar a los caciques Camaquire y Corori, que en meses anteriores le habían regalado oro y provisiones en la villa de Santiago, para que vinieses a verlo bajo promesa de que no les haría ningún daño.  Llegaron ambos, aunque de mala gana, y Diego Gutiérrez los hizo prender pérfidamente y echarles una cadena al cuello.  Después los hizo liar a los pies de su cama, obligándolos a dormir en el suelo, y afligiéndolos de mil maneras, para forzarlos a darle oro.  Camaquire, el más rico de los dos prisioneros, lleno de aflicción, le hizo traer dos mil ducados de oro; pero como esta suma pareciese pequeña al gobernador, continuó amenazándolos diariamente, con cortarles la cabeza, si no daban más oro.  Como tales amenazas no producían resultado, hizo encender una hoguera, y llevar a ella a Camaquire, para notificarle, que si dentro de 4 días no llenaba seis veces de oro una gran cesta, que le presentaron, sería quemado vivo.  Aterrorizado el cacique despachó a sus esclavos con órdenes apremiantes para asegurar su  rescate; pero en la noche del día siguiente se aprovechó Camaquire de un descuido, y logró fugarse, llevando el alarma y la indignación a todos los pueblos vecinos.  Cuéntase que fue tan grande la contrariedad de Diego Gutiérrez con la fuga de su prisionero, y consiguiente pérdida del oro prometido, que enfermó del pesar.  Pero le quedaba Corori, en quien descargó sus iras, y además le llenó de amenazas para que diera oro.  El cacique, hombre de más valor y entereza que su compañero, no se dejó amedrentar, y siempre contestó con firmeza, que no daba oro, porque no tenía.   
            11o.    Los caciques de Suerre, Cuyupa y varios más, levantados por Camaquire, se confederaron contra los conquistadores, y principiaron sus hostilidades por el incendio de todos los pueblos cercanos, la tala de todos los árboles frutales, y la emigración en masa a las montañas, llevándose las cosechas, para privar a sus enemigos de todo medio de subsistencia.  Seis indios que envió Gutiérrez en una canoa al puerto de Suerre, a traer armas y otras cosas que había dejado, huyeron con todo el cargamento al regresar.  Alonso de Pisa tampoco volvía, y los soldados, que se veían amenazados con el hambre, murmuraban públicamente, y trataban otra vez de fugarse.  En tales circunstancias, tomó Gutiérrez la resolución desesperada de internarse en seguimiento de los indios confederados, para lo cual mandó distribuir entre su gente los pocos víveres que le quedaban, aunque reservando para sí los mejores y envió los enfermos al puerto, con orden de que apenas llegase Alonso de Pisa, saliese tras él, para lo cual le iría dejando señales en los árboles.  Levantó enseguida el campo, disponiendo que los indios de Corori, llevasen a cuestas los bagajes, sin excluir al mismo cacique, que se anonadó ante tal afrenta, para él más dura que la muerte; y ofreció que si le devolvían la libertad, regresaría cuatro días después con bastante oro; mas todo fue en vano.
12o.    Anduvo el Gobernador Gutiérrez cinco o seis días por espesos bosques, y atravesó una muy alta y áspera cordillera, sin hallar una sola habitación, hasta que llegó a las riberas de un río grande y torrentoso, que se creé  haya sido el río Chirripó, donde había algunas chozas abandonadas, llenas de huesos de animales monteses.  Como allí también encontrara gran cantidad de árboles de zapote, y plantaciones de yuca que sirvieron para aplacar el hambre que sufrían los expedicionarios, determinó Gutiérrez demorarse dos días para descansar.  Después continuó su marcha, y pasados tres días más, llegó a la bifurcación de dos caminos.  Preguntó a uno de los indios cuál de ellos debía seguirse para llegar a cualquier pueblo; y como respondiese que ignoraba, le hizo decapitar inmediatamente.  Llamado enseguida el cacique Corori, este dio la misma repuesta, y también fue mandado a decapitar.  Al oír su sentencia, el jefe indio depuso la carga que llevaba a cuesta, y presentando la cabeza con altiva indiferencia, esperó el golpe sin pestañear.  Su valor y serenidad le impusieron a Gutiérrez, quien revocó la fatal orden.  No sabiendo entonces, qué camino tomar, pernoctó la expedición en aquel sitio, donde quedaron tres hombres rendidos de fatiga, que murieron poco después a manos de los indios.  En dos días de marcha llegó la expedición a la entrada de un bosque, en donde se divisaron escuchas que huyeron en el acto, y a la mañana siguiente fueron sorprendidos, Gutiérrez y su gente, por numerosos guerreros indios, que embistieron contra ellos en espantosa gritería y mucho ruido de tambores y trompetas.  El primero de los españoles en caer muerto fue Diego Gutiérrez, que se había alejado algo del campamento, resultando del encuentro que de más de cuarenta soldados españoles que lo acompañaban, apenas pudieron escapar unos veinte, que huyeron trabajosamente por los montes, hasta encontrarse dos horas después con Alonso Pisa, que venía con un socorro de 24 hombres en pos de su tío.  Así reforzados, pudieron terminar su retirada con grandes dificultades, hasta llegar a la boca del río Taure, en donde lograron embarcarse para el interior de Nicaragua.  Gutiérrez fue deshecho y muerto en diciembre de 1544, en un lugar llamado Tayutic, que algunos historiadores de Costa Rica suponen sea el actual valle de Platanillo. 

CUESTIONARIO
1. ¿Progresó la conquista de Costa Rica? 2. ¿Hasta qué fecha se hace mención de ella?  3. ¿Quién era Felipe Gutiérrez, qué    cuidad fundó, qué éxito alcanzó, y cuál fue su fin? 4. ¿Quién fue Hernán Sánchez de Badajoz, cómo llegó a Costa Rica, dónde organizó su expedición, qué ciudad fundó, qué hizo en ella y cuándo la abandonó? 5. ¿Quién levantó la fortaleza Marbella, dónde está situada y qué ocurrió en ella a Hernán Sánchez?  6. ¿Cuál fue el fin de éste? 7. ¿Quién fue Diego Gutiérrez, qué obtuvo de la Corona y qué hizo enseguida? 8. ¿Cuándo salió la expedición de Gutiérrez, de qué se componía, qué le paso a éste en Jamaica y Nombre de Dios, y cómo llegó a Nicaragua, y con quienes se entendió? 9. ¿Qué disputas le promovió Rodrigo de Contreras, cuánto tiempo tardaron, cómo se resolvieron y por qué  mediación llegó a un avenimiento? 10. ¿Cuándo y cómo salió Diego Gutiérrez de Granada a dónde se dirigió y qué villa fundó? 11. ¿Qué le sucedió en Santiago, con quién se encontró en Suerre y qué más le aconteció en su expedición? 12. ¿Adónde se dirigió después Diego Gutiérrez, qué disposiciones dictó antes y dónde fue a establecerse?  13. ¿Quiénes fueron a visitarle y qué le llevaron? 14. ¿A quiénes mandó llamar, cómo se portó con ellos y cómo se escapó el cacique Camaquire? 15. ¿Qué hicieron los caciques de Suerre y demás pueblos vecinos, cómo principiaron sus hostilidades y qué hizo entonces Gutiérrez? 16. ¿Qué le pasó durante su marcha al interior, en dónde fue asaltado y cómo terminaron él y sus compañeros?

CAPITULO XI

SUCESORES DE ALVARADO
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             Gobierno  y  muerte  de doña Beatriz de la Cueva-Sucédenle su hermano y el Obispo-El Virrey de México nombra a Maldonado-Establecimiento de la Audiencia de los Confines-Las nuevas Ordenanzas y el Padre Las Casas-Es nombrado el Obispo-Guerra que le hacen-Es nombrado Presidente del Reino el Licenciado Alonso López de Cerrato-Traslada la Audiencia a Guatemala-Luchas del Padre Las Casas en España-Retiro y muerte del Presidente Cerrato.
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               1o.  A  don  Pedro de Alvarado le sucedió en el Gobierno del Reino su esposa doña Beatriz, pues aunque el Virrey de México nombró interinamente al Licenciado don Francisco de la Cueva, la viuda doña Beatriz reunió el Ayuntamiento de Guatemala, y obtuvo que éste la nombrara Gobernadora interina, empleo de que tomó posesión el 10 de septiembre de 1541, pero en el cual solo duró unas pocas horas, porque al día siguiente de haber inaugurado su administración, pereció ahogada en la erupción del volcán Agua, que arruinó la primitiva ciudad de Guatemala.  
2o.  Torrentes de aguas cenagosas bajaron por la falda del Volcán de Agua, entre terremotos y tinieblas, arrastrando consigo grandes cantidades de árboles y piedras, que cayendo sobre la población que se hallaba en la base, la arruinaron completamente.
            3o.  De las ruinas del Palacio, se extrajeron los restos de doña Beatriz, y los de otras once señoras que habían perecido junto con ella.  Se propagó entre los vecinos la irracional cuanto supersticiosa idea de que algunas expresiones blasfemas, que se dijo haber proferido doña Beatriz, al saber la muerte de don Pedro, fueron causa de la ruina de la ciudad, como castigo del cielo.  Impresionados así, opinaban muchos porque al cadáver no se le sepultara sino que fuera arrojado a los perros, o que se echara al río sobre una tabla, para que sirviese de pasto a las aves marinas; pero el Obispo se opuso, y logró evitar tamañas profanaciones.
            4o.   Muerta doña Beatriz, se consideró en acefalía la Gobernación, porque don Francisco de la Cueva no era más que Teniente y Delegado de aquella señora.  Reuniose por tal motivo el vecindario en Cabildo Abierto, y nombró interinamente para el Gobierno al Obispo Marroquín y a don Francisco de la Cueva.  El asunto a que consagraron desde luego su atención, los Gobernadores y el Ayuntamiento, fue la elección de un sitio para la traslación de la ciudad.  Se discutió por mucho tiempo este asunto, y por último, en la sesión del 22 de octubre de 1541, se acordó fundar la nueva ciudad de Guatemala, en el valle de Panchoy, a una legua de las ruinas.
5o.   Cuando el Virrey de México tuvo conocimiento de haber fallecido doña Beatriz, de la Cueva, proveyó la Gobernación de Guatemala en el Licenciado Alonso de Maldonado, que anteriormente había estado allí con el carácter de Visitador y Juez de Residencia.    Admitido Maldonado en  Guatemala, en mayo de 1542, notificó su nombramiento a las autoridades locales de la provincia de Honduras, que Alvarado había agregado a Guatemala; pero los colonos hondureños se negaron a reconocerlo, y nombraron Gobernador interino a Diego García de Celis, volviendo así aquella provincia a ser independiente de la de Guatemala.
            6o.Durante la administración del señor Maldonado fue establecida la Audiencia de los Confines, que se inauguró en la villa de Gracias, de Honduras, el año de 1544.
            7o.   Era la Audiencia un Tribunal Superior de Justicia, para todo el Reino de Guatemala, hoy Centroamérica, y representaba al Rey, conociendo en lo judicial en 2a. y 3a. instancia,  siendo de mucho alivio para las colonias, porque refrenaba siquiera en parte, los abusos de los gobernadores.  Se le llamaba de los Confines, porque el lugar de su residencia confinaba con las provincias de Nicaragua y Guatemala.
8o.   La Audiencia, que estaba organizada con cuatro Oidores letrados, uno de los cuales servía de Presidente, tenía, además, como atribución especial la de gobernar por sí las provincias de su jurisdicción. En las cuales no debía haber Gobernadores, mientras el Rey no dispusiera otra cosa.
            9o.   Los Oidores iban de sus casas para el despacho, vestidos de toga; entraban al Tribunal a las ocho y media de la mañana, y pasaban enseguida con el Secretario, Procuradores y demás subalternos, a una capilla contigua, en donde oían la misa.  El despacho principiaba enseguida a las nueve, y se suspendía irremisiblemente a las doce.
            10o.  Como se ha dicho, la Audiencia se inauguró en la villa de  Gracias, de Honduras, por excitativa del Presidente Maldonado, en lugar de serlo en la villa de La Concepción, de Comayagua, como estaba mandado por la ley de su creación; permaneciendo en aquel lugar tan sólo cinco años, al cabo de los cuales se trasladó a Guatemala, por disposición del Presidente Cerrato, quien había sucedido al Licenciado Maldonado en el Gobierno del Reino.
11o.  Juntamente con la cédula que establecía el Tribunal Supremo de la Audiencia, llegaron a  Guatemala las demás leyes de aquel año, inspiradas al Emperador Carlos V por el Padre Las Casas, quien, como se recordará, salió precipitadamente de Nicaragua para España, y en las cuales se arreglaba un sistema protector de los indios, prohibiendo su esclavitud y el que se les exigiesen tributos que no fuesen razonables.  Reglamentaban la manera de hacer los descubrimientos sucesivos, se exigía información de las Audiencias para las personas que solicitaran concesiones reales; y aunque se ordenaba que los indios hechos esclavos con anterioridad, permaneciesen en la esclavitud, era prohibido a los gobernadores poseer ninguno.  Se excitaba también, en dichas leyes,  a  los  Magistrados de las Audiencias, a temperar los excesos de los militares, que hasta entonces habían manejado los negocios públicos, y se estimulaba al clero a ejercer su influencia en igual sentido.  Las nuevas leyes, por último, establecían tantas y tales restricciones para los que tuviesen indios esclavos, en virtud de las permisiones anteriores, que esto, unido a la  prohibición de hacerlos esclavos en lo sucesivo, y a las demás prevenciones que hay en ellas, venía a importar de hecho una cuasi completa emancipación.
            12o.  Pocos días después de promulgadas las nuevas leyes, se publicaba en Barcelona el famoso libro de  Fray Bartolomé de Las Casas, intitulado Brevísma relación de la destrucción de las Indias, en el que trazaba un aterrador cuadro de la conquista, descrito con todo el ardor de un temperamento nervioso y el fuego de una imaginación apasionada.
13o.  Los primeros ejemplares de las nuevas leyes llegaron a Guatemala por conducto de Fray Pedro Angulo, dominico, compañero del Padre Las Casas, a quien el Rey las enviaba antes que al gobernador, acompañándolas de una carta, en que le encargaba le avisara si había negligencia en su cumplimiento.  La conmoción que aquellas Ordenanzas causaron fue terrible, y todos tomaron por blanco a Fray Bartolomé, a quien fue de moda insultar y calumniar.  El Cabildo de Guatemala dirigió al Rey una larga exposición, de fecha 10 de septiembre de 1543, en la cual entre otras cosas mostraba extrañeza de que se hubiera prestado oídos a un fraile ignorante, vano, envidioso, apasionado, inquieto y codicioso.         
            14o.  Estando todavía el Padre Las Casas en Barcelona, dando las gracias al Emperador por las nuevas Ordenanzas, recibió el nombramiento de Obispo del Cuzco, y no quiso aceptarlo.  No fue posible entonces hacerlo cambiar de resolución; pero un poco después, convencido con razones de conveniencia para los indios, consintió en aceptar el Obispado de Chiapas de los Indios, a donde llegó a principios del año de 1545. No bien hubo ingresado a Ciudad Real, asiento de la Sede de su diócesis, cuando toda la  población española se pronunció en su contra.  El Cabildo no quiso concurrir al acto de la posesión. Le negó el tratamiento eclesiástico que le correspondía, y junto con el vecindario, hostilizó en todo sentido al nuevo Prelado.  Este, sin arredrarse, comenzó a clamar desde el púlpito, con su acostumbrada energía, contra la esclavitud de los indios; y no sólo hizo que los dominicos predicaran en igual sentido, sino que mandó que se negase la absolución a todos los que tuvieran indios en esclavitud.   El Deán  rehusó a obedecer las órdenes del Prelado, y se rebeló abiertamente, por lo cual éste le hizo prender; pero el pueblo se sublevó, puso en libertad al Deán, invadió la casa del Obispo, lo sacó del aposento a que se había retirado, y lo colmó de injurias y de amenazas de muerte, que Fray Bartolomé oyó impasible.  Viendo los encomenderos que no bastaban las amenazas, le negaron las limosnas, e impidieron que le vendiesen víveres.  Tuvo por esta causa el Obispo que trasladarse a Chiapas de los Españoles, hoy San Cristóbal de Las Casas, en donde fue bien recibido y se le prodigaron muchas atenciones.  Determinó Fray Bartolomé hacer un viaje por tierra a Gracias, para reclamar de la Audiencia el cumplimiento de las nuevas ordenanzas.   Juntose allí con los Obispos de Guatemala y Nicaragua, que habían llegado con igual demanda, y aunque la Audiencia recibió con marcado disgusto aquellas solicitudes, al fin resolvió mandar Comisionados de su seno para que pasaran a la Provincia de Chiapas, y pusieran en vigor las nuevas leyes.
            15o.   Al Licenciado Alonso Maldonado sucedió, en 1548, el Licenciado Alonso López de Cerrato, que fue decidido defensor de los indios, y enemigo de los abusos de los conquistadores.    Debió su nombramiento a las influencias del Padre  Las Casas, de quien era amigo; y apenas llegado a Gracias, consideró que no era aquel el punto más a propósito para la residencia de las Autoridades Supremas, sino la ciudad de Guatemala, desde entonces la más poblada y más importante del Reino.  Hízole así presente al Rey, en unión del Obispo de Guatemala, ofreciendo este los edificios del Sur de la Plaza Mayor, que pertenecían al Prelado, para alojamiento del Presidente y Oidores.  Atendida favorablemente la solicitud, se trasladó el asiento de la Audiencia a Guatemala, durante  el año siguiente de 1549.  El Presidente Cerrato, libre ya de los cuidados del cambio de residencia, dedicó su atención a poner en libertad a los indios esclavos de Chiapas y otros puntos, y a hacer una tasación nueva y más moderada de los tributos que pagaban.
            16o.   Por este tiempo el Padre Las Casas, que continuaba en lucha con sus feligreses, después de haber sido llamado de México, y sufrido nuevos disgustos, determinó hacer dimisión del Obispado de Chiapas y regresar a España, en donde creyó poder trabajar con más eficacia en favor de los indios.   Antes de partir dejó encargada la diócesis a un Canónigo de su confianza, y señaló para confesores a cuatro dominicos, prohibiendo a los demás sacerdotes oír en confesión, salvo artículo de muerte, en que podían verificarlo, ateniéndose los designados a un formulario secreto que les dejó.  El secreto formulario fue, sin embargo, divulgado, y los encomenderos se quejaron al Rey, acusando al Padre Las Casas de que en él se negaba a Castilla la Soberanía sobre las Indias.  La acusación impresionó al Gobierno Español, que mandó recoger la sospechosa obrita e hizo comparecer a Fray Bartolomé ante el Consejo de Indias. No era el acusado hombre que se dejaba vencer fácilmente: presentó  sus reglas penitenciales, y sostuvo con valor y entereza, que los Reyes de León y de Castilla no tenían derecho que se atribuían de hacer guerra a los indios y conquistarlos; insistiendo en que a éstos debía atraérseles a la obediencia de la Corona y a la fe Católica por la persuasión y el catequismo.  Sus argumentos fueron tan convincentes, sus palabras tan llenas de elocuencia, que impresionaron el espíritu del Emperador y de los miembros del Consejo de Indias, al extremo de proscribir la palabra conquista de todas sus disposiciones posteriores y ordenar que se usara en su lugar la pacificación.  En defensa de su formulario publicó el infatigable Padre Las Casas un nuevo folleto con el nombre de Treinta Proposiciones, en el cual se sinceró del cargo de sembrar principios subversivos en las colonias.  Fue en este tiempo que el doctor Sepúlveda escribió su famoso libro en latín, combatiendo las Proposiciones del Padre Las Casas, quien contestó inmediatamente con otro libro, y después le venció en la conferencia  de Valladolid.
            17o.   Mientras tanto, enojados los encomenderos con las providencias humanitarias del Presidente Cerrato en favor de los indios, enviaron diversas exposiciones a España, imputándole faltas calumniosas, que dieron lugar a un juicio de residencia.  A estos motivos de disgusto tuvo que agregar el honrado Presidente, las constantes polémicas que entre sí se suscitaban las Órdenes religiosas, que conmovían la sociedad; y además la marcada tendencia del clero en general a preponderar sobre el estado civil.  En consecuencia resolvió retirarse, y solicitó permiso para volver a España; pero no pudo llevar a efecto su viaje, porque demorado por el juicio de residencia que vino a instruirle un Oidor de México, fue sorprendido antes por la muerte.

CUESTIONARIO
1. ¿Qué  sucedió  a  don Pedro de Alvarado en Guatemala? 2. ¿Cómo  fue la ruina de Guatemala? 3. ¿Qué se proyectó hacer con el cadáver de doña Beatriz de la Cueva? 4. ¿Quiénes  fueron  sucesores de doña Beatriz? 5. ¿Qué dispuso el Virrey de México? 6. ¿Cuándo se estableció la Audiencia de los Confines? 7. ¿Qué  cosa era la  audiencia? 8. ¿Cómo estaba organizada la Audiencia? 9. ¿Cómo procedían los Oidores para el despacho diario? 10. ¿Dónde se inauguró la Audiencia y por qué? 11. ¿Cuándo llegaron las nuevas Ordenanzas y qué disponían? 12. ¿Qué obra salió poco después a luz? 13. ¿Cuándo y a quiénes llegaron los primeros ejemplares? 14. ¿Cuándo fue nombrado Obispo el Padre Las Casas y qué le ocurrió en su diócesis? 15. ¿Quién fue el sucesor de Maldonado y qué fue lo primero que hizo? 16. ¿Qué le pasaba  por este tiempo al Padre Las Casas? 17.¿ Cómo terminó el Presidente Cerrato?

CAPITULO XII
NUEVOS PRESIDENTES
1554-1559
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            Sucede  a Cerrato don Antonio Rodríguez de Quesada-Cuestiones de los religiosos-Llegan los dos primeros relojes públicos a Guatemala-Asesinato de un fraile dominico por los indios de la Verapaz-Disposiciones reales en favor de los naturales-El Virrey de México restringe el precio del cacao en Guatemala-Medidas contra los malhechores-Proyectos para enajenar las encomiendas-Refútalos el Padre Las Casas-Conmínase con pena de muerte a todo el que trate o contrate con extranjeros-Sufrimientos de la Provincia de Chiapas-Proclamación del Rey Felipe II-Muere el Presidente Rodríguez de Quesada, y le sucede el Oidor Antonio Ramírez  de Quiñónez-Dispone la guerra contra los lacandones-Campaña y su término-Ataca también por la Verapaz el Cacique Gobernador-Reaparecen los lacandones-El gobierno de Ramírez de Quiñones satisfacía a todos- Llega el nuevo Presidente Juan Núñez de Landeche y abre juicio de residencia a Ramírez Quiñónez-Este sale de ese juicio con brillantez, y se embarca en Acajutla para ocupar asiento en la Real Academia de Lima.
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               1o.  La muerte sobrevino al Presidente Cerrato, mientras lo residenciaba, por comisión especial, el Dr. Don Antonio Rodríguez de Quesada, Oidor de la Audiencia de México.  El Rey tuvo a bien nombrar por sucesor del difunto Presidente, al mismo Dr. Rodríguez, quien comenzó a desempeñar su nuevo destino, en propiedad, el 14 de enero de 1554.
2o.   Por  aquellos días no era la situación del Reino la más tranquila, pues los ánimos se hallaban agitados con las cuestiones de frailes y clérigos, quienes olvidando todo recato, entraron en ruidosas rivalidades, que llenaron de pánico al vecindario de la capital, y lo obligaron a huir a las poblaciones inmediatas.  Fue tan numerosa esta emigración, que apenas si quedaron en la capital catorce sujetos principales, quienes   permanecieron  en  ella solo obligados por la necesidad del desempeño de las alcaldías, regimientos y otros cargos municipales que les  estaban encomendados.  Quiso el Presidente contenerla por medio de auto en que la prohibía bajo penas muy severas; pero esto no fue bastante, y tuvo que desistir de su propósito, temeroso de que se le calumniara en la Corte.  Entre tanto, el Obispo, que veía a los pueblos sin doctrina, porque los que debían dársela se ocupaban únicamente en sus querellas y rivalidades, comenzó a emplear en los curatos a algunos clérigos procedentes del Perú, y que, según parece, no eran sujetos de la mejor conducta.
3o.    Llegó la noticia de los escándalos de Guatemala al Gobierno de la metrópoli, y al mismo tiempo las quejas de los frailes por el poco afecto que les mostraban, tanto el Obispo como la Audiencia y su Presidente.  El  Rey  dirigió, con este motivo, una cédula al Tribunal, en la que decía haber sabido con desagrado, que el Obispo no trataba de la manera conveniente a los frailes dominicos y franciscanos, vejándolos y molestándolos sin causa alguna, y permitiendo que se estableciera en el Reino muchos clérigos facinerosos y de mala vida, prófugos de otros obispados.  Prevenía al Presidente y a la Audiencia tuviesen el mayor cuidado en que el Obispo tratara bien a los frailes, y corrigiera a los malos clérigos, expulsando a los que fuesen conocidamente viciosos.  En iguales términos se dirigió el Rey al Obispo, al mismo tiempo que escribía a los prelados de las órdenes monásticas, excitándolos a poner punto a sus querellas, cuyas causas consideraba insignificantes.  El Presidente no había tomado partido, ni  por los dominicos ni por los franciscanos, que eran los principales contendientes,  y culpando igualmente a unos y otros, se les mostraba desfavorable.  Por fin, con la intervención del Soberano, y el transcurso del tiempo, los ánimos fueron calmándose, y se restableció la tranquilidad.  La vida colonial tenía poca expansión pública, y de ahí que aun cuando se tratase de castas tan  privilegiadas  como la de los eclesiásticos, las cosas no podían tomar el vuelo que habrían alcanzado bajo otro régimen.
4o.   Durante la administración del señor Rodríguez llegaron a Guatemala los dos primeros relojes públicos, que fueron colocados en la capital y en Cobán, respectivamente.  También se establecieron por aquel tiempo en Guatemala las dos primeras cátedras de Gramática latina, considerada como la base y fundamento indispensables de toda instrucción superior.
5o.   Los misioneros dominicos, que habían conquistado pacíficamente la Verapaz, procuraban siempre continuar reduciendo las tribus salvajes que habitaban en los territorios situados al  Norte de aquella provincia.  Uno de los más activos en esta obra era Fray Domingo Vico, quien dos o tres veces se había internado en la provincia de Alcalá, fronteriza con la Verapaz y poblada por los lacandones, a muchos de los cuales  había  logrado  reducir  y  obligado  a  formar  un  pueblo  regular  que  servía  de  punto  de  partida  para  las  entradas  que  continuaban  haciéndose  en el territorio de los infieles.  Disgustados estos con aquel establecimiento, resolvieron destruirlo y matar al Padre Vico, lo cual realizaron en noviembre de 1555.  Luego que se tuvo noticia de lo sucedido en Acalá, pasó el cacique D. Juan, Gobernador de Verapaz, con 400 hombres, a tierra de los lacandones, a quienes alcanzó en los montes, y dándoles batalla, mató a cerca de 300.   Posteriormente, queriendo completar el castigo, repitió las entradas en Alcalá y Pochutla,  haciendo en ellas todo el mal que le fue posible.   
6o.   A fines del año de 1555 dispuso el Rey que los indios pobres fueron exentados del tributo, declarando que debían considerarse como tales a aquellos cuyo haber no llegara a seis mil maravedís, equivalentes, según el historiador Milla, a trece pesos dos reales.  Mandó también que a los mismos indios pobres se les eximiese de todo derecho de arancel en los tribunales civiles y eclesiásticos, y que a los demás indios no se les cobrasen otros derechos que los acostumbrados en España.
7o.   El Virrey Velasco, de México, mandó por aquel tiempo tasar en Guatemala el precio a que debía venderse el cacao en todo el Reino, y lo fijó en un real por cada 180 almendras.  El Ayuntamiento de Guatemala consideró muy bajo  ese precio, y acordó enviar un apoderado a México para que reclamara contra aquella onerosa tasación.  Con medidas tan inconsultas, solían los  gobernadores  de  las provincias poner rémoras al comercio intercolonial de frutos naturales, como si se tratase de pueblos extraños entre sí, y olvidando que unos y otros formaban parte de una misma nación.  Por fortuna la Corona vino en auxilio nuestro, disponiendo por una real cédula “que los mantenimientos, bastimentos y viandas se pudieran comerciar y trajinar libremente por todas las provincias de las Indias” e imponiendo penas a las justicias, consejos y   particulares que estorbasen aquel tráfico.
8o.   También  durante la administración del Dr. Rodríguez, la Audiencia dictó medidas energéticas para perseguir y castigar a “los malhechores, ladrones, forzadores y salteadores de camino”, de que estaba infestado el Reino.  Hablaba asimismo la Audiencia de “alteraciones, robos y estupros frecuentes” en Guatemala, para los cuales se estableció el Tribunal de la Santa Hermandad, que subsistió por más de un siglo.
9o.   En el año de 1556, proyectó el gobernador español enajenar las encomiendas, como un arbitrio para proporcionar recursos al erario. Ya  por  aquel tiempo, vendíanse en Castilla, hidalguías, títulos, señoríos, alcaldías, regimientos y otros oficios, y por lo mismo nada tenía de extraño que se llevara a la práctica, en las colonias la enajenación de las encomiendas, lo que habría sido perjudicialísimo para los indios, por el carácter de perpetuidad que daba a esa funesta institución.  Por fortuna para ellos, vivía aun su valiente y decidido protector, el Padre Las Casas, quien levantó alta y vigorosamente la voz contra la proyectada enajenación.   En un folleto que escribió con tal motivo, atacó el principio del derecho divino de los reyes, generalmente aceptado por entonces, por el cual se les atribuía y reconocía poder absoluto sobre vidas y haciendas.   El  Padre Las Casas, adelantándose a su época, enunció las ideas más avanzadas del derecho público moderno.   En  aquel  escrito negaba la facultad de hacer tales enajenaciones, sin el consentimiento de los súbditos; decía que la voluntad de la nación era el origen de la autoridad de los reyes, príncipes y magistrados; que estos jamás debían considerarse superiores a las leyes, y sentaba otras proposiciones  que al decir del historiador Milla, a quien copiamos, si las leyéramos, sin saber quien fuese su autor, las atribuiríamos más bien a un miembro de la Convención francesa de 1782, que a un fraile español del siglo XVI.  Las proyectadas enajenaciones no se llevaron a  efecto, y de ellas no volvió a hablarse más en lo sucesivo.
            10o.   En  1556, y  con fecha 6 de junio, expidió la Corona de España la famosa real cédula, confirmada por otras posteriores, por la que se imponía pena de muerte y pérdida de bienes a todos los que en las colonias trataran y contrataran con extranjeros de cualquier nación, cambiando o rescatando oro, plata, piedras, perlas, frutos y otros géneros y mercaderías.  Aquella disposición odiosísima y cruel, mató de golpe el comercio americano, y redujo a las Américas a una triste condición, sin otro móvil que proteger monopolios escandalosos dados en la metrópoli a favoritos o negociantes.      
            11o.   En  ese mismo año de 1556, la Provincia de Chiapas, que formaba parte del Reino de Guatemala, sufría serios perjuicios de los indios salvajes que poblaban el Lacandón.  Según  informes oficiales, no había año en que esos indios no destruyesen alguna población, siendo ya catorce las que tenían arrasadas, entre ella una que no distaba más de quince leguas de la cabecera, y sobre la cual cayeron de noche, matando y cautivando mucha gente, sacrificando los niños en los altares de la iglesia, y quemando después ésta y las casas del pueblo, cuya gente restante se llevaron prisionera.  Y aunque  la  Corona dirigió con ese motivo una real cédula, mandando seguir las informaciones del caso, y castigar severamente a los autores de aquellos atentados, era tan desgraciada la situación del gobierno de Guatemala que aquella real cédula entró en la categoría de las que “se obedecían, pero no se cumplían”, según la fórmula tan frecuentemente usada en las colonias españolas, cuando se carecía de poder bastante para dar cumplimiento a los reales mandatos.
            12o.    El  26  de junio de 1557, se alzaron pendones en Guatemala por el Rey Felipe II.  El Ayuntamiento se puso de acuerdo con la Audiencia y con el Presidente respecto a las ceremonias de aquella proclamación acto solemne que ocurría por primera vez entre nosotros.  El Emperador Carlos V de Alemania, I de España, en cuyo nombre y bajo cuya autoridad fueron conquistados algunos de los reinos más importantes del Nuevo Mundo, renunció la Corona de España en favor de su hijo Felipe, en enero de 1556.  El  mismo  Soberano  comunicó  el suceso a las ciudades de San Salvador y Santiago, con fecha 16 de aquel mismo mes y año; pero no se pregonó, ni se celebró la exaltación del nuevo monarca al Trono, sino hasta a mediados del año de 1557, en que hubo formación de tropas con uniforme de gala, paseos con música por las calles, proclamación con pendones, función religiosa en la catedral, e iluminación y otros regocijos, después, por supuesto, de que el Escribano del Cabildo dio pública lectura a la carta del Emperador, y de que los concejales besaron dicha carta, y la pusieron sobre sus cabezas, en señal de obediencia.     
13o.   El 28 de noviembre de 1558, murió el Presidente Rodríguez de Quesada, y recayó el gobierno en el Licenciado Pedro Ramírez de Quiñónez, decano de los Oidores de la Audiencia,   título con el cual se hizo cargo de la Presidencia, con arreglo a las Ordenanzas.
14o.   Uno de los primeros trabajos del nuevo Presidente fue poner en ejecución una real cédula del mes de marzo del propio año, en la que se hacía relación a otra de 1556, referente a los excesos que cometían los lacandones, y se prevenía se les castigara severamente.  Como no se sabía que se hubiera cumplido con aquella disposición, se prevenía se sacara a los lacandones de los puntos en donde estaban encastillados, y se les  trasladara  a otros.  Decía también, que si para ese efecto, era necesario emplear la fuerza, se facultaba al  Presidente y a la Audiencia, para que les hiciesen la guerra, no obstante otra disposición anterior del Emperador, que la prohibía; y que a los que fuesen cautivados se les tuviera por esclavos de los que los hubiesen hecho prisioneros.  Para que la expedición fuera menos gravosa al tesoro real, disponía la misma cédula, que los españoles de Guatemala y Chiapas, que tomaran a su cargo la empresa, disfrutarían durante su vida, de los tributos que se asignaran a los lacandones que se llevasen a otro sitio.
15o.   El día 3 de enero de 1559 se publicó solemnemente, por voz de pregonero, en la plaza mayor de Guatemala, la real cédula por la que se mandaba hacer esta guerra.  La  idea  de  ir a pelear contra los infieles para ganar recompensas celestiales, y la esperanza de los honores y recompensas terrenales con que se ofrecía premiar a los que participaran en la empresa, contribuyeron a determinar a muchos hidalgos guatemaltecos a alistarse bajo la bandera que levantó el Oidor Ramírez de Quiñónez.  El entusiasmo inflamó bien pronto los corazones, y no se reparaba procurar equipos y arreos militares.  Alistáronse mil indios de las provincias de Guatemala, gente robusta y valiente, aunque poco lucida y aseada, y ochocientos de los de Chiapas, los cuales parecieron mejor cuando los dos contingentes se reunieron.   También se alistaron muchos españoles residentes en la misma provincia de Chiapas; y mandaba todas estas fuerzas, Gonzalo de Ovalle, uno de los principales vecinos de Ciudad Real.  Se acopiaron víveres en abundancia, lanzas, arcos, flechas, rodelas, escaupiles o cotas, caperuzas, banderas, tambores, trompetas y los uniformes para los indios, costeado todo por los respectivos pueblos.  Llevaba cada soldado una calabaza (nambira) que tenía doble destino: el de vasija para llevar agua, y el de salvavidas en  las lagunas y los ríos que tuvieran que atravesar a nado.   Conducían también dos bergantines en piezas, para armarlos cuando fuese necesario.  Era considerable el número de indígenas que seguían al ejército, conduciendo a hombres el tren, a pesar del capítulo de las ordenanzas de Barcelona, que prohibía emplearlos en aquel oficio.
16o.    Dirigiose el ejército a Comitlán, provincia de Chiapas, en donde el Oidor, en su calidad de General en Jefe, pasó revista a las tropas. Bendijo enseguida las banderas, el Obispo de la diócesis, de quien se asegura que, para obsequiar a los expedicionarios, había gastado más de lo que producía su renta en dos años.  Emprendida la marcha, iban los indios chiapanecos haciendo de gastadores, y talando los montes,  que estaban completamente cerrados, para abrir camino al ejército, que empleó 15 días en llegar a orillas de una laguna, en donde se hallaba el pueblo principal de los lacandones.  Las casas de  la  población situadas en una isla, parecían grandes, de buena fábrica y blanqueadas.  Sus moradores, aunque vieron que los enemigos que se acercaban eran numerosos, no se acobardaron, antes bien confiados en lo fuerte de su posición, y en que todas las tentativas anteriores para dominarlos habían sido inútiles, hicieron poco caso de los que llegaban.  Hicieron más,  pues  algunos de los habitantes del pueblo  llegaron  en  canoas, y hablaron con los españoles, preguntándoles qué querían y que buscaban en su tierra.   Agregaron que ellos deseaban la paz y la amistad de los blancos y que abrazarían la religión que éstos profesaban; todo lo cual no era más que pura ficción y engaño, pues cuando los españoles les pidieron canoas para pasar a la población, les llevaron once únicamente, con el objeto de que se embarcaran por pequeñas secciones y darles muerte al llegar a la  isleta.       
     17o.   Durante aquellas conferencias los castellanos habían armado y aderezado uno de los bergantines que llevaban en piezas, y metiendo en él algunos soldados, lo echaron al agua con gran vocería y algazara.   Los indios que vieron caminar a toda prisa hacia su isla a aquel monstruo marino, cargado de gente armada, pues tal les parecía una embarcación tan superior a sus pequeñas canoas, se pusieron en fuga por un río inmediato; pero no tan deprisa que no capturaran los españoles unos 150, entre ellos el  Cacique y el Gran Sacerdote de los lacandones.   Los  chiapanecos, nadadores muy prácticos, contribuyeron mucho a la captura de aquella gente.  Ocupada  la  población, el ejército castellano la saqueó y enseguida le dio fuego.
18o.   Destruida  la   población de la laguna y habiendo echado a pique el bergantín, se dirigió el ejército a otra, llamada Topiltepec, caminando sin las precauciones militares; pero de repente se encontró detenido en un punto estrecho, por una partida como de 80 lacandones que le disparaba una rociada tal de flechas, que puso en gran conflicto a los expedicionarios.  Muchos fueron heridos y quizás habrían perecido todos a no habérseles agotado los proyectiles a los indios.   Los  castellanos  encontraron desierto el pueblo; pero con provisiones abundantes que les fueron de mucho auxilio.  Pasaron  enseguida a Puchutla, población edificada en otro islote de una laguna, teniendo que construir lanchas, porque el otro bergantín que llevaban en piezas, había sido abandonado en las selvas.  Los indios chiapanecos guiaban  las embarcaciones con mucha habilidad, y sirviéndose de unos hacecillos de cañas para mantenerse a flote, con una mano guiaban la balsa, mientras con la otra manejaban el arco y la flecha.  Los de Puchutla echaron al agua  multitud  de  canoas con gente armada, y empeñaron rudo combate.  No pudieron, sin embargo, resistir a las armas de los europeos, y espantados por los disparos de los arcabuces, huyeron dejando sobre las aguas los cadáveres de sus compañeros.  Los españoles ocuparon el pueblo, y dando por terminada la campaña, dispuso el Oidor y Capitán General regresar a  Guatemala con sus 150 cautivos.  Tuvo antes disputas con el Obispo de Chiapas, Fray Tomás Casillas, sobre si había sido bien o mal reducidos a esclavitud, pero el Oidor se los llevó a Guatemala, de donde no tardaron en fugarse.         
19o.     Fueron  premiados  algunos de los españoles que hicieron la campaña; otros gastaron tiempo y papel en acreditar sus méritos y obtener promesas de grandes repartimientos: se perdonó parte del tributo a los indios de Chiapas; y a muchos de ellos premió además el Oidor, regalándoles espadas y alabardas que le quitó algún tiempo después. -  Costó al Tesoro aquella campaña cuatro mil quinientos pesos de oro, de 450 maravedís cada uno, y habiendo presentado sus cuentas, resultó alcanzado el Oidor en 555 pesos y algo más.
20o.   Al mismo tiempo que el Oidor Ramírez hacía aquella entrada al Lacandón, por la parte vecina a Chiapas, el Cacique de Chamelco, Gobernador de la Verapaz, bautizado con el nombre de don Juan, entraba también en las tierras de los lacandones, por la parte que lindaba con su gobernación.-  Habiendo dado batalla a los de Acalá, los venció, ahorcó ochenta de los principales, y se llevó 180 cautivos, con lo que completó la destrucción de aquel pueblo.  Los lacandones del territorio limítrofe con Chiapas, regresaron a ocupar sus pueblos, y reedificaron las casas que habían destruido los españoles, continuando sus hostilidades a las poblaciones vecinas, con lo cual la expedición del Oidor Ramírez vino a ser completamente inútil.          
21o.   En  el  mes de abril de 1559 volvió a hacerse cargo de la Presidencia el Oidor Ramírez.   La  satisfacción de los colonos españoles y de los nativos fue general, porque el Oidor desempeñaba su empleo con mucha rectitud, imparcialidad y celo del bien público; pero desgraciadamente duró poco en él, porque apenas había transcurrido cinco meses de su regreso, cuando llegó a hacerse cargo de la Presidencia de la Real Audiencia, el Licenciado Juan Núñez de Landecho.
22o.  El  2  de septiembre del mismo año, fue recibido el nuevo Presidente, y desde luego abrió el juicio de residencia, según las instrucciones que traía.  Habiéndola dado muy cumplida Ramírez de Quiñónez y estando nombrado para la Audiencia de Lima, fue a embarcarse en Acajutla, acompañándolo el mismo Landecho, y muchos vecinos principales de la ciudad, que quisieron ofrecer al ex-Oidor y Presidente, aquella muestra de gratitud y aprecio.   

CUESTIONARIO
1. ¿Cuándo  murió  el Presidente Cerrato? 2. ¿Cuál  era  la situación del Reino en aquellos días, de la muerte del Presidente Cerrato? 3. ¿Qué  noticias  llegaron a la Metrópoli española, y qué disposiciones dictó el Rey? 4. ¿Qué  novedades  hubo  durante  la  administración del Presidente Rodríguez? 5. ¿Qué sucedió en la Verapaz a los misioneros dominicos? 6. ¿Qué dispuso la Corona en favor de los indios pobres? 7. ¿Qué  ordenó el Virrey de México acerca de la venta de cacao en Guatemala? 8. ¿Cuáles fueron las medidas de policía que dictó la Audiencia, durante la administración del Dr. Rodríguez? 9. ¿Qué fue lo que el Gobierno español proyectó para arbitrar recursos, y quién combatió valientemente este   proyecto? 10. ¿Qué  dispuso la Corona en 6 de junio de 1556? 11. ¿Qué  le sucedía en esa fecha la provincia de Chiapas? 12. ¿Cómo fue proclamada en Guatemala la exaltación  de don Felipe II?  13. ¿En  qué fecha murió el Presidente Rodríguez y quién le sucedió?  14. ¿Cuáles  fueron los primeros actos del nuevo Presidente? 15. ¿Qué acontecía en Guatemala durante el mes de enero de 1559? 16. ¿Cuáles  fueron los principales movimientos y sucesos del ejército levantado por el Presidente Ramírez de Quiñones?  17. ¿Cómo  fue ocupada la isla de los lacandones? ¿Qué  otras  poblaciones ocuparon los castellanos, y cómo terminó la campaña? 18. ¿Qué recompensas se dieron a los vencedores, cuánto costó la campaña, y en cuánto salió alcanzado el Presidente?  19.¿Qué hizo durante la campaña del Lancadón, el Cacique don Juan, Gobernador de la Verapaz? 20.¿Cuándo regresó a Guatemala el Oidor Ramírez de Quiñones a hacerse nuevamente cargo de la Presidencia, y cuánto tiempo más la sirvió? 21.¿Cuándo fue recibido el nuevo Presidente, y cuáles fueron sus primeros actos?                   

 



CAPITULO XIII

LAS PROVINCIAS
1549-1565
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Terminan los gobernadores-Conspiración de los Contreras y muerte del Obispo Valdivieso-Es nombrado Alcalde Mayor de Nicaragua don Juan Caballón-Conspiración y muerte de Juan Gaitán-El Licenciado Diego de Ortiz de Elguete es nombrado Alcalde Mayor, y comisionado por la Audiencia para la conquista de Costa Rica-Se asocia del Padre Estrada Rávago-Los conquistadores se dividen en dos cuerpos-Trabajos, penalidades y desastre en la expedición del Padre Estrada-Su regreso y su nueva marcha-El Licenciado Caballón se interna en Costa Rica, y lleva adelante la conquista-Mal entendido de sus esfuerzos-Es nombrado Fiscal de la Audiencia, y se retira dejando al Padre Estrada-Le sucede Juan Vásquez de Coronado, quien prosigue la conquista de Costa Rica-Funda varias poblaciones, y va a España a solicitar auxilios-Es bien recibido en la Corte y el Rey le dispensa muchas mercedes; pero en su regreso naufraga y perece ahogado.
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               1o.  El establecimiento de la Real Audiencia de los Confines puso término a los gobernadores de las Provincias de su dependencia, como lo vimos atrás, y en esa virtud sucedió interinamente en Nicaragua al Gobernador Rodrigo de Contreras el Oidor Diego de Herrera, nombrado Juez de Residencia por el mismo Tribunal. Durante  ese  período del Oidor Herrera, la tranquilidad se alteró bastante en esta provincia, tanto por los abusos que cometieron los comisionados de los bandos españoles en el Perú, durante la rebelión de Gonzalo Pizarro, como por las escandalosas disputas del Obispo de León, Fray Antonio de Valdivieso, con los Alcaldes de León y Granada, a quienes excomulgó, por cuestiones de prepotencia civil.  Pendientes tales escándalos, que traían conturbado al vecindario, llegó a Granada la noticia de que el Consejo de Indias había confirmado la resolución de la Real Audiencia, que condenaba a don Rodrigo de Contreras a la pérdida de sus encomiendas, y a otras penas.  Al saberlo la mujer e hijos de Contreras, se exaltaron  mucho, y se desataron en denuestos contra el Obispo Valdivieso, que fue el denunciante de los abusos de don Rodrigo, y su principal enemigo.  Los jóvenes Contreras, ciegos de ira, concibieron el criminal proyecto de asesinar al Prelado, alentados, según se dice, por su propia madre que, como digna hija de Pedrarias, no se fijaba en los medios para realizar su venganza.          
2o.  Hernando y Pedro de Contreras, que eran los hijos del ex -Gobernador, se entendieron con algunos militares, recién llegados del Perú, y pertenecientes a la vencida facción de Gonzalo Pizarro. -Aquella gente, aventurera y pérdida, acogió con entusiasmo el pensamiento, halagó la vanidad de los Contreras, y les ofreció su ayuda.  Era su capitán, Juan Bermejo, natural de Segovia, en España, que gozaba de gran reputación de valiente, y éste no solo aprobó la idea de asesinar al Obispo, sino que sugirió a Hernando el pensamiento de asaltar la ciudad de León, levantar el mayor número de gente, sacar recursos por la fuerza, dirigirse enseguida a Panamá, reforzar allí la expedición,  pasar  luego al Perú, y proclamarse Rey absoluto de aquel vasto y rico país.  Pintaba la empresa tan fácil y hacedera, y tocó tan de lleno la cuerda sensible del joven Contreras, que este  acogió a su vez con entusiasmo la proposición.  Arregladas las armas y listos todos los preparativos, quedó Pedro  en Granada, para no llamar la atención con la ausencia de ambos, y Hernando se dirigió secretamente a León, con muchos de los conspiradores, alojándose en una casa que tenían los Contreras en aquella ciudad.
3o.  Reunidos y armados los de la conjuración, el miércoles 26 de febrero de 1549, fueron arengados por Hernando acerca del perjuicio que ocasionaban a los colonos las nuevas Ordenanzas, pues los dejaban sin recursos para vivir en una tierra que habían conquistado con su sangre.  Les ofreció mediar aquellos males, llevar a cabo una empresa que sería beneficiosa para todos; y sin decir más ni revelar lo que se proponía hacer, tomó sus armas y se hizo seguir de todos, ordenando a Bermejo que atravesara con su lanza al que se negara a acompañarlos.  Llegados a casa del Obispo, Hernando se precipitó sobre él, sepultándole su daga varias veces en el cuerpo, y consumando el asesinato, mandó descerrar los cofres y tomar el oro, la plata y las escrituras que había en ellos.  Recorrió después la población con los suyos, dando vivas a la libertad y al Príncipe Contreras, y enseguida saquearon las casas del Tesorero Real y de los vecinos acomodados, exigieron armas y caballos, y reclutaron gente, hasta completar 40 hombres.
4o.  Organizada la fuerza en León, Contreras y Bermejo se dirigieron al Realejo y se apoderaron de dos buques allí anclados.  Asegurada así la fuga para en caso necesario, Hernando envió a Bermejo a Granada, a recoger a los amigos y a recaudar cuanto más se pudiera.   Tan  pronto  se presentó Bermejo, se rebeló la mayor parte de los defensores de la plaza, con Pedro de Contreras a la cabeza, asesinaron al Comandante, impusieron fuertes contribuciones al vecindario, mandaron una escolta de 30 hombres a tomar el puerto de Nicoya, con orden de recoger gente, armas y dinero, y con el primero de dichos jefes, se encaminaron al Realejo, donde los aguardaba Hernando.  Reunidos todos en este punto, quemaron dos navíos que no pudieron llevarse, y se embarcaron con dirección a Nicoya, en donde eran esperados por sus cómplices, con 60 hombres más, que habían reclutado.  De  Nicoya  se hicieron a la vela para la isla de Perlas, y encontrando en el camino dos fragatas, las atacaron y tomaron, aumentando así su gente y sus recursos.  Al   llegar  a Panamá, el 20 de abril, lograron capturar varias embarcaciones, y apoderarse de la ciudad; pero habiéndose internado el siguiente día, sin dejar fuerzas que cubriesen su retaguardia, los vecinos se armaron, convocados por el Obispo, y organizados militarmente a las órdenes de Ruiz de Marchena, tomaron la ofensiva, derrotaron a los invasores y los persiguieron hasta su completo exterminio.
5o.  Mientras existió la Audiencia de los Confines, no ocurrió en Nicaragua, después del suceso de los  Contreras, cosa digna de mencionarse.  En 1553 fue nombrado Alcalde de la Provincia el Fiscal de la Audiencia, Licenciado Juan Caballón, con el sueldo de mil ducados al año.  Hubo durante su administración el famoso levantamiento de Juan Gaitán, quién, después de saquear la villa de  San Miguel, de El  Salvador, la de Jerez, de Choluteca, y las minas llamadas de Juan de Avila, determinó dirigirse a León, con objeto de matar al Licenciado Caballón, de quien deseaba vengarse por haberlo castigado por un delito en Nicaragua; pero este, advertido a tiempo, salió al encuentro del enemigo, desbaratándolo completamente en la plaza de la ciudad, al amanecer del último día de Pascua del año de 1544, después de una reñida acción, en la que fue herido el propio Caballón, en la cabeza y en su muslo.  Fueron ahorcados Gaitán, su segundo, y doce más de los cabecillas, cortadas las manos a cuatro de ellos y condenado el resto de los prisioneros a reclusión.
6o.  El Licenciado Alonso de Ortiz de Elgueta, sucedió en 1558 al Licenciado Caballón, en la Alcaldía Mayor de Nicaragua.  Un año después, en 1559 recibió comisión del Rey para ir a someter a los indios de la Taguzgalpa, en la frontera de Honduras, y también a los de la tierra de Costa Rica, pero poco más tarde, y sin especificar motivos, el mismo Rey le relevó de esa comisión.  En tal virtud, la Audiencia designó al Licenciado Juan Caballón, nombrándolo nuevamente, en 1560, Alcalde Mayor de Nicaragua, nombramiento que ratificó la Corona, en 5 de febrero de 1561.
 7o.  Don  Juan Caballón carecía de recursos para hacer la conquista de Costa Rica, y por éste motivo se asoció con el Padre Juan Estrada Rávago, ex-religioso de San Francisco, hombre inquieto y aventurero, y que contaba, no obstante, con seis o siete mil pesos de economías, que gustoso arriesgó en la empresa.  Sin pérdida de tiempo salieron  ambos  socios, de Guatemala, a principios de 1560, llevando alguna gente y municiones para la expedición.  Apenas llegados a Nicaragua, dieron principio a sus preparativos, y al reclutamiento de soldados en las ciudades de León y Granada.   Hechos todos los arreglos, la expedición se dividió en dos cuerpos, uno al mando del Licenciado  Caballón, que invadió por tierra, por Nicoya, hoy provincia de Guanacaste, y otro por agua, al mando del Padre Estrada, aunque aparentemente, al de un testaferro de apellido Mérida, a quien se nombró teniente de Alcalde Mayor, y Maestre de Campo.  Este cuerpo se embarcó en el lago de Granada, o Nicaragua, en Octubre de 1560, en dos fragatas y algunas canoas, muy bien provisto de armas y municiones, y con un total de 300 hombres, de los cuales 70 eran soldados españoles.  La  expedición perdió en el río una fragata cargada de abundantes provisiones, y con el resto de la expedición salió a la mar, y fue a desembarcar, después de algunos contratiempos, a la bahía del Almirante, donde el Padre Estrada puso señales y mojones, hizo construir unos ranchos y declaró fundada la villa del Castillo de Austria, dotándola de autoridades.
 8o.  El Padre  Estrada envió una de sus fragatas a Nombre de Dios, con dinero suficiente para que comprase víveres, en previsión de la escasez que comenzaba a sentirse; pero la fragata tardó en regresar, y acosados del hambre, los expedicionarios se dedicaron al merodeo en los pueblos vecinos de indios pacíficos.  Estos se coligaron y atacaron a los merodeadores, causándoles bajas y rechazándolos.  Enseguida quemaron los indios sus ranchos y milpas, y huyeron a los bosques.   La miseria y el hambre cayeron entonces de lleno en el campamento español, y no quedó más recurso a los conquistadores, que marcharse en busca de la antigua colonia de  Suerre, a donde se dirigieron parte por agua y parte por tierra al mismo tiempo; pero a donde sólo llegaron los primeros, porque los que iban por tierra se desertaron  y siguieron de paso hasta Nicaragua.  La permanencia en Suerre no mejoró la condición de la colonia, por lo cual resolvió el Padre Estrada regresar a Nicaragua.  En el Puerto de San Juan, perdió muchos soldados enfermos, y habrían perecido todos de miseria, sin el socorro de un barco que iba para Nombre de Dios.  Pudo por fin el Padre llegar a Granada con solo 30 hombres, enfermos y extenuados, de los cuales todavía murieron algunos; y enseguida partió solo y por tierra en busca del Licenciado Caballón, que se había internado a Costa Rica por el lado de Nicoya.
9o.  El Alcalde Mayor de Nicaragua, después de enviar alguna gente que le precediese, salió a su vez, en enero de 1561, para Nicoya, de donde por agua se dirigió a Chomes, cuyos indios vivían pacíficamente sin ser molestados por los españoles, desde años anteriores.  En Chomes se reunió con la gente que allí lo esperaba, y emprendió la marcha al interior, abriendo caminos con mucha dificultad, hasta llegar a un sitio que bautizó con el nombre de Real de la Ceniza, en el que sentó su base de operaciones.   En  el llano de Turrucares, a orillas del río Ciruelas, fundó en marzo de 1561, la ciudad del Castillo de Garci-Muñoz, y algún tiempo después de poblada ésta, la de los Reyes, en las llanuras de Esparta, y el puerto de Landecho, hoy puerto Caldera, en el golfo de San Vicente.  En busca de víveres envió exploradores al valle del Guarco, poblado por varias tribus; pero las dificultades de la conquista eran cada día mayores, los indios se defendían con valor, y la pobreza del territorio en metales auríferos, se puso al fin de manifiesto, con gran desaliento del conquistador.  Vino en  auxilio  de éste, para sacarlo de su aflictiva situación, del nombramiento del Fiscal de la Audiencia, y partió enseguida para Guatemala, en enero de 1562 dejando en su lugar, como Teniente de Alcalde Mayor, al Padre Estrada Rávago, quien continuó al frente de las colonias fundadas por Caballón, hasta la llegada del sucesor de este.  Se dice que Estrada, con suma bondad, se dedicó a reparar los males causados por Caballón, y que se ganó por completo el cariño de los indios que llegaban voluntariamente a servir en la ciudad por complacer al Padre.  Construyó este varios templos, proveyéndolos, con su propio peculio, de cálices, ornamentos, altares, campanas, y demás enseres necesarios.  Su vida ejemplar, y su generosidad,  lo hicieron  el  ídolo  tanto  de  indios  como de españoles.
10o.  Hallábase todavía  empeñado en la conquista de Costa Rica el Licenciado Caballón, cuando la Audiencia, considerando acéfalo el gobierno de la provincia de Nicaragua, nombró en 30 de abril de 1561, para Alcalde Mayor de la misma, a don Juan Vázquez de Coronado, caballero linajudo, vecino de la ciudad de Guatemala.   El  nuevo  nombrado tomó posesión de su destino en el mes siguiente, y con la actividad febril que le caracterizaba, apenas hubo arreglado algunas diferencias entre el Obispo y el Arcediano de León, se embarcó en Granada y fue a someter a los indios de las islas de Solentiname, rebelados desde hacía 14 años, lo que realizó con prudencia y dulzura, haciendo lo mismo con los de Cotán y Bagaces.  Enseguida puso toda la provincia en armas para rechazar al rebelde Lope de Aguirre, que se decía intentaba pasar por el río San Juan para irse al Perú.  Al poco tiempo se esforzó por enviar socorros a Costa Rica, para ayudar a Caballón.
11o.  El  regreso  del Licenciado Caballón a Guatemala, determinó a la Audiencia a nombrar para Alcalde Mayor de Cartago y Costa Rica, al de igual título en Nicaragua, don Juan Vázquez de Coronado, con los mismos límites que su antecesor, y previniéndole llevar a buen término la interrumpida conquista, de donde llegaban desconsoladoras noticias.  Vázquez de Coronado mandó inmediatamente a su segundo, Juan de Ovalle, en un navío, con 50 hombres y muchas provisiones, y después, en 18 de agosto de 1562, salió él mismo de León con 80 hombres y muchos ganados y caballos, en pos de su teniente.  Llegó a Nicoya el 6 de septiembre siguiente, y allí esperó el navío que tenía ordenado del Realejo para atravesar el golfo, e ir al puerto de Landecho.  El ganado vacuno y caballar lo envió por tierra a la villa de los Reyes, y mientras llegaba el navío, se ocupó en pacificar los pueblos de Bagaces y otros inmediatos.                  
 12o.  El 20 de noviembre de 1562 llegó el conquistador a la villa de Garci- Muñoz, al tiempo que se revelaban los caciques de Garabito y Coyoche, así como los indios Votos, pero Vázquez los redujo a la obediencia en breve tiempo, lo mismo que a otras tribus del Pacífico y del interior del país, valiéndose más de la persuasión y buen trato, que de la fuerza.  Enseguida fundó en el valle del Guarco, y cerca de la confluencia de los ríos Purire y Taras, la ciudad de Cartago, y a su regreso a Gaci-Muñoz, facultó a sus vecinos para que pudieran trasladarse a Cartago, siempre que anticipadamente sembraran milpas para su sostenimiento.  En  el  mes  de  julio, Vázquez de Coronado volvió a Nicaragua, a entender en los asuntos de esta provincia y en la preparación de todo lo necesario para continuar la conquista de Costa Rica, dejando por su teniente al Sargento Mayor Juan Llanes de Castro.
 13o.  Apenas llegado a Nicaragua, envió Juan Vázquez, ganado vacuno y caballos a Costa Rica, y un refuerzo de 30 hombres. Luego, con su acostumbrada actividad, reunió gente, víveres, armas, municiones, ropas y demás cosas necesarias para la nueva expedición que proyectaba, e hizo preparar un navío en el Realejo, hasta que por fin, le faltaron las fuerzas y cayó enfermo.  Insistió, sin embargo,  en su empeño, y contra la opinión de su médico y de sus amigos, partió para Nicoya con 60 hombres.  De ahí  se embarcó con 30, recorrió minuciosamente la costa del golfo, hizo escala en el puerto de Landecho, socorriendo de paso a los pocos moradores que halló desnudos y hambrientos, y por último fue a desembarcar en Puerto Coronado, en el río del mismo nombre, en donde, según sus órdenes, debía esperarle Diego Caro de Mesa, con hombres y caballos.  Como no lo hallara, fue en su busca hasta encontrarse con él, en Quepo, sobre el río de los Mangues, en donde se le  reunieron otros de sus capitanes expedicionarios.  Durante su  ausencia habían éstos continuado la conquista con poco éxito favorable, y fundado en Cia una ciudad, que llamaron Nueva Cartago, y que tuvo poca vida.    
 14o.  El mayor empeño de Juan Vázquez era ir a la provincia de Ara, hoy Talamanca, y otras situadas en las vertientes del Mar Caribe.  Emprendió marcha hacia el Atlántico, y atravesó la cordillera, venciendo dificultades numerosas: todos los caballos quedaron en el camino, con la mayor parte de  las  cargas, y hubo día en que no pudieran hallar agua con que apagar la sed.  En seis jornadas, sin embargo, llegó al fin al pueblo de Ara, el 24 de enero de 1564, y después de tomar posesión del lugar, exigió obediencia de los caciques vecinos, y fijó allí su centro de operaciones.  Envió enseguida comisiones en busca de lavaderos y minas, y llevó a cabo la conquista por medios suaves y amistosos. –  A mediados de febrero se trasladó el campamento a Cutcurú, en el valle del Duy, y tomó posesión de ese pueblo el día 17 del mismo enero.  Los caciques comarcanos llegaron enseguida a someterse, portando valiosos regalos de oro, que fueron compensados con abalorios y objetos de Castilla.  Después de catear los lavaderos que fueron previamente repartidos, pasó la expedición a Quequexque y Taranta, cercanos a la bahía del Almirante.  De allí se prosiguió la conquista de los pueblos vecinos a la costa Norte, y dando la vuelta por los valles ribereños del  Matina, llegó a Tayutic, el 20 de abril.  De Tayutic siguió marchando hasta el pueblo de Atirro, que encontró en plena rebelión, lo mismo que los de Turrialba y Ujarraz.  En Corrosí, próximo ya al valle del Cuarco, encontró cadáveres mutilados de españoles, que habían estado merodeando en las milpas de los indios, y un poco más adelante los indios cayeron sobre su retaguardia, aunque logró rechazarlos. - En un mal paso del valle mencionado, se encontró con una emboscada; pero por fin llegó sin más novedad a Cartago, en donde ya se le creía muerto, y se le recibió con alegría.
 15o.   La ciudad  de Cartago  había  sido  poblada  con  los vecinos de la de Garci-Muñoz, que se trasladaron en el mes de marzo de 1564.  Su vida, sin embargo, estuvo  muy  lejos  de  ser  tranquila  durante  la ausencia del Alcalde Mayor. -  Los indios se fueron sublevando, unos tras otros, por motivo de los frecuentes despojos de sus cementeras, y la guerra se hizo general, con perjuicio del vecindario de Cartago, en donde la carestía revistió mayores proporciones.  Juan Vázquez había gastado en la conquista de Costa Rica más de veinte mil pesos, fija su esperanza en los lavaderos de oro, y no en los despojos de los indios, a los que siempre trató con suavidad.  Agotados sus recursos, no le quedó más amparo que la protección del Monarca; pero era preciso ir a solicitarla a la Corte.  Le ayudó el vecindario y autoridades, y una vez en España hallo gracia ante Felipe II, quien le concedió el título de Adelantado de Costa Rica, para él y sus descendientes, con un salario de mil pesos, y le nombró además gobernador, con dos mil pesos de oro de minas.  Esto sucedió en el mes de abril de 1565, y en mayo siguiente se confirmó la Cédula de 1545, en la que se ponía a Costa Rica bajo la dependencia eclesiástica del Obispo de León.  En octubre de 1565 salió de regreso Juan Vázquez, muy satisfecho de las mercedes alcanzadas; pero naufragó de camino y pereció, según se creé, el 22 del propio mes, entre San Lucas y Cádiz.                  

CUESTIONARIO
1. ¿Qué puso término a las gobernaciones de las provincias y qué noticia sensacional llegó a Nicaragua en los primeros años del establecimiento de la Audiencia? 2. ¿Con  quiénes  se  entendieron los hijos de Contreras, y qué se proponían? 3. ¿Cómo llevaron a efecto sus proyectos, los hijos de Contreras, y qué hicieron en León? 4. ¿Cuándo salieron de León los  Contreras, a dónde se dirigieron, qué hicieron de camino, y dónde y cómo terminaron? 5. ¿Cuándo fue nombrado Alcalde Mayor de Nicaragua el Licenciado Caballón, y qué suceso notable hubo  durante  su  período? 6. ¿Quién sucedió a  Caballón, con qué título e instrucciones en qué año y por cuánto tiempo? 7. ¿Cuándo y con qué títulos fue nombrado el Licenciado Caballón, de quién se asoció y qué hizo inmediatamente después? 8. ¿Qué hizo el Padre Estrada en  la villa del Castillo de Austria, qué le sucedió después, y cómo terminó su expedición? 9. ¿Cuándo salió Caballón,  con  cuánta  gente,   por qué vía, a dónde llegó, que hizo, cómo terminó su misión y a quién dejó encargado del Gobierno de Costa Rica? 10. ¿Cuándo fue  nombrado  Juan Vázquez de Coronado, Alcalde Mayor de Nicaragua, por qué motivo y cuáles fueron sus primeros actos? 11. ¿Quién fue el sucesor  de Caballón en la Alcaldía Mayor de Costa Rica, qué comisión llevó y cuándo y cómo la desempeñó? 12. ¿Cuándo llegó  Vázquez  de Coronado a la villa de Garci-Muñoz, qué hizo después, y qué nueva ciudad fundó? 13. ¿A su regreso a Nicaragua, qué fue lo que hizo Juan Vázquez, cuándo salió para Costa Rica, qué le pasó en su viaje, y hasta dónde llegó? 14. ¿Cuál era el mayor empeño de Juan Vázquez, cómo lo realizó, y qué le pasó después? 15. ¿Por qué se fue Juan Vázquez a España, qué logró del Rey, y cómo terminó su vida?

C A P I T U L O  X I V
ADMINISTRACION DEL PRESIDENTE LANDECHO
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El Licenciado Landecho toma posesión de la Presidencia–Restáurase la Audiencia–Landecho se entiende con el Ayuntamiento y algunos otros funcionarios, para defraudar y cometer arbitrariedades–Auméntanse los Corregidores, y perjuicios que ocasionan–Reducción de los indios–La iglesia y su régimen -  Separación eclesiástica de la provincia de Verapaz–Fray Pedro Angulo es nombrado Obispo de la nueva diócesis–Sus dificultades y muerte-Establecimiento de los gremios de artesanos– Importancia de los ayuntamientos–Trabajos en favor y en contra de Landecho–Llegada del Visitador Briseño–Juicio de residencia contra Landecho y los Oidores–Fuga del primero, su naufragio y muerte–Castigo de los Oidores, y supresión de la Audiencia–Muere el primer Obispo de Guatemala, y le sucede don Bernardino Villalpando–Escandalosa conducta de este, su huida y muerte–Perjuicios de la supresión de la Audiencia, y servicios que presta el Padre Las Casas – Su muerte en España
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1o.  El  Licenciado don Juan Núñez de Landecho tomó posesión del cargo de Presidente de la Real Audiencia, en Guatemala, el 2 de septiembre de 1559, y como Juez de Residencia se hizo también cargo del Gobierno y Capitanía General del Reino, en defecto del Oidor Ramírez de Quiñónez, que pasó a Lima con otro cargo.  El nuevo Presidente, una vez terminado el juicio de residencia de su antecesor, continuó desempeñando el cargo de Gobernador y Capitán General, funciones que debía desempeñar la Audiencia, mostrando así  decidida  tendencia  a arrogarse una autoridad absoluta, de la cual desgraciadamente hacía mal uso. Para el mejor logro de sus propósitos se alió íntimamente con el  Doctor Antonio Mejía, miembro de la Audiencia, hostilizando y menospreciando a los otros individuos del tribunal; y para disponer con libertad de los caudales públicos, logró ganarse y poner en un todo de su parte a los oficiales reales, Antonio de Rosales y Juan de Castañeda.    De este modo podían todos ellos disponer de los fondos en hermanable consorcio, y emplearlos en especulaciones aventuradas, por mar y por tierra, con escándalo y disgusto de los vecinos.
 2o.    Por  medio  de Antonio Rosales, que formaba parte del Ayuntamiento, desde el año de 1558, en calidad de Regidor perpetuo, pudo ganarse también a la Corporación, a la que permitió recrecer los tributos que pagaban los naturales, con lo cual acabó de decidirla a mostrarse favorable en un todo al Presidente.  No habían transcurrido cuatro meses desde la llegada de este funcionario, y ya el  Ayuntamiento dirigía al Rey una exposición, en que después de elogiar a Landecho y de declarar que en el desempeño de su cargo aventajaba a sus predecesores, pedía con instancia se concediese la Gobernación al nuevo Presidente, providencia de que se esperaba, según decía, el mejor gobierno de estas provincias.  Mientras venia la resolución del  Rey, Landecho ejercía una autoridad casi absoluta, cometiendo muchos abusos.  Admitía obsequios y regalos de los litigantes, y en muchas ocasiones los recibía de  ambas partes a la vez, principalmente cuando se trataba de los indios, a quienes extorsionaba de todos modos, monstrándose hostil, al mismo tiempo, a los Obispos del Reino y a los Frailes protectores de la clase indígena.     Por   fin,  en 16 de septiembre de 1560, la Corona resolvió, de acuerdo con lo pedido por el Ayuntamiento, nombrar al Licenciado Landecho para Gobernador del Reino, y darle poder y facultad para que solo él tuviese la Gobernación, de la misma manera y con la amplitud y las atribuciones del Virrey de Nueva España.
3o.   Desde la Administración del Presidente  Cerrato se establecieron en el Reino, los Corregidores, aunque en pequeño número; pero durante la del Licenciado Landecho se aumentaron considerablemente, y por Cédula de abril de 1559 se dejó a dichos funcionarios la facultad de proveer los cargos de alguaciles en sus distritos, en lugar de la Audiencia que lo hacía antes.  Pero la institución de los corregidores, que en su principio fue de verdadero provecho a los naturales,  se  convirtió  en  gravosa  durante el Gobierno de Landecho, pues siguiendo el ejemplo que él daba, los Corregidores oprimían a los indios, y los extorsionaban con exacciones indebidas, seguros de la impunidad.
4o.   Veníase trabajando en el sentido de la reducción de los indios, sacándolos de sus palenques, y estableciéndolos en poblaciones arregladas; pero se cometía con ellos el atentado de despojarlos de sus tierras, que se incorporaban a los bienes naturales, por el hecho simple de la reducción.  La sociedad colonial se hallaba dividida en explotadores, y en defensores de los naturales: los primeros, más numerosos y pujantes, se componían del elemento español en general; y los otros, de unos pocos frailes, y algunas contadas excepciones del elemento civil, los que luchaban desesperadamente por librar a la raza india del maltrato y probable exterminio que la amenazaba.-  Los misioneros  cuidaban de que las reducciones se  hicieran con la menor modestia  posible para los indios, dirigiéndolos en la construcción de sus casas, y enseñándoles con paternal solicitud, a mantenerlas aseadas, y a cuidar de la limpieza de sus personas.  A sus influencias se debió el que en febrero de 1560, diese Felipe II una disposición, previniendo que a los indios reducidos no se les quitaran las tierras y granjerías que tuviesen en los sitios que dejaban.
            5o.  El Altar y el Trono caminaban en admirable consorcio en las colonias españolas.  Las iglesias y los conventos formaban la base de todas las ciudades, y los eclesiásticos y los peninsulares formaban a su vez, las clases privilegiadas, que mantenían como en feudo a los naturales del país, sobre quienes pesaban todas las cargas.  El Reino de Guatemala se hallaba dividido en provincias; con excepción de Costa Rica, todas tenían su iglesia-catedral, pues el obispado de Guatemala comprendía también el territorio de El Salvador, y el Obispo de Nicaragua ejercía, además, jurisdicción en Costa Rica.   La  primera  diócesis que se creó fue la de Nicaragua, que data del año de 1532; la segunda, la de Guatemala, fue establecida en 1534; la tercera, la de Chiapas, en 1538; la cuarta, la  de Honduras, en 1539; y la quinta, la de Verapaz, que solo duró ocho años, en 1569.  Pertenecía al clero el producto de los diezmos, que era de consideración, y que constituía un noble tributo colonial, cuyo peso gravitaba especialmente sobre la casta indígena.
 6o.   En fines del año de 1559, resolvió la Corona, que la provincia de Verapaz fuera separada del Obispado de Chiapas, a que pertenecía por entonces, y que tuvieses Obispo.  Por consejo  de  Fray  Bartolomé de Las Casas, fue nombrado primer Obispo de la nueva diócesis, Fray Pedro de Angulo, varón que gozaba de fama de piadoso y sabio, y que se había distinguido por su celo en favor de los indios.  Recibida en Guatemala la Cédula de su nombramiento, en principios del año de 1560, hubo empeño por frailes dominicos, en que el Padre no admitiera la mitra.   Llegaron las cosas  a  punto de  que éste tuviera que abandonar su convento, y trasladarse, en calidad de huésped, a la casa del Presidente de la Audiencia. -    Llenadas las formalidades previas de vita et moribus, y enviadas a Roma, aceptó el Padre  Angulo el nombramiento, en 21 de abril de 1560; y pareciéndole que su residencia en la casa del Presidente no lo dejaba en libertad necesaria para cumplir con las obligaciones de su estado, hubo de trasladarse al convento de San Francisco.  Enardecidos con estos los ánimos de los frailes dominicos, y saliendo la cuestión del recinto de los claustros, como sucedía regularmente en aquellos tiempos, estuvo a punto de causar una seria conmoción en la ciudad.  Para evitarla, determinó el Padre Angulo volverse a México, a cuyo convento dominico pertenecía, y estando allá, recibió despachos del consejo de Indias, en que se le prevenía fuese a hacerse cargo del gobierno de su diócesis, mientras le llegaban las bulas y podía consagrarse.  Obedeció la orden, y volviendo a Guatemala, organizó su casa Episcopal, con alguna ostentación; y siguió a Verapaz, donde no le faltaron desagrados, porque continuó la oposición de los dominicos establecidos en la provincia, que pretendían renunciase del Obispado.  Tuvo, además, el disgusto de verse abandonado por los eclesiásticos que había llevado de Guatemala; y acompañado de un solo capellán, estando en Salamá, en buena salud, murió repentinamente, en principios del año de 1562.         
7o.  La institución de los gremios de artesanos, establecida en España con el objeto de proteger e impulsar las artes fue introducida en Guatemala poco después de verificada la conquista. Los artesanos tenían sus alcaldes, veedores, maestros, oficiales y examinadores propios; pero sucedió que perteneciendo los que ejercían esos oficios,  a  la clase de primeros pobladores, consideraron luego como mejor y más productivo el  tener indios de encomienda, que no el continuar en las ocupaciones de sus respectivos oficios.  Poco a poco fueron abandonándolas, hasta llegar un día en que no hubo quien quisiera dedicarse a ellas.  Para remediar este mal, que fue muy sensible en aquel tiempo, se apeló al arbitrio de obligar a los artesanos a continuar en sus oficios, conminándolos con la pérdida de sus encomiendas.  Como tampoco se adelantó mucho con esa providencia, se recurrió a la de procurar que los indígenas, los negros y los mestizos aprendieran aquellas artes.  De esta manera  se salvó la dificultad, y se logró que aquellas clases sociales fueran tomando parte en el ejercicio de profesiones útiles, para cuyo impulso y protección se estableció la institución de los gremios, que había desaparecido.  En noviembre de 1560 se formaron las Ordenanzas de zapateros, concurriendo al Cabildo los españoles, que eran ya pocos, y los indios, negros y mestizos que ejercitaban el oficio.  Las diversas razas que formaban la población aparecían bajo el pie de la más completa igualdad, sin otra excepción que la de no permitirse a los esclavos ejercer el oficio de maestros; y no fue sino hasta algún tiempo después que comenzaron a marcarse entre ellas las diferencias que estableció la sociedad y que sancionaron y autorizaron las leyes.
            8o. El Ayuntamiento de Guatemala era, en aquel entonces, una corporación respetabilísima y muy influyente.  Los ayuntamientos, en las ciudades de españoles o blancos solo existieron, en los primeros años de la colonia, en Guatemala, San Salvador, San Miguel, San Vicente, Sonsonate, Comayagua, Tegucigalpa, Trujillo, Gracias León, Granada, Ciudad Real y otros centros.  Los ayuntamientos tenían muchas facultades y estaban organizados con arreglo a las peculiaridades de tiempo y lugar, de aquella época.     Las alcaldías de dichos ayuntamientos, se otorgaban a sujetos nombrados anualmente por los vecinos; pero los cargos de regidores, de los que hubo sencillos y dobles, no podían concederse sino a los que los compraban en público remate; y el mejor postor, que era el preferido, manteníase en el puesto hasta su muerte. – Era empleo muy apetecido y se disputaban los sujetos acaudalados, no por el lucro, que nunca llevó consigo, sino por la honra que proporcionaba.  El Ayuntamiento de Guatemala, que como dijimos al principio, hacía causa común con el Presidente  Landecho, volvió a dirigirse al Rey, en el mes de mayo de 1561, repitiendo sus elogios y recomendaciones, dando las gracias al Soberano, porque le había encomendado a él solo la Gobernación del Reino, y concluía indicando que el salario que tenía el Presidente era poco, pues las cosas que venían de España, se vendían caras, y para vivir con el honor y limpieza que requería su alta posición debía aumentársele.  En esta segunda exposición volvía a proponer el Ayuntamiento, la fundación en Guatemala de un monasterio, donde pudieran recogerse las hijas de los conquistadores y antiguos pobladores pobres, y que dotara el establecimiento con la renta necesaria.   Insistía  con urgencia  de que hiciera merced a la ciudad, de algunos recursos; instaba porque se trasladara el comercio de España con el Perú, a Puerto Caballos; e insinuaba la conveniencia de la perpetuidad de las encomiendas, pidiendo que mientras se resolvía este punto, se prorrogasen al menos por dos vidas más.  Cuatro días después los individuos del Ayuntamiento dieron poder a dos vecinos de la ciudad, a que fueran a la Corte, y presentaran al Rey el Memorial del Cabildo, e instaran verbalmente por el buen despacho de las solicitudes que hacía; pero  parece que los comisionados, que diferían en opinión en lo tocante a Landecho, trabajaron en España en su contra.  Entendió el Cabildo lo que pasaba, y con fecha 26 de enero de 1562, escribió de nuevo al Rey protestando contra cualquier informe en contrario que hubiesen dado sus procuradores, reproduciendo sus elogios a Landecho, y reiterando sus anteriores solicitudes.  Un año después, sin embargo, volvió el Ayuntamiento a dirigirse al Rey, omitiendo hacer mención de Landecho, y suplicando que se diera crédito a cuanto dijeran y expusieran de su parte los procuradores que tenían en la Corte.   Es de presumirse que  terminada la buena inteligencia con el Presidente, viniera el Cabildo a denunciar también su mala administración del Gobierno del Reino.             
9o.    La noticia de los irregulares procedimientos de Landecho, y de los miembros de la Audiencia de  Guatemala, llegó al fin a oídos del Rey, quien para poner remedio a los abusos de aquellos funcionarios, expidió el 30 de mayo de 1563, una Cédula, en que nombraba al Licenciado Francisco Briseño para que pasase a tomar residencia al Presidente, Oidores, Fiscal y Escribanos.  La ejecución de esta providencia se demoró más de un año, por falta de buques que vinieran de España a los puertos de este Reino, y mientras tanto continuó el mal gobierno de Guatemala, secundándolo la Audiencia.  Por fin llegó a Guatemala el Visitador, el  2 de agosto de 1564, anunciando su llegada desde el pueblo de Etapa, a donde arribó de incógnito.  No quiso la  Audiencia salir a recibirlo, y después de algunas contestaciones, entró acompañado por el Ayuntamiento, que salió a su encuentro en cuerpo para significar con aquella demostración especial su satisfacción por la llegada del Juez Visitador, y hacer un acto de agasajo que contrastara con la frialdad y descortesía de la Audiencia.  Briseño, después de haber servido corregimientos en España, y ocupado una plaza de Oidor en Santa Fe de Bogotá, se había hecho eclesiástico, y recibido órdenes mayores.  Desde su  llegada abrió el juicio de residencia contra el Presidente e individuos de la Real Audiencia.  Supo Landecho que el juicio presentaba mal aspecto para él, y aun  se le dijo que el Visitador trataba de arrestarlo e imponerle una multa de 30 mil pesos, para indemnizar con esa suma daños que él había ocasionado a la hacienda pública, y a individuos particulares, por lo cual tomó el partido de fingirse enfermo, para no dejarse ver de nadie, y con todo sigilo comenzó a preparar postas para irse a la Costa del Norte.  Hízolo así, saliendo de la ciudad disfrazado, y caminando con mucha diligencia, llegó pronto al embarcadero, donde no encontró más que un pequeño bote, que se decidió a tomar, temeroso de que lo persiguieran.  Por desgracia suya, sobrevino un gran temporal, y naufragó, sin que jamás volviera a saberse de él.
10o.  Sabiendo  Briseño que Landecho había dejado caudal considerable en la ciudad, en poder de algunos particulares, hizo publicar censuras eclesiásticas contra los que teniendo aquellos fondos, no los presentaran; y con este apremio, muy eficaz en aquellos tiempos, logró que entregaran los dineros con los cuales, se hicieron reintegros a los damnificados y al tesoro real.  Los Oidores, cuyos delitos se consideraron menos graves, fueron, con excepción de uno solo, despojados de sus empleos, y multados, desde tres hasta nueve mil pesos, según la menor o mayor responsabilidad que les encontró.  Después, en 19 de noviembre del mismo año, hizo el Visitador la publicación de la Cédula real que disponía la traslación de la Audiencia de los Confines a Panamá, y el Doctor Baros, único Oidor que no fue depuesto, fue el encargado de conducir a aquella ciudad el Sello real.  Tal providencia fue un verdadero castigo para los pueblos de Centroamérica, a los que se obligaba a ir a buscar justicia a tierras lejanas, de las que los separaban enormes distancias.  Quedaban sujetas desde aquel día las provincias de Honduras y Nicaragua a la Audiencia de Panamá; y a la de México, las de Guatemala, Chiapas, Soconusco y Verapaz.
 11o.  Suprimida la Audiencia, quedó el Licenciado Briseño con el empleo de gobernador y Capitán General únicamente; y aunque el Rey nombró en mayo de 1564 a Juan Bustos de Villegas, para estos destinos, murió antes de llegar, por lo que continuó Briseño con el mando.  La silla episcopal de Guatemala, vacante desde el 18 de abril de 1563, por muerte de su primer Obispo, el Licenciado don Francisco Marroquín, fue nuevamente ocupada por don Bernardino Villapando, Obispo de Santiago de Cuba, nombrado para sucesor de Marroquín.  Vino a tomar posesión el año de 1565, rodeado de numeroso acompañamiento de clérigos, seglares y hasta mujeres españolas, con sus criadas y gran tren que traían.  Desde su llegada mostró el nuevo Prelado su propensión a recibir obsequios, y no visitó sino a aquellos que le regalaron, portándose con los demás, desabrido y nada cortés.  Y no solo había que halagarlo a él mismo, sino que también se hacía preciso agasajar y obsequiar a un sobrino seglar, que tenía, muy entrometido y muy mimado del tío.  Dícese que el  Obispo era de carácter terco, y muy apagado de sus opiniones, y que lo primero que hizo fue secularizar las doctrinas de los pueblos de indígenas o sea quitar los curatos a los frailes, y encomendarlos a clérigos seglares, siendo estos en su mayor parte portugueses y genoveses, procedentes del Perú, de escasa instrucción, y de no muy recomendable conducta.  Fundábase para tal medida en ciertas disposiciones del Concilio de Trento, que él interpretaba a su manera; y como los clérigos eran pocos, tuvo que echar mano de los prebendados de su propia iglesia, y ocuparlos en el servicio de sus parroquias.  El Tesorero, el Chantre y dos Canónigos fueron nombrados curas, y les dio colación sin consentimiento ni noticia del Gobernador, en quien residía el vice patronato real.  En vista de procedimiento tal irregular, le mandó Briseño un requerimiento judicial, para que hiciese la presentación de los curas en debida forma, a efecto de elegir él, en nombre del Rey, a los que considerara más dignos.  Esto irritó al Obispo, que no solo se negó a obedecer, sino que se desató en improperios e insultos contra el gobernador, quien se quejó de todo al  Rey, así como también del incidente escandaloso de haber el Obispo declarado nulo el matrimonio, que él mismo había oficiado, de una joven que trajo de España, por la que mostraba más deferencia de la que era regular, y a quien casó con uno de sus familiares.  Quejose de igual manera el gobernador, de que el Prelado se  había  permitido  celebrar un Sínodo sin previo permiso de la autoridad real, hollando los derechos del patronato.  Felipe II ocurrió al Papa, Pío V, quien expidió dos breves, con fecha 24 de marzo y 17 de julio de 1567, en las cuales prevenía, expresamente, que pudieran los regulares ejercer el oficio de párrocos, como antes de la publicación del Concilio.  Remitió el Rey aquellas disposiciones pontificias, previniendo su puntual observancia, y que no se diese colación de los curatos a los clérigos, sin que fuese previamente presentados al vice-patronato real.  Con las cédulas que contenían estas disposiciones, venía otra, muy agria y destemplada, en la que se hacían los cargos más graves al Obispo.   Briseño hizo publicar los breves y las cédulas por voz de pregonero, lo que fue un golpe mortal para el Prelado. -  Lleno de enojo y pesadumbre salió de la ciudad con pretexto de ir a visitar la provincia de Cuscatlán; a grandes jornadas llegó a Santa Ana, y encerrándose en un cuarto por la noche, no quiso tomar alimento alguno.  Al día siguiente lo encontraron muerto en su cama, frío y rígido el cadáver, lo que hizo suponer que había dejado de existir a poco de haberse acostado.  
12o.  La traslación de la Audiencia a Panamá comenzó a producir muy pronto los inconvenientes que de tan inconsulta medida debía esperarse.  Los de Guatemala tenían que caminar de cuatrocientas a setecientas leguas para sustanciar sus apelaciones, los de Nicaragua tenían que caminar otro tanto para ir a Panamá.  En tan apurado trance los dominicos de Guatemala se acordaron de Fray Bartolomé de Las Casas, y le escribieron en nombre del pueblo, para que interpusiera su valimiento en la Corte, y se atendiera una solicitud del Cabildo de Guatemala, en que se pedía el restablecimiento de la Audiencia.  El  Padre  Las  Casas  contaba entonces noventa y dos años de edad, y se había retirado de Toledo, a procurarse los cuidados que demandaba su avanzada edad; pero tan pronto como recibió la carta de Guatemala no queriendo fiar a otro el desempeño del encargo, hizo viaje expreso a Madrid, y gestionó activamente ante la Corte, hasta obtener la promesa de que se restableciera la Audiencia.  Fue el último servicio que aquel anciano generoso pudo prestar a las colonias.   La muerte lo sorprendió en Madrid, a fines de junio de 1566.  Antes de morir pidió que lo sepultasen pobremente; pero todo Madrid asistió a sus exequias, y en su tumba recibió del pueblo español el homenaje respetuoso que merecían sus virtudes.
CUESTIONARIO
1. ¿Cuándo tomó posesión de la Presidencia el Licenciado  Landecho, y cuáles fueron sus primeros actos y manejos? 2. ¿Cómo se entendió Landecho con el Ayuntamiento, qué pidió éste al  Rey y cuál era la conducta administrativa del Presidente? 3. ¿Cuándo se establecieron los corregidores, quién los aumentó y qué resultados dieron en tiempo de  Landecho? 4. ¿Cómo se  redujeron  los indios, y quiénes defendían o atacaban a éstos? 5. ¿Cómo se  hallaba  el poder eclesiástico en las colonias, y cómo estaba organizado en Centro América? 6. ¿Cuándo se  creó  la diócesis eclesiástica de la Verapaz, quién fue su primer Obispo, y qué fin tuvo éste? 7. ¿Cuándo y por qué  se establecieron gremios de artesanos en Guatemala, y cómo se constituyeron? 8. ¿Cómo se organizaban los Ayuntamientos, cuál era su importancia, y quiénes eran sus regidores perpetuos? 9. ¿Qué hacía el Ayuntamiento de  Guatemala en 1561? 10. ¿Por qué llegó a Guatemala, el Visitador Briseño, cuándo verificó su entrada, qué fue lo que hizo, y cómo terminó el Presidente Landecho? 11. ¿Cuál fue el castigo de Landecho y los Oidores, y qué providencia se dictó contra la Audiencia de Guatemala? 12. ¿Quién quedó con el Gobierno del Reino a la muerte de Landecho en qué fecha murió el primer Obispo de  Guatemala, quién le  sucedió, cómo se portó, y de qué manera acabó su sucesor? 13. ¿Qué resultados produjo la traslación de la Audiencia a otros lugares, qué intervención tomó el Padre Las Casas, y cuándo murió éste?

CAPITULO XV
ADMINISTRACION DE LOS PRESIDENTES
GONZALEZ Y VILLALOBOS
(1568-1578)
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            Restablecimiento  de la Audiencia de Guatemala - Sus primeros trabajos-El Ayuntamiento felicita al Rey, y solicita la introducción de negros-Las encomiendas de indios se reparten a los cortesanos de España - El Juzgado de Provincia - Residencia que se tomó al Licenciado Briseño - Aparecen los primeros corsarios ingleses -Medidas que se toman contra ellos - Es nombrado Presidente de la Audiencia el Licenciado Villalobos - Toma éste residencia al Licenciado González - Administración benéfica de Villalobos - Sus dificultades en el asunto de los corregidores - Malas cosechas, y calamidades públicas que sobrevienen - Impuestos recrecidos del gobierno español - Cobros indebidos de alcabala por el tráfico interior - Término de la Administración del Dr. Villalobos - Le sucede el Licenciado Valverde.                                                                                                                                              
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1o.  A pesar del ofrecimiento hecho al Padre Las casas por la Corona, de restablecer la Audiencia, fueron necesarios dos años más, y muchas otras exposiciones del Cabildo de Guatemala, para que se llevara a efecto el restablecimiento de aquel tribunal en Centroamérica.   No fue hasta mediados de 1568, que dictó la Real disposición del caso, en la que al mismo tiempo se nombra para Presidente, al Oidor de la Chancillería de Granada, en España, Doctor don Antonio González; para Oidores a los Licenciados Jofre de Loaiza y Valdés de Cárcamo; y  para  Fiscal a Cristóbal de Argueta.  El Gobierno del Reino se dio exclusivamente al Doctor González, sin participación alguna de la Audiencia, y tal como lo tenían los Virreyes de Nueva España; facultándosele, además, para distribuir las encomiendas y oficios, sin la intervención de los Oidores como se acostumbraba antes.  El día 5 de enero de 1570 llegaron a Guatemala el Presidente, Oidores y Fiscal nombrados, trayendo el sello Real, símbolo de la Autoridad Soberana.  La  alegría y el contento que experimentaron los habitantes de la capital y los de las provincias del reino se manifestaron de modo extraordinario.  Se abrió la  Audiencia el día 3 de marzo siguiente, y dio principio a sus trabajos, dirigiendo oficios a las Audiencias de Nueva España y Tierra Firme (México y Panamá) para que le remitiesen todos los expedientes que perteneciesen a estas provincias, y a la de Soconusco, que por Cédula de 25 de enero de 1569 había sido segregada del Virreinato de Nueva España, para devolvérsela al Reino de Guatemala.
2o.   El 12 de marzo del propio año, escribió al  Rey el Ayuntamiento, dándole noticia de la llegada de la Audiencia, y del júbilo que había causado aquel suceso en todo el país.  De paso solicitaba que se le enviaran mil negros esclavos, ofreciendo pagar a razón de ciento veinte ducados por pieza.  Aunque la importación de esta clase de trabajadores estaba prohibida por Cédulas anteriores, se habían introducido algunos, y como se ve, se pedía al Rey mismo que la permitiera.  La reacción favorable a los indios llegaba a ser ya exagerada, y por lo mismo perjudicial.  No había facultad para obligarlos a ningún género de trabajo,  ni  propio ni ajeno, y con esto se limitaban a las cortas faenas indispensables para proporcionarse un miserable sustento.  El país, pues, carecía de brazos para su desarrollo agrícola y minero, y pedía negros para salvar la situación.  El Rey no atendió a la solicitud.
3o.   Las encomiendas de indios, creadas en favor de los conquistadores y viejos pobladores de las colonias, como premio de sus esfuerzos, fueron por este tiempo objeto de lucro y de favor cortesanos. - Venían frecuentemente personas de España con Reales Cédulas, obtenidas por empeños e intrigas, para que se les encomendasen indios que vacaran, o se les proporcionaran otros aprovechamientos.  Esto, como es natural, molestaba a los antiguos conquistadores y primeros pobladores, cada uno de los cuales veía a su lado un individuo, del todo extraño a la colonia, que aguardaba y probablemente deseaba su muerte, para ocupar la encomienda que dejaría vacante.  Quejose de ello al Rey el Ayuntamiento, como también de que se prefiriese para estos beneficios a personas que nada habían hecho por la conquista y colonización del país.  Con efecto, el conocido Bernal Díaz del Castillo, que había militado a las órdenes de  Hernán Cortés, junto con otros pocos veteranos, sus compañeros, enfermos, cargados de familia y pobres, pasaban la vida con muchos trabajos y miserias, deplorando la liberalidad del Gobierno Español con sus cortesanos y su indiferencia e ingratitud con los que se habían sacrificado sirviéndole en América.
4o.   A poco de instalada la nueva Audiencia, se dio principio al establecimiento de un juzgado de provincia.  Uno de los Oidores se constituía en la plaza pública, dos veces por semana, y allí,  protribunali, oía demandas y pronunciaba fallos de que podía apelarse a la Audiencia.  El Ayuntamiento, celoso siempre de sus prerrogativas, vio en aquella novedad un ataque a la jurisdicción de sus alcaldes ordinarios, encargados de administrar justicia en primera instancia, y reclamó, contra ella, alegando que la cortedad del vecindario la hacía innecesaria.  Como la disposición había emanado de la Audiencia, con el fin laudable de facilitar la administración pública, y no del Soberano, hubo de suprimirse por entonces aquel ensayo de juzgado de provincia, para establecerlo más tarde formalmente.
            5o.   El doctor González traía, como todos los Presidentes, la comisión de tomar residencia a su antecesor, el Licenciado Briseño, quién la rindió muy satisfactoria, con excepción de un punto, que el juez resolvió dejar a la decisión del Rey.-  Fue este el de haber dispuesto de algunas encomiendas en favor de nietos de los poseedores, lo cual no era permitido.
6o.   En principios de enero de 1572, el Presidente González llamó a algunos individuos del Ayuntamiento, y les dio noticia de que habían llegado a Puerto Caballos, tres navíos franceses, y una chalupa, con corsarios luteranos, que venían a robar y desolar el país.  Se reunió el Cabildo, y acordó decir al  Presidente, que estaban prontos los concejales a acudir a la defensa con sus armas y caballos; pero que se debía nombrar a un Oidor, que se pusiera al frente de la expedición, y designar al individuo del mismo Ayuntamiento que debiera hacer las funciones de Alférez Real.  El Presidente no se mostró  dispuesto a seguir aquellas indicaciones, ni tampoco hubo necesidad de la expedición, porque los corsarios no intentaron saltar a tierra.  Cuando esto ocurría, su supo en la ciudad que estaba nombrado un  nuevo  Presidente, lo cual fue de mucha satisfacción para el Ayuntamiento y principales vecinos, que no perdonaban al Doctor González el haber resuelto en sentido desfavorable algunas pretensiones anteriores de la Corporación.  Acordaron hacer al sucesor un recibimiento solemne, y comenzaron a disponer las fiestas con intención tal vez de molestar con aquellos preparativos al Presidente González, que los presenciaba.
 7o.    El 7 de enero de 1573 hizo su entrada pública en Guatemala el Doctor don Pedro de Villalobos, que de Oidor de la Chancillería de México había sido promovido a la Presidencia de la de Guatemala.    Las fiestas con que se celebró su llegada fueron muy lucidas,  pues el Ayuntamiento no tuvo escrúpulo de gastar en aquellos regocijos, sus escasas rentas, lo cual desagradó al Rey, y dio motivo a que, más tarde, se expidiera una Cédula prohibiendo severamente emplear los fondos de propios en recibimientos de Presidentes, Obispos, Oidores, etc.  El Doctor Villalobos tomó residencia a González, que la rindió muy satisfactoria.
8o.    Uno de los asuntos a que prestó su atención el Presidente Villalobos, desde los primeros días de su Gobierno fue la reparación de caminos, y construcción de puentes, en los ríos que dificultaban el tráfico entre las provincias del Reino.  Faltando recursos para estas obras, se estableció un impuesto de dos reales sobre cada botija de vino que se importase para el consumo del país -.  El impuesto apenas produjo setecientos pesos, por lo cual hubo de aumentarse más tarde.  El  famoso Puente de los Esclavos fue principiado en el mes de noviembre del propio año.  Tocole también  al Doctor Villalobos continuar el establecimiento de Corregidores, principiado en tiempos del Presidente Cerrato; pero en las ciudades poco numerosas, y en los pueblos que estaban bajo su jurisdicción, lo resistían los Ayuntamientos, porque aquellos funcionarios coartaban la autoridad de los Alcaldes ordinarios.  En el año de 1575 se nombraron Corregidores para San Miguel y Zacatecoluca, y oponiéndose el Ayuntamiento de San Salvador, escribió al de Guatemala, interesándolo para que apoyara su reclamo.
 9o.   Durante la Administración del Doctor Villalobos, experimentó el país algunas calamidades, hubo malas cosechas, y escasearon los granos; pero en cambio los ganados se habían multiplicado admirablemente, y la carne abundaba tanto, que en Guatemala se vendían 28 libras por un real.  Los limones, naranjas, cidras, granadas, higos y otras frutas, importadas de Castilla, lo mismo que la caña de azúcar, se daban muy bien; y en cuanto a las uvas, se cogían en Honduras dos cosechas en el año.  Hubo también por aquel tiempo, fuertes  temblores de tierra, que causaron daños de consideración en los edificios de la capital, y arruinaron completamente la ciudad de San Salvador.  La situación, en lo general, era pésima, y con el objeto de mejorarla, solicitó el Ayuntamiento permiso para establecer el comercio con la China, el cual fue negado.  Quejose entonces el Ayuntamiento del gravamen impuesto a la salida del cacao, que era el único producto de valor que tenía el Reino, lo mismo que del quinto, que además del diezmo, cobraban los oficiales reales sobre la  plata.  El Presidente, queriendo favorecer la explotación de las minas, en las que fundaba el país sus esperanzas, dispuso sobre la plata; dando fianza los mineros, de reponer la cantidad, en caso de que el Rey no aprobase la disposición.  También se quejó vanamente el Cabildo de la exacción por la Bula de la Santa Cruzada, que se había establecido, desde dos pesos hasta dos reales según la categoría de la persona a quien se le aplicaba.  Comenzaba en aquellos tiempos la serie de impuestos con que el Gobierno español mantuvo abrumada a las colonias, y que fueron más tarde una de las causas más poderosas, de la insurrección e independencia de éstas.
 10o.    Una de las condiciones de los convenios, que hacían con el Rey los conquistadores y primeros pobladores que venían a estas tierras, era que estarían exentos de todo pago de alcabala en su tráfico interior, y de todo almojarifazgo sobre sus mercaderías.   En los  primeros años, y mientras no estaban bien establecidas las colonias, se observó religiosamente aquella estipulación; pero después, cuando se consideró que las cosas estaban ya bien asentadas, se estableció primero un derecho de almojarifazgo sobre los artículos que se enviaban de unas provincias a otras, contra lo cual reclamó también en vano el Ayuntamiento.  Subsiguientemente, no fue ya esto solo, sino que también se impuso una alcabala de dos y medio por ciento, en España, a los efectos que de allá vinieran para las Indias, y un cinco por ciento adicional, que debía pagarse aquí a su entrada.  Por último, se duplicaron ambos impuestos sin perjuicio de que, en el año de 1576, se mandó establecer el de la alcabala interior, con que debían contribuir estos Reinos a los gastos generales de la Monarquía.
 11o.   El Presidente Villalobos iba a ser reemplazado, pues desde el 13 de abril de 1577 se había nombrado para que le subrogara al Licenciado García de Valverde, que presidía la Audiencia de Quito.  Su conducta administrativa había sido buena, y el Cabildo se dirigió espontáneamente al  Rey, elogiando a Villalobos, especialmente por su empeño en abrir nuevos caminos, reparar los existentes, y construir buenos puente; pero no fue sino hasta en febrero de 1578, que hizo entrega de la Presidencia el Doctor Villalobos, como lo veremos adelante.
CUESTIONARIO
1. ¿Cuándo  se restableció la Audiencia de Guatemala, quiénes la componían y cuáles fueron sus primeros trabajos? 2. ¿Cuál fue la  actitud del Ayuntamiento de Guatemala y qué solicitó del Rey en aquella ocasión? 3. ¿Qué pasaba en aquel tiempo con el repartimiento de encomiendas? 4. ¿Cuándo  se estableció el Juzgado de Provincia, en qué consistía éste, y cómo terminó? 5. ¿Quién  tomó residencia al Doctor González y cómo la dio éste? 6. ¿Cuándo  aparecieron los primeros corsarios en nuestras costas, a qué nación pertenecían, y que medidas tomaron las autoridades del Reino? 7. ¿Cuándo llegó a Guatemala el Doctor Villalobos, cómo le recibió el Ayuntamiento,  qué impresión hizo al Rey el gasto que hubo, y cuáles fueron los primeros actos del nuevo Gobernador? 8. ¿Cuál fue  el rasgo distintivo de la Administración del Doctor Villalobos? 9. ¿Qué calamidades naturales hubo en el país  durante el nuevo gobierno, y cuál era el estado de los productos en la colonia?  10. ¿Qué impuestos se establecieron? 11. ¿Qué   impuestos onerosos se cobraron enseguida? 12. ¿Quién  fue nombrado para sustituir al Doctor Villalobos en el Gobierno de Guatemala, y cuando llegó?

CAPITULO XVI
ADMINISTRACION DEL PRESIDENTE VALVERDE
1578-1589
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            Toma   posesión  el nuevo Presidente-Desagrados ocurridos en el seno de la Audiencia-Los piratas saquean a Trujillo.
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1o.  El Licenciado García de Valverde tomó posesión de la Presidencia, Gobernación y Capitanía general del Reino, en el mes de noviembre de 1578.  En los días de su llegada ocurrieron serios desagrados entre los individuos de la Real Audiencia, y su Fiscal  Eugenio Salazar.  Estos desagrados llamaron su atención por un momento, pero otro asunto de mayor gravedad, del que tuvo conocimiento enseguida, hubo de preocuparle mucho más.  Llegó noticia de que un corsario inglés, llamado Guillermo Parker, después de haber asaltado y  robado la isla Española, o Santo Domingo, se había dejado ver por las costas de Honduras, amenazando las poblaciones del litoral, y con el intento, al parecer, de atacar y pillar la flotilla que estaba para llegar de España con mercaderías para el consumo de estas provincias.  Alarmado el Ayuntamiento, solicitó de la Audiencia que suspendiera los efectos de un acuerdo por el cual llamaba al Gobernador de Honduras, con motivo de ciertos pleitos, pues se hacía indispensable que estuviese en su provincia, desde que se hallaba amenazada.  Ni el Presidente, ni la Audiencia, quisieron atender a la solicitud del Municipio, y no habiendo quien proveyera a la defensa de las costas, los piratas tomaron y saquearon la ciudad de Trujillo.
2o.    Tres meses después de haberse verificado la invasión de Parker en  Trujillo, amenazó otra nueva, también de piratas, mucho más seria, por las costas del Sur.  Francisco Drake, hijo de un pobre marinero del Devonshire, nacido en la cala de un navío, y marino desde su infancia, estaba destinado a ser el más célebre de los de su tiempo, y a traer el pabellón inglés al océano Pacífico en que era hasta allí desconocido.  Después  de  haber asaltado y saqueado algunas poblaciones españolas de la costa del Darien, se abocó con la Reina Isabel de Inglaterra, y fácilmente pudo hacer entrar en sus planes a aquella Soberana, quien le proporcionó cinco buques, con los cuales se atrevió a seguir la ruta marcada por el célebre Magallanes.  Tomó y saqueó Drake las poblaciones indefensas de Chile y el Perú, situadas en la costa del Pacífico, así como también algunos navíos españoles que venían a Panamá con metálico y mercaderías, y enseguida avanzó hasta las playas del reino de Guatemala.   El  Presidente, la Audiencia, el Ayuntamiento, y los vecinos principales de la ciudad, dieron en aquellas circunstancias pruebas de patriotismo, de actividad y de energía muy recomendables.  El país estaba desprevenido, y no había buques,  ni  armas, ni municiones, ni siquiera un cuerpo de milicianos de que pudiera echarse mano para la defensa; pero todo se proveyó en el menor tiempo posible.  Pudieron conseguirse tres navíos y una lancha pertenecientes a unos mercaderes, y aunque con gran trabajo, se fundieron cinco piezas de artillería, grandes y de bronce. -  Se envió a México por otros cañones pequeños, y por esmeriles, mosquetes y pólvora, organizándose rápidamente doscientos soldados, que se embarcaron al mando de don Diego de Herrera, quien había venido de España 15 años antes, con el empleo de Gobernador de Honduras.   Salió Herrera en busca del enemigo, navegando por más de 300 leguas, hasta el puerto de Acapulco, sin dar con él; y encontrando un navío que venía de la China, fue informado de que no estaban los ingleses por aquellas costas.  Con esta noticia, y a causa de enfermedad de muchos de los expedicionarios, el jefe determinó que la expedición regresara.   El Presidente Valverde tuvo a mal que no hubiese continuado hasta la Ensenada de California, en donde suponía deberían hallarse los ingleses, y mandó poner preso y procesar a don Diego de Herrera, que permaneció en la prisión durante algunos años.  Las dificultades de todo género que el Presidente  Valverde tuvo que vencer para organizar y equipar aquella expedición, pueden fácilmente imaginarse.  El haberlas superado, y haber mandado buscar al enemigo, acaudillado nada menos que por el primer marino del siglo, que traía a sus órdenes cinco navíos de la Armada Real británica, son cosas que honran a aquel funcionario, y a los que secundaron su empresa.
3o.    Hiciéronse por aquel tiempo importantes descubrimientos de ricos minerales de plata en la provincia de  Honduras, sobre lo cual escribieron al Rey tanto la Audiencia como el Ayuntamiento, pues los dueños de esas minas habían ocurrido representando la necesidad que tenían de brazos y de azogues para llevar adelante la explotación de tan importantes fuentes de riqueza.  En  los primeros años de la colonización española, el beneficio de los metales preciosos se hacía por el fuego.  Más tarde, comenzó a emplearse el azogue, que se traía de  España, de las minas de Almadén; pero lo que venía era poco y caro; hasta que descubiertos en el Perú, el año de 1556, minerales de ese metal, se trajo el azogue a Honduras, donde se vendía a razón de sesenta ducados, o sean ciento treinta y siete pesos, cuatro reales el quintal.
4o.    Cumplidos los  seis años por los cuales había concedido el Rey que se pagara el diezmo sin el quinto adicional del oro y la plata que se fundiesen en el país, solicitó el Presidente la gracia de que se prorrogasen por el tiempo que el mismo Rey lo dispusiese, para que así se animasen los dueños de minas a seguir su explotación.  Se otorgó la concesión por otros diez años.
 5o.   Los españoles establecidos en el país no dejaban de solicitar, apremiados por la necesidad, repartimientos de indios para los trabajos de agricultura.  No pudiendo negarse de una manera absoluta a tales demandas, y queriendo siempre evitar la repetición de los abusos de que habían sido víctimas los naturales, hizo el Rey la clasificación de trabajos en más y menos urgentes.  Consideraba la siembra de granos y la crianza de ganados como indispensables, y permitía que pudiera emplearse en ellos a los indios.  Calificaba de  menos urgente el cultivo de las viñas y olivares, y el del jiquelite12 de que se extraía la tinta añil.  Este cultivo, de origen indio, lo explotaban con éxito los españoles, desde algunos años antes de 1581.  Autorizados el  Presidente y la Audiencia para ocupar a los indígenas en las faenas agrícolas más necesarias, discurrieron la creación de unos funcionarios especiales, a quienes dieron nombre de jueces de milpas, que recorrían los pueblos, y obligaban a los indios a hacer plantaciones, no solo de maíz, sino también de trigo, cacao y otros artículos.  Esta institución fue origen de nuevas vejaciones para los indígenas, por lo cual la suprimió el Rey, en Cédula de 8 de junio de 1581.
 6o.    En el año de 1582 se tuvo aviso en Nicaragua de que se habían visto en la costa del Sur, diez navíos grandes, de corsarios que amenazaban el país.  El Teniente de gobernador y Capitán General de la Provincia,  Silvestre de Espina, resolvió defenderla, e hizo muchos aprestos, organizando fuerzas de españoles e indios, con las cuales acudió al Realejo a reguardar el puerto y un galeón real que estaba construyéndose; pero no hubo necesidad de nada, porque el enemigo no se presentó.
 7o.   Desde  que  España prohibió la entrada a los extranjeros a las colonia, se organizaron con frecuencia expediciones piráticas, en las Antillas, por aventureros de todas las naciones, y de la peor ralea, que se dirigían sobre los puntos más ricos y reputados de las colonias, los asaltaban a viva fuerza, saqueándolos y cometiendo en ellos toda clase de abusos y depredaciones.  En 1570 se vio el Reino obligado a mantener su comercio exterior solamente por el mar del Sur, porque los piratas no dejaban entrar ni salir nada por el del Norte, con excepción de Veracruz y Cartagena de Indias, de donde los navíos mercantes salían custodiados por buques de guerra.  Las provincias del Reino ocurrían a esos puertos distantes, para proveerse de los artículos que necesitaban, y que traía la flota que venía de España.  La provincia de Nicaragua despachaba sus embarcaciones desde la ciudad de Granada, por la vía del Lago, y llegaban hasta la parte baja del río San Juan, de donde mandaban botes a reconocer la boca, y a tomar noticias: si estas eran favorables, continuaban hasta Cartagena, y allí hacían sus compras con las cuales regresaban, tomando muchas precauciones, que a las veces no les servían para evitarse de terribles sorpresas.  Al resto de Centroamérica le había quedado  únicamente la comunicación por el mar del Sur, valiéndose de Panamá, a donde ocurrían frecuentemente por géneros desembarcados en Cartagena; pero en 1579, Drake, como hemos visto, infestó también el Pacífico, con expediciones piráticas, y entonces las dificultades fueron supremas para las pobres colonias que tenían que ocurrir por tierra a inmensas distancias.  Sin embargo, se mitigó un poco la necesidad, con dos o tres navíos que se mandaron cada año de España a los puertos de Honduras, haciendo la mayor parte del camino en conserva con la flota destinada a Veracruz.  Traían esos buques los diferentes artículos que necesitaban las colonias, y a su regreso llevaban oro, plata, añil, cueros, zarzaparrilla, cañafístula y otros productos americanos.  Pero también había años, como el de 1582, en que no llegaba un solo navío de España: y entonces había necesidad de hacer venir los efectos con gran costo y pérdida de tiempo, de México y del Reino  de Tierra Firme.
                        8o.    El fundo, llamado de comunidad, se hallaba establecido desde muchos años atrás en  los pueblos indígenas, y consistía al principio, en real y medio que daba al año cada individuo, para los gastos comunes.  Después  se mandó que, en vez de esa cuota, labrara cada indio diez brazas de tierra, al año, para maíz, lo que equivalía a que diera cada uno media fanega de aquel grano y en cuanto al tributo, se mandó, en mayo de 1585, aumentar la cuota que pagaban los indígenas, que había sido hasta entonces de doce reales los hombres y un peso las mujeres.  Los naturales, repartidos con frecuencia para los trabajos de la industria, o bien reducidos a poblaciones, en donde se les exigía un servicio duro y mal remunerado, pasaban la vida más penosa que pudiera imaginarse.  Más de la tercera parte de la población de indios tributarios, había desaparecido en  1582, según Real Cédula de aquel año.  El Monarca  decía, refiriéndose a los encomenderos: y los tratan peor que esclavos, y como tales se hallan muchos vendidos y comprados de unos encomenderos a otros, y algunos muertos a azotes, y mujeres que mueren y revientan con las pesadas cargas, y a otras y sus hijas las hacen dormir en sus granjerías, y allí paren y crían, mordidas de sabandijas ponzoñosas, y muchos se ahorcan, y otros toman yerbas venenosas, y hay madres que matan a sus hijos, en pariéndolos, diciendo que lo hacen por librarlos de los trabajos que ellas padecen.  El Ayuntamiento de Guatemala protestó contra aquellos cargos; pero no pudo negar el hecho de la despoblación de los indios en el Reino. 
9o.    En el año de 1586 volvió Francisco Drake a hostilizar los establecimientos españoles en las costas del Atlántico.-  Después de haber ocupado y saqueado la isla de Santo Domingo, y atacado inútilmente la Habana, resolvió volver a probar fortuna en el Pacífico, y pasando de nuevo por el Estrecho, vino a aparecer en las costas de la provincia de San Salvador.  Todo el país se alarmó con tal noticia, y se hicieron preparativos para la defensa, enviándose a Acajutla y  Sonsonate  fuerzas y elementos suficientes.-  El Cabildo de Guatemala se dirigió, además, al Rey, patentizando la debilidad de los medios con que contaba el Reino para defenderse, y clamando vanamente por armamentos y municiones que no se le enviaban.  De  la  exposición del Cabildo se deducía que el Gobierno español, no sólo no tenía en aquella época un solo empleado, ni un guarda siquiera, en Golfo Dulce, a donde venían a depositarse todas las mercancías que llegaban de los puertos de Honduras, procedentes de España, sino que aun el comisionista particular, que servía al comercio, custodiando los efectos, y despachándolos al interior, tenía que pagar cuatrocientos pesos anuales, al Rey, porque se le permitiera aquel servicio.
10o.   Aumentada  en las provincias del Reino la población de color, y no estando sujeta al pago del tributo que solo se cobraba de los indios, trató la Audiencia, de hacerlo a ella extensivo, y dispuso que los negros y mulatos libres pagasen cuatro tostones anuales, los varones, y dos las mujeres; nombrándose en 1587 un recaudador de aquel tributo, con un tanto por ciento de remuneración.  Se procuró, al mismo tiempo, aumentar el número de negros esclavos, para ocuparlos en la elaboración del añil, ofreciendo pagar su valor en el término de cuatro años; y aunque la Audiencia se dirigió al Rey, la solicitud no fue atendida.
11o.    La  Audiencia entró por aquel tiempo en rivalidades con el Presidente Valverde.  Este funcionario tenía no sólo voz y voto en materias de justicia, sino también en las apelaciones que se interponían ante el tribunal en asuntos de gobierno.  Desde 1586  se le disputaban tales atribuciones, y habiendo el Fiscal preguntado a la Audiencia de México, cuál era la práctica en aquella Chancillería, con el informe de ésta se acordó negárselas, en auto de 13 de abril de 1587.  Hubo también,  desde aquel año, una innovación en los tratamientos que se daban al Presidente, a los Oidores y Ayuntamientos: el primero de esos funcionarios había recibido en los tiempos primitivos, alternativamente, los de Muy Magnífico, y Muy Ilustre, y los mismos se daban a los Oidores: los Alcaldes se titulaban Muy Nobles, y Señores simplemente, los Regidores; recibiendo el dictado de Ilustres, cuando los Presidentes tenían el mismo, con la anteposición del adjetivo muy. Pero todo esto cesó por aquel entonces, y comenzó a usarse un estilo más sencillo, aunque eso duró poco, restableciéndose en breve los antiguos tratamientos, y usándose otros aún más pomposos.  Amargó mucho los últimos días del dilatado período presidencial del doctor Valverde, la declarada hostilidad del Oidor Licenciado Álvaro Gómez de Abaunza, que no perdonó medio para molestarlo, y hasta logró suscitarle adversarios entre los otros miembros de la Audiencia.
12o.    Habiendo llegado una Cédula en que se disponía se fabricasen conventos de regulares donde fuesen necesarios, el Presidente Valverde, que era muy afectó a los franciscanos, tomó tan a pecho la ejecución de esta obra, que hizo construir uno muy suntuoso en la capital, y con tanto ardor activó la obra, que aun él mismo, olvidado de los respetos y decoro de su posición y atenciones de su empleo, servía de sobrestante en ella.- El Oidor Gómez de Abaunza le hizo varias advertencias acerca de lo inconveniente de aquellos actos, pero inútilmente.  Con esto ya  no se recató el Oidor en motejar agria y públicamente la conducta del Licenciado Valverde; dirigiendo además al Rey un largo memorial en el que pintaba al Presidente como un hombre que sólo se ocupaba en fabricar iglesias y conventos, y en concurrir a congregaciones y cofradías, con abandono de los deberes de su cargo.  Y aunque el Ayuntamiento también se dirigió al Rey en apoyo del Presidente, tres meses después llegó el Licenciado Pedro Mallén de Rueda, Oidor de la Chancillería de  Granada, en España, promovido a la Presidencia de esta Real Audiencia.
 13o.   El Licenciado  Mallén, encargado de residenciar a su antecesor, abrió el juicio, durante cuya secuela desplegaron los adversarios del funcionario cesante, toda la saña de que estaban poseídos, no contentos con verlo despojado del mando, falto de recursos y de apoyos, anciano y tan enfermo, que murió a los dos meses de instaurado el juicio, el que siguió sustanciándose, como si viviera el difunto funcionario, cuya desaparición eterna no bastó para aplacar a sus émulos.   
CUESTIONARIO
1. ¿Cuándo  tomó  posesión el Licenciado García de Valverde, qué desagrados ocurrieron en la Audiencia, y qué asuntos preocuparon más al Presidente en los primeros días de su gobierno? 2. ¿Qué  pirata amenazó después las costas del Sur, quién era él, cómo se portó el vecindario, quién fue a buscarlo, y cuál fue el resultado? 3. ¿Qué minerales se descubrieron y  con  qué  dificultades se tropezaba para beneficiarlos? 4. ¿Qué  concesión  pidió el Presidente al Rey acerca de diezmos y quintos, y qué obtuvo? 5. ¿De  qué modo se restablecieron los repartimientos en el Reino y por qué causa? 6. ¿Cuándo  aparecieron  los corsarios en el Mar del Sur, y qué hizo el Gobernador Espina para conjurar el peligro en Nicaragua? 7. ¿Cómo  principiaron  las expediciones piráticas, y de qué medios se valían las provincias para sus importaciones y exportaciones? 8. ¿Cuáles  eran  los tributos de los indios y cuál fue la causa principal de la despoblación de los naturales? 9. ¿En qué año volvió Drake a hostilizar los establecimientos españoles, cuándo pasó nuevamente al mar del Sur, qué sucedió con este motivo en San Salvador, y cuál era el estado de los medios de defensa, y cuál el de las aduanas del Reino? 10. ¿Qué dispuso la Audiencia acerca del tributo de los  negros y mulatos, y de qué manera se trató de aumentar el número de negros para trabajos de añil? 11. ¿Qué  pasó  por aquel tiempo entre el Presidente, la Audiencia y el Fiscal Abaunza? 12. ¿Qué ocurrió en Guatemala  con  motivo de la Cédula que disponía se fabricaran conventos donde fuesen necesarios, y qué consecuencias tuvo para el Presidente Valverde? 13. ¿Quién  fue  el encargado de residenciar a Valverde, qué aconteció a éste,  y qué hubo después de su muerte?

 CA P I T U L O  XVII
PRESIDENTE MALLEN DE RUEDA, SANDE, Y CRIADO DE CASTILLA
1589-1611
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Toma  posesión  de la Presidencia el Licenciado Mallén de Rueda-Le acompaña como confesor, Fray Diego Mercado-Sus disputas con los frailes-Interviene el Obispo-Fulmina éste un entredicho-Comercio con la China-Abusos con los  indios- Decadencia de la marina mercante- Venganza de los franciscanos-Abuso de la fuerza del Presidente-Viene un Visitador-Regresa a España Mallén de Rueda, y le sucede el Doctor Sandé-Reaparecimiento de los corsarios-Cuestiones del Ayuntamiento con el Presidente-Este es ascendido a Presidente del Nuevo Reino de Granada, y deja encargado al Oidor Abaunza de la Presidencia interina-Continúan las cuestiones con el Ayuntamiento-Fúndase en Guatemala el Colegio Tridentino-Llegada del Licenciado Criado de Castilla, con el nombramiento de Presidente-Honras fúnebres en honor de Felipe II-Muere el Obispo Fernández de Córdova-Prohíbese ocupar a los indios varios cultivos-Reaparecen los corsarios ingleses-Estado de las colonias a fines del siglo XVI -Descúbrese el Puerto de  Santo Tomás-La comunicación interocéanica-Vuelven los piratas holandeses-Suprímese el Obispado de la Verapaz-Importación del vino y ventas de carne- Conquista de alguna provincias-Término del período del Presidente Criado de Castilla-Muere durante el juicio de residencia. 
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1o.   El Licenciado Pedro Mallén de Rueda, que de Oidor de la Chancillería de Granada, como dijimos antes, fue promovido a la Presidencia de Guatemala, tomó posesión de su destino el 21 de julio de 1589.  Poco tiempo después de su llegada a la capital, ocurrió un incidente de escandalosos resultados.  Había acompañado al Presidente un fraile franciscano, llamado Diego Merchante, con el cargo de confesor.  Aunque  de apariencia humilde, este fraile resultó ser hombre ambiciosos, díscolo intrigante y falso; tenía mucho valimiento con Mallén; y estando para practicarse la elección de provincial de los franciscanos, lo indujo a que impusiese su candidatura a los electores, a pesar de ser un desconocido, sin antecedentes en el país, y sin estar siquiera incorporado entre los franciscanos de la provincia.  No pudiendo negarse los capitulares a las exigencias del Presidente, y pidieron al candidato que presentara al menos las licencias con que había venido al país, documento indispensable para la incorporación; no pudo hacerlo, y celebrando el capítulo en el tiempo prefijado, recayó en otro la elección.  Tómolo a desprecio el rencoroso fraile, e hizo propósito de vengarse, aunque por de pronto disimuló su enojo; continuó visitando con frecuencia a los franciscanos y para inspirarles mayor confianza, se mostraba disgustado con el Presidente Mallén, y los provocaba a que se expresasen en su contra.  Parece que no advirtiendo la celada cayeron en ella, censurando la conducta del Presidente, al que informaba de todo el pérfido confesor.  Esto fue predisponiendo más y más a Mallén, que buscaba una ocasión oportuna para mostrar su enojo a los franciscanos.       
2o.    Algún tiempo después de los sucesos antes relacionados, tomó el hábito de novicio, un tal Alonso Duarte, antiguo dependiente del Licdo. Valverde, a  quien  se suponía al corriente de los secretos de su difunto patrón.   Ordenó el Presidente que extrajesen del convento a  Duarte, y pidió su entrega al guardián, hombre generalmente respetado por su edad y sus virtudes.  Contestó este, que si Duarte había cometido algún delito, se le manifestase cual era, y que lo expulsaría; pero que si se le necesitaba simplemente para tomarle declaración, podría vérsele en el claustro.   Esta  repuesta, muy en el orden irritó al Presidente Mallén, que inmediatamente llamó al Sargento Mayor del Batallón de la ciudad, y le previno estuviera por la tarde en el patio del Palacio, con cien hombres armados, e hizo llamar después a los dos Alcaldes ordinarios, y al Oidor Álvaro Gómez de Abaunza, con todos los cuales se dirigió a San Francisco.  Esparcida en el vecindario la voz de que el Presidente iba a demoler el convento, se reunió  una multitud de gente en las inmediaciones, y ocurrió también el Obispo don Fray Gómez Fernández de Córdova.  El Presidente y los suyos entraron al Convento, capturaron al novicio, le despojaron del hábito, arrancándoselo a jirones y  como el Guardia reclamara contra aquella violación del claustro, el Presidente le abofeteó públicamente.  Los franciscanos indignados, se dispusieron a dejar la ciudad y salieron inmediatamente con dirección a México.  El Obispo mientras tanto se dirigió al Presidente, y logró convencerlo de que debía entregarle a Duarte, para llevarlo a la cárcel de su Palacio.    A súplicas del vecindario regresaron  los frailes a su Convento, y Mallén, disgustado de que el novicio permaneciera aún bajo la dependencia eclesiástica, exigió del Obispo su inmediata entrega.  Negada que le fue esta, invadió el Palacio Episcopal con fuerza armada, sustrajo a Duarte, y lo aherrojó en la cárcel común.  El Obispo fulminó a continuación un entredicho, y mandó cerrar todas las iglesias, con disgusto y alarma de los vecinos; pero amenazado privadamente el propio Obispo, por agentes del Presidente, alzó la censura impuesta a la ciudad, y las cosas no pasaron a más.  El  Ayuntamiento,  en vez de informar de estos hechos al Rey, dirigía por el contrario actas encomiásticas del Presidente y su gobierno.
3o.    Durante la administración del Licenciado  Mallén, se obtuvo el permiso, y se dio principio al comercio directo con la China; se comenzó a trabajar en abrir el puerto de Iztapa, en Guatemala, y otro llamado del Salto, a siete leguas del anterior; se concedió por diez años al Ayuntamiento de Guatemala la mitad del tributo del primer año de todas las encomiendas que quedasen vacantes en la provincia de Guatemala; se continuó el abuso de mantener a los indios en servicios perpetuos con el sistema de empeños o adelantos que nunca se cancelaban; se despojó a los príncipes y señores indios de todo derecho al dominio del territorio del país, declarándose patrimonio de la Corona, el señorío de los baldíos, y el suelo o tierras que no hubiesen sido comprometidos por la misma; se dispuso que los tributarios del Reino pagasen sobre sus tributos, cuatro reales más, llamados “el tostón de servicio”; se terminó el famoso puente de los Esclavos, sólidamente construido de piedra de sillería, con 123 varas de largo, por once de ancho; concluyose además la marina mercante del Reino, por aniquilamiento, debido entre otras causas, al temor de los piratas; y como consecuencia, se acabaron las comunicaciones con Panamá y otros puntos.
4o.    Los  frailes franciscanos que no olvidaban los ultrajes recibidos del Presidente Mallén, por causa de su confesor, deseosos de tomar el desquite, exigieron de fray Diego Merchante la exhibición de las licencias con que había venido a las Indias, y una vez que las hubo exhibido, las declararon falsas, y su sello suplantado; y por estos y otros delitos, de que se acusó al confesor, se le redujo a formal prisión en San Francisco.  Este hecho hizo que estallara de nuevo la cólera del Presidente, que volvió a entrar en el Convento con fuerza armada, rompió las  puertas de la prisión. Extrajo de ella a Merchante objeto de su saña y se lo llevó consigo.  Los franciscanos lograron hacer llegar al Virrey de  México y al Rey, cartas en que referían aquellos sucesos, verificados a fines del año de 1500; y debido a esto fue mandado el Doctor don Francisco de Sandé, Oidor de la Chancillería de Nueva España, a pesquisar como visitador y Juez de residencia nombrado por el Rey, la conducta del Presidente Mallén.  Llegó el Visitador a Guatemala, en agosto de 1592, y habiendo tomado éste su residencia al Licenciado Mallén, fue depuesto de su cargo  y le sucedió el propio Doctor Sandé, quien tomó posesión de la Presidencia a los dos años de su llegada, o sea en agosto de 1594.  Un año después, regresó a España el Presidente cesante.
5o.    A mediados del año de 1595 volvieron a verse asaltadas por corsarios las costas de Honduras, con motivo de la guerra que entonces hubo entre España y Francia.  Cuatro buques franceses aparecieron delante de Puerto Caballos, donde desembarcaron sus tripulantes, robaron e incendiaron la población y pusieron en fuga a sus habitantes.  Un tal  Comendador  Carranza, que estaba a la sazón en aquella costa, comisionado por el Presidente Sandé para reparar el camino de Puerto Caballos, al saber en San Pedro Sula lo sucedido y que los corsarios se disponían a marchar sobre aquella población, dispuso escarmentarlos, para lo cual reunió unos pocos españoles, unos cuantos vaqueros y arrieros del lugar y un cuerpo de indios fleteros de Ulúa, armando con todos ellos una emboscada, con la que logró sorprender a los franceses, y quitarles como 40 mulas y caballos que se habían robado.  Enseguida fue sobre ellos y se situó en una posición favorable, desde la cual los atacó vigorosamente y los puso en fuga obligándolos a reembarcarse y huir.
6o.  El  Presidente Sandé tuvo cuestiones con el Ayuntamiento de Guatemala, primero por haber dispuesto del oficio del fiel ejecutor, que el Cabildo nombraba hacía más de 40 años, y que vendió el Presidente, dando el derecho de voz y voto a la persona en quien lo remató, y después por haber vendido también por cinco mil ducados, el cargo de Alférez real, a un sujeto vicioso y de mala conducta.  Pero en aquellos días fue promovido el Doctor Sandé a la Presidencia del Nuevo Reino de Granada, y salió de Guatemala el 6 de noviembre de 1596, dejando el Gobierno del Reino al Oidor decano, Licenciado Álvaro Gómez de Abaunza.
7o.   El nuevo Presidente entró casi enseguida en pleitos y disputas con el Ayuntamiento, porque no proveía los empleos, ni las encomiendas vacantes.  Esto motivó una queja al Rey en la cual, además, se decía que Abaunza andaba enemistado con mucha gente principal, que lo tenía recusado en sus litigios, por lo que se hacía preciso organizar la sala de la Audiencia con algún otro letrado.  Acusábale al mismo tiempo de que no siendo más que encargado de la Presidencia, como Oidor más antiguo, llevaba el sueldo íntegro del empleo, que eran cinco mil ducados, y que durante cierto tiempo había cobrado doble sueldo como Presidente y Oidor a la vez.
8o.    Por los  años de 1597 a 1598 se fundó en Guatemala un Colegio de educación, con el título de la Asunción de Nuestra Señora, que inauguró el Obispo Gómez Fernández de Córdova, en cumplimiento de una real Cédula del año de 1592, en la que se prevenía el establecimiento de Seminarios en todos los Obispados de las Indias.  El mismo prelado formó  los  estatutos  del colegio Tridentino, que tuvo que luchar en los primeros años con muchas dificultades, pues vivía este plantel trabajosamente con ocho colegiales de beca, que llamaban mayores, y siete que usaban sólo el manto y denominaban menores; de esos alumnos se sustentaban sólo cuatro con lo que les suministraban sus familias, y a los restantes, que eran pobres, los mantenía el establecimiento con gran dificultad.  La enseñanza que se les daba se reducía a la Gramática  Latina, y algunos principios de Teología.
 9o.    El  Doctor Alonso Criado de Castilla fue nombrado Presidente de la Real Audiencia de Guatemala desde el año de 1596; pero no llegó a tomar posesión de su alto cargo, sino hasta el 19 de septiembre de 1598, fecha en que cesó el Oidor Abaunza en sus funciones de Presidente interino.
10o.  Poco tiempo después de posesionado el nuevo  Presidente, se recibió noticia oficial del fallecimiento del Rey Felipe II, cuyas honras fúnebres se celebraron con pompa  extraordinaria y recrecido gasto.
11o.   En 1598 murió el Obispo Fernández de Córdova, que gobernó la Diócesis de Guatemala por espacio de 24 años, siendo persona muy querida y respetada por sus virtudes, entre las cuales resplandecía especialmente la caridad.  Dejó fundados, además un Colegio Tridentino, un convento de monjas de la Concepción, y su fallecimiento fue muy sentido.
12o.   El Gobierno de la Metrópoli había prohibido que se ocupase a los indios en la plantación de viñas y olivares, con el doble objeto de excusarles vejaciones y de que no se propagara en América el cultivo de frutas que pudieran perjudicar el comercio con España.  En el año de 1601 se hizo extensiva esta prohibición a la de plantar morales y árboles de lino, con el propósito de hacer de las Américas una mina de explotación permanente para la Península.  España mataba la industria agrícola y manufacturera, al contrario de lo que hacía Inglaterra con sus colonias, en las cuales fomentaba de preferencia toda clase de cultivos.  Los resultados  podemos palparlos en el día.
13o.    Por los años de 1600 a 1601, volvió a aparecer delante de Puerto Caballos la escuadra inglesa, acaudillada por el pirata Sherly.  Desembarcaron  350 ingleses que atacaron el puerto, siendo rechazados por la guarnición.
14o.   Hemos  llegado al siglo XVII, al principio del cual encontramos casi terminada la obra de la conquista española sobre las tribus indígenas que poblaban el territorio centroamericano.  En Centroamérica, en los que fueron reinos y cacicazgos, alzábase entonces el núcleo colonial conocido con el nombre de Reino de Guatemala, en el que hemos ya visto el tribunal de la Audiencia, y el establecimiento de autoridades regulares encargadas de poner los cimientos de la nueva sociedad.   En 1601 se declararon vendibles todos los oficios de provisión real, y concejil, que no tuvieran anexas funciones judiciales.  Era  este un arbitrio de la Corona para engrosar las rentas de las colonias; pero como fácilmente puede comprenderse, era un arbitrio de resultados funestos para las nuevas sociedades americanas, desde luego que los empleos y cargos públicos no se daban a los más honrados y aptos, sino a los que mejor pagaban, fuese cual fuere su conducta y su falta de méritos.  Parecería increíble que la Corona de Castilla hubiese tomado aquella resolución; pero las 39 leyes de que consta el título XX de la Recopilación de Indias, contienen todas las disposiciones emitidas sobre la materia, desde el reinado de Doña Juana la Loca, hasta Felipe IV.  En  cuanto  a los altos empleados coloniales, según la misma Recopilación de Indias, el Presidente de la Audiencia de Guatemala, que tenía además el cargo de Gobernador y Capitán General, era provisto por ocho años y tenía cinco mil ducados de sueldo; el gobernador y Capitán General de la Provincia de Comayagua, dos mil pesos; el de Costa Rica, dos mil ducados; el de Honduras, mil pesos; el de Nicaragua, mil ducados; el de Soconusco, seiscientos pesos; el Alcalde Mayor de Verapaz, seiscientos sesenta y siete pesos, seis tomines y cuatro granos; el de Chiapas, ochocientos pesos; el de Nicoya, doscientos ducados, el de Zapotitlán o  Suchitepéquez, setecientos pesos; el de San Salvador, quinientos, y cuatrocientos el Alcalde Mayor de Minas de la provincia de Honduras.  El ducado valía en aquel tiempo 365 maravedís, y el peso de oro, era el equivalente de un castellano, que se estimase en trece y un cuartillo reales del peso de plata español.
15o.   Desde el año de 1576 estaba prevenido por una Cédula de Felipe II que se pagase  la alcabala en este Reino.  Consistía  esta  en pagar a la real hacienda el dos por ciento sobre toda compra y venta, trueque o cambio que se hiciera por toda clase de personas, sobre todo los objetos de valor y crianza, y por todos los tratos y oficios que produjesen utilidad; los encomenderos, sobre lo que compraran y vendieran en sus pueblos sus encomiendas, y cuando pagaban los tributos en dinero; los mercaderes y traperos, a quienes se cobraría cada cuatro meses sobre lo que hubiesen realizado; los plateros, talabarteros, herradores y toda clase de artesanos, sobre el valor de sus manufacturas.  Debería  pagarse  alcabala sobre el vino de Castilla, y sobre todos los productos de la tierra que se vendiesen al por mayor o al menudeo, así fuesen aceites, vinagres, granos, comestibles, sebos, grasas, azúcar, géneros, algodón, azogue, loza, y todo, cuanto fuese objeto de venta o permuta, así fuesen animales u objetos manufacturados.  Comenzó a tratarse del establecimiento de esta renta en enero de 1577; pero la pobreza de los habitantes, y la situación decadente a que había llegado la colonia, oponían un obstáculo serio a la ejecución de aquella medida.  Continuaron así las cosas hasta el año de 1602, en  que vino otra Real Cédula que ordenaba a la Audiencia formara el encabezamiento para el repartimiento y recaudación de aquel impuesto, el que dos años después quedó establecido.
16o.   El sistema rentístico español se basaba  en los impuestos.  Eran estos tantos y tan recrecidos que pesaban como una lápida sobre las colonias impidiendo su progreso.  Los diezmos se remataban  en pública almoneda, y eran tan onerosos que el remate de los que correspondían a las provincias de Guatemala y San Salvador produjo en el año de 1604 la suma de veintidós mil y quinientos tostones, cantidad fabulosa en relación con el número de habitantes de aquel entonces.  Había también el tributo anual de cada persona, llamado capitación, que era de uno a diez pesos, según la categoría individual.  Venían después la  alcabala  marítima, o sean derechos de importación y exportación, que hubo vez se cobraran hasta en el comercio interior de las provincias entre sí; los derechos de armada, de armadilla y curso, de consulado o avería, de venta y composición de tierras, de confirmación o título de éstas, de lanzas, de annata y media annata, de mesada eclesiástica, de quinto de minas, de bulas, y los más que se cobraban sobre los monopolios del tabaco, aguardiente, sal, pólvora, plomo, naipes, etc.
17o.   El  7 de marzo de 1604, después de prolijos estudios, costeados por el Ayuntamiento de Guatemala, fue descubierto el puerto de Atique, en la punta de Manabique, al que se dio el nombre de Santo Tomás de Castilla, que conserva hasta hoy, en honor al santo del día en que fue descubierto.  El Rey gratificó aquel servicio, dando tres mil tostones de renta, en encomienda de indios, al Alcalde don Esteban de Alvarado, y mil doscientos al piloto Navarro.  Al Presidente Criado de Castilla lo tuvo también en cuenta, pues pocos años después lo llamó al Supremo Consejo de Indias, dignidad de que no gozó por haber muerto antes de tomar posesión.  La  importancia de que se dio a ese descubrimiento se explica fácilmente, si este atiende a las ventajas naturales del puerto de Santo Tomás, a la mayor facilidad de defenderlo de las incursiones de corsarios y piratas, y a la menor distancia a que quedaba de la capital, comparado con Puerto Caballos y la Caldera, en Punta de Castilla, que hasta entonces habían sido los más frecuentados por las naves de España, y que se llamaban la flotilla de Honduras.  Se  abrió un camino de herradura hasta la capital, por las montañas que salen a Esquipulas y Chiquimula, y aunque el Presidente gastó en él una gruesa suma de dinero de la Real Hacienda, nunca pasó de malo por ser fragoso, largo y despoblado, circunstancia que influyó para que muy pronto se abandonase el puerto cuyo descubrimiento se había creído tan importante.  La población de Puerto Caballos fue trasladada  a Santo Tomás, así  como también una tribu de indios llamados Loquehuas, donde acabó en breve. 
 18o.  En mayo de 1606, el Ayuntamiento se dirigió al Rey haciendo grandes elogios del puerto de Santo Tomás, encomiando también al Presidente a quien atribuía el honor del descubrimiento:  decía que se estaban experimentado ya las ventajas de hacerse la descarga de los buques por Santo Tomás, pues en aquel mismo año había llegado al puerto un ladrón con dos naves, un patache, y cuatro lanchas, y que sin embargo se retiró con mucha pérdida, lo cual no hubiera podido hacerse en Puerto Caballos.  Llegada la noticia a la ciudad, el Presidente dispuso enviar, y lo hizo efectivamente con bastante diligencia, alguna fuerza de infantería, y pertrechos; pero este auxilio no llegó a tiempo de evitar un segundo ataque del enemigo, aunque no con mejor éxito que el primero.
19o.  En el año de 1607, y con el entusiasmo que había aún por el puerto de Santo Tomás, renació en el Ayuntamiento una idea más patriótica que realizable, y que se había promovido ya en años anteriores.  Tal era la de obtener del Soberano una resolución para que el comercio de España con el Perú y demás países situados en las costas del Pacífico, dejase de hacerse por Nombre de Dios y Panamá, y tomase la vía de Santo Tomás, al golfo de Fonseca.   La idea de establecer la comunicación interoceánica, a través del istmo centroamericano, es antiquísima.  Se sabe que el Gobernador de  Honduras, don Francisco de Montejo, indicó al Rey en 1536, la conveniencia de que la comunicación13 entre los dos mares se hiciese por Puerto Caballos y la bahía de Fonseca, pasando por la villa de Comayagua, que acababa de fundarse.  Nada sin embargo, se hizo por entonces y veinte y tantos años después en 1559, el Cabildo de  Guatemala tomó por su cuenta el mismo pensamiento, enviando a España con poderes y documentos a Juan García de Hermosilla, quien todavía en el año de 1562 estaba tratando del asunto, aunque sin obtener resolución favorable. La Provincia de Nicaragua no vio con agrado aquella idea, que consideró ruinosa para su comercio, y propuso a su vez se hiciera de tránsito por el río de San Juan.  Nada se hizo por entonces y fue hasta en 1607 que volvió el Cabildo a promover el proyecto con motivo del descubrimiento reciente del puerto de Santo Tomás; pero tampoco en esta vez obtuvo mejor éxito la demanda.
20o.   En  el  propio año de 1607 hubo otra invasión de piratas holandeses, en el puerto de Santo Tomás.  Refiere el Cabildo al Rey, que estando en el puerto dos o tres embarcaciones pequeñas, con solo 35 o 40 hombres, y muy poca artillería, aparecieron  ocho naves holandesas con mucha artillería, y más de dos mil hombres, y que habiendo avanzado sobre las del país, se colocaron astas al abrigo del morro o peñasco grande y aislado que está cerca de tierra y en tres brazas de agua de fondo, situando parte de su artillería en aquella obra de defensa natural.  Se empeñó el combate y el resultado fue un completo descalabro para las urcas 14holandesas, de las cuales una fue echada a pique, y las demás se retiraron con pérdidas.  Desde Guatemala  acudió  gente en auxilio de las poblaciones de la costa, recayendo el servicio en los encomenderos, que sufragaron el gasto.
21o.  Otro suceso ocurrido en 1607, fue la supresión del obispado de Verapaz, que había subsistido con muchas dificultades, desde su fundación en 1559.  Además de carecer aquella diócesis de los elementos indispensables para su mantenimiento, agregaba la circunstancia de que los mismos frailes dominicos residentes en la provincia, aumentaban, con sus celos y pretensiones, las dificultades con que tenían que luchar los Obispos de la Verapaz.  Informado el Rey de todo esto, y estando vacante la silla, dispuso la reincorporación de la diócesis al Obispado de Guatemala, quedando la administración de los pueblos de la provincia a cargo de los dominicos, como antes.
22o.  Por aquel tiempo comenzó a importarse a Guatemala el vino del Perú.  El Ayuntamiento hizo traer por vía de ensayo unas 300 botijas, que llegaron descompuestas, pero  no obstante aquel mal resultado, el Presidente Criado de Castilla concedió en 1697, permiso para que continuase trayéndose vino del Perú.  Otro artículo de general consumo, que experimentaba por entonces muchas fluctuaciones, era la carne.  Los ganados se habían multiplicado tanto, que se vendían a precios ínfimos, y desde 28 hasta 40 libras de carne en las carnicerías de la capital, apenas valían un real a fines del Siglo XVI; pero en la época en que nos ocupamos subió el precio del ganado y correlativamente el de la carne, a tal grado, que en 1609 se vendieron mil cabezas de ganado a razón de 4 tostones cada una; 200 cueros de toro por 300 tostones, y 200 de ganado a 5 reales cada uno; la carne, en el mismo año, valía a razón de un real oro por catorce libras.  Esta  alza  la motivaba en parte el derecho de la sisa, establecido desde 1586.
23o.  Por los años de 1607 y 1609 recibió el Presidente Criado de Castilla orden de procurar la conquista pacífica de las provincias de la Taguzgalpa y la Totogalpa, en la costa de Honduras aquella, y en la de Nicaragua esta.  En consecuencia tomaron a su cargo la empresa los frailes franciscanos Verdelete y Monteagudo, quienes entrando por el río de Segovia en el año de 1610, acompañados del Capitán Alonso Daza, y de otros tres españoles, dieron con la tribu de los lencas,  que los recibieron en paz.  Los misioneros formaron dos reducciones con  los indios lencas, los taguacas y otros que llamaban mexicanos, y comenzaron a instruirlos y bautizarlos; pero pronto fueron los indios abandonando las reducciones; y aunque los frailes apelaron al arbitrio de tomarles en rehenes sus hijos pequeños, esto no impidió que cayesen sobre las dos nuevas poblaciones, y las redujesen a cenizas, escapando con gran dificultad los misioneros y el Capitán Daza, quienes regresaron a Guatemala a dar cuenta de lo ocurrido y a pedir una fuerza que los acompañara en otra entrada que pensaban hacer en el año siguiente.  Casi al  mismo tiempo los dominicos, establecidos en la Verapaz, adelantaban en la conquista pacífica de las tribus establecidas en los territorios vecinos.  Varios indios fueron bautizados, y algunos conducidos a la capital, en donde el Presidente los hizo vestir de seda, a la española, y recorrer así las calles, con admiración de los vecinos que se apresuraban a obsequiarlos.
24o.  En el año de 1611 fue sustituido el Presidente Criado de Castilla, con el sucesor enviado de España, y se ocupaba en el juicio de residencia que le correspondía, cuando fue sorprendido por la muerte.
CUESTIONARIO
1. ¿De dónde vino el Presidente Mallén de Rueda, cuándo llegó a Guatemala y qué ocurrió a poco tiempo de su llegada? 2. ¿Qué sucedió a Alonzo Duarte, cuál fue la actitud de Presidente Mallén, y cuál la del Obispo Fernández de Córdova? 3. ¿Cuáles fueron  los principales actos de la administración del Presidente Mallén? 4. ¿Cómo se vengaron los franciscanos  de Fray Diego Merchante, cuál fue la conducta del Presidente Mallén, y qué consecuencias le trajo? 5. ¿Qué corsarios llegaron a Honduras en 1595, en qué número, qué hicieron y cómo obligaron a retirarse? 6. ¿Qué cuestiones tuvo el Presidente con el Ayuntamiento y cuál fue el fin del primero? 7. ¿Cuándo entró  el  Presidente  Interino, con quién tuvo disputas y diferencias y por qué causa? 8. ¿Cuándo se  fundó  el Colegio  Tridentino de Guatemala, cómo estaba organizado y qué se enseñaba en él? 9. ¿Cuándo llegó a Guatemala el Presidente Criado de Castilla y desde cuándo fue nombrado Presidente? 10. ¿Cuándo se  celebraron  las honras fúnebres de Felipe II en Guatemala, y quien las costeó? 11. ¿Cuándo murió el Obispo Fernández de Córdova y qué clase de persona era este eclesiástico? 13. ¿Qué nueva prohibición de ocupar a los indios en algunos cultivos se hizo en Guatemala? 14. ¿En  qué  lugar y año reaparecieron los piratas y quién los comandaba? 15. ¿Cómo  estaba  administrado el Reino de Guatemala al finalizar el siglo XVI y cuáles eran sus empleados y los modos de obtenerlos? 16. ¿Cuándo se  estableció la alcabala terrestre en Guatemala, en qué consistió y desde cuándo se dispuso? 17. ¿Cuáles eran los impuestos y las rentas del Reino en fines del siglo XVI? 18. ¿Cuándo y  por quién fue descubierto el puerto de Santo Tomás y qué se creía de él? 19. ¿Qué decía el  Ayuntamiento al Rey acerca del puerto de Santo Tomás? 20. ¿Cuándo y en  qué forma se pensó en Guatemala en la comunicación interoceánica por su territorio? 21. ¿En qué  fecha se verificó una nueva invasión de piratas holandeses por el puerto de Santo Tomás y cómo concluyó? 22. ¿Cuándo y  por qué causa fue suprimido el Obispado de Verapaz? 23. ¿Qué hubo  en Guatemala acerca de la importación del vino del Perú y qué precios tenían los ganados y la carne? 24. ¿Qué hubo de conquistas en 1607 y 1609  y qué fin tuvieron? 25. ¿Cuándo y  cómo terminó la administración del Presidente Criado de Castilla y dónde murió éste?



7 De conformidad con el  Diccionario de la Lengua ilustrado VOX Primera Edición (Reimpresión diciembre de 1993).Naborí es el indio libre que en América se usaba como criado, y su plural es naboríes.  Naboría es el repartimiento de indios que se hacía en América para el servicio de  los conquistadores. Sin embargo hemos podido observar en otros escritos, antiguos y modernos,  el uso de naboria en el sentido  que lo utiliza el autor.
  
8 El coselete es una coraza ligera de cuero

9 Cota: es una arma defensiva del cuerpo, usada antiguamente; de cuero y guarnecida de cabezas de clavo y anillos de hierro, o de mallas de hierro entrelazadas. 

10 Pavés: Escudo oblongo que cubría casi todo el cuerpo del combatiente

11 Cala: Parte más baja en el interior de un buque.

12 Nota del autor:  Según la Academia jiguilete o jiquilete.  A cualquiera de estos dos nombres hemos preferido jiquilite, que es el usado sin contradicción en Nicaragua

13 Dice contratación en la primera edición del primer tomo, lo que creemos es un error de imprenta

14  La Urca fue la embarcación más importante de finales de la edad media. Era un navío de profunda calada, diseñado pensando en una navegación fácil y una gran capacidad de carga.

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