CAPITULO VI
CONTINUACION DE LA CONQUISTA DE GUATEMALA
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Regreso de don Pedro de Alvarado-Reveses
que sufre-Deja a su hermano Jorge de Gobernador, y marcha a México a contestar
cargos ante la Audiencia-Quéjanse los colonos de la mala administración de
Jorge de Alvarado, y la Audiencia envía un Juez Revisor-Este se ensaña contra Alvarado-El
Cabildo coopera con el Juez Revisor y envía un Agente a la Audiencia-Logra don
Pedro triunfar de sus acusadores-Dificultades del Juez Revisor-Continúa la conquista de
Guatemala y El Salvador-Llega de Nicaragua Martín Estete, enviado por Pedrarias
Dávila, para merodear en tierra salvadoreña-Sus luchas y derrota.
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1o.
Don Pedro de Alvarado regresó de España, en el año de 1528, con el
título de Adelantado Gobernador y Capitán General del Reino de Guatemala; pero
sufrió penosos reveses antes de ocupar aquel alto puesto. Llegado a Veracruz, tuvo la amargura de
perder a su esposa, doña Francisca de la Cueva, la noble dama española a quien
se había unido en la metrópoli.
Acompañaban a don Pedro el Padre don Francisco Marroquín, sacerdote muy
virtuoso, y otros sujetos distinguidos.
Adolorido por la muerte de su esposa, llegó a la capital de México a
comparecer ante la Audiencia que había iniciado un proceso en su contra, con
una serie de cargos por abusos cometidos en Guatemala. Con este motivo y mientras desvanecía tales
cargos, otorgó desde México, poder a su hermano don Jorge de Alvarado, para que
en su nombre gobernara en Guatemala, por todo el tiempo que durase su ausencia.
2o.
Don Jorge de Alvarado, que llegó investido de amplias facultades, y de
un poder poco menos que absoluto, para regir las nuevas colonias establecidas
en Guatemala, y en las provincias dependientes de ella, se hizo cargo de su
empleo el 9 de mayo de 1529. Al
verificarlo, fue su primer acto recoger las varas, de mano de los Alcaldes y
alguaciles, volviendo a entregárselas enseguida para que continuaran en el
desempeño de sus funciones ínterin llegaban los nombrados que debían
reemplazarlos. Mientras tanto, y durante
don Jorge entraba de lleno en la administración pacífica del gobierno que se le
había encomendado, don Pedro continuaba en México, defendiéndose de nuevos y
más graves cargos que contra él se acumulaban.
3o.
Una vez asegurado don Jorge en el ejercicio de su empleo, dio en cometer
los mismos abusos y graves faltas que habían levantado la tormenta contra su
hermano. Quejábanse los colonos de que
la distribución de los pueblos de indios, no se hacía regularmente con arreglo al
mérito de los solicitantes, sino mediante cohecho o por favoritismo; y que los
Alvarado tomaban para ellos y los suyos, los mejores pueblos, dejando para
repartirse sólo los más inútiles. En
consecuencia se agriaron los ánimos, y la nueva colonia se dividió en bandos
opuestos que se acaloraban cada día más.
4o.
Como los quejosos se dirigieran repetidas veces a la Audiencia de
México, en solicitud de un Juez Residenciario, fue al fin enviado de acuerdo
con tal pedimento, un sujeto llamado Francisco de Orduña, a quien se dieron
despachos de Alcalde Mayor, Juez de Residencia, y Gobernador y Capitán General,
expedido, por aquella Real Cancillería. Y aunque don Jorge de Alvarado
desempeñaba estos cargos por delegación de don Pedro, que había sido nombrado directamente
por el Rey, no opuso resistencia a que
Orduña hiciera uso del nombramiento, tan luego dio por fiador a un vecino
llamado Gonzalo Dovalle. El nuevo
funcionario recogió las varas de justicia del Teniente y de los concejales,
guardó para sí la primera, dio la de Alcalde a Dovalle, su fiador, y distribuyó las otras entre
varias personas.
5o.
No habían pasado nueve días,
cuando se promovió la cuestión del repartimiento de los indios. El Alcalde presentó al Cabildo una proposición
para que se declararan nulas las concesiones hechas por Jorge de Alvarado, lo
mismo que todos sus actos de gobierno y administración de justicia, desde el
día en que había dejado de representar la autoridad por nombramiento de los
Gobernadores de Nueva España, para asumir la que le había sido delegada por su
hermano don Pedro; pero a pesar del espíritu de hostilidad que había contra
éste, no se atrevieron el Juez de residencia ni sus partidarios los nuevos
concejales, a aprobar la proposición del Alcalde, dejando la decisión del caso
al mismo Visitador, que se tomó algún tiempo para resolver.
6o.
El Ayuntamiento, entre tanto,
bajo la presidencia de Orduña, continuó dictando varias disposiciones
para el buen gobierno de la ciudad y sus provincias, siendo algunas de ellas
favorables a los naturales del país. Se
previno a los dueños de perros, que los mantuvieran con cadenas, porque
adiestrados ya para lanzarlos sobre los indios, ejecutaban daños y muertes
frecuentes en aquellos desdichados. Otra
de las disposiciones dictadas por el Cabildo, en aquellos días, conminaba con
multa a los encomenderos que mandaban a sus naborías7 (indios libres al servicio de los españoles), a vejar
a los indios para exigirles con suplicios el tributo de los pueblos en
encomienda.
7o. A
moción del Síndico nombró el Cabildo un Agente, que fue el Regidor don Pedro
Cueto, para que pasara a México a exponer extensamente las necesidades de la
nueva colonia, siendo la principal la de que se redujera al quinto el diezmo
que se pagaba al Rey por los metales preciosos, alegando los muchos gastos que
exigía el laboreo de las minas.
8o. Mientras tanto, continuaban vivas las
pasiones y rencillas que habían originado la llegada del Juez de Residencia a
Guatemala, a tal extremo que se hizo un cargo severo a don Cristóbal de
Robledo, por el solo hecho de haber enviado una información secreta a don
Pedro de Alvarado, en la que le
recomendaba su pronto regreso. Así fue
que al redactar el Cabildo las instrucciones que debía llevar a México su
agente, renovó la expresión de su inquina contra don Pedro; pero ya este, con
talento y astucia, había logrado disipar la tempestad de la Real Audiencia, y
obtenido completo triunfo.
9o.
El principal instigador contra don Pedro de Alvarado había sido el Juez
de Residencia, Francisco Orduña, quien dotado de un temperamento dominante,
había obligado al Ayuntamiento a insertar en los pliegos que iban para México,
una cláusula, en la que se pedía que no fuera don Pedro el repartidor de las
tierras en nombre del Rey, por ser odioso a los peticionarios. Tan sólo uno de los concejales se opuso a
esto de un modo franco, aunque hubo dos más que lo hicieron de un modo
indirecto.
10o.
Pocos días después, el Visitador Orduña, conformándose a lo dispuesto en
una orden de la Audiencia de México, declaró nulos y sin ningún valor todos los
actos de Jorge de Alvarado y del Ayuntamiento a contar de la fecha en que el
Teniente de Gobernador había tomado el
mando en virtud de los poderes de su hermano.
Esta declaratoria despojaba a muchos de los colonos de las tierras que
les habían asignado, lo cual, lejos de calmar los ánimos, exacerbó aún más la
discordia entre los vecinos. Como era natural, estas desavenencias no se
ocultaban a los nativos del país, y aquellos
que aún no se habían sometido a
la autoridad de los españoles, tomaban cada día una actitud más amenazadora.
11o. Entre los enemigos de los españoles se hacían
notar las poblaciones numerosas y guerreras que ocupaban la parte de la Sierra
Madre cortada por el majestuoso Usumacinta, que lleva en aquel punto de
Guatemala el nombre de Chixoy. Antes de
la venida de los conquistadores, estaban sujetos aquellos pueblos al cacique
Uzpantlán, uno de los más poderoso feudatarios de los Reyes del Quiché; pero
subyugado este reino por los castellanos, los indómitos moradores de la Sierra
Madre inquietaban y combatían a los nuevos pobladores del reino de su vecino y
antiguo señor.
12o.
Con el objeto de someter a los de Uzpantlán, salió de Guatemala en el
mes de abril de 1529, un pequeño cuerpo de tropas al mando del Capitán Gaspar
Arias, que ejercía en aquel año las funciones de Alcalde. Su empresa nada
adelantó, y tuvo que regresar en agosto a Guatemala. Arias llegó en
circunstancias en que Orduña pedía residencia a todos los municipales, y sin
asistir a la sesión del 16 de agosto de 1529, en que tuvo lugar ese célebre
juicio, Arias dio lo que le correspondía, y volvió a Uzpantlán a continuar la
guerra. Concluidos los 90 días que el
Visitador había señalado para la conclusión de las diligencias, Arias dejó al Capitán Pedro de Olmos al mando
de las fuerzas y pasó a Guatemala, pidiendo se le restituyese en las funciones
de Alcalde. Al oír esto el terrible
Orduña, se levantó de su asiento, tomó a Arias por la ropilla, lo ofendió de
palabras y terminó por abofetearlo; de todo lo cual el Cabildo no dijo nada,
contestando evasivamente cuando Arias se presentó a pedir justicia, y la
restitución de la vara de Alcalde que le pertenecía legalmente.
13o.
Mientras esto sucedía en Guatemala, el Capitán Olmos hizo contra los de
Uzpantlán una tentativa que le costó harto cara. Contra la opinión de los oficiales de su
pequeño ejército, atacó a los indios que estaban atrincherados en posiciones
formidables. Rechazado por éstos el
asalto, los españoles se retiraron y cayeron en una emboscada que habían
dispuesto los uzpantlecas, y que acabó con desordenarlos. El Capitán Olmos salió herido, y muchos de
los indios auxiliares fueron capturados y sacrificados a Exbalanque, especie de
semidiós de los aborígenes.
14o. Debido al descalabro del Capitán
Olmos, y a la ausencia de Gaspar Arias, que después de la ofensa inferida a su
dignidad por Orduña, había desistido de volver a la campaña, el célebre Juez de
Residencia dispuso organizar una expedición para someter a los rebeldes.
15o. Orduña nombró segundo Jefe de su
expedición al Tesorero Francisco de Castellanos, hombre de valor y de pericia
en las cosas de la guerra. A son de
trompeta fue proclamada la campaña, y se invitó para ella a cuantos quisieran
incorporarse como expedicionarios; pero apenas pudo reunirse el corto número de
cuarenta infantes, treinta y dos caballos, y cuatrocientos indios tlaxcaltecas
y mexicanos. Al mismo tiempo salía para
los pueblos de Chiquimula otra expedición a someter a los facciosos que se
habían levantado en armas, aprovechando las discordias de los españoles y las
turbaciones ocasionadas por el gobierno del Visitador Orduña.
16o.
A principios de febrero de 1530, salió de Guatemala la columna destinada
contra los de Uzpantlán. En mitad del
camino, en Chichicastenango, se quedó Orduña, y ordenó a Castellanos abriera la
campaña. Orduña enfermó y tuvo que
regresar a Guatemala, sin haber hecho nada por la pacificación, tocando de esta
manera a Castellanos la gloria de haberlo hecho todo.
17o.
Castellanos continuó su marcha, pero en vez de ir directamente a
Uzpantlán, tomó hacia Nebaj, cuyos habitantes, unidos a los de todos los
pueblos comarcanos, tomaron las armas, y salieron en número de 4,000 hombres. En el primer combate, Castellanos los batió,
haciendo, con los pocos caballos de los españoles, el estrago acostumbrado en
las masas indisciplinadas de los de Nebaj.
Avanzó sobre el pueblo, que encontró defendido por otro grupo de
guerreros indios, al cual fue preciso desalojar tras una lucha heroica, que
tuvo por final el incendio de la población por los auxiliares de
Castellanos. Ocupado Nebaj, y rendido el
pueblo de Chahul, los españoles avanzaron sobre Uzpantlán.
18o.
El Tesorero Castellanos tomó con acierto las disposiciones
militares del caso, para sacar el mejor
partido de la pequeña fuerza que mandaba, lo que, unido a la superioridad de
las armas, al terror que inspiraban los caballos, y al prestigio misterioso que
habían adquirido los extranjeros, hizo que ni el denuedo, ni el número con que
luchaban los de Uzpantlán, en defensa de sus hogares, los libraran de la
derrota: el campo quedó sembrado de cadáveres, y los que escaparon a la muerte,
fueron herrados como esclavos. El
resultado de esta victoria fue la sumisión del señorío de Uzpantlán, y de
muchas grandes provincias que de él dependían.
19o.
La expedición destinada a sojuzgar la provincia de Chiquimula, constaba
de sesenta infantes, treinta caballos, y cuatrocientos indios auxiliares, bajo
las órdenes de Hernando de Chaves y Pedro Amalín, jefes de reputación militar
probada. Se dirigieron hacia las
ciudades pipiles, situadas a orillas de los afluentes superiores del Lempa, de
las cuales, la más célebre era Mictlán.
Fuerzas numerosas de esta población salieron al encuentro de Chaves y
Amalín, dando por resultado tres combates, en los que fueron deshechos los
indios, y ocupada Mictlán.
20o.
Marcharon después los españoles hacia Esquipulas, corte de un cacique
poderoso, el cual, desalentado por la derrota de los de Mictlán, y enemigo,
además, de los horrores de la guerra, convino en recibir pacíficamente a los
españoles, y en someterse a la Corona de Castilla, quedando con esta
determinación sojuzgada la provincia de Chiquimula.
21o. Chaves y Amalín siguieron hasta
la gran ciudad de Copán, que estaba bien guarnecida y fortificada. El Príncipe que gobernaba el país con el
título de Galel, respondió altivamente a
las propuestas de paz hechas por los castellanos. La ciudad parecía inexpugnable, pero un
traidor les reveló que el foso que defendía una parte de la ciudad, no era
profundo en toda su longitud. Los
sitiadores cargaron por aquel lado; y después de un combate desesperado y
horrible ocuparon la parte principal de la población. El Galel se refugió en los cuarteles del
castillo de Citalá, llamó en su ayuda a los circunvecinos, pero después de
algunos combates, gloria del valor indio, en que la fortuna dio siempre la
espalda a la intrepidez del Galel, éste no tuvo más remedio que someterse a la autoridad
del Rey de España.
22o.
Mientras esto sucedía, en Guatemala el Visitador y el Cabildo habían
recibido la noticia de que el Capitán Martín Estete se había introducido con
tropas al territorio de San Salvador, enviado por Pedrarias Dávila, quien pretextaba
que aquel territorio pertenecía a Nicaragua.
Poco tiempo antes, el Visitador Orduña había enviado, de la villa de San
Salvador, al Capitán Diego de Rojas,
para que tomando sesenta españoles y un cuerpo de indios auxiliares,
fuese a reducir a sumisión algunos pueblos que estaban rebelados, allende el
río Lempa. Los insurrectos atacaron en
el paso del río a las fuerzas de Rojas, pero éstas lograron pasar en canoas, y
derrotar a los indígenas, hasta ponerles sitio en un peñón. Ni los españoles se sentían fuertes para el
asalto, ni los indios para evadirse, y en consecuencia se entabló un arreglo
entre Rojas y los aborígenes. Un indio,
fiel a Rojas, declaró a este que el tal arreglo no era sino una trampa, pues el
enemigo estaba acordado con los indios auxiliares de Rojas, para ultimar a este
jefe, y a los españoles que lo acompañaban.
Rojas convocó a los caciques auxiliares, los obligó a declarar la
verdad, y los ahorcó sin pérdida de tiempo.
En esto se ocupaba, cuando le anunciaron que una fuerza española venía
en marcha, y se hallaba a dos jornadas.
23o. Montó Rojas a caballo, y seguido
de algunos infantes e indios auxiliares, se encontró con un cuerpo de ciento
diez infantes y noventa jinetes, que al mando del Capitán Martín Estete,
enviado de Nicaragua por Pedrarias Dávila, caminaba con rumbo a San
Salvador. Estete prendió a Rojas y a sus
compañeros; y los indios al ver esto, huyeron a dar cuenta de lo ocurrido al
resto de la fuerza, que contramarchó a San Salvador. El Ayuntamiento comunicó el suceso al Cabildo
de Guatemala, quien envió un comisionado al emisario de Pedrarias, para que
libertara a Rojas y demás compañeros, y desocupara la provincia. El Capitán Estete contestó con altivez, que
no haría ni lo uno, ni lo otro; y sin mas, ocupó la villa de San Salvador, cuyo
Ayuntamiento se negó a recibirlo como
gobernador, esperando auxilios de Guatemala.
24o.
Vista la resistencia, el Capitán Estete desocupó a San Salvador, y fue a
fundar en Perulapán otra población, que llamó la Ciudad de los Caballeros, y
para la cual nombró alcaldes, regidores y oficiales de justicia.
25o.
Esta farsa no duró mucho tiempo.
En Guatemala se había recibido la negativa del invasor a desocupar el
territorio, y el Visitador Orduña resolvió someter el asunto a la Audiencia de
México. El Ayuntamiento, indignado por
la indiferencia de Orduña, lo requirió para que fuera a visitar los límites de
su provincia. Contestó que iría, si le acompañaban
cien hombres; pero habiéndose presentado solamente sesenta, rehusó el viaje, y
fue preciso nombrar al Capitán Francisco López, quien partió en marzo para San
Salvador. Apenas supo el invasor Estete
la aproximación de las fuerzas de López, se retiró hacia San Miguel, llevándose
a dos mil indios cuscatlecos para herrarlos como esclavos. Antes de emprender la marcha, mandó a ahorcar al Síndico del Ayuntamiento, que él
mismo había creado, por el solo hecho de haberse opuesto a la salida de los indios. Empezaron a desertársele muchos, llenos de
disgusto y a pasarse a las filas del ejército de López, el cual dio alcance a
Estete a doce leguas más allá del Lempa.
Dispuestos estaban ya para la batalla, cuando Estete comprendió la mala
disposición de sus fuerzas, y desistió del combate, y con cuatro de sus
esbirros se alejó con rumbo a Nicaragua.
26o.
Los soldados de Estete, al encontrarse sin jefe, soltaron a Rojas y sus
compañeros, pusieron en libertad a los indios, y se incorporaron al Capitán
López. Aquel triunfo obtenido por la
gente de Guatemala hizo que los cuscatlecos se sometieran a la autoridad,
enteramente sumisos y pacificados.
1.¿Qué sucedió a Pedro de Alvarado al
llegar de España? 2. ¿Qué hizo don Jorge
de Alvarado en su Gobierno? 3. ¿Qué se decía de los Alvarados, y de qué se
quejaban contra ellos? 4. ¿Qué hicieron los quejosos? 5. ¿Cuál fue la
proposición del Alcalde al Cabildo? 6. ¿Cuáles fueron las disposiciones
dictadas por el Ayuntamiento? 7. ¿Qué objeto llevaba el Agente del Cabildo a
México, y a quién se nombró? 8. ¿Cuál era el estado de las pasiones y
rencillas? 9. ¿Quién era el alma de toda esta hostilidad? 10. ¿Qué hizo el
Visitador Orduña con don Jorge de Alvarado? 11. ¿Qué hacían mientras tanto los
indígenas? 12. ¿Con qué objeto salió Gaspar Arias de Guatemala, y qué le
ocurrió después? 13. ¿Qué hizo el Capitán Olmos? 14. ¿Qué papel hizo Orduña en
la pacificación? 15. ¿Qué sucedió a Orduña? 16. ¿Qué hizo el Tesorero
Castellanos? 17. ¿Qué otras victorias ganó Castellanos? 18. ¿Cómo era la
expedición contra Chiquimula, y quiénes eran sus jefes? ¿Hacia dónde le
siguieron después los españoles? ¿Cómo fue la toma de Copán? 19. ¿Qué ocurrió
entre Diego de Rojas y los indios? 20. ¿Qué hizo el Capitán Estete, y qué fue
de Rojas? 21. ¿Qué aconteció a Estete en El Salvador? 22. ¿Duró mucho esta
farsa? 23. ¿Qué hicieron los cuscatlecos? 24. ¿Qué hicieron los soldados de
Estete al encontrarse sin jefe?
C A P I T U L O
VII
ULTIMOS AÑOS
DEL GOBIERNO DE ALVARADO
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Regresa Alvarado a Guatemala-Preséntase al Cabildo, y toma
posesión-Medidas que dicta-Hace residenciar a Orduña-Huye éste-Destituye al
Cura Godinez, y lo sustituye con el Padre Marroquín-Abusos de los indios-El
Primer Obispo de Guatemala-Preparativos de Alvarado para expedicionar-Se le
prohíbe ir a países de otros conquistadores-Sale la expedición para el
Perú-Arrebata dos navíos a Gabriel de Rojas-Desembarca en Puerto Viejo y se
interna-Trabajos que pasa-Pérdidas que sufre-Se encuentra con
Almagro-Dificultades y arreglo-Regresa sólo a Guatemala-Le procesa la
Audiencia, y se escapa por Honduras para España-Regresa casado y con nuevos
nombramientos y poderes-Organiza nueva expedición-Llega a Jalisco y hace
compañía con el Virrey para nuevos descubrimientos al Occidente-Batalla contra
los indios y muere.
- - -
1o.
Por las cartas que el visitador Orduña y el Ayuntamiento de Guatemala
dirigieron a la Audiencia de México, tuvo noticia don Pedro de Alvarado de la
invasión de Estete, y de las
alteraciones ocurridas en su Gobernación.
Dispuso regresar sin pérdida de tiempo, y en efecto, llegó a Guatemala
en los primeros días del mes de abril.
Enseguida se presentó al Cabildo, exhibiendo las provisiones expedidas
por la real Audiencia de Nueva España, en las que estaba inserto el despacho de
su nombramiento de Gobernador y Capitán General; y aunque los Concejales
trataron de poner trabas y demoras a su reconocimiento, por fin se le reconoció
y dio posesión de su alto cargo. En la
misma sesión eligió nuevos Alcaldes y restituyó la vara de Alguacil Mayor, con
voto en el Cabildo, a la persona que había destituido Orduña. Enseguida impuso perpetuo silencio a todas
las personas que tuviesen cuestiones y desavenencias, bajo pena de muerte a
cualquiera que las removieses, por escrito o de palabra, en juicio o fuera de
él. Previno igualmente, que ninguno de
los individuos que habían obtenido nombramientos de Alcalde y de Regidores, en
el año de 1529 y en el de 1530, ejerciesen tales cargos; debiéndose celebrar
las sesiones con los Concejales que él mismo acababa de nombrar. Esta medida justificada por las
circunstancias, impidió el desborde de los odios en la naciente colonia, y
contribuyó a calmar la excitación de los ánimos.
2o.
Había llegado la hora de las represalias, y el Síndico procurador de la
ciudad presentó al Cabildo un memorial en que acusaba al Visitador Orduña de
los abusos que había cometido en el ejercicio de su cargo. “A unos, decía, había quitado los indios por
fuerza; a otros tratado mal y afrentándolos con palabras feas y deshonestas; en
algunos había puesto mano con ira y rigor, y a todos los agraviados, negado la
reparación y justicia que le pidieron.”
Concluía el Síndico proponiendo a nombre de la ciudad, que se tomara
residencia a Orduña, y que no se le permitiera ausentarse de la ciudad sin
concluirla, o sin dar fianza suficiente. El Gobernador y el Cabildo decretaron
de conformidad con el pedimento, y previnieron al Visitador que no saliera
antes de concluirse el juicio, bajo pena de 30 mil pesos de oro. De esta manera quedó convertido el juez de
residencia, en residenciado de los mismos a quienes había ido a tomarla. Orduña presentó escrito al Cabildo, en
principios de mayo, proponiendo fiadores, y se le contestó que ocurriese ante
el Gobernador. Después según parece,
logró escaparse bajo un disfraz, auxiliado por sus partidarios.
3o.
Alvarado se consideraba investido de plenos poderes para proveer a
cuanto condujese al bien de la colonia.
Quitó, en consecuencia, el cargo
de Cura Párroco al Padre Juan Godínez, nombrado desde los primeros días de su
llegada, y presentó al Cabildo para que lo subrogara, al Licenciado don
Francisco Marroquín, eclesiástico que gozaba de buena fama por sus
virtudes. Enseguida, dedicó el
Gobernador su atención a la colonización y a la conquista de los pueblos que
aún no estaban sojuzgados. Al efecto,
mandó a su hermano Diego a fundar una ciudad en la provincia de Honduras, que
dicen fue la de Olanchito; y a Luis de Moscoso a pacificar y fundar poblaciones
más allá del Lempa. Luego entró en
inteligencias amistosas con los reyes cachiqueles, que andaban errantes en los
montes, los agasajó y festejó espléndidamente, y logró atraerlos y sojuzgarlos.
4o.
Establecida la paz en la provincia de Guatemala, con las victorias obtenidas
por los españoles, y con la sumisión de los reyes cachiqueles, no por eso
mejoró la condición de los indios.
Alvarado daba el ejemplo del abuso, pues además del tributo que se hacía
pagar, en oro y plata, por la numerosa población de las ciudades y pueblos de
sus encomiendas, empleaba continuamente quinientos hombres, y otras tantas
mujeres, en sus lavaderos de metales preciosos, y un número igual en los
trabajos de la edificación de la ciudad.
5o.
El Licenciado Marroquín, desde que comenzó a ejercer las funciones de
Párroco de Guatemala, se convirtió en protector de los indios, a quienes
procuraba atenuar, en la medida de sus fuerzas, los males de la conquista. Estudió con tanto empeño las lenguas quiché y
cachiquel, que a poco tiempo pudo, no
sólo hablarlas correctamente, sino enseñarlas a otros eclesiásticos encargados
de la predicación. Informado el
Emperador del mérito y servicios del Padre Marroquín, lo nombró primer Obispo
de Guatemala, en fin del año de 1533, expidiéndole el Papa Paulo III, las bulas
de institución en el siguiente año; erigiendo en iglesia catedral la iglesia
parroquial, y dando el patronato de ella a los Reyes de León y de Castilla.
6o.
Entre tanto don Pedro de Alvarado trabajaba sin descanso, preparando la
expedición que estaba comprometido a armar, con el objeto de salir para el
Océano Pacífico en busca de las famosas islas de la Especiería, objeto de vivo
anhelo de parte del Rey y sus consejeros.
Hernán Cortés, que había hecho a la Corona el mismo ofrecimiento, propuso
al Gobernador de Guatemala que formasen una compañía para llevar a cabo el
proyecto; pero Alvarado no aceptó, y
entonces se le anticipó Cortés, quien envió dos navíos que fracasaron
completamente. Don Pedro carecía de
buques, y tuvo que construirlos, para lo cual formó un astillero en la rada de
Iztapa, en donde se trabajó activamente, procurándose al mismo tiempo despertar
entre los colonos, y particularmente entre los militares, la idea de la
expedición, halagando el espíritu aventurero y la codicia, con la seguridad de
que se ganaría en la empresa tanta honra como provecho. Pero llegaron enseguida noticias
sensacionales de las riquezas del Perú, y de los brillantes hechos de Pizarro y
Almagro, y esto cambió los propósitos de Alvarado, quien tentado de la codicia,
declaró que determinaba ir al Perú.
7o.
Los oficiales de la Real Hacienda, enemigos de Alvarado por la preponderancia que este tomaba sobre
ellos, aprovecharon la ocasión para dirigirse al Rey de España y a la Audiencia
de México, denunciando la expedición como ruinosa para los intereses de la
colonia, al mismo tiempo que inconveniente para los intereses de la Corona, por
la intervención desautorizada de don Pedro, en la conquista del Perú. Alvarado tuvo noticia de lo que pasaba; pero no
era hombre que desistiera de una determinación tomada, por embarazos de ningún
género. Continuó preparando su escuadra,
y cuando ya tuvo construidos los buques, se dirigió al Rey dándole cuenta de
tener listos ocho buques, 500 españoles armados de coraza, coseletes8 y cotas9;
cien ballesteros, cien rodeleros, cincuenta escopeteros, otras tantas lanzas, y
gran cantidad de espadas de dos manos, y que se pondría a la cabeza de la
expedición para ir al Perú en auxilio de don Francisco Pizarro, dejando la provincia
de Guatemala bien asegurada, sin que hubiera temor alguno de que durante su
ausencia se turbara la tranquilidad.
Mientras tanto, recibió una orden de la Audiencia de México, por la que
le prevenía desistiera de la expedición, contra la cual, además, se opuso el
Obispo don Sebastián Ramírez quien ejercía en Guatemala las funciones de la
Audiencia, y tomó a pecho el impedir la empresa de Alvarado; pero éste, aunque
muy desazonado, suplicó de la disposición de la Audiencia de México, y continuó
activamente sus preparativos, no siendo bastante a detenerlo ni aun la
contestación del Rey de España, en la que le prevenía que no fuera al Perú, y
que enviara su escuadra a las islas de la Especiería, o a descubrir alguna otra
tierra que otro no hubiera descubierto. De esta última parte se valió don Pedro
para frustrar el real mandato, diciendo que iría al Perú, a la provincia de
Quito, que Pizarro aún no había conquistado.
8o.
Terminados los preparativos, con sacrificio de multitud de indígenas,
que fueron ocupados en trasladar pesados materiales, y numerosa artillería, de
la costa de un mar, a la del otro, por caminos accidentados y estrechos, salió
la expedición con su jefe, quien nombró antes Adelantado, Gobernador y Capitán
General, durante su ausencia, a su hermano Jorge. Al salir la expedición, en principios del año
1534, tuvo que llevar, de 700 hombres que estaban listos, tan sólo 500, que
fueron los únicos que cupieron en los buques que llevaba, además, 227 caballos,
y más de mil infelices indios auxiliares y de servicio arrancados de sus
hogares contra su voluntad. Fue aquella,
según el decir de un escritor contemporáneo, la fuerza más formidable, y más
bien equipada, que hasta entonces se había presentado en los mares del Sur.
9o.
Del Realejo o puerto de la Posesión de Nicaragua, escribió Alvarado al
Castillo de Guatemala, con fecha 20 de enero de 1534, recomendando el auxilio y
la obediencia a su hermano Jorge y protestando su cariño y buenos propósitos
para sus gobernados. Enseguida se hizo a
la vela, y habiendo alcanzado a Gabriel de Rojas, que conducía dos buques
armados con 200 hombres de Nicaragua para auxiliar a Pizarro, se apoderó de
ellos sin escrúpulo alguno y aumentó su fuerza con aquella gente. A mediados del siguiente mes de febrero,
arribó la expedición al Cabo de San Francisco, y aunque Alvarado habría deseado
pasar más allá de Chincha, donde tocaban los límites de la gobernación de
Pizarro, la gente se manifestó más inclinada a ir a Quito, por lo cual ordenó
el desembarco en Puerto Viejo, en donde organizó su ejército. Enseguida previno al piloto Juan Fernández,
que con una parte de la escuadra continuase
navegando por la costa del Perú, tomando posesión ante Escribano de los
puertos que descubriese; mandó los demás buques a Panamá y a Nicaragua con
encargo de llevarle más gente; y a continuación se internó con sus tropas con dirección a Quito, cuyas riquezas
codiciaba, tomando por guía a un indio que ofreció conducirlo. A poco llegaron
los expedicionarios a una población de la provincia de Jipijapa, una de las
primeras en que tocaban, y hallaron allí tal cantidad de joyas, esmeraldas,
armas chapeadas de oro, morriones adornados con alhajas de gran precio, y otras
tantas riquezas, que la llamaron por el nombre de Pueblo de Oro; pero era tan
exagerada la idea que tenían del país, que todas aquellas riquezas les parecían
pocas.
10o.
Pronto comenzaron los malos días.
En un lugar, que nombraron Las Golondrinas, por haberse visto en él
muchas de estas aves, desapareció el indio que guiaba a los expedicionarios,
dejándolos enteramente desorientados, y sin saber qué rumbo tomar. Salió una descubierta y encontró dos
poblaciones, llamadas Vacavi y Chionana, en las cuales se tomó una cantidad
regular de víveres, que llegó muy a tiempo, y a unos cuantos indios; pero
habiéndose descuidado con éstos, los hicieron cuartos los indios de Guatemala,
y se los comieron. No sabía Alvarado
cómo continuar internándose por aquel suelo desconocido, por lo cual mandó
otras dos comisiones, una por el Norte y otra por el Oriente, con piquetes de
infantería y caballería, las que no tardaron en hallar poblaciones, cuya
resistencia vencieron fácilmente, tomando algunos prisioneros que ofrecieron
servir de guías para Quito. El camino
que llevaba Alvarado era fragoso, desconocido
y de muchos rodeos. Largo sería
enumerar las dificultades con que tropezó en su marcha, una de las más penosas
que refiere la historia de la conquista, y cuyos detalles dolorosos se
registran en la del Perú. Luchas con
los naturales a cada paso, hambre, sed y por último, el frío al llegar a las
alturas, convirtieron a la lujosa expedición en una tropa de hombres extenuados
por las penalidades. Las palabras de
aliento, y el valor que mostraba Alvarado animaban al ejército en su penosa
marcha, a través de la Sierra, molestados por un viento muy frío, y por la
nieve constante. Los indios-dice un
autor-lamentaban a gritos su desdicha, y muchos que se arrimaban a las peñas a
descansar, morían helados: los españoles sufrían menos; pero algunos de ellos
sucumbieron también en aquella lucha terrible con los elementos. Veíanse
esparcidos por todas partes, vestidos, joyas, armas y cadáveres que devoraban
las espesas bandas de cóndores, que revoloteando sobre las crestas de la
montaña, seguían al ejército, ansiosas de repartirse sus fúnebres
despojos. Quince españoles, seis
dragones, muchos negros y como dos mil indios perecieron en aquella
desventurada sierra. Al llegar al
pueblo de Pasí, en tan lastimosa situación, Alvarado hizo pasar revista, y
encontró que desde el desembarco había perdido 85 españoles, la mayor parte de
los indios, y muchos caballos. Siguió
adelante la marcha, a través de pueblos, hasta llegar a uno de los grandes
caminos de los incas, calzado con grandes piedras de sillería, en donde las
dificultades fueron menores; pero habiendo encontrado huellas de herraduras
impresas en la tierra, comprendió Alvarado que sus compatriotas se le habían
adelantado en aquella región, lo cual no dejó de preocuparlo, receloso de una campaña
con europeos.
11o. Mientras avanzaba el
ejército guatemalteco para Quito, fue informado el Almirante Almagro, por
Gabriel de Rojas que llegó antes que Alvarado, de la expedición de éste y de
sus propósitos. Almagro juntó 200
hombres y con éstos se puso en marcha al encuentro de Alvarado, con quien
después de varios incidentes logró por fin avistarse en un pueblo situado a
cinco leguas de Riobamba. Cruzáronse
comisionados y astutas manifestaciones, que de todo tenían, menos de
leales. Alvarado protestaba que no
tenía intención de entrometerse en la conquista de Pizarro y que él se dirigía
a tierras más al interior en donde no llegara la jurisdicción de aquel;
Almagro, a su vez, lo felicitaba por su llegada, le manifestaba gran pena por
lo que había sufrido en el paso de las sierras nevadas, aceptaba como leales
sus protestas; pero le hacía insinuar que don Francisco Pizarro era Gobernador
de la mayor parte de aquellos reinos y que por momentos aguardaba los reales
despachos en que le encomendaban también el mando de las tierras situadas hacia
el Oriente, que estaban fuera de su distrito.
Alvarado reprodujo a los emisarios de Almagro, que iba de camino para
Riobamba, de donde enviaría su repuesta.
Agentes de Almagro seducían con promesas a los soldados de Alvarado,
mientras los de éste hacían otro tanto en el campamento de Almagro, dando por
resultado tal fuga y defección, que el indio intérprete de éste se presentó
donde Alvarado y le dio cuenta del poco número de soldados que tenía su antagonista
y de su situación; mientras el Secretario privado de Alvarado, Antonio Picado,
se presentaba a Almagro, presentándoles iguales servicios. Irritado don Pedro, dispuso avanzar con 400
hombres sobre Almagro; pero éste a pesar de la inferioridad de su fuerza,
estaba resuelto a pelear hasta la muerte y cuando tuvo aviso de que se avistaba
la descubierta del enemigo, le mandó hacer alto. En esos momentos se presentó un emisario de
Alvarado con un mensaje de éste, exigiendo la inmediata entrega de su Secretario
Picado. Almagro contestó que no lo
entregaría, porque aquel hombre era libre de permanecer donde le
acomodara. Al mismo tiempo envió al
Alcalde de la ciudad con un Escribano a que requiriese al Adelantado de Guatemala, en nombre de Dios y
del Rey, que no promoviese escándalos; que no violentara la justicia Real, ni
entrara en la ciudad; que se volviera a su gobernación de Guatemala y dejara en
paz la que el Rey había encomendado a don Francisco Pizarro; protestándole por
los daños, muertes y destrucción de los naturales, que sobreviniesen. Alvarado rechazó la protesta, contestó que él
era Gobernador y Capitán por el Rey, que tenía comisión para descubrir por mar
y tierra, que podía entrar en la parte del Perú donde no gobernase otro, y que
si Almagro había poblado en Riobamba, no le haría perjuicio alguno, pues lo
único que pedía era que, por su dinero se le proveyese de lo que
necesitara. Replicó a esto el Alcalde
que si el Adelantado retrocedía una legua, podría entrarse con él en los
arreglos que fuesen convenientes.
Alvarado reflexionó maduramente esta proposición, notando que su gente
estaba poco dispuesta a la lucha con españoles, que Almagro mostraba mucha entereza y que él
había emprendido aquella jornada contra la orden del Rey y de la Audiencia de
México, temió las consecuencias si apelaban a la fuerza y prefirió
arreglarse. Pasó don Pedro con unos
pocos de los suyos a Riobamba y fue recibido por Almagro con mucha cortesía. Después de varias proposiciones y de una
larga discusión convinieron en que el Adelantado regresaría a Guatemala,
dejando a Pizarro su escuadra y su ejército con todo el equipo y municiones que
llevaba, mediante el pago de cien mil pesos oro. Firmado y sellado el contrato, Alvarado se excusó de la mejor manera con los
suyos y pasó enseguida con Almagro a
visitar a Pizarro que venía del Cuzco.
Avistáronse los dos célebres jefes en la antigua ciudad de Pachacamac, y
satisfecho Pizarro del arreglo lo ratificó, y recibió a don Pedro con mucha
cortesía, disponiendo grandes fiestas en su honor. Entregaron a Alvarado la suma convenida y le
hicieron además, Pizarro y Almagro, un valioso presente de muchas joyas de gran
precio. Así terminó aquella atrevida
expedición, diciendo Alvarado que la suma recibida no alcanzaba a cubrir sus
gastos; y Almagro, por su parte, quejándose de que se habían pagado los buques
y el armamento tres veces más de lo que valían.
12o.
Luego que la Audiencia de Nueva España tuvo noticia del regreso del
Adelantado, dispuso enviar a tomarle residencia por medio de uno de sus mismos
Ministros, el Licenciado Alonzo de Maldonado; pero a pesar de la reserva con
que se procedió, Alvarado tuvo noticia del peligro que lo amenazaba y
pretextando un suceso que hubo en aquellos días en Honduras, cuyos colonos le
suplicaban que interviniera en su favor y en contra de las crueldades del
Gobernador Cerezada, se ausentó de Guatemala y pasó a la provincia vecina, en
donde Cerezada abdicó de la Gobernación en favor de don Pedro, quien fundó las villas
de Gracias a Dios y San Pedro Sula, repartió las tierras entre los colonos y
mandó llevar ganados y otras cosas de uso común para las nuevas poblaciones.
13o.
Arregladas así las cosas de Honduras y constituido con tan poca
ceremonia de Gobernador de una provincia que había sido hasta entonces independiente de la de
Guatemala, escribió al Ayuntamiento de esta, participándole su viaje para
España, a donde iba con permiso que, según decía, le concedió el Virrey de
México, y se hizo a la vela para la Metrópoli a principios de agosto de
1536. En Guatemala, mientras tanto,
gobernaba a nombre de la Audiencia de Nueva España, el Licenciado Maldonado.
14o.
Don Pedro de Alvarado regresó de España por Puerto Caballos, no con la
humildad del reo que iba a oír sentencia, sino con la altivez del
vencedor. Apenas hubo desembarcado
dirigió un oficio al Ayuntamiento de
Guatemala, con fecha 4 de abril de 1539, anunciando su próximo regreso y el haber
llegado a aquel puerto con tres naves gruesas y 300 arcabuceros y otra mucha
gente. Concluía su comunicación haciendo
saber al Cabildo que se había casado con doña Beatriz, hermana de su primera
esposa, y que traía con esta veinte doncellas hijas de gentiles y hombres. Con el oro del Perú y con sus afinidades con
la familia de la Cueva, don Pedro había conseguido en la Corte una gran
importancia, a tal extremo, que no pudiendo vencer la dificultad del
parentesco para sus bodas con doña
Beatriz, solicitó la dispensa del Papa por medio del propio Emperador Carlos V.
15o.
Luego que el Adelantado desembarcó en Puerto Caballos, destinó 200 de
sus hombres a abrir un camino para la villa de San Pedro, tan ancho que podían
pasar bien dos recuas de mulas en sentido opuesto. Permaneció 26 días desembarcando su tren, el
que hizo conducir en 34 mulas que trajo de Santo Domingo, y gastó 45 días más
en el viaje hasta San Pedro. Llegado a
esta población se dirigió solo a la de Gracias, en donde se encontró con el
Obispo Pedroza y otros caballeros que le rogaron escribiese al Gobernador Montejo
para terminar las diferencias con éste.
Hízolo así Alvarado y esto dio lugar a que se principiaran los arreglos,
los que, después de muchas dificultades y vacilaciones por parte de Montejo,
vinieron a concluir por un convenio, en virtud del cual desistía de la
Gobernación de Honduras en favor de don Pedro, mediante la cesión que éste le
hacía de la Chiapas, de la encomienda de Suchimilcó en Nueva España y del
compromiso que contrajo de pagar dos mil pesos que Montejo debía a algunas
personas. Quedó este arreglo sujeto a la
aprobación Real y ambos se dirigieron al Rey con tal objetivo; pero Montejo lo
hizo en sentido contrario, quejándose de haber sido violentado, y suplicando al
Rey no apruebe el convenio, y castigue al Adelantado.- El Rey, no obstante, sancionó aquel arreglo
y la gobernación de Honduras quedó por entonces unida a la de Guatemala.
16o.
Arreglados los asuntos de Honduras a satisfacción de Alvarado, continuó
éste su marcha para Guatemala, a donde llegó el 15 de septiembre de 1539. Al día siguiente, concurrió a la sesión del
Cabildo, para presentar los despachos de su nombramiento, los que después de
discutidos, fueron declarados bastantes; y en consecuencia se le reconoció como
Gobernador y Capitán General. Amigos y
enemigos, alentados por la amabilidad del Adelantado, rivalizaron en el empeño
de solemnizar la posesión con públicos festejos. Pasados éstos, pues duraron
algunos días, volvió nuevamente Alvarado a dedicarse con actividad a la
construcción de la nueva armada para la ofrecida expedición a la
Especiería. Trece navíos de buen porte
se construyeron en Acajutla, trayendo el hierro desde Veracruz, y con un costo
cinco veces mayor de lo que pudieran tener en Sevilla. No bastó el oro que trajo del Perú, ni el oro
que le sacaban de las minas, ni los tributos de sus pueblos, ni lo que le
prestaron sus deudos y amigos, para aquella gran expedición: tuvo todavía que
adeudarse tomando fiados muchos artículos a los comerciantes.
17o. Concluida la armada, terminados los preparativos para la
expedición, se presentó Alvarado ante el Ayuntamiento, el 19 de mayo de 1540, y
manifestó que estando próximo su viaje, en virtud de capitulaciones celebradas
con el Rey, y no sabiendo cuándo podría regresar, nombraba Teniente de Gobernador
y Capitán General, en su ausencia, al Licenciado don Francisco de la
Cueva. Enseguida, y por la vía de
tierra, dirigiose Alvarado al puerto de Acajutla, en donde le esperaba la flota empavesada y vestida de gala. El Adelantado ocupó la nave capitana, llamada
“Santiago” y se hizo a la vela en los primeros días de junio de 1540. Su fuerza expedicionaria constaba de 350
soldados, entre ellos 200 de caballería, y además un número considerable de
indios de servicio, capitaneados por jefes indígenas navegando con rumbo al Poniente llegó la flota al
puerto de la Purificación, en la Provincia de Jalisco, donde se detuvo con el
objeto de hacer nueva provisión de agua
y de víveres frescos.
18o.
El Virrey de Nueva España, don Antonio de Mendoza, se ocupaba también,
en virtud de capitulaciones con el Rey, en procurar descubrimientos por el lado
de Occidente; pero cuando llegó Alvarado tenía entre manos el proyecto de
descubrir y conquistar las siete ciudades de Cibola, creación fantástica de los
sabios de aquel tiempo, y en donde suponían que existía la mayor riqueza de la
tierra. Concibió el pensamiento de
proponer a Alvarado formar una compañía, y que la expedición fuese a Cibola, en
donde se esperaban más prontos y mayores provechos. Dos comisionados pasaron al Puerto de la
Purificación con plenos poderes, a proponer el convenio a don Pedro de
Alvarado; pero nada pudo concluirse y fue preciso que el Virrey pasara
personalmente a la costa de Jalisco a conferenciar. Reuniéndose en un pueblo
llamado Tripitio, según unos, Chirivito, según otros, concurriendo además el
Obispo Marroquín, de Guatemala, y el Oidor Maldonado, de México, el mismo que
acababa de ser Juez de residencia de Alvarado.
Allí se redactó el contrato de compañía por 20 años, trasmitiéndose las
obligaciones y derechos de ambos contratantes a sus herederos y sucesores
respectivos, en caso de muerte de algunos de ellos. Pactaban la cuota de gastos y de utilidades y
los demás detalles sustanciales de la negociación siendo todo redactado por dos
escribanos, y firmaron y juraron como caballeros, el Virrey y el Adelantado,
puesta la mano sobre la cruz de la Orden de Santiago, a que ambos pertenecían;
suscribiendo como testigos el Obispo Marroquín, el Oidor Maldonado, el Veedor
de Nueva España, Peralminder Chirinos, don Luis de Castilla, y otros tres
sujetos principales de México, el 29 de noviembre de 1540.
19o.
Ajustado el convenio el Virrey y el Adelantado se dirigieron a México a
arreglar algunos puntos relacionados con la compañía, lo cual ocupó a Alvarado
hasta fin de mayo del año siguiente (1541).
En los primeros días de junio llegó Alvarado a la costa de Jalisco, de
regreso de México, para emprender la expedición en busca de las imaginarias
siete ciudades; pero sucedió que por aquellos días se alzaron los indios de la
Nueva Galicia, y que el Gobernador interino Cristóbal de Oñate no pudo sostener
el choque; y encontrándose imposibilitado para reducir con su escasa fuerza a
los insurrectos, que le amenazaban en número de diez mil, envió a pedir auxilio
a Alvarado, y éste se apresuró a dárselo.
Desembarcó parte de su fuerza de infantería y caballería, y con ella
marchó en busca del enemigo, con el que
se enfrentó el 24 de junio, después de ocho o nueve días de camino. El ataque fue heroico; pero los indios tenían
una fortificación formada por siete albarradas, o trincheras de piedra, que no
presentaba punto alguno descubierto y se defendían con tal bravura y habilidad,
que viéndose Alvarado próximo a ser copado,
emprendió una famosa retirada, en la cual llevó constantemente el puesto de
mayor peligro. Caminó así por espacio de
tres leguas, por un sendero pantanoso, rodeado del tenaz enemigo, hasta que
habiendo llegado a terreno sólido, pudo operar con la caballería, rehacer la
infantería, y con ambas unidas, poner a raya a sus perseguidores. Había pasado el peligro, y el Adelantado veía
en salvo a su pequeño ejército, cuando pasó de fuga un Escribano de apellido
Montoya, que peleaba como soldado de caballería, en un caballo cansado, al cual
espoleaba sin compasión, haciéndolo subir de carrera a una cuesta
empinada. Alvarado que caminaba todavía
a pie, advirtió el terror pánico del Escribano y le dijo sonriendo: “Sosiéguese
Montoya, que los indios parece nos han dejado”; pero el pobre hombre sin atender
a la voz de su jefe, siguió aguijando el caballo, hasta que éste, no pudiendo
más, cayó, y rodando por la cuesta abajo, se llevó de encuentro al Adelantado,
que embarazado con su pesada armadura, no pudo evitar el golpe, quedando todo
contuso, y sin poderse mover. Acudieron
a su socorro los capitanes y soldados; y como los indios advirtieron que los
españoles se detenían, volvieron a la carga con nuevo furor. “No es bien que los indios conozcan mi
peligro”, dijo don Pedro, y haciendo que le quitaran la armadura, mandó a uno
de los capitanes que se la pusiera, y le entregó el bastón. Colocado sobre un pavés10, fue llevado a Guadalajara, en donde se
le administraron los sacramentos y testó, ordenando que se le enterrara
solemnemente en la iglesia de Santo domingo, de México, y haciendo la
distribución de sus bienes, de los cuales instituyó por universal heredera a su
esposa doña Beatriz. Expiró el 29 de
junio, según el cronista Jiménez, o el 4 de julio según Remesal; y su cadáver
fue sepultado provisionalmente en la iglesia parroquial del pueblo, debajo del
púlpito; después se le trasladó a Tiripitio, y más tarde, a la iglesia de Santo
Domingo, de México. Murió Alvarado
cuando su obra de conquista estaba terminada, pues había sometido la mayor
parte de la provincia que comprendía entonces lo que es hoy la república de
Guatemala, el territorio de la de El Salvador, el de los Estados Mexicanos de
Soconusco y Chiapas, y la provincia de Honduras, que recientemente le había
sido adjudicada, por su arreglo con Montejo.
CUESTIONARIO
1. ¿Por qué regresó
Alvarado de México, y qué hizo en Guatemala? 2. ¿Qué le sucedió a Orduña, y
cómo escapó? 3. ¿Cómo procedió Alvarado con el Cura y con los reyes
Cachiqueles? 4. ¿Qué abusos se cometían con los indios? 5. ¿Cuándo fue nombrado
y quién fue el primer Obispo de Guatemala? 6. ¿En dónde preparaba su expedición
Alvarado y en qué consistía? 7. ¿Qué ocurrió a Alvarado con la Audiencia de
México y con el Rey de España? 8. ¿Cuándo salió la expedición y cómo estaba
organizada? 9. ¿A dónde llegó la expedición, y qué ordenó Alvarado? 10. ¿Cuáles
fueron los malos días de la expedición, y cuáles los sufrimientos de los
expedicionarios? 11. ¿Qué pasó con el Almirante Almagro? 12. ¿Qué le pasó a
Almagro en su regreso a Guatemala, y qué hizo en Honduras? 13. ¿Para dónde y
cómo se fue después Alvarado? 14. ¿Cómo regresó Alvarado de España? 15. ¿Por
dónde y cómo regresó Alvarado a Guatemala, y qué hizo antes en Honduras? 16. ¿Qué
hizo Alvarado a su regreso a la capital? 17. ¿Cuándo y cómo salió la segunda
expedición? 18. ¿Qué propuso el Virrey
de Nueva España y en qué convino Alvarado? 19. ¿Qué pasó después y cómo terminó
Alvarado?
CAPITULO VIII
BARTOLOME DE LAS CASAS
- - -
Paréntesis obligado-Fray Bartolomé de las Casas-La gran hecatombe
en su apogeo-Del clero corrompido que venía a América, surge la más levantada
figura-Sublime tarea que se impone el Padre de las Casas-Le sigue mucha parte
de ese clero-Nacimiento y primeros años de Bartolomé de las Casas-Sus viajes a
América-Renuncia las encomiendas, y se consagra a la redención de los indios-Su
primer viaje a España-Es nombrado Protector de los indios-Su segundo viaje a
España-Sus dificultades con los favoritos de Carlos V-Con la esclavitud
africana en América salva de la esclavitud a otra raza-Lo que dicen sus
enemigos-Injusticia del cargo-Continúa sus luchas-Vence al sabio
Sepúlveda-Cargado de años y pesadumbres se retira a Valladolid, y muere-La esclavitud
africana se aumenta-Crueldad con los esclavos.
- - -
1o.
Hemos llegado a un punto de nuestra relación, en que se hace necesario
un paréntesis, para hablar de un personaje que apareció en esos años entre
nosotros, y cuyo nombre universalmente respetado se destaca puro y luminoso del
fondo oscuro de las crueldades de la conquista americana.
2o.
Nos referimos a Fray Bartolomé de Las Casas, a quien la posteridad ha
bautizado con el sobrenombre de Apóstol de las Indias, y que por muchos años
hizo sentir su mano bienhechora desde Nicaragua a Chiapas, dejando en todas
partes el recuerdo de su amor y sus virtudes.
No tuvo España, en aquel entonces, figura más grande, simpática y noble
que la del Padre Las Casas, a quien los hijos del Nuevo Mundo le debemos, sin
duda alguna, nuestra libertad, y lo que actualmente somos. Su filantropía, que hace horizonte en los
anales del siglo XVI, se destaca en todas partes de nuestro continente, como la
del ángel de la guarda de una raza noble y virtuosa, condenada a la esclavitud
y al exterminio por las circunstancias y preocupaciones de la época. Pero fue aquí, en Centroamérica, entonces
Reino de Guatemala, en donde luchó más, en donde la medida de sus sufrimientos
llegó a su colmo, en donde su colosal figura brilló con fulgores divinos, y por
eso le dedicamos Capítulo especial.
3o.
La gran hecatombe de la conquista americana se hallaba en su
apogeo. Los naturales despojados de lo
que les pertenecía por posesión no interrumpida de siglos, cazados como fieras
cuando huían, muertos antojadizamente o reducidos a odiosa esclavitud, viendo a
sus mujeres y a sus hijos arrebatados; tuvieron que apurar hasta las heces la
copa de sus amarguras, cuando llegó un día en que se les declaró excluidos de
la raza humana y en que menos considerados que los animales del campo, se
prefirió en Nicaragua cortar la cabeza de uno de ellos, antes que romper la
miserable argolla de hierro con que se le sujetaba del cuello a una cadena, con
la que iba unido a otros cuantos infelices que conducía Martín Estete para las
minas del Cabo Gracias a Dios, en el año de 1559.
4o.
Cuando el torrente de las malas pasiones parecía desatado contra los
pobres indios, cuando todo era oscuridad y sangre para ellos, de las filas del
clero codicioso y desalmado que venía a
la América, surgió la noble y simpática figura de Fray Bartolomé de las Casas,
proclamando los fueros de la humanidad ultrajada en las personas de tantos
desgraciados, y rehabilitando ante el mundo y la historia el nombre castellano,
tan en mala hora comprometido por los aventureros de la conquista.
5o.
Inspirado por el sentimiento divino de la caridad, el Padre Las Casas se
levantó sobre los vicios y preocupaciones de su época, y llevado de ardiente
fe, impulsado por santo celo, se multiplicó digámoslo así, e hizo esfuerzos
extraordinarios, que la posteridad ha consignado con gratitud en las páginas de
la historia, y que en su tiempo produjeron saludable reacción en favor de la
raza condenada al exterminio. En el
Capitolio de Washington, al lado de la de Lincoln, el libertador de la raza en
Norte América, ha sido colocada, por disposición del gran pueblo americano, la
estatua de Fray Bartolomé de Las Casas; pensando con justicia, que su radiante
figura eclipsa, en el Nuevo Mundo, hasta la de Cristóbal Colón, en cuyo pecho
halló también cabida el interés particular.
Y cosa rara: en España, la cuna del gran filántropo, no se oyen con
agrado por la mayoría del pueblo, los elogios del Padre Las Casas, a quien
suponen denigrador de su propio país; ignorando que es justamente ese virtuoso
varón, quien ha reconciliado a los americanos, con los peninsulares, y que fue
también él quien vino a demostrar que la hidalga y nobilísima Nación de los
caballeros andantes, y de las lides con los árabes, no aprobaba en América las
crueldades y barbarie de la soldadesca conquistadora.
6o.
Mucha parte del clero egoísta del Nuevo Mundo, despertado por la tonante
voz del Padre Las Casas, corrió presurosa tras él a enrolarse voluntariamente
en las filas del filantrópico ejército que así atravesaba los mares
embravecidos, como las más desiertas y lejana tierras, cuando se trataba de
disputar a la codicia conquistadora los restos sobrevivientes de los
desgraciados indios.
7o.
Bartolomé de Las Casas nació en Sevilla, el año de 1474. Hizo sus estudios en la famosa Universidad de
Salamanca, y enseguida, en 1502, acompañó a América a don Nicolás Obando,
gobernador de Santo Domingo. Vuelto a
España, se ordenó de sacerdote, en 1510, y el año siguiente, pasó a Cuba con el
gobernador don Diego Velázquez, a quien sirvió de Consejero, y le acompañó en
todas sus correrías, por lo cual le recompensó con una buena parte del
repartimiento que se hizo de los indios.
El joven sacerdote, que como sus demás compañeros, había venido al Nuevo
Mundo en pos de riquezas, aceptó gustoso la encomienda, e hizo sociedad con un
tal Rentería, logrando buenos negocios.
Así las cosas, y hallándose todavía en Cuba, salió en comisión con
Pánfilo Narváez a apaciguar algunos pueblos que se habían sublevado; pero
cuando presenció los abusos y crueldades de los conquistadores, su alma
generosa se interesó por las víctimas, y se inflamó en aquel fuego de sublime
caridad en que se mantuvo por más de sesenta años. A continuación (1541)
convino con Rentería en abandonar las encomiendas para consagrarse única y
exclusivamente a proteger y favorecer a los indios. Rentería se queda en Cuba, y el Padre Las
Casas pasó a Santo Domingo, en viaje para España. Desde aquel día, atacó con vehemencia el
sistema de repartimientos, expresándose en público y en privado sin ninguna
reserva contra empleados y particulares, y llevando por esto la odiosidad
profunda de los conquistadores.
8o.
Fray Bartolomé llegó a España, pero a pocos días falleció el Rey don
Fernando, y tuvo que entenderse con el Cardenal Regente, Fray Francisco Jiménez
de Cisneros, que escuchó con atención sus quejas. Estas le ocasionaron su primer disputa en la
Corte, con varios que se sintieron lastimados en sus intereses, y que lo
acusaban de exagerado; pero por fin triunfó, y obtuvo entonces el nombramiento
de tres religiosos de la Orden San Jerónimo, para que vinieran a Santo Domingo,
a procurar la terminación de los abusos. También obtuvo para sí el título oficial de
Protector de los Indios, con la dotación de cien pesos anuales. El Protector se trasladó enseguida a Santo
Domingo, a donde llegó, durante el año de 1517, acompañado de los tres
comisionados; pero éstos correspondieron mal a su misión, y Fray Bartolomé tuvo
que regresar a Castilla, a exponer de nuevo sus quejas.
9o.
Reinaba en España el joven Carlos V de Alemania, quien había dejado el
Reino en manos de favoritos flamencos, que solo entendían el lenguaje de la
conveniencia. A ellos tuvo que dirigirse
el abnegado Protector, sin ningún éxito al principio, porque Fray Bartolomé no
entendía de especulaciones, ni hablaba otro lenguaje que el de la caridad. Atribulado, desesperado ya de salvar de la
esclavitud a la noble raza, objeto de su simpatía, se le ocurrió proponer como
un recurso extremo, que se aumentara el número de los colonos españoles, y que
para evitar el exterminio de los indios, se introdujeses a América esclavos
negros que ayudaran en las faenas de la industria. La proposición fue aceptada, y de esta manera se suspendió la amenaza de esclavitud
para los indios.
10o.
Los enemigos del Padre Las Casas, lo habían acusado de inconsecuente,
diciendo que él fue quien trajo a América la esclavitud africana, tan inicua
como la que trataba de evitar; y aunque él se acusó más tarde de ese error,
justificándolo con la necesidad de salvar de la esclavitud a otra raza, hay que
decir que no fue el Padre Las Casas quien introdujo la esclavitud africana al
Nuevo Mundo. En 1511, seis años antes de
la proposición del Protector de los Indios, los españoles obtuvieron una cédula
del Monarca, en virtud de la cual se les autorizaba para llevar a las Islas a
algunos negros de Guinea, porque según decía, un negro hace más trabajo que cuatro indios. En 1512 y 1513, se expidieron también
órdenes con igual objeto, a consecuencia de reclamaciones hechas por los monjes
de San Francisco, con motivo de la estrechez, penuria y grandes trabajos que
sufrían los indios, y finalmente, según el
testimonio de Zúñiga, desde muy antes de la conquista se conocía la
esclavitud en España, desde luego que la ciudad de Sevilla enviaba sus naves a
las costas africanas, para traer esclavos y robar moros de paz con
los cuales se hacía comercio. La idea de
la esclavitud existía en el viejo Continente y se hallaba de acuerdo con la
historia, el derecho, la costumbre y el fanatismo religioso de aquellos
tiempos. Lo que hizo el Protector de los
Indios fue, cuando más tarde, darle mayor impulso, llevado, no por idea de sustituir
una esclavitud con otra, como se ha pretendido, sino por la de dar algún reposo
a los indios.
11o.
A fines de 1517, volvió el Padre Las Casas a Santo Domingo. Los frailes Jerónimos regresaban a España, y
no habiendo mejorado en nada la condición de sus protegidos, emprendió nuevo viaje
a España. decidido a continuar defendiendo ante el Monarca la causa de los
indios. En su tercer viaje tuvo ya que
luchar con altas dignidades eclesiásticas.
El Obispo del Darién, don Juan de Quevedo, hacía también viaje
extraordinario para pedir al Rey, en nombre de mucha parte del clero, la
esclavitud americana, fundándose en que siendo la idolatría, patrimonio del
diablo, los idólatras debían serlo de los cristianos. Carlos V citó a ambos contendientes para una
conferencia pública en la Corte, a su presencia, y a la del Consejo. Habló largamente el Obispo, demostrando su
inhumana teoría; pero el Protector le contestó con elocuencia tan conmovedora y
persuasiva, que lo venció y obtuvo del Monarca el permiso que solicitaba para
ensayar en determinado punto, la colonización pacífica y libre, recibiendo
hombres y recursos para poner en práctica su
filantrópico proyecto, que desgraciadamente fracasó. Desazonado y afligido, se retiró al Convento
de los Dominicos, en Santo Domingo, cuyo hábito tomó, en 1523. Continuó entonces sus trabajos apostólicos,
con el mismo celo, escribiendo en los momentos de reposo, su célebre y
voluminosa Historia General de las Indias.
12o.
En 1530, encontramos a Fray Bartolomé en el Perú, disputando los indios
a Pizarro y Almagro; en 1534, en Nicaragua, oponiéndose a las arbitrariedades
de Rodrigo de Contreras; llega después a Guatemala, a Chiapas, a España, a todas partes en que era necesaria
su presencia. Jura salvar de la
esclavitud a sus protegidos. El Doctor
Sepúlveda publica una obra contra los indios, y el Padre Las Casas escribe otra
rebatiéndolo. El Emperador ordena
entonces una conferencia pública en Valladolid, ante teólogos y jurisconsultos
notables, y el Protector concurre a ella y vence a su sabio adversario. La actividad y celo del Padre Las Casas nunca
menguaron: catorce veces atravesó el Atlántico en frágiles naves, desafiando
tempestades y peligros; millares de ocasiones hizo renovar la voz de su
elocuencia en la tribuna; escribió libros y folletos, en latín y en español,
compuso poemas religiosos en las lenguas americanas, y casi no hay episodio en
la conquista, en que no se le vea interviniendo en favor de la raza
perseguida. Las Casas renunció el
Obispado de Cuzco y aceptó más tarde el de Chiapas, entre nosotros por amor a
los indios, y por último doblegado por
los años y repleto de amarguras, renunció también la mitra, y regresó a España,
en donde falleció en 1556, a los noventa y dos años de edad. La raza americana le debe su libertad. Sin él la historia del Nuevo Mundo sería
otra, y los hispanoamericanos quizá
tendríamos ante el mundo el mismo valor que hoy tienen los negros y
mulatos del Sur de los Estados Unidos, de Jamaica y de otros lugares.
13o.
Alumbrada la mente del codicioso Carlos V, y teniendo como siempre
necesidad de dinero, vendió a los flamencos el privilegio de enviar negros a
las colonias españolas, cuyo privilegio fue traspasado a los genoveses, por
veinticinco mil ducados. En 1532, recobraron
los españoles el monopolio cedido a los flamencos; pero Felipe II lo cedió en 1580 a otra compañía genovesa,
que realizó grandes ganancias; Felipe V
lo concedió por doce años a los franceses, y la Gran Bretaña, en la paz
de Utrech, reclamó ese mismo monopolio, por 30 años.
14o.
La esclavitud africana tomó grande incremento en los mercados de
América, entre los cuales ocupó buen lugar el nuestro. Los infelices negros, vendidos a los europeos
por sus propios jefes y reyezuelos, eran atados en cuerdas y conducidos a la
costa, llevando un palo que cargaban en el hombro del que iba adelante e
impedía que el de atrás se le acercase.
Después se les encajonaba en buques construidos expresamente, y que
levaban el ancla tan luego soplaba buena brisa.
Desnudos completamente, hambrientos, revueltos y amontonados en el fondo
de una cala11, donde ni siquiera se les concedía el
aire que necesitaba su pobre mísera existencia, llegaban así al Ecuador, cuyas
latitudes agravaban su situación,
proporcionándoles toda clase de enfermedades, de las que gran parte,
concluía con la muerte. A veces, falto
el buque de provisiones, sobreviniendo la calma, y no teniendo de que
alimentarse, se les arrojaba al mar; otras arreciando la tempestad, y queriendo
alijar el cargamento, los tomaban por docenas y los echaban vivo al fondo de
los mares; y otras, en fin, sobrevenían las viruelas, que se anticipaban a la
crueldad del europeo, enviándoles una terrible y triste muerte. Los que llegaban convertidos en vacilantes
esqueletos, eran bien alimentados, y cuando presentaban buen aspecto, se les
rapaba y sellaba, y se vendían en los mercados, como cualquier otro
objeto. Los colonos, cuyos sentimientos
de piedad hemos tenido ya tiempo de conocer en su trato con los indios, dueños
y señores de la vida de sus esclavos, los trabajaban día y noche, y los
trataban como les parecía, sin que hubiera nadie que se interesara por
ellos. La estadística moderna ha
calculado, que en un solo siglo se arrebataron a las costas de África, quince
millones de esclavos.
CUESTIONARIO
1. ¿Por qué se hace necesario un
paréntesis en esta relación histórica? 2. ¿A quién y por qué nos referimos? 3.
¿Qué pasaba con la raza conquistada? Cuándo apareció el Padre Las Casas? 4. ¿Cuál fue la obra que llevó a cabo? 5. ¿Qué
hizo mucha parte del clero de América? 6. ¿Cuál fue la historia del Padre Las
Casas? 7. ¿Qué le pasó cuando llegó a España? 8. ¿Quién reinaba en España y
cómo hizo Las Casas para entenderse con los favoritos? 9. ¿Por qué censuran al
Padre Las Casas sus enemigos? 10. ¿Qué le pasó al Padre Las Casas en su tercer
viaje a España? 11. ¿Cómo pasaron los últimos años del Padre Las Casas y cómo
murió? 12. ¿Cómo desarrolló Carlos V la esclavitud en América? 13. ¿Cuál es la
historia de esa esclavitud?
C A P I T U L O
IX
SITUACION DE LAS PROVINCIAS
1529-1545
- - -
Acerbas cuestiones de los
conquistadores-Pedrarias Dávila disputa con el Alcalde Mayor
Castañeda-Destituye a éste-Muere Pedrarias-Le sucede Castañeda-Su mala
administración da lugar a que pidan los colonos al Rey un Juez de residencia-Don
Diego Álvarez de Osorio toma posesión del Obispado de León-Su carácter y
afinidades con el Padre Las Casas-El Alcalde pide al Rey un Juez de Residencia
para Castañeda, quien se ausenta dejando un procurador-Gabriel de Rojas
construye dos buques en el Realejo, que le arrebata don Pedro de
Alvarado-Atiende el Rey la exposición del Cabildo y vecinos de Granada y nombra
a Rodrigo de Contreras gobernador en propiedad de la provincia de
Nicaragua-Primeros actos del nuevo gobernador y disputas con el Padre Las
Casas-Se va éste a Castilla-Expedición al Desaguadero- Quéjase Contreras al
Gobernador de Guatemala y solicita el restablecimiento de una Audiencia-Nombra
el Rey una para Panamá, Nicaragua y otros lugares-Fray Blas del Castillo baja
al fondo del volcán Masaya-Aparece Hernán Sánchez de Badajoz en la Costa Norte
de Costa Rica, y Contreras lo vence y aprisiona-Establécese la Audiencia de los
Confines-Separación de Contreras-Se va para España-Lo desahucia el Consejo de
Indias.
- - -
1o.
Mientras en Guatemala se afirmaba la tranquilidad con el gobierno de
Alvarado, se sometían los naturales a la dominación extraña, y se apaciguaban
los ánimos de los españoles, en Nicaragua y Honduras, las cuestiones de los
conquistadores se hacían más acerbas.
2o.
Pedrarias Dávila, gobernador de Nicaragua, llevado de su carácter
inquieto y díscolo, no permitía que la provincia gozara de quietud, porque o bien promovía
dificultades con las vecinas, o bien fomentaba la discordia interior.- Residía en la ciudad de Granada, de la misma
provincia, con el cargo de Alcalde Mayor, el Licenciado Francisco de Castañeda,
y Pedrarias, que no quería compartir con persona alguna el ejercicio de la
autoridad, no solamente lo veía con disgusto, sino que para removerlo solicitó
del Rey más autoridad, que le fue negada.
3o.
Durante una elección de alcaldes y regidores, en la ciudad de León,
Pedrarias tuvo pendencia con el Alcalde Mayor Castañeda, por haberse opuesto a
que aquel diera tales empleos a dependientes suyos, alegando estar autorizado
por el Rey. Suscitose algún alboroto
entre los parciales de ambos funcionarios, y llevando el caso a la Corte, las
influencias de Pedrarias inclinaron el caso a su favor, separándose a
Castañeda, a quien se indemnizó con el empleo de Contador, que tenía solicitado
desde 1529, y que entró a servir desde luego, concediéndose al gobernador
Pedrarias, que pudiera disponer de la vara de Alguacil Mayor, en favor de sus
herederos. Pedrarias pidió después
permiso por dos años, y se disponía a pasar a Castilla, cuando lo sorprendió la
muerte, el 6 de marzo de 1531, a la avanzada edad de cerca de 90 años.
Pedrarias, notable por sus crueldades, fue, sin embargo, el que
introdujo en Nicaragua crías de ganado vacuno, caballares, asnales y
porcinos. Introdujo también crías de
gallinas, y el cultivo de la caña de azúcar, que trajo de las Antillas.
4o.
Tan luego murió Pedrarias, se presentó el Licenciado Castañeda,
reclamando la gobernación de la provincia, en concepto de Contador y para
mientras el Rey la proveía en propiedad; y tanto intrigó y tantas promesas
hizo, que los individuos del Ayuntamiento de León, se avinieron a reconocerle
como Gobernador. Pero tan luego hubo
logrado su objetivo (marzo de 1531), Castañeda, siguiendo el ejemplo de su
antecesor, se mostró tan déspota y rapaz como aquel. Encontró, muy luego, la manera de
adjudicarse grandes encomiendas, y de
distribuir muchas otras a su antojo.
Convocaba el Cabildo de tarde en tarde, pero en su propia casa, y sin
concederle libertad para las votaciones, ni para discutir. Cuando una persona se quejaba de sus
injusticias, la hacía meter en la cárcel por demagoga, y hostilizaba con el
mayor descaro a los que le negaban dinero que les pedía, o le rehusaban algún servicio. Todo esto dio lugar a que los miembros del
Ayuntamiento se reunieran secretamente, y escribieran al Rey, informándole de
todo, y pidiéndole un Juez de Residencia para que tomase cuentas a Castañeda.-
Mientras tanto, los infelices indios, que durante la administración de
Pedrarias parecían haber tocado la meta del sufrimiento, iban de mal en
peor cada día.
5o.
En el año de 1523 tomó posesión del Obispado de León, el Presbítero don
Diego Álvarez de Osorno. El nuevo
Prelado erigió en ese mismo año, en iglesia catedral, el templo de la Asunción,
de la propia ciudad de León, fundándose en la autoridad que para hacerlo le
daba una Bula romana de reciente
data. El Obispo tenía un carácter
apático; pero perteneció al núcleo de clérigos que seguía al Padre Las Casas en
sus trabajos en favor de los indios. El
Padre Las Casas se hallaba justamente en León, en esos días, y fue instado
vivamente por el Prelado para que fundara un convento de dominicos, con el
objeto, entre otras cosas, de poder hacer algo más en favor de la causa de los
indios de la localidad, quienes se hallaban reducidos a peor condición que los
del resto del Reino. La ardiente caridad
del Padre Las Casas no podía negarse a tal demanda, por lo que con cuatro
religiosos dominicos que le acompañaban, procedió a fundar en León el convento
de San Pablo.
6o.
El Cabildo de León dirigió al Rey, en 1535, una larga exposición, que
suscribieron los sujetos más caracterizados de la colonia, en la que
manifestaba la necesidad de que fuera enviado, cuanto antes, un Juez de
Residencia, a tomar cuentas al gobernador y a los Oficiales, sobre la manera en
que ejercían la autoridad que les estaba confiada. Asegurábase que los españoles abandonaban
constantemente el país, por la mala
administración, y se trasladaban al
Perú, cuyas grandes riquezas tenían un atractivo irresistible, al extremo de que la población
castellana había quedado reducida solamente a León y Granada: que existían
quince o veinte carabelas, ocupadas perennemente en exportar indios de
Nicaragua, que se vendían como esclavos a las demás colonias, mediante
retribución que se pagaba al Gobernador de la Provincia; y que el Licenciado
Castañeda se había ausentado, dejando encomendada la gobernación, al señor
Obispo Osorio, persona digna, pero a quien se negaba a reconocer el
Ayuntamiento, mientras no desistiese del
poder conferido por Castañeda, por lo cual se encarecía al Rey el nombramiento
de un gobernador propietario.
7o.
Dos años antes de los sucesos anteriores, en 1533, determinó Gabriel de
Rojas, que se hallaba ocioso desde la muerte de Pedrarias, organizar una
expedición para ir al Perú, en auxilio de Pizarro. Para esto construyó dos buques en el Realejo,
y se proponía construir otros más, cuando llegó de Guatemala el Adelantado don
Pedro de Alvarado, en tránsito para el Perú, con una escuadra encaminada a
hacer conquistas en aquel país, y se adueñó violentamente de los buques de
Rojas. Este, al verse despojado, se
asoció de doce amigos y salió para Lima, llevando una información, recibida
ante el Gobernador Castañeda, de la cual dio oportuna cuenta al Almirante
Almagro, logrando que éste cerrara el paso a Alvarado.
8o.
Cuando el Rey de España recibió la exposición del Cabildo y vecinos de
Granada, ordenó que no se consintiera más en sacar indios de la Provincia, para
venderlos en otras partes como esclavos; que se formara y remitiera un registro
de todos los existentes, y que los gobernadores de Panamá y del Perú no
permitieran en sus dominios el desembarco de indios provenientes del Reino de
Guatemala. Proveyó también el Rey, la Gobernación de Nicaragua en don Rodrigo de
Contreras, caballero distinguido, radicado en la ciudad de Nueva Segovia, yerno
de Pedrarias, y que se había enriquecido extraordinariamente, obligando a
numerosos indios a lavar oro por cuenta suya.
9o
Una de las primeras determinaciones del nuevo gobernador, fue instruir
un juicio de residencia al Licenciado Castañeda, que se había ausentado del
país, dejando un procurador encargado de su defensa. Después cediendo a las instancias del vecindario,
mandó preparar una expedición para que explorase el río del Desaguadero, en
cuyas márgenes se pensaba que existían pueblos ricos; pero a esto se opuso
desde el púlpito el Padre Las Casas,
combatiendo con su acostumbrada vehemencia.- Contreras,
bastante enojado, pero de carácter prudente, llamó al Padre Las Casas y
le suplicó que formara parte de la
expedición, para que evitara los abusos que temía contra los indios. El Padre aceptó con la condición de que se
le hiciera jefe de la expedición, para
que se le obedeciera. Agriáronse
los ánimos, y Contreras exigió del
Obispo, que siguiera una información de
testigos sobre puntos en que se hacía
aparecer al Padre Las Casas, como
revoltoso y perturbador de la paz; pero habiendo muerto el Obispo, el
Gobernador hizo seguir nuevas informaciones, ampliando las primeras, y las
envió a la Corte. Por su parte, viendo
el Padre Las Casas que la situación de los indios no mejoraba nada, se fue para
Castilla con el propósito de trabajar nuevamente por ellos.
10o.
Sin nadie ya que contradijera la expedición al Desaguadero, pudo
verificarse el 6 de abril de 1539, al mando de los capitales Alonzo Calero y
Diego Machuca de Suazo, que recorrieron el río, con mil penalidades, hasta su
desembocadura en el Atlántico:
encontrando solamente miserables
palenques de indios pacíficos, en lugar de los ricos pueblos que esperaban.
11o.
El Gobernador Contreras se quejó al Rey, en 1547, de que el Gobernador
de Guatemala había poblado la villa de San Miguel, a este lado del Lempa, hasta
donde según decía, llegaba su jurisdicción, y pedía con tal motivo el
establecimiento de una Audiencia para estas provincias, por ser muy largo y
dificultoso el estar ocurriendo hasta Santo Domingo; pero ya la Audiencia que
se solicitaba, estaba decretada desde 1535, por real cédula del Emperador
Carlos V, y fue establecida en Panamá, en el propio año de 1537, con tres
vocales. A dicha Audiencia se le dio
jurisdicción, en 1539, sobre Castilla del Oro, Provincias de la Plata, Estrecho
de Magallanes, Nicaragua, Cartagena, Carabaro, Nueva Castilla y Nueva
Toledo. Los doctores Robles y
Villalobos, Oidores del mando de las provincias, y como tal, tuvieron bajo sus
órdenes a la de Nicaragua, hasta el 13 de septiembre de1543, en que continuó Contreras
sirviendo la gobernación, como subalterno de la Audiencia. El establecimiento de ésta en Panamá, no
satisfizo a los colonos de Nicaragua y fue causa del descontento general, hasta
fines del expresado año, en que la introducción de una considerable cantidad de
mujeres españolas, vino a llamar la atención general sobre éstas y a pacificar
la provincia como por encanto.
12o.
Hubo, en el entretanto, un
acontecimiento que llamó bastante la atención pública, y fue la atrevidísima
empresa de Fray Blas del Castillo, de bajar al fondo del cráter del volcán
Masaya, creyendo que era oro la corriente de lava derretida que se veía a
través de unas grietas. Fray Blas subió
aparejos, cables y garruchas, hasta la cima de la montaña, donde fijó una
gruesa viga a la orilla del cráter, haciéndola avanzar cinco pies sobre el
abismo, y por su extremidad, en que colocó una gran roldana, fue descolgado el
explorador, desde 270 varas castellanas, hasta una especie de plaza que los
derrumbes habían formado en una de las paredes del cráter. En este lugar se fijó, en la misma forma,
otra viga y se bajó un cable con una cadena, a la que se fijó un mortero, que
solo pudo sacar escorias, porque las grietas, a través de las cuales se veía la
corriente, no permitieron el pase. La
temeridad de Fray Blas, fue tanto más extraordinaria, cuanto que el volcán
arrojaba una claridad que llegaba, algunas veces hasta Granada, a 3 leguas de
distancia, y de su seno se escapaban columnas de humo que hacían temer una
muerte por calor o por asfixia.
13o.
A fines del año de 1540, tuvo noticias el gobernador Contreras, de que
Hernán Sánchez de Badajoz, conquistaba para sí, la costa Norte de Costa
Rica. Organizó, acto continuo una
expedición de cien españoles y doscientos indios, bajó por el Desaguadero, y a
mediados de noviembre, se encontró con Badajoz en las lomas de Cartago,
obligándolo a rendirse, por hambre, el
1o de diciembre del mismo año, después de un sitio de quince días. Inmediatamente lo redujo a prisión, lo
procesó y por sentencia de 5 de marzo de 1541, le confiscó 4389 pesos de oro, y
lo remitió al Consejo de Indias, acusándolo de haber usurpado su jurisdicción.
14o.
Habiendo fallecido don Pedro de Alvarado, por aquellos días, cesaron en
la Corte de España las poderosas influencias de este conquistador, que se
oponía a que en Centroamérica hubiera otro poder más grande que el suyo, y en
consecuencia, fue creado un tribunal especial
para estas provincias, que se llamó Audiencia de los Confines. La real cédula, expedida en septiembre de
1543, ordenaba que la nueva Audiencia se estableciera en la ciudad de Gracias,
en los confines de las provincias de Guatemala y Nicaragua, con cuatro
letrados, uno de los cuales sería el Presidente, y que ésta Audiencia tuviera a su cargo la gobernación de dichas
provincias y sus adherentes.
15o.
Rodrigo de Contreras dejó de ejercer legalmente las funciones de
Gobernador, y existiendo contra él graves quejas, por abusos cometidos contra
los indios y también contra los colonos, la nueva Audiencia nombró al
Licenciado Diego de Herrera, para que le tomara residencia. Los miembros de los Cabildos de León y
Granada, habían sido despojados por Contreras y sustituidos por personas que
éste manejaba en absoluto. El Juez de
Residencia devolvió sus funciones a los miembros del Cabildo de León; pero no
hizo lo mismo con los de Granada, donde residía el ex-Gobernador. Concluidos los diferentes procesos contra
Contreras, y comprobados ya muchos delitos, Herrera se ausentó de la Provincia,
sin dar fallo alguno. Los granadinos se
dirigieron a la Audiencia y no fueron atendidos. Determinaron entonces enviar una exposición
al Rey, y reunido el Cabildo, hizo una larga y detallada relación de todos los
abusos, y pidió, en conclusión, la salida de Contreras y su familia, de la
ciudad de Granada, el repartimiento de las numerosas encomiendas que éstos
tenían, un envío de negros y algunas otras cosas.
16o.
Cuando don Rodrigo de Contreras se vio privado de sus encomiendas,
execrado de todo el vecindario y, además,
con un juicio pendiente de residencia, determinó irse a España, dejando en
Granada a su esposa e hijos. Llegando a
la Península, se presentó al Consejo de Indias, reclamando la devolución de su
empleo; pero el Consejo, no estimando justas las reclamaciones, confirmó la
resolución de la Audiencia.
CUESTIONARIO
1. ¿Qué pasaba en las provincias cuando
se afianzaba la tranquilidad en Guatemala? 2. ¿Cómo era Pedrarias Dávila y con
quién disputaba? ¿Qué pasó en León durante la elección de Regidores? 3. ¿Cuándo
murió Pedrarias y qué sucedió en seguida? 4. ¿Quién fue el primer Obispo de
León, cuándo tomó posesión y qué hizo enseguida? 5. ¿Qué hizo el Cabildo de
León y qué pidió al Rey? 6. ¿Qué hizo Gabriel de Rojas en el Realejo y qué
desagrado tuvo con don Pedro de Alvarado? 7. ¿Qué hizo el Rey de España cuando
recibió la exposición del Cabildo de León? 8. ¿Cuáles fueron las primeras
determinaciones del Gobernador Contreras y qué oposición encontraron? 9. ¿Cuándo
se realizó la expedición al Desaguadero y quiénes la comandaban? 10. ¿Cuáles
quejas dio el Gobernador Contreras al Rey y qué resultado obtuvo? 11. ¿Qué
suceso extraordinario realizó Fray Blas del Castillo y qué resultado obtuvo? 12.
¿En dónde se presentó Hernán Sánchez de Badajoz y qué fin tuvo? 13. ¿Después de
la muerte de don Pedro de Alvarado, qué cambio sufrió el gobierno de estas
provincias? 14. ¿Qué le pasó enseguida a don Rodrigo de Contreras? 15. ¿Cuándo
determinó irse a España y qué le sucedió allí?
CAPITULO X
CONTINUACION DEL ESTADO DE LAS PROVINCIAS
1529-1545
- - -
Felipe Gutiérrez, Gobernador de Veragua,
extiende su jurisdicción a Costa Rica-Fracasa su expedición-Muere en el
Perú-Hernán Sánchez de Badajoz expediciona sobre Costa Rica- Sus aventuras-Lo
vence y aprisiona Rodrigo de Contreras-Su muerte en España-Diego Gutiérrez
obtiene nombramiento vitalicio de Gobernador de Cartago y Costa Rica-Sus
disputas con Contreras-Su expedición a Costa Rica-Dificultades que tiene y
arbitrariedades que comete-Es vencido y
muerto por los indios.
-
- -
1o. La conquista de Costa Rica
quedó casi abandonada por varios años, debido al valor de los naturales, que se
oponían heroicamente y al poco interés que despertaba en aquellos tiempos en
que el Perú, México y otros lugares, atraían con relaciones de riqueza
fabulosas. La primera mención que de
ella se hace, después de la llegada de Espinoza, es, según el historiador
costarricense, don Ricardo Fernández Guardia, en 1435, en que Felipe Gutiérrez
fundó la ciudad de Concepción, a orillas de un río, que se creé haya sido el de
Belén, en territorio de Panamá, fronterizo a Costa Rica, a donde se dirigía por
haber sido nombrado gobernador de Veragua, con jurisdicción de Castilla del Oro
hasta el Cabo Gracias a Dios. Gutiérrez
fracasó en su expedición, y fue a terminar sus días en el Perú, en donde
pereció decapitado por Gonzalo Pizarro, sin haber podido llegar a Costa Rica.
2o.
Siendo Oidor de la Audiencia de Panamá el Dr. Robles, celebró
desautorizadamente con su yerno Hernán Sánchez de Badajoz, un contrato para
conquistar las tierras situadas en las costas del Atlántico, fuera de la
jurisdicción del Ducado de Veragua, que había sido adjudicado por la Corona, a don Diego Colón. Con ese motivo, Hernán Sánchez organizó una
expedición en Nombre de Dios, compuesta de sesenta españoles y nueve esclavos
negros, la que salió en dos embarcaciones, bien provistas de municiones de
guerra y boca, el 15 de febrero de 1540.
El mal tiempo le impidió arrimar a la costa durante muchos días, y
además ocasionó muchos daños a las naves.
Logró por fin desembarcar en la isla del Escudo, y de allí cuando mejoró
el tiempo, se trasladó a tierra firme, y llegó a fines de abril del propio año
a la boca del río Tarire, en donde fundó la ciudad de Badajoz y puerto de San
Marcos, que fortificó cuidadosamente.
Esperaban dos bergantines más, con gente, caballos y provisiones que
debía traerle de Nicaragua su teniente Francisco Gutiérrez, y también un galeón
que despachó con igual objeto a la isla de Jamaica; pero ínterin llegaban,
dispuso una expedición al interior, al mando del capitán Pablo Corzo, que
regresó trayendo muy buenas muestras de oro.
Despertada su codicia, y deseoso de librarse de las enfermedades que
aquejaban a sus soldados en Badajoz, determinó trasladarse a un sitio menos
malsano y más al interior, dejando a quince enfermos solamente en la fortaleza
abandonada.
3o.
Partió Hernán Sánchez con su gente para el Valle de Coaza, descubierto
por Pablo Corzo; dos leguas más al
interior emprendió la fábrica de otra fortaleza que llamó Marbella, porque
desde aquel punto se dominaba con la vista la hermosa bahía del Almirante.
Después de vencer dificultades para hacerse de provisiones con los naturales y
cuando todo parecía caminar bien, fue desagradablemente sorprendido, el 15 de
noviembre de 1540, con la llegada, en son de guerra, del Gobernador de
Nicaragua, Rodrigo de Conteras, seguido de regular fuerza armada. Conteras puso sitio a Marsella por
cuatro partes, colocando guardias en los
puntos por donde la guarnición se proveía de agua, y a todos los que de ella
salían los capturaba. Reducida la
guarnición a seis hombres por la constante deserción, agotados los víveres y
faltando completamente
el agua, Hernán Sánchez tuvo que rendirse el 1o de diciembre de 1540. Inmediatamente después fue reducido a
prisión, procesado y enviado a España, al Consejo de Indias, previa
confiscación del oro que se le encontró.
El Consejo lo metió en la cárcel, en la que murió cuatro años después,
agobiado por la desgracia.
4o.
Diego Gutiérrez, hermano de Felipe del mismo apellido, y Gobernador de
Veragua, se presentó al Rey, ofreciéndole conquistar y poblar a su propia costa
la parte del territorio que a la Corona le quedaba de Veragua, deducidas las
veinticinco leguas adjudicadas a don Diego Colón. El Monarca aceptó sus proposiciones, y el 20
de noviembre de 1540, lo nombró Gobernador y Capitán General de la nueva
provincia, cuyos límites corrían desde los confines del Ducado de Veragua, de
mar a mar, hasta el río Grande, hoy río Román, al Oeste del Cabo Camarón, en
Honduras. El nombramiento era vitalicio,
para él y un heredero, y se le fijó un sueldo de 1,500 ducados anuales, y otros
1,500 de ayuda de costa. Se le concedía
además, el alguacilazgo mayor, la tenencia de una fortaleza, y se le hacía el
ofrecimiento de un estado de cuatro leguas, y el de un título nobiliario. A la nueva provincia, que sustituía a la
antigua de Veragua, se le dio el nombre de Cartago, aunque no de un modo
expreso, sino incidentalmente, en una de las cláusulas de la capitulación. Diego Gutiérrez, aunque pobre y lleno de
familia, pudo, sin embargo, conseguir los recursos, necesarios para armar en
España un hermoso navío, en el cual y acompañado de buena gente, llegó a Santo
Domingo el 5 de julio de 1541.
5o.
El 5 de agosto siguiente salió Gutiérrez de Santo Domingo, en el navío traído de España,
con 200 hombres bien equipados, y
llevando además un bergantín comprado en aquella isla, junto con una carabela
que fue en su alcance, en el mes de octubre, con caballos y pertrechos. En Jamaica, sin embargo, se le amotinaron los
soldados, y tuvo Gutiérrez que seguir en compañía de unos pocos que le fueron
fieles, para Nombre de Dios, en donde enfermó de gravedad y se vio también
abandonado de la escasa gente que le quedaba.
Restablecido de su enfermedad, y acompañado de solo cuatro o cinco
hombres, se embarcó para Nicaragua, cuya costa oriental estaba comprendida en
los límites de su gobernación. Subió en
una fragata el río San Juan, y una vez en aquella provincia, logró del
Portugués Francisco Galados, y del español Alonso de Baena, que le prestaran
algunos miles de pesos para emprender la conquista y población en Costa Rica.
6o.
Rodrigo de Contreras vio con disgusto la llegada de Gutiérrez, y le
promovió disputa acerca de los límites de sus respectivas gobernaciones,
alegando que sus derechos habían sido vulnerados en lo tocante a la posesión
del río San Juan. Sobre este punto
presentó una reclamación que no vino a resolverse por el Consejo de Indias,
hasta en abril de 1541, disponiendo que Gutiérrez pudiera entrar en el río,
poblar y hacer repartimientos en ambas márgenes, siempre que no fuera en los lugares en que ya
lo hubieran hecho Rodrigo de Contreras y sus capitanes; pero que en ningún caso
se le permitía llegar a una distancia mayor de 15 leguas del lago, ni entrar en
éste, ni en las dichas 15 leguas. Estas
disputas demoraron cerca de dos años a Gutiérrez, pero por la amistosa
mediación del Obispo de León, pudo por fin llegar a un avenimiento
satisfactorio con Contreras, quedando éste comprometido a auxiliarle con los
recursos que pudiera si le daba parte en las utilidades de la conquista.
7o.
Salió Diego Gutiérrez de la ciudad de Granada, a fines del año de 1543,
en dos bergantines, llevando sesenta soldados.
Atravesó el lago y bajó por el
río San Juan al Mar Caribe, que fue costeado por el hasta llegar a la boca del río Suerre, que se
creé sea el actual Pacuare, por el que penetró
seis millas arriba de la costa, fundando la villa de Santiago en el
lugar en que encontró varios ranchos abandonados por los indios. Una de las primeras disposiciones del nuevo
Gobernador fue la de hacer pregonar que, bajo pena de cien azotes, todos debían
dar a su gobernación el nombre de Cartago y Costa Rica.
8o.
Las fuertes lluvias no permitieron a Gutiérrez continuar sus
exploraciones, obligando a permanecer en Santiago largo tiempo. Concluyéronse las provisiones, y aunque
ocurrió a los indios amigos, estos solo le suministraron pequeñas cantidades,
que fueron insuficientes. El hambre
desesperó a los soldados y los hizo huir escapándose una noche hacia la mar;
por cuyas playas llegaron hasta la boca del río San Juan de Nicaragua, en donde
fueron recogidos por unos barcos que regresaban de Nombre de Dios. Con Gutiérrez solo quedaron su sobrino Alonso
de Pisa, cuatro criados, y un marinero.
Al verse abandonado, tomó la misma determinación de sus soldados,
bajando en una fragata el río Suerre; pero cuando ya iba a salir del puerto,
fue agradablemente sorprendido con la llegada de otro bergantín cargado de
gente, municiones y víveres que le
enviaban de Nicaragua, a las órdenes del Capitán Barrientos. Este inesperado auxilio le determinó a
suspender su marcha, y a quedarse en el puerto, para mientras regresaba de
Nombre de Dios, Alonso de Pisa, a quien había mandado en el bergantín a buscar
más gente, con el oro recibido de los caciques.
Alonso de Pisa pudo conseguir 27 soldados y algunas provisiones, y salir
con todo para Suerre, a mediados de 1544; y aunque logró llegar cuatro días
después, no pudo entrar en el río por el mal tiempo, viéndose obligado a
refugiarse en la bahía del Almirante, en la que permaneció 72 días, esperando
buen tiempo. La prolongación de su
permanencia en la bahía dio por resultado el consumo total de sus provisiones,
y obligarlo a desembarcar en la inmediata tierra firme, para de allí dirigirse
en solicitud de indios amigos que le procuraran víveres. Después de ocho días de
inútiles pesquisas, determinó volverse a la costa y seguir a pie por la Suerre,
a donde pudo llegar no sin grandes penalidades.
9o.
Recibido el refuerzo en Nombre de Dios, Diego Gutiérrez ordenó a su
sobrino que regresara en el mismo barco a traer más soldados y sin aguardar su
vuelta, y haciendo antes gran provisión de carne y manteca de tortugas, se
metió río arriba con la fragata y cuatro canoas grandes, hasta llegar a la
comarca de Suerre, a 30 millas de la costa, donde se alojó en una residencia de
recreo del cacique de la propia comarca.
Diole nombre de cuidad de San Francisco, y en ella sentó por entonces
sus reales. Fueron a visitarlo los
caciques de Suerre y de Cuyupa, y otros principales indígenas, llevándole
presentes de frutas, los que no fueron de su completo agrado, por no ir
acompañados de cantidades de oro, que era lo que más deseaba. Sin embargo, los agasajó e invitó a comer; y
aunque los indios casi no probaron bocado, se retiraron después en la mejor
armonía.
10o.
Al día siguiente envió el Gobernador un mensajero a llamar a los
caciques Camaquire y Corori, que en meses anteriores le habían regalado oro y
provisiones en la villa de Santiago, para que vinieses a verlo bajo promesa de
que no les haría ningún daño. Llegaron
ambos, aunque de mala gana, y Diego Gutiérrez los hizo prender pérfidamente y
echarles una cadena al cuello. Después
los hizo liar a los pies de su cama, obligándolos a dormir en el suelo, y
afligiéndolos de mil maneras, para forzarlos a darle oro. Camaquire, el más rico de los dos
prisioneros, lleno de aflicción, le hizo traer dos mil ducados de oro; pero
como esta suma pareciese pequeña al gobernador, continuó amenazándolos
diariamente, con cortarles la cabeza, si no daban más oro. Como tales amenazas no producían resultado,
hizo encender una hoguera, y llevar a ella a Camaquire, para notificarle, que
si dentro de 4 días no llenaba seis veces de oro una gran cesta, que le
presentaron, sería quemado vivo.
Aterrorizado el cacique despachó a sus esclavos con órdenes apremiantes
para asegurar su rescate; pero en la
noche del día siguiente se aprovechó Camaquire de un descuido, y logró fugarse,
llevando el alarma y la indignación a todos los pueblos vecinos. Cuéntase que fue tan grande la contrariedad
de Diego Gutiérrez con la fuga de su prisionero, y consiguiente pérdida del oro
prometido, que enfermó del pesar. Pero
le quedaba Corori, en quien descargó sus iras, y además le llenó de amenazas
para que diera oro. El cacique, hombre
de más valor y entereza que su compañero, no se dejó amedrentar, y siempre
contestó con firmeza, que no daba oro, porque no tenía.
11o. Los caciques de Suerre, Cuyupa y varios
más, levantados por Camaquire, se confederaron contra los conquistadores, y
principiaron sus hostilidades por el incendio de todos los pueblos cercanos, la
tala de todos los árboles frutales, y la emigración en masa a las montañas,
llevándose las cosechas, para privar a sus enemigos de todo medio de
subsistencia. Seis indios que envió
Gutiérrez en una canoa al puerto de Suerre, a traer armas y otras cosas que
había dejado, huyeron con todo el cargamento al regresar. Alonso de Pisa tampoco volvía, y los
soldados, que se veían amenazados con el hambre, murmuraban públicamente, y
trataban otra vez de fugarse. En tales
circunstancias, tomó Gutiérrez la resolución desesperada de internarse en
seguimiento de los indios confederados, para lo cual mandó distribuir entre su
gente los pocos víveres que le quedaban, aunque reservando para sí los mejores
y envió los enfermos al puerto, con orden de que apenas llegase Alonso de Pisa,
saliese tras él, para lo cual le iría dejando señales en los árboles. Levantó enseguida el campo, disponiendo que
los indios de Corori, llevasen a cuestas los bagajes, sin excluir al mismo cacique,
que se anonadó ante tal afrenta, para él más dura que la muerte; y ofreció que
si le devolvían la libertad, regresaría cuatro días después con bastante oro;
mas todo fue en vano.
12o.
Anduvo el Gobernador Gutiérrez cinco o seis días por espesos bosques, y
atravesó una muy alta y áspera cordillera, sin hallar una sola habitación,
hasta que llegó a las riberas de un río grande y torrentoso, que se creé haya sido el río Chirripó, donde había
algunas chozas abandonadas, llenas de huesos de animales monteses. Como allí también encontrara gran cantidad de
árboles de zapote, y plantaciones de yuca que sirvieron para aplacar el hambre
que sufrían los expedicionarios, determinó Gutiérrez demorarse dos días para
descansar. Después continuó su marcha, y
pasados tres días más, llegó a la bifurcación de dos caminos. Preguntó a uno de los indios cuál de ellos
debía seguirse para llegar a cualquier pueblo; y como respondiese que ignoraba,
le hizo decapitar inmediatamente.
Llamado enseguida el cacique Corori, este dio la misma repuesta, y
también fue mandado a decapitar. Al oír
su sentencia, el jefe indio depuso la carga que llevaba a cuesta, y presentando
la cabeza con altiva indiferencia, esperó el golpe sin pestañear. Su valor y serenidad le impusieron a Gutiérrez,
quien revocó la fatal orden. No sabiendo
entonces, qué camino tomar, pernoctó la expedición en aquel sitio, donde
quedaron tres hombres rendidos de fatiga, que murieron poco después a manos de
los indios. En dos días de marcha llegó
la expedición a la entrada de un bosque, en donde se divisaron escuchas que
huyeron en el acto, y a la mañana siguiente fueron sorprendidos, Gutiérrez y su
gente, por numerosos guerreros indios, que embistieron contra ellos en
espantosa gritería y mucho ruido de tambores y trompetas. El primero de los españoles en caer muerto
fue Diego Gutiérrez, que se había alejado algo del campamento, resultando del
encuentro que de más de cuarenta soldados españoles que lo acompañaban, apenas
pudieron escapar unos veinte, que huyeron trabajosamente por los montes, hasta
encontrarse dos horas después con Alonso Pisa, que venía con un socorro de 24
hombres en pos de su tío. Así
reforzados, pudieron terminar su retirada con grandes dificultades, hasta
llegar a la boca del río Taure, en donde lograron embarcarse para el interior
de Nicaragua. Gutiérrez fue deshecho y
muerto en diciembre de 1544, en un lugar llamado Tayutic, que algunos
historiadores de Costa Rica suponen sea el actual valle de Platanillo.
CUESTIONARIO
1. ¿Progresó la conquista de Costa Rica?
2. ¿Hasta qué fecha se hace mención de ella?
3. ¿Quién era Felipe Gutiérrez, qué
cuidad fundó, qué éxito alcanzó, y cuál fue su fin? 4. ¿Quién fue Hernán
Sánchez de Badajoz, cómo llegó a Costa Rica, dónde organizó su expedición, qué
ciudad fundó, qué hizo en ella y cuándo la abandonó? 5. ¿Quién levantó la
fortaleza Marbella, dónde está situada y qué ocurrió en ella a Hernán
Sánchez? 6. ¿Cuál fue el fin de éste? 7.
¿Quién fue Diego Gutiérrez, qué obtuvo de la Corona y qué hizo enseguida? 8. ¿Cuándo
salió la expedición de Gutiérrez, de qué se componía, qué le paso a éste en
Jamaica y Nombre de Dios, y cómo llegó a Nicaragua, y con quienes se entendió? 9.
¿Qué disputas le promovió Rodrigo de Contreras, cuánto tiempo tardaron, cómo se
resolvieron y por qué mediación llegó a
un avenimiento? 10. ¿Cuándo y cómo salió Diego Gutiérrez de Granada a dónde se
dirigió y qué villa fundó? 11. ¿Qué le sucedió en Santiago, con quién se
encontró en Suerre y qué más le aconteció en su expedición? 12. ¿Adónde se
dirigió después Diego Gutiérrez, qué disposiciones dictó antes y dónde fue a
establecerse? 13. ¿Quiénes fueron a
visitarle y qué le llevaron? 14. ¿A quiénes mandó llamar, cómo se portó con
ellos y cómo se escapó el cacique Camaquire? 15. ¿Qué hicieron los caciques de
Suerre y demás pueblos vecinos, cómo principiaron sus hostilidades y qué hizo
entonces Gutiérrez? 16. ¿Qué le pasó durante su marcha al interior, en dónde
fue asaltado y cómo terminaron él y sus compañeros?
CAPITULO
XI
SUCESORES DE ALVARADO
- - -
Gobierno y
muerte de doña Beatriz de la
Cueva-Sucédenle su hermano y el Obispo-El Virrey de México nombra a
Maldonado-Establecimiento de la Audiencia de los Confines-Las nuevas Ordenanzas
y el Padre Las Casas-Es nombrado el Obispo-Guerra que le hacen-Es nombrado
Presidente del Reino el Licenciado Alonso López de Cerrato-Traslada la
Audiencia a Guatemala-Luchas del Padre Las Casas en España-Retiro y muerte del
Presidente Cerrato.
- - -
1o.
A don Pedro de Alvarado le sucedió en el Gobierno
del Reino su esposa doña Beatriz, pues aunque el Virrey de México nombró
interinamente al Licenciado don Francisco de la Cueva, la viuda doña Beatriz
reunió el Ayuntamiento de Guatemala, y obtuvo que éste la nombrara Gobernadora
interina, empleo de que tomó posesión el 10 de septiembre de 1541, pero en el
cual solo duró unas pocas horas, porque al día siguiente de haber inaugurado su
administración, pereció ahogada en la erupción del volcán Agua, que arruinó la
primitiva ciudad de Guatemala.
2o.
Torrentes de aguas cenagosas bajaron por la falda del Volcán de Agua,
entre terremotos y tinieblas, arrastrando consigo grandes cantidades de árboles
y piedras, que cayendo sobre la población que se hallaba en la base, la
arruinaron completamente.
3o.
De las ruinas del Palacio, se extrajeron los restos de doña Beatriz, y
los de otras once señoras que habían perecido junto con ella. Se propagó entre los vecinos la irracional
cuanto supersticiosa idea de que algunas expresiones blasfemas, que se dijo
haber proferido doña Beatriz, al saber la muerte de don Pedro, fueron causa de
la ruina de la ciudad, como castigo del cielo.
Impresionados así, opinaban muchos porque al cadáver no se le sepultara
sino que fuera arrojado a los perros, o que se echara al río sobre una tabla,
para que sirviese de pasto a las aves marinas; pero el Obispo se opuso, y logró
evitar tamañas profanaciones.
4o.
Muerta doña Beatriz, se consideró en acefalía la Gobernación, porque don
Francisco de la Cueva no era más que Teniente y Delegado de aquella
señora. Reuniose por tal motivo el
vecindario en Cabildo Abierto, y nombró interinamente para el Gobierno al
Obispo Marroquín y a don Francisco de la Cueva.
El asunto a que consagraron desde luego su atención, los Gobernadores y
el Ayuntamiento, fue la elección de un sitio para la traslación de la
ciudad. Se discutió por mucho tiempo
este asunto, y por último, en la sesión del 22 de octubre de 1541, se acordó
fundar la nueva ciudad de Guatemala, en el valle de Panchoy, a una legua de las
ruinas.
5o.
Cuando el Virrey de México tuvo conocimiento de haber fallecido doña
Beatriz, de la Cueva, proveyó la Gobernación de Guatemala en el Licenciado
Alonso de Maldonado, que anteriormente había estado allí con el carácter de
Visitador y Juez de Residencia.
Admitido Maldonado en Guatemala,
en mayo de 1542, notificó su nombramiento a las autoridades locales de la
provincia de Honduras, que Alvarado había agregado a Guatemala; pero los
colonos hondureños se negaron a reconocerlo, y nombraron Gobernador interino a
Diego García de Celis, volviendo así aquella provincia a ser independiente de
la de Guatemala.
6o.Durante la administración del
señor Maldonado fue establecida la Audiencia de los Confines, que se inauguró
en la villa de Gracias, de Honduras, el año de 1544.
7o. Era la Audiencia un Tribunal Superior de
Justicia, para todo el Reino de Guatemala, hoy Centroamérica, y representaba al
Rey, conociendo en lo judicial en 2a. y 3a. instancia, siendo de mucho alivio para las colonias,
porque refrenaba siquiera en parte, los abusos de los gobernadores. Se le llamaba de los Confines, porque el
lugar de su residencia confinaba con las provincias de Nicaragua y Guatemala.
8o. La Audiencia, que estaba organizada con
cuatro Oidores letrados, uno de los cuales servía de Presidente, tenía, además,
como atribución especial la de gobernar por sí las provincias de su
jurisdicción. En las cuales no debía haber Gobernadores, mientras el Rey no
dispusiera otra cosa.
9o.
Los Oidores iban de sus casas para el despacho, vestidos de toga;
entraban al Tribunal a las ocho y media de la mañana, y pasaban enseguida con
el Secretario, Procuradores y demás subalternos, a una capilla contigua, en
donde oían la misa. El despacho
principiaba enseguida a las nueve, y se suspendía irremisiblemente a las doce.
10o.
Como se ha dicho, la Audiencia se inauguró en la villa de Gracias, de Honduras, por excitativa del
Presidente Maldonado, en lugar de serlo en la villa de La Concepción, de
Comayagua, como estaba mandado por la ley de su creación; permaneciendo en
aquel lugar tan sólo cinco años, al cabo de los cuales se trasladó a Guatemala,
por disposición del Presidente Cerrato, quien había sucedido al Licenciado
Maldonado en el Gobierno del Reino.
11o.
Juntamente con la cédula que establecía el Tribunal Supremo de la
Audiencia, llegaron a Guatemala las
demás leyes de aquel año, inspiradas al Emperador Carlos V por el Padre Las
Casas, quien, como se recordará, salió precipitadamente de Nicaragua para
España, y en las cuales se arreglaba un sistema protector de los indios,
prohibiendo su esclavitud y el que se les exigiesen tributos que no fuesen
razonables. Reglamentaban la manera de
hacer los descubrimientos sucesivos, se exigía información de las Audiencias
para las personas que solicitaran concesiones reales; y aunque se ordenaba que
los indios hechos esclavos con anterioridad, permaneciesen en la esclavitud,
era prohibido a los gobernadores poseer ninguno. Se excitaba también, en dichas leyes, a
los Magistrados de las
Audiencias, a temperar los excesos de los militares, que hasta entonces habían
manejado los negocios públicos, y se estimulaba al clero a ejercer su
influencia en igual sentido. Las nuevas
leyes, por último, establecían tantas y tales restricciones para los que
tuviesen indios esclavos, en virtud de las permisiones anteriores, que esto,
unido a la prohibición de hacerlos
esclavos en lo sucesivo, y a las demás prevenciones que hay en ellas, venía a
importar de hecho una cuasi completa emancipación.
12o.
Pocos días después de promulgadas las nuevas leyes, se publicaba en
Barcelona el famoso libro de Fray
Bartolomé de Las Casas, intitulado Brevísma
relación de la destrucción de las Indias, en el que trazaba un aterrador
cuadro de la conquista, descrito con todo el ardor de un temperamento nervioso
y el fuego de una imaginación apasionada.
13o. Los primeros ejemplares de las nuevas
leyes llegaron a Guatemala por conducto de Fray Pedro Angulo, dominico,
compañero del Padre Las Casas, a quien el Rey las enviaba antes que al
gobernador, acompañándolas de una carta, en que le encargaba le avisara si
había negligencia en su cumplimiento. La
conmoción que aquellas Ordenanzas causaron fue terrible, y todos tomaron por
blanco a Fray Bartolomé, a quien fue de moda insultar y calumniar. El Cabildo de Guatemala dirigió al Rey una
larga exposición, de fecha 10 de septiembre de 1543, en la cual entre otras
cosas mostraba extrañeza de que se hubiera prestado oídos a un fraile
ignorante, vano, envidioso, apasionado, inquieto y codicioso.
14o.
Estando todavía el Padre Las Casas en Barcelona, dando las gracias al
Emperador por las nuevas Ordenanzas, recibió el nombramiento de Obispo del
Cuzco, y no quiso aceptarlo. No fue
posible entonces hacerlo cambiar de resolución; pero un poco después,
convencido con razones de conveniencia para los indios, consintió en aceptar el
Obispado de Chiapas de los Indios, a donde llegó a principios del año de 1545.
No bien hubo ingresado a Ciudad Real, asiento de la Sede de su diócesis, cuando
toda la población española se pronunció
en su contra. El Cabildo no quiso
concurrir al acto de la posesión. Le negó el tratamiento eclesiástico que le
correspondía, y junto con el vecindario, hostilizó en todo sentido al nuevo
Prelado. Este, sin arredrarse, comenzó a
clamar desde el púlpito, con su acostumbrada energía, contra la esclavitud de
los indios; y no sólo hizo que los dominicos predicaran en igual sentido, sino
que mandó que se negase la absolución a todos los que tuvieran indios en
esclavitud. El Deán rehusó a obedecer las órdenes del Prelado, y
se rebeló abiertamente, por lo cual éste le hizo prender; pero el pueblo se
sublevó, puso en libertad al Deán, invadió la casa del Obispo, lo sacó del
aposento a que se había retirado, y lo colmó de injurias y de amenazas de
muerte, que Fray Bartolomé oyó impasible.
Viendo los encomenderos que no bastaban las amenazas, le negaron las
limosnas, e impidieron que le vendiesen víveres. Tuvo por esta causa el Obispo que trasladarse
a Chiapas de los Españoles, hoy San Cristóbal de Las Casas, en donde fue bien
recibido y se le prodigaron muchas atenciones.
Determinó Fray Bartolomé hacer un viaje por tierra a Gracias, para
reclamar de la Audiencia el cumplimiento de las nuevas ordenanzas. Juntose allí con los Obispos de Guatemala y
Nicaragua, que habían llegado con igual demanda, y aunque la Audiencia recibió
con marcado disgusto aquellas solicitudes, al fin resolvió mandar Comisionados
de su seno para que pasaran a la Provincia de Chiapas, y pusieran en vigor las
nuevas leyes.
15o.
Al Licenciado Alonso Maldonado sucedió, en 1548, el Licenciado Alonso
López de Cerrato, que fue decidido defensor de los indios, y enemigo de los
abusos de los conquistadores. Debió su
nombramiento a las influencias del Padre
Las Casas, de quien era amigo; y apenas llegado a Gracias, consideró que
no era aquel el punto más a propósito para la residencia de las Autoridades
Supremas, sino la ciudad de Guatemala, desde entonces la más poblada y más
importante del Reino. Hízole así
presente al Rey, en unión del Obispo de Guatemala, ofreciendo este los
edificios del Sur de la Plaza Mayor, que pertenecían al Prelado, para
alojamiento del Presidente y Oidores.
Atendida favorablemente la solicitud, se trasladó el asiento de la
Audiencia a Guatemala, durante el año
siguiente de 1549. El Presidente
Cerrato, libre ya de los cuidados del cambio de residencia, dedicó su atención
a poner en libertad a los indios esclavos de Chiapas y otros puntos, y a hacer
una tasación nueva y más moderada de los tributos que pagaban.
16o.
Por este tiempo el Padre Las Casas, que continuaba en lucha con sus
feligreses, después de haber sido llamado de México, y sufrido nuevos
disgustos, determinó hacer dimisión del Obispado de Chiapas y regresar a
España, en donde creyó poder trabajar con más eficacia en favor de los
indios. Antes de partir dejó encargada
la diócesis a un Canónigo de su confianza, y señaló para confesores a cuatro
dominicos, prohibiendo a los demás sacerdotes oír en confesión, salvo artículo
de muerte, en que podían verificarlo, ateniéndose los designados a un
formulario secreto que les dejó. El
secreto formulario fue, sin embargo, divulgado, y los encomenderos se quejaron
al Rey, acusando al Padre Las Casas de que en él se negaba a Castilla la
Soberanía sobre las Indias. La acusación
impresionó al Gobierno Español, que mandó recoger la sospechosa obrita e hizo
comparecer a Fray Bartolomé ante el Consejo de Indias. No era el acusado hombre
que se dejaba vencer fácilmente: presentó
sus reglas penitenciales, y sostuvo con valor y entereza, que los Reyes
de León y de Castilla no tenían derecho que se atribuían de hacer guerra a los
indios y conquistarlos; insistiendo en que a éstos debía atraérseles a la
obediencia de la Corona y a la fe Católica por la persuasión y el
catequismo. Sus argumentos fueron tan
convincentes, sus palabras tan llenas de elocuencia, que impresionaron el
espíritu del Emperador y de los miembros del Consejo de Indias, al extremo de
proscribir la palabra conquista de todas sus disposiciones posteriores y
ordenar que se usara en su lugar la pacificación. En defensa de su formulario publicó el
infatigable Padre Las Casas un nuevo folleto con el nombre de Treinta Proposiciones, en el cual se
sinceró del cargo de sembrar principios subversivos en las colonias. Fue en este tiempo que el doctor Sepúlveda
escribió su famoso libro en latín, combatiendo las Proposiciones del Padre Las
Casas, quien contestó inmediatamente con otro libro, y después le venció en la
conferencia de Valladolid.
17o.
Mientras tanto, enojados los encomenderos con las providencias
humanitarias del Presidente Cerrato en favor de los indios, enviaron diversas
exposiciones a España, imputándole faltas calumniosas, que dieron lugar a un
juicio de residencia. A estos motivos de
disgusto tuvo que agregar el honrado Presidente, las constantes polémicas que
entre sí se suscitaban las Órdenes religiosas, que conmovían la sociedad; y
además la marcada tendencia del clero en general a preponderar sobre el estado
civil. En consecuencia resolvió
retirarse, y solicitó permiso para volver a España; pero no pudo llevar a
efecto su viaje, porque demorado por el juicio de residencia que vino a
instruirle un Oidor de México, fue sorprendido antes por la muerte.
CUESTIONARIO
1. ¿Qué
sucedió a don Pedro de Alvarado en Guatemala? 2. ¿Cómo fue la ruina de Guatemala? 3. ¿Qué se
proyectó hacer con el cadáver de doña Beatriz de la Cueva? 4. ¿Quiénes fueron
sucesores de doña Beatriz? 5. ¿Qué dispuso el Virrey de México? 6. ¿Cuándo
se estableció la Audiencia de los Confines? 7. ¿Qué cosa era la
audiencia? 8. ¿Cómo estaba organizada la Audiencia? 9. ¿Cómo procedían
los Oidores para el despacho diario? 10. ¿Dónde se inauguró la Audiencia y por
qué? 11. ¿Cuándo llegaron las nuevas Ordenanzas y qué disponían? 12. ¿Qué obra
salió poco después a luz? 13. ¿Cuándo y a quiénes llegaron los primeros
ejemplares? 14. ¿Cuándo fue nombrado Obispo el Padre Las Casas y qué le ocurrió
en su diócesis? 15. ¿Quién fue el sucesor de Maldonado y qué fue lo primero que
hizo? 16. ¿Qué le pasaba por este tiempo
al Padre Las Casas? 17.¿ Cómo terminó el Presidente Cerrato?
CAPITULO XII
NUEVOS PRESIDENTES
1554-1559
- - -
Sucede a Cerrato don
Antonio Rodríguez de Quesada-Cuestiones de los religiosos-Llegan los dos
primeros relojes públicos a Guatemala-Asesinato de un fraile dominico por los
indios de la Verapaz-Disposiciones reales en favor de los naturales-El Virrey
de México restringe el precio del cacao en Guatemala-Medidas contra los
malhechores-Proyectos para enajenar las encomiendas-Refútalos el Padre Las
Casas-Conmínase con pena de muerte a todo el que trate o contrate con
extranjeros-Sufrimientos de la Provincia de Chiapas-Proclamación del Rey Felipe
II-Muere el Presidente Rodríguez de Quesada, y le sucede el Oidor Antonio
Ramírez de Quiñónez-Dispone la guerra
contra los lacandones-Campaña y su término-Ataca también por la Verapaz el
Cacique Gobernador-Reaparecen los lacandones-El gobierno de Ramírez de Quiñones
satisfacía a todos- Llega el nuevo Presidente Juan Núñez de Landeche y abre
juicio de residencia a Ramírez Quiñónez-Este sale de ese juicio con brillantez,
y se embarca en Acajutla para ocupar asiento en la Real Academia de Lima.
- - -
1o.
La muerte sobrevino al Presidente Cerrato, mientras lo residenciaba, por
comisión especial, el Dr. Don Antonio Rodríguez de Quesada, Oidor de la
Audiencia de México. El Rey tuvo a bien
nombrar por sucesor del difunto Presidente, al mismo Dr. Rodríguez, quien
comenzó a desempeñar su nuevo destino, en propiedad, el 14 de enero de 1554.
2o.
Por aquellos días no era la
situación del Reino la más tranquila, pues los ánimos se hallaban agitados con
las cuestiones de frailes y clérigos, quienes olvidando todo recato, entraron
en ruidosas rivalidades, que llenaron de pánico al vecindario de la capital, y
lo obligaron a huir a las poblaciones inmediatas. Fue tan numerosa esta emigración, que apenas
si quedaron en la capital catorce sujetos principales, quienes permanecieron en
ella solo obligados por la necesidad del desempeño de las alcaldías,
regimientos y otros cargos municipales que les
estaban encomendados. Quiso el
Presidente contenerla por medio de auto en que la prohibía bajo penas muy
severas; pero esto no fue bastante, y tuvo que desistir de su propósito,
temeroso de que se le calumniara en la Corte.
Entre tanto, el Obispo, que veía a los pueblos sin doctrina, porque los
que debían dársela se ocupaban únicamente en sus querellas y rivalidades,
comenzó a emplear en los curatos a algunos clérigos procedentes del Perú, y
que, según parece, no eran sujetos de la mejor conducta.
3o.
Llegó la noticia de los escándalos de Guatemala al Gobierno de la
metrópoli, y al mismo tiempo las quejas de los frailes por el poco afecto que
les mostraban, tanto el Obispo como la Audiencia y su Presidente. El
Rey dirigió, con este motivo, una
cédula al Tribunal, en la que decía haber sabido con desagrado, que el Obispo
no trataba de la manera conveniente a los frailes dominicos y franciscanos,
vejándolos y molestándolos sin causa alguna, y permitiendo que se estableciera
en el Reino muchos clérigos facinerosos y de mala vida, prófugos de otros
obispados. Prevenía al Presidente y a la
Audiencia tuviesen el mayor cuidado en que el Obispo tratara bien a los
frailes, y corrigiera a los malos clérigos, expulsando a los que fuesen
conocidamente viciosos. En iguales
términos se dirigió el Rey al Obispo, al mismo tiempo que escribía a los
prelados de las órdenes monásticas, excitándolos a poner punto a sus querellas,
cuyas causas consideraba insignificantes.
El Presidente no había tomado partido, ni por los dominicos ni por los franciscanos, que
eran los principales contendientes, y
culpando igualmente a unos y otros, se les mostraba desfavorable. Por fin, con la intervención del Soberano, y
el transcurso del tiempo, los ánimos fueron calmándose, y se restableció la
tranquilidad. La vida colonial tenía
poca expansión pública, y de ahí que aun cuando se tratase de castas tan privilegiadas
como la de los eclesiásticos, las cosas no podían tomar el vuelo que
habrían alcanzado bajo otro régimen.
4o.
Durante la administración del señor Rodríguez llegaron a Guatemala los
dos primeros relojes públicos, que fueron colocados en la capital y en Cobán,
respectivamente. También se
establecieron por aquel tiempo en Guatemala las dos primeras cátedras de
Gramática latina, considerada como la base y fundamento indispensables de toda
instrucción superior.
5o.
Los misioneros dominicos, que habían conquistado pacíficamente la
Verapaz, procuraban siempre continuar reduciendo las tribus salvajes que
habitaban en los territorios situados al
Norte de aquella provincia. Uno
de los más activos en esta obra era Fray Domingo Vico, quien dos o tres veces
se había internado en la provincia de Alcalá, fronteriza con la Verapaz y
poblada por los lacandones, a muchos de los cuales había
logrado reducir y
obligado a formar
un pueblo regular
que servía de
punto de partida
para las entradas
que continuaban haciéndose
en el territorio de los infieles.
Disgustados estos con aquel establecimiento, resolvieron destruirlo y
matar al Padre Vico, lo cual realizaron en noviembre de 1555. Luego que se tuvo noticia de lo sucedido en
Acalá, pasó el cacique D. Juan, Gobernador de Verapaz, con 400 hombres, a
tierra de los lacandones, a quienes alcanzó en los montes, y dándoles batalla,
mató a cerca de 300. Posteriormente,
queriendo completar el castigo, repitió las entradas en Alcalá y Pochutla, haciendo en ellas todo el mal que le fue
posible.
6o.
A fines del año de 1555 dispuso el Rey que los indios pobres fueron
exentados del tributo, declarando que debían considerarse como tales a aquellos
cuyo haber no llegara a seis mil maravedís, equivalentes, según el historiador
Milla, a trece pesos dos reales. Mandó
también que a los mismos indios pobres se les eximiese de todo derecho de
arancel en los tribunales civiles y eclesiásticos, y que a los demás indios no
se les cobrasen otros derechos que los acostumbrados en España.
7o.
El Virrey Velasco, de México, mandó por aquel tiempo tasar en Guatemala
el precio a que debía venderse el cacao en todo el Reino, y lo fijó en un real
por cada 180 almendras. El Ayuntamiento
de Guatemala consideró muy bajo ese
precio, y acordó enviar un apoderado a México para que reclamara contra aquella
onerosa tasación. Con medidas tan
inconsultas, solían los
gobernadores de las provincias poner rémoras al comercio
intercolonial de frutos naturales, como si se tratase de pueblos extraños entre
sí, y olvidando que unos y otros formaban parte de una misma nación. Por fortuna la Corona vino en auxilio
nuestro, disponiendo por una real cédula “que los mantenimientos, bastimentos y
viandas se pudieran comerciar y trajinar libremente por todas las provincias de
las Indias” e imponiendo penas a las justicias, consejos y particulares que estorbasen aquel tráfico.
8o.
También durante la administración
del Dr. Rodríguez, la Audiencia dictó medidas energéticas para perseguir y
castigar a “los malhechores, ladrones, forzadores y salteadores de camino”, de
que estaba infestado el Reino. Hablaba
asimismo la Audiencia de “alteraciones, robos y estupros frecuentes” en Guatemala,
para los cuales se estableció el Tribunal de la Santa Hermandad, que subsistió
por más de un siglo.
9o. En el año
de 1556, proyectó el gobernador español enajenar las encomiendas, como un
arbitrio para proporcionar recursos al erario. Ya por
aquel tiempo, vendíanse en Castilla, hidalguías, títulos, señoríos,
alcaldías, regimientos y otros oficios, y por lo mismo nada tenía de extraño
que se llevara a la práctica, en las colonias la enajenación de las
encomiendas, lo que habría sido perjudicialísimo para los indios, por el
carácter de perpetuidad que daba a esa funesta institución. Por fortuna para ellos, vivía aun su valiente
y decidido protector, el Padre Las Casas, quien levantó alta y vigorosamente la
voz contra la proyectada enajenación.
En un folleto que escribió con tal motivo, atacó el principio del
derecho divino de los reyes, generalmente aceptado por entonces, por el cual se
les atribuía y reconocía poder absoluto sobre vidas y haciendas. El
Padre Las Casas, adelantándose a su época, enunció las ideas más
avanzadas del derecho público moderno.
En aquel escrito negaba la facultad de hacer tales
enajenaciones, sin el consentimiento de los súbditos; decía que la voluntad de
la nación era el origen de la autoridad de los reyes, príncipes y magistrados;
que estos jamás debían considerarse superiores a las leyes, y sentaba otras
proposiciones que al decir del
historiador Milla, a quien copiamos, si las leyéramos, sin saber quien fuese su
autor, las atribuiríamos más bien a un miembro de la Convención francesa de
1782, que a un fraile español del siglo XVI.
Las proyectadas enajenaciones no se llevaron a efecto, y de ellas no volvió a hablarse más
en lo sucesivo.
10o.
En 1556, y con fecha 6 de junio, expidió la Corona de
España la famosa real cédula, confirmada por otras posteriores, por la que se
imponía pena de muerte y pérdida de bienes a todos los que en las colonias
trataran y contrataran con extranjeros de cualquier nación, cambiando o
rescatando oro, plata, piedras, perlas, frutos y otros géneros y mercaderías. Aquella disposición odiosísima y cruel, mató
de golpe el comercio americano, y redujo a las Américas a una triste condición,
sin otro móvil que proteger monopolios escandalosos dados en la metrópoli a
favoritos o negociantes.
11o.
En ese mismo año de 1556, la
Provincia de Chiapas, que formaba parte del Reino de Guatemala, sufría serios
perjuicios de los indios salvajes que poblaban el Lacandón. Según
informes oficiales, no había año en que esos indios no destruyesen
alguna población, siendo ya catorce las que tenían arrasadas, entre ella una
que no distaba más de quince leguas de la cabecera, y sobre la cual cayeron de
noche, matando y cautivando mucha gente, sacrificando los niños en los altares
de la iglesia, y quemando después ésta y las casas del pueblo, cuya gente
restante se llevaron prisionera. Y
aunque la Corona dirigió con ese motivo una real
cédula, mandando seguir las informaciones del caso, y castigar severamente a
los autores de aquellos atentados, era tan desgraciada la situación del
gobierno de Guatemala que aquella real cédula entró en la categoría de las que
“se obedecían, pero no se cumplían”, según la fórmula tan frecuentemente usada
en las colonias españolas, cuando se carecía de poder bastante para dar
cumplimiento a los reales mandatos.
12o. El
26 de junio de 1557, se alzaron
pendones en Guatemala por el Rey Felipe II.
El Ayuntamiento se puso de acuerdo con la Audiencia y con el Presidente
respecto a las ceremonias de aquella proclamación acto solemne que ocurría por
primera vez entre nosotros. El Emperador
Carlos V de Alemania, I de España, en cuyo nombre y bajo cuya autoridad fueron
conquistados algunos de los reinos más importantes del Nuevo Mundo, renunció la
Corona de España en favor de su hijo Felipe, en enero de 1556. El
mismo Soberano comunicó
el suceso a las ciudades de San Salvador y Santiago, con fecha 16 de
aquel mismo mes y año; pero no se pregonó, ni se celebró la exaltación del
nuevo monarca al Trono, sino hasta a mediados del año de 1557, en que hubo
formación de tropas con uniforme de gala, paseos con música por las calles,
proclamación con pendones, función religiosa en la catedral, e iluminación y
otros regocijos, después, por supuesto, de que el Escribano del Cabildo dio
pública lectura a la carta del Emperador, y de que los concejales besaron dicha
carta, y la pusieron sobre sus cabezas, en señal de obediencia.
13o.
El 28 de noviembre de 1558, murió el Presidente Rodríguez de Quesada, y
recayó el gobierno en el Licenciado Pedro Ramírez de Quiñónez, decano de los
Oidores de la Audiencia, título con el
cual se hizo cargo de la Presidencia, con arreglo a las Ordenanzas.
14o.
Uno de los primeros trabajos del nuevo Presidente fue poner en ejecución
una real cédula del mes de marzo del propio año, en la que se hacía relación a
otra de 1556, referente a los excesos que cometían los lacandones, y se
prevenía se les castigara severamente.
Como no se sabía que se hubiera cumplido con aquella disposición, se
prevenía se sacara a los lacandones de los puntos en donde estaban
encastillados, y se les trasladara a otros.
Decía también, que si para ese efecto, era necesario emplear la fuerza,
se facultaba al Presidente y a la
Audiencia, para que les hiciesen la guerra, no obstante otra disposición
anterior del Emperador, que la prohibía; y que a los que fuesen cautivados se
les tuviera por esclavos de los que los hubiesen hecho prisioneros. Para que la expedición fuera menos gravosa al
tesoro real, disponía la misma cédula, que los españoles de Guatemala y
Chiapas, que tomaran a su cargo la empresa, disfrutarían durante su vida, de
los tributos que se asignaran a los lacandones que se llevasen a otro sitio.
15o.
El día 3 de enero de 1559 se publicó solemnemente, por voz de pregonero,
en la plaza mayor de Guatemala, la real cédula por la que se mandaba hacer esta
guerra. La idea
de ir a pelear contra los
infieles para ganar recompensas celestiales, y la esperanza de los honores y
recompensas terrenales con que se ofrecía premiar a los que participaran en la
empresa, contribuyeron a determinar a muchos hidalgos guatemaltecos a alistarse
bajo la bandera que levantó el Oidor Ramírez de Quiñónez. El entusiasmo inflamó bien pronto los
corazones, y no se reparaba procurar equipos y arreos militares. Alistáronse mil indios de las provincias de
Guatemala, gente robusta y valiente, aunque poco lucida y aseada, y ochocientos
de los de Chiapas, los cuales parecieron mejor cuando los dos contingentes se
reunieron. También se alistaron muchos
españoles residentes en la misma provincia de Chiapas; y mandaba todas estas
fuerzas, Gonzalo de Ovalle, uno de los principales vecinos de Ciudad Real. Se acopiaron víveres en abundancia, lanzas,
arcos, flechas, rodelas, escaupiles o cotas, caperuzas, banderas, tambores,
trompetas y los uniformes para los indios, costeado todo por los respectivos
pueblos. Llevaba cada soldado una
calabaza (nambira) que tenía doble destino: el de vasija para llevar agua, y el
de salvavidas en las lagunas y los ríos
que tuvieran que atravesar a nado.
Conducían también dos bergantines en piezas, para armarlos cuando fuese
necesario. Era considerable el número de
indígenas que seguían al ejército, conduciendo a hombres el tren, a pesar del
capítulo de las ordenanzas de Barcelona, que prohibía emplearlos en aquel
oficio.
16o.
Dirigiose el ejército a Comitlán, provincia de Chiapas, en donde el
Oidor, en su calidad de General en Jefe, pasó revista a las tropas. Bendijo
enseguida las banderas, el Obispo de la diócesis, de quien se asegura que, para
obsequiar a los expedicionarios, había gastado más de lo que producía su renta
en dos años. Emprendida la marcha, iban
los indios chiapanecos haciendo de gastadores, y talando los montes, que estaban completamente cerrados, para
abrir camino al ejército, que empleó 15 días en llegar a orillas de una laguna,
en donde se hallaba el pueblo principal de los lacandones. Las casas de
la población situadas en una
isla, parecían grandes, de buena fábrica y blanqueadas. Sus moradores, aunque vieron que los enemigos
que se acercaban eran numerosos, no se acobardaron, antes bien confiados en lo
fuerte de su posición, y en que todas las tentativas anteriores para dominarlos
habían sido inútiles, hicieron poco caso de los que llegaban. Hicieron más,
pues algunos de los habitantes
del pueblo llegaron en
canoas, y hablaron con los españoles, preguntándoles qué querían y que
buscaban en su tierra. Agregaron que
ellos deseaban la paz y la amistad de los blancos y que abrazarían la religión
que éstos profesaban; todo lo cual no era más que pura ficción y engaño, pues
cuando los españoles les pidieron canoas para pasar a la población, les
llevaron once únicamente, con el objeto de que se embarcaran por pequeñas
secciones y darles muerte al llegar a la
isleta.
17o. Durante aquellas
conferencias los castellanos habían armado y aderezado uno de los bergantines
que llevaban en piezas, y metiendo en él algunos soldados, lo echaron al agua
con gran vocería y algazara. Los indios
que vieron caminar a toda prisa hacia su isla a aquel monstruo marino, cargado
de gente armada, pues tal les parecía una embarcación tan superior a sus
pequeñas canoas, se pusieron en fuga por un río inmediato; pero no tan deprisa
que no capturaran los españoles unos 150, entre ellos el Cacique y el Gran Sacerdote de los
lacandones. Los chiapanecos, nadadores muy prácticos,
contribuyeron mucho a la captura de aquella gente. Ocupada
la población, el ejército
castellano la saqueó y enseguida le dio fuego.
18o.
Destruida la población de la laguna y habiendo echado a
pique el bergantín, se dirigió el ejército a otra, llamada Topiltepec,
caminando sin las precauciones militares; pero de repente se encontró detenido
en un punto estrecho, por una partida como de 80 lacandones que le disparaba
una rociada tal de flechas, que puso en gran conflicto a los
expedicionarios. Muchos fueron heridos y
quizás habrían perecido todos a no habérseles agotado los proyectiles a los
indios. Los castellanos
encontraron desierto el pueblo; pero con provisiones abundantes que les
fueron de mucho auxilio. Pasaron enseguida a Puchutla, población edificada en
otro islote de una laguna, teniendo que construir lanchas, porque el otro
bergantín que llevaban en piezas, había sido abandonado en las selvas. Los indios chiapanecos guiaban las embarcaciones con mucha habilidad, y
sirviéndose de unos hacecillos de cañas para mantenerse a flote, con una mano
guiaban la balsa, mientras con la otra manejaban el arco y la flecha. Los de Puchutla echaron al agua multitud
de canoas con gente armada, y
empeñaron rudo combate. No pudieron, sin
embargo, resistir a las armas de los europeos, y espantados por los disparos de
los arcabuces, huyeron dejando sobre las aguas los cadáveres de sus compañeros. Los españoles ocuparon el pueblo, y dando por
terminada la campaña, dispuso el Oidor y Capitán General regresar a Guatemala con sus 150 cautivos. Tuvo antes disputas con el Obispo de Chiapas,
Fray Tomás Casillas, sobre si había sido bien o mal reducidos a esclavitud,
pero el Oidor se los llevó a Guatemala, de donde no tardaron en fugarse.
19o.
Fueron premiados algunos de los españoles que hicieron la
campaña; otros gastaron tiempo y papel en acreditar sus méritos y obtener
promesas de grandes repartimientos: se perdonó parte del tributo a los indios
de Chiapas; y a muchos de ellos premió además el Oidor, regalándoles espadas y
alabardas que le quitó algún tiempo después. -
Costó al Tesoro aquella campaña cuatro mil quinientos pesos de oro, de
450 maravedís cada uno, y habiendo presentado sus cuentas, resultó alcanzado el
Oidor en 555 pesos y algo más.
20o.
Al mismo tiempo que el Oidor Ramírez hacía aquella entrada al Lacandón,
por la parte vecina a Chiapas, el Cacique de Chamelco, Gobernador de la
Verapaz, bautizado con el nombre de don Juan, entraba también en las tierras de
los lacandones, por la parte que lindaba con su gobernación.- Habiendo dado batalla a los de Acalá, los
venció, ahorcó ochenta de los principales, y se llevó 180 cautivos, con lo que
completó la destrucción de aquel pueblo.
Los lacandones del territorio limítrofe con Chiapas, regresaron a ocupar
sus pueblos, y reedificaron las casas que habían destruido los españoles,
continuando sus hostilidades a las poblaciones vecinas, con lo cual la
expedición del Oidor Ramírez vino a ser completamente inútil.
21o.
En el mes de abril de 1559 volvió a hacerse cargo
de la Presidencia el Oidor Ramírez. La satisfacción de los colonos españoles y de
los nativos fue general, porque el Oidor desempeñaba su empleo con mucha
rectitud, imparcialidad y celo del bien público; pero desgraciadamente duró
poco en él, porque apenas había transcurrido cinco meses de su regreso, cuando
llegó a hacerse cargo de la Presidencia de la Real Audiencia, el Licenciado
Juan Núñez de Landecho.
22o. El 2 de
septiembre del mismo año, fue recibido el nuevo Presidente, y desde luego abrió
el juicio de residencia, según las instrucciones que traía. Habiéndola dado muy cumplida Ramírez de
Quiñónez y estando nombrado para la Audiencia de Lima, fue a embarcarse en
Acajutla, acompañándolo el mismo Landecho, y muchos vecinos principales de la
ciudad, que quisieron ofrecer al ex-Oidor y Presidente, aquella muestra de
gratitud y aprecio.
CUESTIONARIO
1. ¿Cuándo murió
el Presidente Cerrato? 2. ¿Cuál
era la situación del Reino en
aquellos días, de la muerte del Presidente Cerrato? 3. ¿Qué noticias
llegaron a la Metrópoli española, y qué disposiciones dictó el Rey? 4. ¿Qué novedades
hubo durante la
administración del Presidente Rodríguez? 5. ¿Qué sucedió en la Verapaz a
los misioneros dominicos? 6. ¿Qué dispuso la Corona en favor de los indios
pobres? 7. ¿Qué ordenó el Virrey de
México acerca de la venta de cacao en Guatemala? 8. ¿Cuáles fueron las medidas
de policía que dictó la Audiencia, durante la administración del Dr. Rodríguez?
9. ¿Qué fue lo que el Gobierno español proyectó para arbitrar recursos, y quién
combatió valientemente este proyecto?
10. ¿Qué dispuso la Corona en 6 de junio
de 1556? 11. ¿Qué le sucedía en esa
fecha la provincia de Chiapas? 12. ¿Cómo fue proclamada en Guatemala la
exaltación de don Felipe II? 13. ¿En
qué fecha murió el Presidente Rodríguez y quién le sucedió? 14. ¿Cuáles
fueron los primeros actos del nuevo Presidente? 15. ¿Qué acontecía en
Guatemala durante el mes de enero de 1559? 16. ¿Cuáles fueron los principales movimientos y sucesos
del ejército levantado por el Presidente Ramírez de Quiñones? 17. ¿Cómo
fue ocupada la isla de los lacandones? ¿Qué otras
poblaciones ocuparon los castellanos, y cómo terminó la campaña? 18. ¿Qué
recompensas se dieron a los vencedores, cuánto costó la campaña, y en cuánto
salió alcanzado el Presidente? 19.¿Qué
hizo durante la campaña del Lancadón, el Cacique don Juan, Gobernador de la
Verapaz? 20.¿Cuándo regresó a Guatemala el Oidor Ramírez de Quiñones a hacerse
nuevamente cargo de la Presidencia, y cuánto tiempo más la sirvió? 21.¿Cuándo
fue recibido el nuevo Presidente, y cuáles fueron sus primeros actos?
CAPITULO XIII
LAS PROVINCIAS
1549-1565
- - -
Terminan los
gobernadores-Conspiración de los Contreras y muerte del Obispo Valdivieso-Es
nombrado Alcalde Mayor de Nicaragua don Juan Caballón-Conspiración y muerte de
Juan Gaitán-El Licenciado Diego de Ortiz de Elguete es nombrado Alcalde Mayor,
y comisionado por la Audiencia para la conquista de Costa Rica-Se asocia del
Padre Estrada Rávago-Los conquistadores se dividen en dos cuerpos-Trabajos,
penalidades y desastre en la expedición del Padre Estrada-Su regreso y su nueva
marcha-El Licenciado Caballón se interna en Costa Rica, y lleva adelante la
conquista-Mal entendido de sus esfuerzos-Es nombrado Fiscal de la Audiencia, y
se retira dejando al Padre Estrada-Le sucede Juan Vásquez de Coronado, quien prosigue
la conquista de Costa Rica-Funda varias poblaciones, y va a España a solicitar
auxilios-Es bien recibido en la Corte y el Rey le dispensa muchas mercedes;
pero en su regreso naufraga y perece ahogado.
- - -
1o. El establecimiento de la Real Audiencia de
los Confines puso término a los gobernadores de las Provincias de su
dependencia, como lo vimos atrás, y en esa virtud sucedió interinamente en
Nicaragua al Gobernador Rodrigo de Contreras el Oidor Diego de Herrera,
nombrado Juez de Residencia por el mismo Tribunal. Durante ese
período del Oidor Herrera, la tranquilidad se alteró bastante en esta
provincia, tanto por los abusos que cometieron los comisionados de los bandos
españoles en el Perú, durante la rebelión de Gonzalo Pizarro, como por las
escandalosas disputas del Obispo de León, Fray Antonio de Valdivieso, con los
Alcaldes de León y Granada, a quienes excomulgó, por cuestiones de prepotencia
civil. Pendientes tales escándalos, que
traían conturbado al vecindario, llegó a Granada la noticia de que el Consejo
de Indias había confirmado
la resolución de la Real Audiencia, que condenaba a don Rodrigo de Contreras a
la pérdida de sus encomiendas, y a otras penas.
Al saberlo la mujer e hijos de Contreras, se exaltaron mucho, y se desataron en denuestos contra el
Obispo Valdivieso, que fue el denunciante de los abusos de don Rodrigo, y su
principal enemigo. Los jóvenes
Contreras, ciegos de ira, concibieron el criminal proyecto de asesinar al
Prelado, alentados, según se dice, por su propia madre que, como digna hija de
Pedrarias, no se fijaba en los medios para realizar su venganza.
2o.
Hernando y Pedro de Contreras, que eran los hijos del ex -Gobernador, se
entendieron con algunos militares, recién llegados del Perú, y pertenecientes a
la vencida facción de Gonzalo Pizarro. -Aquella gente, aventurera y pérdida,
acogió con entusiasmo el pensamiento, halagó la vanidad de los Contreras, y les
ofreció su ayuda. Era su capitán, Juan
Bermejo, natural de Segovia, en España, que gozaba de gran reputación de
valiente, y éste no solo aprobó la idea de asesinar al Obispo, sino que sugirió
a Hernando el pensamiento de asaltar la ciudad de León, levantar el mayor
número de gente, sacar recursos por la fuerza, dirigirse enseguida a Panamá,
reforzar allí la expedición, pasar luego al Perú, y proclamarse Rey absoluto de
aquel vasto y rico país. Pintaba la
empresa tan fácil y hacedera, y tocó tan de lleno la cuerda sensible del joven
Contreras, que este acogió a su vez con
entusiasmo la proposición. Arregladas
las armas y listos todos los preparativos, quedó Pedro en Granada, para no llamar la atención con la
ausencia de ambos, y Hernando se dirigió secretamente a León, con muchos de los
conspiradores, alojándose en una casa que tenían los Contreras en aquella
ciudad.
3o.
Reunidos y armados los de la conjuración, el miércoles 26 de febrero de
1549, fueron arengados por Hernando acerca del perjuicio que ocasionaban a los
colonos las nuevas Ordenanzas, pues los dejaban sin recursos para vivir en una
tierra que habían conquistado con su sangre.
Les ofreció mediar aquellos males, llevar a cabo una empresa que sería
beneficiosa para todos; y sin decir más ni revelar lo que se proponía hacer,
tomó sus armas y se hizo seguir de todos, ordenando a Bermejo que atravesara
con su lanza al que se negara a acompañarlos.
Llegados a casa del Obispo, Hernando se precipitó sobre él, sepultándole
su daga varias veces en el cuerpo, y consumando el asesinato, mandó descerrar
los cofres y tomar el oro, la plata y las escrituras que había en ellos. Recorrió después la población con los suyos,
dando vivas a la libertad y al Príncipe Contreras, y enseguida saquearon las
casas del Tesorero Real y de los vecinos acomodados, exigieron armas y
caballos, y reclutaron gente, hasta completar 40 hombres.
4o.
Organizada la fuerza en León, Contreras y Bermejo se dirigieron al
Realejo y se apoderaron de dos buques allí anclados. Asegurada así la fuga para en caso necesario,
Hernando envió a Bermejo a Granada, a recoger a los amigos y a recaudar cuanto
más se pudiera. Tan pronto
se presentó Bermejo, se rebeló la mayor parte de los defensores de la
plaza, con Pedro de Contreras a la cabeza, asesinaron al Comandante, impusieron
fuertes contribuciones al vecindario, mandaron una escolta de 30 hombres a
tomar el puerto de Nicoya, con orden de recoger gente, armas y dinero, y con el
primero de dichos jefes, se encaminaron al Realejo, donde los aguardaba
Hernando. Reunidos todos en este punto,
quemaron dos navíos que no pudieron llevarse, y se embarcaron con dirección a
Nicoya, en donde eran esperados por sus cómplices, con 60 hombres más, que
habían reclutado. De Nicoya
se hicieron a la vela para la isla de Perlas, y encontrando en el camino
dos fragatas, las atacaron y tomaron, aumentando así su gente y sus
recursos. Al llegar
a Panamá, el 20 de abril, lograron capturar varias embarcaciones, y
apoderarse de la ciudad; pero habiéndose internado el siguiente día, sin dejar
fuerzas que cubriesen su retaguardia, los vecinos se armaron, convocados por el
Obispo, y organizados militarmente a las órdenes de Ruiz de Marchena, tomaron
la ofensiva, derrotaron a los invasores y los persiguieron hasta su completo
exterminio.
5o.
Mientras existió la Audiencia de los Confines, no ocurrió en Nicaragua,
después del suceso de los Contreras,
cosa digna de mencionarse. En 1553 fue
nombrado Alcalde de la Provincia el Fiscal de la Audiencia, Licenciado Juan
Caballón, con el sueldo de mil ducados al año.
Hubo durante su administración el famoso levantamiento de Juan Gaitán,
quién, después de saquear la villa de
San Miguel, de El Salvador, la de
Jerez, de Choluteca, y las minas llamadas de Juan de Avila, determinó dirigirse
a León, con objeto de matar al Licenciado Caballón, de quien deseaba vengarse
por haberlo castigado por un delito en Nicaragua; pero este, advertido a
tiempo, salió al encuentro del enemigo, desbaratándolo completamente en la
plaza de la ciudad, al amanecer del último día de Pascua del año de 1544,
después de una reñida acción, en la que fue herido el propio Caballón, en la
cabeza y en su muslo. Fueron ahorcados
Gaitán, su segundo, y doce más de los cabecillas, cortadas las manos a cuatro
de ellos y condenado el resto de los prisioneros a reclusión.
6o.
El Licenciado Alonso de Ortiz de Elgueta, sucedió en 1558 al Licenciado
Caballón, en la Alcaldía Mayor de Nicaragua.
Un año después, en 1559 recibió comisión del Rey para ir a someter a los
indios de la Taguzgalpa, en la frontera de Honduras, y también a los de la
tierra de Costa Rica, pero poco más tarde, y sin especificar motivos, el mismo
Rey le relevó de esa comisión. En tal
virtud, la Audiencia designó al Licenciado Juan Caballón, nombrándolo
nuevamente, en 1560, Alcalde Mayor de Nicaragua, nombramiento que ratificó la
Corona, en 5 de febrero de 1561.
7o.
Don Juan Caballón carecía de
recursos para hacer la conquista de Costa Rica, y por éste motivo se asoció con
el Padre Juan Estrada Rávago, ex-religioso de San Francisco, hombre inquieto y
aventurero, y que contaba, no obstante, con seis o siete mil pesos de
economías, que gustoso arriesgó en la empresa.
Sin pérdida de tiempo salieron
ambos socios, de Guatemala, a
principios de 1560, llevando alguna gente y municiones para la expedición. Apenas llegados a Nicaragua, dieron principio
a sus preparativos, y al reclutamiento de soldados en las ciudades de León y
Granada. Hechos todos los arreglos, la
expedición se dividió en dos cuerpos, uno al mando del Licenciado Caballón, que invadió por tierra, por Nicoya,
hoy provincia de Guanacaste, y otro por agua, al mando del Padre Estrada,
aunque aparentemente, al de un testaferro de apellido Mérida, a quien se nombró
teniente de Alcalde Mayor, y Maestre de Campo.
Este cuerpo se embarcó en el lago de Granada, o Nicaragua, en Octubre de
1560, en dos fragatas y algunas canoas, muy bien provisto de armas y
municiones, y con un total de 300 hombres, de los cuales 70 eran soldados
españoles. La expedición perdió en el río una fragata
cargada de abundantes provisiones, y con el resto de la expedición salió a la
mar, y fue a desembarcar, después de algunos contratiempos, a la bahía del
Almirante, donde el Padre Estrada puso señales y mojones, hizo construir unos
ranchos y declaró fundada la villa del Castillo de Austria, dotándola de autoridades.
8o. El
Padre Estrada envió una de sus fragatas
a Nombre de Dios, con dinero suficiente para que comprase víveres, en previsión
de la escasez que comenzaba a sentirse; pero la fragata tardó en regresar, y
acosados del hambre, los expedicionarios se dedicaron al merodeo en los pueblos
vecinos de indios pacíficos. Estos se
coligaron y atacaron a los merodeadores, causándoles bajas y
rechazándolos. Enseguida quemaron los
indios sus ranchos y milpas, y huyeron a los bosques. La miseria y el hambre cayeron entonces de
lleno en el campamento español, y no quedó más recurso a los conquistadores,
que marcharse en busca de la antigua colonia de
Suerre, a donde se dirigieron parte por agua y parte por tierra al mismo
tiempo; pero a donde sólo llegaron los primeros, porque los que iban por tierra
se desertaron y siguieron de paso hasta
Nicaragua. La permanencia en Suerre no
mejoró la condición de la colonia, por lo cual resolvió el Padre Estrada
regresar a Nicaragua. En el Puerto de
San Juan, perdió muchos soldados enfermos, y habrían perecido todos de miseria,
sin el socorro de un barco que iba para Nombre de Dios. Pudo por fin el Padre llegar a Granada con
solo 30 hombres, enfermos y extenuados, de los cuales todavía murieron algunos;
y enseguida partió solo y por tierra en busca del Licenciado Caballón, que se
había internado a Costa Rica por el lado de Nicoya.
9o.
El Alcalde Mayor de Nicaragua, después de enviar alguna gente que le
precediese, salió a su vez, en enero de 1561, para Nicoya, de donde por agua se
dirigió a Chomes, cuyos indios vivían pacíficamente sin ser molestados por los
españoles, desde años anteriores. En
Chomes se reunió con la gente que allí lo esperaba, y emprendió la marcha al
interior, abriendo caminos con mucha dificultad, hasta llegar a un sitio que
bautizó con el nombre de Real de la Ceniza, en el que sentó su base de
operaciones. En el llano de Turrucares, a orillas del río
Ciruelas, fundó en marzo de 1561, la ciudad del Castillo de Garci-Muñoz, y
algún tiempo después de poblada ésta, la de los Reyes, en las llanuras de
Esparta, y el puerto de Landecho, hoy puerto Caldera, en el golfo de San
Vicente. En busca de víveres envió
exploradores al valle del Guarco, poblado por varias tribus; pero las
dificultades de la conquista eran cada día mayores, los indios se defendían con
valor, y la pobreza del territorio en metales auríferos, se puso al fin de
manifiesto, con gran desaliento del conquistador. Vino en
auxilio de éste, para sacarlo de
su aflictiva situación, del nombramiento del Fiscal de la Audiencia, y partió
enseguida para Guatemala, en enero de 1562 dejando en su lugar, como Teniente
de Alcalde Mayor, al Padre Estrada Rávago, quien continuó al frente de las
colonias fundadas por Caballón, hasta la llegada del sucesor de este. Se dice que Estrada, con suma bondad, se
dedicó a reparar los males causados por Caballón, y que se ganó por completo el
cariño de los indios que llegaban voluntariamente a servir en la ciudad por
complacer al Padre. Construyó este
varios templos, proveyéndolos, con su propio peculio, de cálices, ornamentos,
altares, campanas, y demás enseres necesarios.
Su vida ejemplar, y su generosidad,
lo hicieron el ídolo
tanto de indios
como de españoles.
10o.
Hallábase todavía empeñado en la
conquista de Costa Rica el Licenciado Caballón, cuando la Audiencia,
considerando acéfalo el gobierno de la provincia de Nicaragua, nombró en 30 de
abril de 1561, para Alcalde Mayor de la misma, a don Juan Vázquez de Coronado,
caballero linajudo, vecino de la ciudad de Guatemala. El
nuevo nombrado tomó posesión de
su destino en el mes siguiente, y con la actividad febril que le caracterizaba,
apenas hubo arreglado algunas diferencias entre el Obispo y el Arcediano de
León, se embarcó en Granada y fue a someter a los indios de las islas de
Solentiname, rebelados desde hacía 14 años, lo que realizó con prudencia y
dulzura, haciendo lo mismo con los de Cotán y Bagaces. Enseguida puso toda la provincia en armas
para rechazar al rebelde Lope de Aguirre, que se decía intentaba pasar por el
río San Juan para irse al Perú. Al poco
tiempo se esforzó por enviar socorros a Costa Rica, para ayudar a Caballón.
11o.
El regreso del Licenciado Caballón a Guatemala,
determinó a la Audiencia a nombrar para Alcalde Mayor de Cartago y Costa Rica,
al de igual título en Nicaragua, don Juan Vázquez de Coronado, con los mismos
límites que su antecesor, y previniéndole llevar a buen término la interrumpida
conquista, de donde llegaban desconsoladoras noticias. Vázquez de Coronado mandó inmediatamente a su
segundo, Juan de Ovalle, en un navío, con 50 hombres y muchas provisiones, y
después, en 18 de agosto de 1562, salió él mismo de León con 80 hombres y
muchos ganados y caballos, en pos de su teniente. Llegó a Nicoya el 6 de septiembre siguiente,
y allí esperó el navío que tenía ordenado del Realejo para atravesar el golfo,
e ir al puerto de Landecho. El ganado
vacuno y caballar lo envió por tierra a la villa de los Reyes, y mientras llegaba
el navío, se ocupó en pacificar los pueblos de Bagaces y otros inmediatos.
12o. El
20 de noviembre de 1562 llegó el conquistador a la villa de Garci- Muñoz, al
tiempo que se revelaban los caciques de Garabito y Coyoche, así como los indios
Votos, pero Vázquez los redujo a la obediencia en breve tiempo, lo mismo que a
otras tribus del Pacífico y del interior del país, valiéndose más de la
persuasión y buen trato, que de la fuerza.
Enseguida fundó en el valle del Guarco, y cerca de la confluencia de los
ríos Purire y Taras, la ciudad de Cartago, y a su regreso a Gaci-Muñoz, facultó
a sus vecinos para que pudieran trasladarse a Cartago, siempre que
anticipadamente sembraran milpas para su sostenimiento. En
el mes de
julio, Vázquez de Coronado volvió a Nicaragua, a entender en los asuntos
de esta provincia y en la preparación de todo lo necesario para continuar la
conquista de Costa Rica, dejando por su teniente al Sargento Mayor Juan Llanes
de Castro.
13o.
Apenas llegado a Nicaragua, envió Juan Vázquez, ganado vacuno y caballos
a Costa Rica, y un refuerzo de 30 hombres. Luego, con su acostumbrada
actividad, reunió gente, víveres, armas, municiones, ropas y demás cosas
necesarias para la nueva expedición que proyectaba, e hizo preparar un navío en
el Realejo, hasta que por fin, le faltaron las fuerzas y cayó enfermo. Insistió, sin embargo, en su empeño, y contra la opinión de su
médico y de sus amigos, partió para Nicoya con 60 hombres. De ahí
se embarcó con 30, recorrió minuciosamente la costa del golfo, hizo
escala en el puerto de Landecho, socorriendo de paso a los pocos moradores que
halló desnudos y hambrientos, y por último fue a desembarcar en Puerto
Coronado, en el río del mismo nombre, en donde, según sus órdenes, debía
esperarle Diego Caro de Mesa, con hombres y caballos. Como no lo hallara, fue en su busca hasta
encontrarse con él, en Quepo, sobre el río de los Mangues, en donde se le reunieron otros de sus capitanes expedicionarios. Durante su
ausencia habían éstos continuado la conquista con poco éxito favorable,
y fundado en Cia una ciudad, que llamaron Nueva Cartago, y que tuvo poca
vida.
14o. El
mayor empeño de Juan Vázquez era ir a la provincia de Ara, hoy Talamanca, y
otras situadas en las vertientes del Mar Caribe. Emprendió marcha hacia el Atlántico, y
atravesó la cordillera, venciendo dificultades numerosas: todos los caballos
quedaron en el camino, con la mayor parte de
las cargas, y hubo día en que no
pudieran hallar agua con que apagar la sed.
En seis jornadas, sin embargo, llegó al fin al pueblo de Ara, el 24 de
enero de 1564, y después de tomar posesión del lugar, exigió obediencia de los
caciques vecinos, y fijó allí su centro de operaciones. Envió enseguida comisiones en busca de
lavaderos y minas, y llevó a cabo la conquista por medios suaves y amistosos.
– A mediados de febrero se trasladó el
campamento a Cutcurú, en el valle del Duy, y tomó posesión de ese pueblo el día
17 del mismo enero. Los caciques
comarcanos llegaron enseguida a someterse, portando valiosos regalos de oro,
que fueron compensados con abalorios y objetos de Castilla. Después de catear los lavaderos que fueron
previamente repartidos, pasó la expedición a Quequexque y Taranta, cercanos a
la bahía del Almirante. De allí se
prosiguió la conquista de los pueblos vecinos a la costa Norte, y dando la
vuelta por los valles ribereños del
Matina, llegó a Tayutic, el 20 de abril.
De Tayutic siguió marchando hasta el pueblo de Atirro, que encontró en
plena rebelión, lo mismo que los de Turrialba y Ujarraz. En Corrosí, próximo ya al valle del Cuarco,
encontró cadáveres mutilados de españoles, que habían estado merodeando en las
milpas de los indios, y un poco más adelante los indios cayeron sobre su
retaguardia, aunque logró rechazarlos. - En un mal paso del valle mencionado,
se encontró con una emboscada; pero por fin llegó sin más novedad a Cartago, en
donde ya se le creía muerto, y se le recibió con alegría.
15o.
La ciudad de Cartago había
sido poblada con
los vecinos de la de Garci-Muñoz, que se trasladaron en el mes de marzo
de 1564. Su vida, sin embargo,
estuvo muy lejos
de ser tranquila
durante la ausencia del Alcalde
Mayor. - Los indios se fueron
sublevando, unos tras otros, por motivo de los frecuentes despojos de sus
cementeras, y la guerra se hizo general, con perjuicio del vecindario de
Cartago, en donde la carestía revistió mayores proporciones. Juan Vázquez había gastado en la conquista de
Costa Rica más de veinte mil pesos, fija su esperanza en los lavaderos de oro,
y no en los despojos de los indios, a los que siempre trató con suavidad. Agotados sus recursos, no le quedó más amparo
que la protección del Monarca; pero era preciso ir a solicitarla a la
Corte. Le ayudó el vecindario y
autoridades, y una vez en España hallo gracia ante Felipe II, quien le concedió
el título de Adelantado de Costa Rica, para él y sus descendientes, con un
salario de mil pesos, y le nombró además gobernador, con dos mil pesos de oro
de minas. Esto sucedió en el mes de
abril de 1565, y en mayo siguiente se confirmó la Cédula de 1545, en la que se
ponía a Costa Rica bajo la dependencia eclesiástica del Obispo de León. En octubre de 1565 salió de regreso Juan
Vázquez, muy satisfecho de las mercedes alcanzadas; pero naufragó de camino y
pereció, según se creé, el 22 del propio mes, entre San Lucas y Cádiz.
CUESTIONARIO
1. ¿Qué puso término a las gobernaciones de las
provincias y qué noticia sensacional llegó a Nicaragua en los primeros años del
establecimiento de la Audiencia? 2. ¿Con
quiénes se entendieron los hijos de Contreras, y qué se
proponían? 3. ¿Cómo llevaron a efecto sus proyectos, los hijos de Contreras, y
qué hicieron en León? 4. ¿Cuándo salieron de León los Contreras, a dónde se dirigieron, qué
hicieron de camino, y dónde y cómo terminaron? 5. ¿Cuándo fue nombrado Alcalde
Mayor de Nicaragua el Licenciado Caballón, y qué suceso notable hubo durante
su período? 6. ¿Quién sucedió
a Caballón, con qué título e
instrucciones en qué año y por cuánto tiempo? 7. ¿Cuándo y con qué títulos fue
nombrado el Licenciado Caballón, de quién se asoció y qué hizo inmediatamente
después? 8. ¿Qué hizo el Padre Estrada en
la villa del Castillo de Austria, qué le sucedió después, y cómo terminó
su expedición? 9. ¿Cuándo salió Caballón,
con cuánta gente,
por qué vía, a dónde llegó, que hizo, cómo terminó su misión y a quién
dejó encargado del Gobierno de Costa Rica? 10. ¿Cuándo fue nombrado
Juan Vázquez de Coronado, Alcalde Mayor de Nicaragua, por qué motivo y
cuáles fueron sus primeros actos? 11. ¿Quién fue el sucesor de Caballón en la Alcaldía Mayor de Costa
Rica, qué comisión llevó y cuándo y cómo la desempeñó? 12. ¿Cuándo llegó Vázquez
de Coronado a la villa de Garci-Muñoz, qué hizo después, y qué nueva
ciudad fundó? 13. ¿A su regreso a Nicaragua, qué fue lo que hizo Juan Vázquez,
cuándo salió para Costa Rica, qué le pasó en su viaje, y hasta dónde llegó? 14.
¿Cuál era el mayor empeño de Juan Vázquez, cómo lo realizó, y qué le pasó
después? 15. ¿Por qué se fue Juan Vázquez a España, qué logró del Rey, y cómo
terminó su vida?
C A P I T U L O X I V
ADMINISTRACION DEL PRESIDENTE LANDECHO
- - -
El Licenciado
Landecho toma posesión de la Presidencia–Restáurase la Audiencia–Landecho se
entiende con el Ayuntamiento y algunos otros funcionarios, para defraudar y
cometer arbitrariedades–Auméntanse los Corregidores, y perjuicios que
ocasionan–Reducción de los indios–La iglesia y su régimen - Separación eclesiástica de la provincia de
Verapaz–Fray Pedro Angulo es nombrado Obispo de la nueva diócesis–Sus
dificultades y muerte-Establecimiento de los gremios de artesanos– Importancia
de los ayuntamientos–Trabajos en favor y en contra de Landecho–Llegada del
Visitador Briseño–Juicio de residencia contra Landecho y los Oidores–Fuga del
primero, su naufragio y muerte–Castigo de los Oidores, y supresión de la
Audiencia–Muere el primer Obispo de Guatemala, y le sucede don Bernardino
Villalpando–Escandalosa conducta de este, su huida y muerte–Perjuicios de la
supresión de la Audiencia, y servicios que presta el Padre Las Casas – Su
muerte en España
.- - -
1o.
El Licenciado don Juan Núñez de
Landecho tomó posesión del cargo de Presidente de la Real Audiencia, en
Guatemala, el 2 de septiembre de 1559, y como Juez de Residencia se hizo
también cargo del Gobierno y Capitanía General del Reino, en defecto del Oidor
Ramírez de Quiñónez, que pasó a Lima con otro cargo. El nuevo Presidente, una vez terminado el
juicio de residencia de su antecesor, continuó desempeñando el cargo de
Gobernador y Capitán General, funciones que debía desempeñar la Audiencia,
mostrando así decidida tendencia
a arrogarse una autoridad absoluta, de la cual desgraciadamente hacía
mal uso. Para el mejor logro de sus propósitos se alió íntimamente con el Doctor Antonio Mejía, miembro de la
Audiencia, hostilizando y menospreciando a los otros individuos del tribunal; y
para disponer con libertad de los caudales públicos, logró ganarse y poner en
un todo de su parte a los oficiales reales, Antonio de Rosales y Juan de
Castañeda. De este modo podían todos
ellos disponer de los fondos en hermanable consorcio, y emplearlos en
especulaciones aventuradas, por mar y por tierra, con escándalo y disgusto de
los vecinos.
2o.
Por medio de Antonio Rosales, que formaba parte del
Ayuntamiento, desde el año de 1558, en calidad de Regidor perpetuo, pudo
ganarse también a la Corporación, a la que permitió recrecer los tributos que
pagaban los naturales, con lo cual acabó de decidirla a mostrarse favorable en
un todo al Presidente. No habían transcurrido
cuatro meses desde la llegada de este funcionario, y ya el Ayuntamiento dirigía al Rey una exposición,
en que después de elogiar a Landecho y de declarar que en el desempeño de su
cargo aventajaba a sus predecesores, pedía con instancia se concediese la
Gobernación al nuevo Presidente, providencia de que se esperaba, según decía,
el mejor gobierno de estas provincias.
Mientras venia la resolución del
Rey, Landecho ejercía una autoridad casi absoluta, cometiendo muchos
abusos. Admitía obsequios y regalos de
los litigantes, y en muchas ocasiones los recibía de ambas partes a la vez, principalmente cuando
se trataba de los indios, a quienes extorsionaba de todos modos, monstrándose
hostil, al mismo tiempo, a los Obispos del Reino y a los Frailes protectores de
la clase indígena. Por fin,
en 16 de septiembre de 1560, la Corona resolvió, de acuerdo con lo
pedido por el Ayuntamiento, nombrar al Licenciado Landecho para Gobernador del
Reino, y darle poder y facultad para que solo él tuviese la Gobernación, de la
misma manera y con la amplitud y las atribuciones del Virrey de Nueva España.
3o.
Desde la Administración del Presidente
Cerrato se establecieron en el Reino, los Corregidores, aunque en
pequeño número; pero durante la del Licenciado Landecho se aumentaron
considerablemente, y por Cédula de abril de 1559 se dejó a dichos funcionarios
la facultad de proveer los cargos de alguaciles en sus distritos, en lugar de
la Audiencia que lo hacía antes. Pero la
institución de los corregidores, que en su principio fue de verdadero provecho
a los naturales, se convirtió
en gravosa durante el Gobierno de Landecho, pues
siguiendo el ejemplo que él daba, los Corregidores oprimían a los indios, y los
extorsionaban con exacciones indebidas, seguros de la impunidad.
4o.
Veníase trabajando en el sentido de la reducción de los indios,
sacándolos de sus palenques, y estableciéndolos en poblaciones arregladas; pero
se cometía con ellos el atentado de despojarlos de sus tierras, que se
incorporaban a los bienes naturales, por el hecho simple de la reducción. La sociedad colonial se hallaba dividida en
explotadores, y en defensores de los naturales: los primeros, más numerosos y
pujantes, se componían del elemento español en general; y los otros, de unos
pocos frailes, y algunas contadas excepciones del elemento civil, los que
luchaban desesperadamente por librar a la raza india del maltrato y probable
exterminio que la amenazaba.- Los
misioneros cuidaban de que las
reducciones se hicieran con la menor
modestia posible para los indios,
dirigiéndolos en la construcción de sus casas, y enseñándoles con paternal
solicitud, a mantenerlas aseadas, y a cuidar de la limpieza de sus personas. A sus influencias se debió el que en febrero
de 1560, diese Felipe II una disposición, previniendo que a los indios
reducidos no se les quitaran las tierras y granjerías que tuviesen en los
sitios que dejaban.
5o.
El Altar y el Trono caminaban en admirable consorcio en las colonias
españolas. Las iglesias y los conventos
formaban la base de todas las ciudades, y los eclesiásticos y los peninsulares
formaban a su vez, las clases privilegiadas, que mantenían como en feudo a los
naturales del país, sobre quienes pesaban todas las cargas. El Reino de Guatemala se hallaba dividido en
provincias; con excepción de Costa Rica, todas tenían su iglesia-catedral, pues
el obispado de Guatemala comprendía también el territorio de El Salvador, y el
Obispo de Nicaragua ejercía, además, jurisdicción en Costa Rica. La
primera diócesis que se creó fue
la de Nicaragua, que data del año de 1532; la segunda, la de Guatemala, fue
establecida en 1534; la tercera, la de Chiapas, en 1538; la cuarta, la de Honduras, en 1539; y la quinta, la de
Verapaz, que solo duró ocho años, en 1569.
Pertenecía al clero el producto de los diezmos, que era de
consideración, y que constituía un noble tributo colonial, cuyo peso gravitaba
especialmente sobre la casta indígena.
6o. En
fines del año de 1559, resolvió la Corona, que la provincia de Verapaz fuera
separada del Obispado de Chiapas, a que pertenecía por entonces, y que tuvieses
Obispo. Por consejo de
Fray Bartolomé de Las Casas, fue
nombrado primer Obispo de la nueva diócesis, Fray Pedro de Angulo, varón que
gozaba de fama de piadoso y sabio, y que se había distinguido por su celo en
favor de los indios. Recibida en
Guatemala la Cédula de su nombramiento, en principios del año de 1560, hubo
empeño por frailes dominicos, en que el Padre no admitiera la mitra. Llegaron las cosas a
punto de que éste tuviera que
abandonar su convento, y trasladarse, en calidad de huésped, a la casa del
Presidente de la Audiencia. - Llenadas
las formalidades previas de vita
et moribus, y enviadas a Roma, aceptó el Padre Angulo el nombramiento, en 21 de abril de
1560; y pareciéndole que su residencia en la casa del Presidente no lo dejaba
en libertad necesaria para cumplir con las obligaciones de su estado, hubo de
trasladarse al convento de San Francisco.
Enardecidos con estos los ánimos de los frailes dominicos, y saliendo la
cuestión del recinto de los claustros, como sucedía regularmente en aquellos
tiempos, estuvo a punto de causar una seria conmoción en la ciudad. Para evitarla, determinó el Padre Angulo
volverse a México, a cuyo convento dominico pertenecía, y estando allá, recibió
despachos del consejo de Indias, en que se le prevenía fuese a hacerse cargo
del gobierno de su diócesis, mientras le llegaban las bulas y podía
consagrarse. Obedeció la orden, y volviendo
a Guatemala, organizó su casa Episcopal, con alguna ostentación; y siguió a
Verapaz, donde no le faltaron desagrados, porque continuó la oposición de los
dominicos establecidos en la provincia, que pretendían renunciase del
Obispado. Tuvo, además, el disgusto de
verse abandonado por los eclesiásticos que había llevado de Guatemala; y
acompañado de un solo capellán, estando en Salamá, en buena salud, murió
repentinamente, en principios del año de 1562.
7o.
La institución de los gremios de artesanos, establecida en España con el
objeto de proteger e impulsar las artes fue introducida en Guatemala poco
después de verificada la conquista. Los artesanos tenían sus alcaldes,
veedores, maestros, oficiales y examinadores propios; pero sucedió que
perteneciendo los que ejercían esos oficios, a la
clase de primeros pobladores, consideraron luego como mejor y más productivo
el tener indios de encomienda, que no el
continuar en las ocupaciones de sus respectivos oficios. Poco a poco fueron abandonándolas, hasta
llegar un día en que no hubo quien quisiera dedicarse a ellas. Para remediar este mal, que fue muy sensible
en aquel tiempo, se apeló al arbitrio de obligar a los artesanos a continuar en
sus oficios, conminándolos con la pérdida de sus encomiendas. Como tampoco se adelantó mucho con esa
providencia, se recurrió a la de procurar que los indígenas, los negros y los
mestizos aprendieran aquellas artes. De
esta manera se salvó la dificultad, y se
logró que aquellas clases sociales fueran tomando parte en el ejercicio de
profesiones útiles, para cuyo impulso y protección se estableció la institución
de los gremios, que había desaparecido.
En noviembre de 1560 se formaron las Ordenanzas de zapateros,
concurriendo al Cabildo los españoles, que eran ya pocos, y los indios, negros
y mestizos que ejercitaban el oficio.
Las diversas razas que formaban la población aparecían bajo el pie de la
más completa igualdad, sin otra excepción que la de no permitirse a los
esclavos ejercer el oficio de maestros; y no fue sino hasta algún tiempo
después que comenzaron a marcarse entre ellas las diferencias que estableció la
sociedad y que sancionaron y autorizaron las leyes.
8o. El Ayuntamiento de Guatemala era,
en aquel entonces, una corporación respetabilísima y muy influyente. Los ayuntamientos, en las ciudades de
españoles o blancos solo existieron, en los primeros años de la colonia, en
Guatemala, San Salvador, San Miguel, San Vicente, Sonsonate, Comayagua,
Tegucigalpa, Trujillo, Gracias León, Granada, Ciudad Real y otros centros. Los ayuntamientos tenían muchas facultades y
estaban organizados con arreglo a las peculiaridades de tiempo y lugar, de
aquella época. Las alcaldías de
dichos ayuntamientos, se otorgaban a sujetos nombrados anualmente por los vecinos;
pero los cargos de regidores, de los que hubo sencillos y dobles, no podían
concederse sino a los que los compraban en público remate; y el mejor postor,
que era el preferido, manteníase en el puesto hasta su muerte. – Era empleo muy
apetecido y se disputaban los sujetos acaudalados, no por el lucro, que nunca
llevó consigo, sino por la honra que proporcionaba. El Ayuntamiento de Guatemala, que como
dijimos al principio, hacía causa común con el Presidente Landecho, volvió a dirigirse al Rey, en el
mes de mayo de 1561, repitiendo sus elogios y recomendaciones, dando las
gracias al Soberano, porque le había encomendado a él solo la Gobernación del
Reino, y concluía indicando que el salario que tenía el Presidente era poco,
pues las cosas que venían de España, se vendían caras, y para vivir con el
honor y limpieza que requería su alta posición debía aumentársele. En esta segunda exposición volvía a proponer
el Ayuntamiento, la fundación en Guatemala de un monasterio, donde pudieran
recogerse las hijas de los conquistadores y antiguos pobladores pobres, y que
dotara el establecimiento con la renta necesaria. Insistía
con urgencia de que hiciera
merced a la ciudad, de algunos recursos; instaba porque se trasladara el
comercio de España con el Perú, a Puerto Caballos; e insinuaba la conveniencia
de la perpetuidad de las encomiendas, pidiendo que mientras se resolvía este
punto, se prorrogasen al menos por dos vidas más. Cuatro días después los individuos del
Ayuntamiento dieron poder a dos vecinos de la ciudad, a que fueran a la Corte,
y presentaran al Rey el Memorial del Cabildo, e instaran verbalmente por el
buen despacho de las solicitudes que hacía; pero parece que los comisionados, que diferían en
opinión en lo tocante a Landecho, trabajaron en España en su contra. Entendió el Cabildo lo que pasaba, y con
fecha 26 de enero de 1562, escribió de nuevo al Rey protestando contra
cualquier informe en contrario que hubiesen dado sus procuradores,
reproduciendo sus elogios a Landecho, y reiterando sus anteriores solicitudes. Un año después, sin embargo, volvió el
Ayuntamiento a dirigirse al Rey, omitiendo hacer mención de Landecho, y
suplicando que se diera crédito a cuanto dijeran y expusieran de su parte los
procuradores que tenían en la Corte. Es
de presumirse que terminada la buena
inteligencia con el Presidente, viniera el Cabildo a denunciar también su mala
administración del Gobierno del Reino.
9o.
La noticia de los irregulares procedimientos de Landecho, y de los
miembros de la Audiencia de Guatemala,
llegó al fin a oídos del Rey, quien para poner remedio a los abusos de aquellos
funcionarios, expidió el 30 de mayo de 1563, una Cédula, en que nombraba al
Licenciado Francisco Briseño para que pasase a tomar residencia al Presidente,
Oidores, Fiscal y Escribanos. La ejecución
de esta providencia se demoró más de un año, por falta de buques que vinieran
de España a los puertos de este Reino, y mientras tanto continuó el mal
gobierno de Guatemala, secundándolo la Audiencia. Por fin llegó a Guatemala el Visitador, el 2 de agosto de 1564, anunciando su llegada
desde el pueblo de Etapa, a donde arribó de incógnito. No quiso la
Audiencia salir a recibirlo, y después de algunas contestaciones, entró
acompañado por el Ayuntamiento, que salió a su encuentro en cuerpo para significar
con aquella demostración especial su satisfacción por la llegada del Juez
Visitador, y hacer un acto de agasajo que contrastara con la frialdad y
descortesía de la Audiencia. Briseño,
después de haber servido corregimientos en España, y ocupado una plaza de Oidor
en Santa Fe de Bogotá, se había hecho eclesiástico, y recibido órdenes
mayores. Desde su llegada abrió el juicio de residencia contra
el Presidente e individuos de la Real Audiencia. Supo Landecho que el juicio presentaba mal
aspecto para él, y aun se le dijo que el
Visitador trataba de arrestarlo e imponerle una multa de 30 mil pesos, para
indemnizar con esa suma daños que él había ocasionado a la hacienda pública, y
a individuos particulares, por lo cual tomó el partido de fingirse enfermo,
para no dejarse ver de nadie, y con todo sigilo comenzó a preparar postas para
irse a la Costa del Norte. Hízolo así,
saliendo de la ciudad disfrazado, y caminando con mucha diligencia, llegó
pronto al embarcadero, donde no encontró más que un pequeño bote, que se
decidió a tomar, temeroso de que lo persiguieran. Por desgracia suya, sobrevino un gran
temporal, y naufragó, sin que jamás volviera a saberse de él.
10o.
Sabiendo Briseño que Landecho
había dejado caudal considerable en la ciudad, en poder de algunos
particulares, hizo publicar censuras eclesiásticas contra los que teniendo
aquellos fondos, no los presentaran; y con este apremio, muy eficaz en aquellos
tiempos, logró que entregaran los dineros con los cuales, se hicieron
reintegros a los damnificados y al tesoro real.
Los Oidores, cuyos delitos se consideraron menos graves, fueron, con
excepción de uno solo, despojados de sus empleos, y multados, desde tres hasta
nueve mil pesos, según la menor o mayor responsabilidad que les encontró. Después, en 19 de noviembre del mismo año,
hizo el Visitador la publicación de la Cédula real que disponía la traslación
de la Audiencia de los Confines a Panamá, y el Doctor Baros, único Oidor que no
fue depuesto, fue el encargado de conducir a aquella ciudad el Sello real. Tal providencia fue un verdadero castigo para
los pueblos de Centroamérica, a los que se obligaba a ir a buscar justicia a
tierras lejanas, de las que los separaban enormes distancias. Quedaban sujetas desde aquel día las
provincias de Honduras y Nicaragua a la Audiencia de Panamá; y a la de México,
las de Guatemala, Chiapas, Soconusco y Verapaz.
11o.
Suprimida la Audiencia, quedó el Licenciado Briseño con el empleo de
gobernador y Capitán General únicamente; y aunque el Rey nombró en mayo de 1564
a Juan Bustos de Villegas, para estos destinos, murió antes de llegar, por lo
que continuó Briseño con el mando. La
silla episcopal de Guatemala, vacante desde el 18 de abril de 1563, por muerte
de su primer Obispo, el Licenciado don Francisco Marroquín, fue nuevamente
ocupada por don Bernardino Villapando, Obispo de Santiago de Cuba, nombrado
para sucesor de Marroquín. Vino a tomar
posesión el año de 1565, rodeado de numeroso acompañamiento de clérigos,
seglares y hasta mujeres españolas, con sus criadas y gran tren que
traían. Desde su llegada mostró el nuevo
Prelado su propensión a recibir obsequios, y no visitó sino a aquellos que le
regalaron, portándose con los demás, desabrido y nada cortés. Y no solo había que halagarlo a él mismo,
sino que también se hacía preciso agasajar y obsequiar a un sobrino seglar, que
tenía, muy entrometido y muy mimado del tío.
Dícese que el Obispo era de
carácter terco, y muy apagado de sus opiniones, y que lo primero que hizo fue
secularizar las doctrinas de los pueblos de indígenas o sea quitar los curatos
a los frailes, y encomendarlos a clérigos seglares, siendo estos en su mayor
parte portugueses y genoveses, procedentes del Perú, de escasa instrucción, y
de no muy recomendable conducta.
Fundábase para tal medida en ciertas disposiciones del Concilio de
Trento, que él interpretaba a su manera; y como los clérigos eran pocos, tuvo
que echar mano de los prebendados de su propia iglesia, y ocuparlos en el
servicio de sus parroquias. El Tesorero,
el Chantre y dos Canónigos fueron nombrados curas, y les dio colación sin
consentimiento ni noticia del Gobernador, en quien residía el vice patronato
real. En vista de procedimiento tal
irregular, le mandó Briseño un requerimiento judicial, para que hiciese la
presentación de los curas en debida forma, a efecto de elegir él, en nombre del
Rey, a los que considerara más dignos.
Esto irritó al Obispo, que no solo se negó a obedecer, sino que se
desató en improperios e insultos contra el gobernador, quien se quejó de todo
al Rey, así como también del incidente
escandaloso de haber el Obispo declarado nulo el matrimonio, que él mismo había
oficiado, de una joven que trajo de España, por la que mostraba más deferencia
de la que era regular, y a quien casó con uno de sus familiares. Quejose de igual manera el gobernador, de que
el Prelado se había permitido
celebrar un Sínodo sin previo permiso de la autoridad real, hollando los
derechos del patronato. Felipe II
ocurrió al Papa, Pío V, quien expidió dos breves, con fecha 24 de marzo y 17 de
julio de 1567, en las cuales prevenía, expresamente, que pudieran los regulares
ejercer el oficio de párrocos, como antes de la publicación del Concilio. Remitió el Rey aquellas disposiciones
pontificias, previniendo su puntual observancia, y que no se diese colación de
los curatos a los clérigos, sin que fuese previamente presentados al
vice-patronato real. Con las cédulas que
contenían estas disposiciones, venía otra, muy agria y destemplada, en la que
se hacían los cargos más graves al Obispo.
Briseño hizo publicar los breves y las cédulas por voz de pregonero, lo
que fue un golpe mortal para el Prelado. -
Lleno de enojo y pesadumbre salió de la ciudad con pretexto de ir a
visitar la provincia de Cuscatlán; a grandes jornadas llegó a Santa Ana, y
encerrándose en un cuarto por la noche, no quiso tomar alimento alguno. Al día siguiente lo encontraron muerto en su
cama, frío y rígido el cadáver, lo que hizo suponer que había dejado de existir
a poco de haberse acostado.
12o.
La traslación de la Audiencia a Panamá comenzó a producir muy pronto los
inconvenientes que de tan inconsulta medida debía esperarse. Los de Guatemala tenían que caminar de
cuatrocientas a setecientas leguas para sustanciar sus apelaciones, los de
Nicaragua tenían que caminar otro tanto para ir a Panamá. En tan apurado trance los dominicos de
Guatemala se acordaron de Fray Bartolomé de Las Casas, y le escribieron en
nombre del pueblo, para que interpusiera su valimiento en la Corte, y se
atendiera una solicitud del Cabildo de Guatemala, en que se pedía el
restablecimiento de la Audiencia.
El Padre Las
Casas contaba entonces noventa y
dos años de edad, y se había retirado de Toledo, a procurarse los cuidados que
demandaba su avanzada edad; pero tan pronto como recibió la carta de Guatemala
no queriendo fiar a otro el desempeño del encargo, hizo viaje expreso a Madrid,
y gestionó activamente ante la Corte, hasta obtener la promesa de que se
restableciera la Audiencia. Fue el
último servicio que aquel anciano generoso pudo prestar a las colonias. La muerte lo sorprendió en Madrid, a fines
de junio de 1566. Antes de morir pidió
que lo sepultasen pobremente; pero todo Madrid asistió a sus exequias, y en su
tumba recibió del pueblo español el homenaje respetuoso que merecían sus
virtudes.
CUESTIONARIO
1. ¿Cuándo tomó posesión de la Presidencia el
Licenciado Landecho, y cuáles fueron sus
primeros actos y manejos? 2. ¿Cómo se entendió Landecho con el Ayuntamiento,
qué pidió éste al Rey y cuál era la
conducta administrativa del Presidente? 3. ¿Cuándo se establecieron los
corregidores, quién los aumentó y qué resultados dieron en tiempo de Landecho? 4. ¿Cómo se redujeron
los indios, y quiénes defendían o atacaban a éstos? 5. ¿Cómo se hallaba
el poder eclesiástico en las colonias, y cómo estaba organizado en
Centro América? 6. ¿Cuándo se creó la diócesis eclesiástica de la Verapaz, quién
fue su primer Obispo, y qué fin tuvo éste? 7. ¿Cuándo y por qué se establecieron gremios de artesanos en Guatemala,
y cómo se constituyeron? 8. ¿Cómo se organizaban los Ayuntamientos, cuál era su
importancia, y quiénes eran sus regidores perpetuos? 9. ¿Qué hacía el
Ayuntamiento de Guatemala en 1561? 10.
¿Por qué llegó a Guatemala, el Visitador Briseño, cuándo verificó su entrada,
qué fue lo que hizo, y cómo terminó el Presidente Landecho? 11. ¿Cuál fue el
castigo de Landecho y los Oidores, y qué providencia se dictó contra la
Audiencia de Guatemala? 12. ¿Quién quedó con el Gobierno del Reino a la muerte
de Landecho en qué fecha murió el primer Obispo de Guatemala, quién le sucedió, cómo se portó, y de qué manera acabó
su sucesor? 13. ¿Qué resultados produjo la traslación de la Audiencia a otros
lugares, qué intervención tomó el Padre Las Casas, y cuándo murió éste?
CAPITULO XV
ADMINISTRACION DE LOS PRESIDENTES
GONZALEZ Y VILLALOBOS
(1568-1578)
- - -
Restablecimiento de la Audiencia de Guatemala - Sus primeros
trabajos-El Ayuntamiento felicita al Rey, y solicita la introducción de
negros-Las encomiendas de indios se reparten a los cortesanos de España - El
Juzgado de Provincia - Residencia que se tomó al Licenciado Briseño - Aparecen
los primeros corsarios ingleses -Medidas que se toman contra ellos - Es
nombrado Presidente de la Audiencia el Licenciado Villalobos - Toma éste
residencia al Licenciado González - Administración benéfica de Villalobos - Sus
dificultades en el asunto de los corregidores - Malas cosechas, y calamidades
públicas que sobrevienen - Impuestos recrecidos del gobierno español - Cobros
indebidos de alcabala por el tráfico interior - Término de la Administración
del Dr. Villalobos - Le sucede el Licenciado Valverde.
- - -
1o.
A pesar del ofrecimiento hecho al Padre Las casas por la Corona, de
restablecer la Audiencia, fueron necesarios dos años más, y muchas otras
exposiciones del Cabildo de Guatemala, para que se llevara a efecto el
restablecimiento de aquel tribunal en Centroamérica. No fue hasta mediados de 1568, que dictó la
Real disposición del caso, en la que al mismo tiempo se nombra para Presidente,
al Oidor de la Chancillería de Granada, en España, Doctor don Antonio González;
para Oidores a los Licenciados Jofre de Loaiza y Valdés de Cárcamo; y para
Fiscal a Cristóbal de Argueta. El
Gobierno del Reino se dio exclusivamente al Doctor González, sin participación
alguna de la Audiencia, y tal como lo tenían los Virreyes de Nueva España;
facultándosele, además, para distribuir las encomiendas y oficios, sin la
intervención de los Oidores como se acostumbraba antes. El día 5 de enero de 1570 llegaron a
Guatemala el Presidente, Oidores y Fiscal nombrados, trayendo el sello Real,
símbolo de la Autoridad Soberana.
La alegría y el contento que
experimentaron los habitantes de la capital y los de las provincias del reino
se manifestaron de modo extraordinario.
Se abrió la Audiencia el día 3 de
marzo siguiente, y dio principio a sus trabajos, dirigiendo oficios a las
Audiencias de Nueva España y Tierra Firme (México y Panamá) para que le
remitiesen todos los expedientes que perteneciesen a estas provincias, y a la
de Soconusco, que por Cédula de 25 de enero de 1569 había sido segregada del Virreinato
de Nueva España, para devolvérsela al Reino de Guatemala.
2o.
El 12 de marzo del propio año, escribió al Rey el Ayuntamiento, dándole noticia de la
llegada de la Audiencia, y del júbilo que había causado aquel suceso en todo el
país. De paso solicitaba que se le
enviaran mil negros esclavos, ofreciendo pagar a razón de ciento veinte ducados
por pieza. Aunque la importación de esta
clase de trabajadores estaba prohibida por Cédulas anteriores, se habían
introducido algunos, y como se ve, se pedía al Rey mismo que la
permitiera. La reacción favorable a los
indios llegaba a ser ya exagerada, y por lo mismo perjudicial. No había facultad para obligarlos a ningún
género de trabajo, ni propio ni ajeno, y con esto se limitaban a
las cortas faenas indispensables para proporcionarse un miserable
sustento. El país, pues, carecía de
brazos para su desarrollo agrícola y minero, y pedía negros para salvar la
situación. El Rey no atendió a la
solicitud.
3o.
Las encomiendas de indios, creadas en favor de los conquistadores y
viejos pobladores de las colonias, como premio de sus esfuerzos, fueron por
este tiempo objeto de lucro y de favor cortesanos. - Venían frecuentemente
personas de España con Reales Cédulas, obtenidas por empeños e intrigas, para que
se les encomendasen indios que vacaran, o se les proporcionaran otros
aprovechamientos. Esto, como es natural,
molestaba a los antiguos conquistadores y primeros pobladores, cada uno de los
cuales veía a su lado un individuo, del todo extraño a la colonia, que
aguardaba y probablemente deseaba su muerte, para ocupar la encomienda que
dejaría vacante. Quejose de ello al Rey
el Ayuntamiento, como también de que se prefiriese para estos beneficios a
personas que nada habían hecho por la conquista y colonización del país. Con efecto, el conocido Bernal Díaz del
Castillo, que había militado a las órdenes de
Hernán Cortés, junto con otros pocos veteranos, sus compañeros,
enfermos, cargados de familia y pobres, pasaban la vida con muchos trabajos y
miserias, deplorando la liberalidad del Gobierno Español con sus cortesanos y
su indiferencia e ingratitud con los que se habían sacrificado sirviéndole en
América.
4o.
A poco de instalada la nueva Audiencia, se dio principio al
establecimiento de un juzgado de provincia.
Uno de los Oidores se constituía en la plaza pública, dos veces por
semana, y allí, protribunali, oía
demandas y pronunciaba fallos de que podía apelarse a la Audiencia. El Ayuntamiento, celoso siempre de sus
prerrogativas, vio en aquella novedad un ataque a la jurisdicción de sus
alcaldes ordinarios, encargados de administrar justicia en primera instancia, y
reclamó, contra ella, alegando que la cortedad del vecindario la hacía
innecesaria. Como la disposición había
emanado de la Audiencia, con el fin laudable de facilitar la administración
pública, y no del Soberano, hubo de suprimirse por entonces aquel ensayo de
juzgado de provincia, para establecerlo más tarde formalmente.
5o.
El doctor González traía, como todos los Presidentes, la comisión de
tomar residencia a su antecesor, el Licenciado Briseño, quién la rindió muy
satisfactoria, con excepción de un punto, que el juez resolvió dejar a la
decisión del Rey.- Fue este el de haber
dispuesto de algunas encomiendas en favor de nietos de los poseedores, lo cual
no era permitido.
6o.
En principios de enero de 1572, el Presidente González llamó a algunos
individuos del Ayuntamiento, y les dio noticia de que habían llegado a Puerto
Caballos, tres navíos franceses, y una chalupa, con corsarios luteranos, que
venían a robar y desolar el país. Se
reunió el Cabildo, y acordó decir al
Presidente, que estaban prontos los concejales a acudir a la defensa con
sus armas y caballos; pero que se debía nombrar a un Oidor, que se pusiera al
frente de la expedición, y designar al individuo del mismo Ayuntamiento que
debiera hacer las funciones de Alférez Real.
El Presidente no se mostró
dispuesto a seguir aquellas indicaciones, ni tampoco hubo necesidad de
la expedición, porque los corsarios no intentaron saltar a tierra. Cuando esto ocurría, su supo en la ciudad que
estaba nombrado un nuevo Presidente, lo cual fue de mucha satisfacción
para el Ayuntamiento y principales vecinos, que no perdonaban al Doctor
González el haber resuelto en sentido desfavorable algunas pretensiones
anteriores de la Corporación. Acordaron
hacer al sucesor un recibimiento solemne, y comenzaron a disponer las fiestas
con intención tal vez de molestar con aquellos preparativos al Presidente
González, que los presenciaba.
7o. El 7 de enero de 1573 hizo su entrada
pública en Guatemala el Doctor don Pedro de Villalobos, que de Oidor de la
Chancillería de México había sido promovido a la Presidencia de la de
Guatemala. Las fiestas con que se
celebró su llegada fueron muy lucidas,
pues el Ayuntamiento no tuvo escrúpulo de gastar en aquellos regocijos,
sus escasas rentas, lo cual desagradó al Rey, y dio motivo a que, más tarde, se
expidiera una Cédula prohibiendo severamente emplear los fondos de propios en
recibimientos de Presidentes, Obispos, Oidores, etc. El Doctor Villalobos tomó residencia a
González, que la rindió muy satisfactoria.
8o.
Uno de los asuntos a que prestó su atención el Presidente Villalobos,
desde los primeros días de su Gobierno fue la reparación de caminos, y
construcción de puentes, en los ríos que dificultaban el tráfico entre las
provincias del Reino. Faltando recursos
para estas obras, se estableció un impuesto de dos reales sobre cada botija de
vino que se importase para el consumo del país -. El impuesto apenas produjo setecientos pesos,
por lo cual hubo de aumentarse más tarde.
El famoso Puente de los Esclavos
fue principiado en el mes de noviembre del propio año. Tocole también al Doctor Villalobos continuar el
establecimiento de Corregidores, principiado en tiempos del Presidente Cerrato;
pero en las ciudades poco numerosas, y en los pueblos que estaban bajo su
jurisdicción, lo resistían los Ayuntamientos, porque aquellos funcionarios
coartaban la autoridad de los Alcaldes ordinarios. En el año de 1575 se nombraron Corregidores
para San Miguel y Zacatecoluca, y oponiéndose el Ayuntamiento de San Salvador,
escribió al de Guatemala, interesándolo para que apoyara su reclamo.
9o.
Durante la Administración del Doctor Villalobos, experimentó el país
algunas calamidades, hubo malas cosechas, y escasearon los granos; pero en
cambio los ganados se habían multiplicado admirablemente, y la carne abundaba
tanto, que en Guatemala se vendían 28 libras por un real. Los limones, naranjas, cidras, granadas,
higos y otras frutas, importadas de Castilla, lo mismo que la caña de azúcar,
se daban muy bien; y en cuanto a las uvas, se cogían en Honduras dos cosechas
en el año. Hubo también por aquel
tiempo, fuertes temblores de tierra, que
causaron daños de consideración en los edificios de la capital, y arruinaron
completamente la ciudad de San Salvador.
La situación, en lo general, era pésima, y con el objeto de mejorarla,
solicitó el Ayuntamiento permiso para establecer el comercio con la China, el cual
fue negado. Quejose entonces el
Ayuntamiento del gravamen impuesto a la salida del cacao, que era el único
producto de valor que tenía el Reino, lo mismo que del quinto, que además del
diezmo, cobraban los oficiales reales sobre la
plata. El Presidente, queriendo
favorecer la explotación de las minas, en las que fundaba el país sus
esperanzas, dispuso sobre la plata; dando fianza los mineros, de reponer la
cantidad, en caso de que el Rey no aprobase la disposición. También se quejó vanamente el Cabildo de la
exacción por la Bula de la Santa Cruzada, que se había establecido, desde dos
pesos hasta dos reales según la categoría de la persona a quien se le
aplicaba. Comenzaba en aquellos tiempos
la serie de impuestos con que el Gobierno español mantuvo abrumada a las
colonias, y que fueron más tarde una de las causas más poderosas, de la
insurrección e independencia de éstas.
10o.
Una de las condiciones de los convenios, que hacían con el Rey los
conquistadores y primeros pobladores que venían a estas tierras, era que
estarían exentos de todo pago de alcabala en su tráfico interior, y de todo
almojarifazgo sobre sus mercaderías. En
los primeros años, y mientras no estaban
bien establecidas las colonias, se observó religiosamente aquella estipulación;
pero después, cuando se consideró que las cosas estaban ya bien asentadas, se
estableció primero un derecho de almojarifazgo sobre los artículos que se
enviaban de unas provincias a otras, contra lo cual reclamó también en vano el
Ayuntamiento. Subsiguientemente, no fue
ya esto solo, sino que también se impuso una alcabala de dos y medio por
ciento, en España, a los efectos que de allá vinieran para las Indias, y un
cinco por ciento adicional, que debía pagarse aquí a su entrada. Por último, se duplicaron ambos impuestos sin
perjuicio de que, en el año de 1576, se mandó establecer el de la alcabala
interior, con que debían contribuir estos Reinos a los gastos generales de la
Monarquía.
11o.
El Presidente Villalobos iba a ser reemplazado, pues desde el 13 de
abril de 1577 se había nombrado para que le subrogara al Licenciado García de
Valverde, que presidía la Audiencia de Quito.
Su conducta administrativa había sido buena, y el Cabildo se dirigió
espontáneamente al Rey, elogiando a
Villalobos, especialmente por su empeño en abrir nuevos caminos, reparar los
existentes, y construir buenos puente; pero no fue sino hasta en febrero de
1578, que hizo entrega de la Presidencia el Doctor Villalobos, como lo veremos
adelante.
CUESTIONARIO
1. ¿Cuándo se
restableció la Audiencia de Guatemala, quiénes la componían y cuáles fueron sus
primeros trabajos? 2. ¿Cuál fue la
actitud del Ayuntamiento de Guatemala y qué solicitó del Rey en aquella
ocasión? 3. ¿Qué pasaba en aquel tiempo con el repartimiento de encomiendas? 4.
¿Cuándo se estableció el Juzgado de
Provincia, en qué consistía éste, y cómo terminó? 5. ¿Quién tomó residencia al Doctor González y cómo la
dio éste? 6. ¿Cuándo aparecieron los
primeros corsarios en nuestras costas, a qué nación pertenecían, y que medidas
tomaron las autoridades del Reino? 7. ¿Cuándo llegó a Guatemala el Doctor
Villalobos, cómo le recibió el Ayuntamiento,
qué impresión hizo al Rey el gasto que hubo, y cuáles fueron los
primeros actos del nuevo Gobernador? 8. ¿Cuál fue el rasgo distintivo de la Administración del
Doctor Villalobos? 9. ¿Qué calamidades naturales hubo en el país durante el nuevo gobierno, y cuál era el
estado de los productos en la colonia?
10. ¿Qué impuestos se establecieron? 11. ¿Qué impuestos onerosos se cobraron enseguida? 12.
¿Quién fue nombrado para sustituir al
Doctor Villalobos en el Gobierno de Guatemala, y cuando llegó?
CAPITULO XVI
ADMINISTRACION DEL PRESIDENTE VALVERDE
1578-1589
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Toma
posesión el nuevo
Presidente-Desagrados ocurridos en el seno de la Audiencia-Los piratas saquean
a Trujillo.
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1o.
El Licenciado García de Valverde tomó posesión de la Presidencia,
Gobernación y Capitanía general del Reino, en el mes de noviembre de 1578. En los días de su llegada ocurrieron serios desagrados
entre los individuos de la Real Audiencia, y su Fiscal Eugenio Salazar. Estos desagrados llamaron su atención por un
momento, pero otro asunto de mayor gravedad, del que tuvo conocimiento
enseguida, hubo de preocuparle mucho más.
Llegó noticia de que un corsario inglés, llamado Guillermo Parker,
después de haber asaltado y robado la
isla Española, o Santo Domingo, se había dejado ver por las costas de Honduras,
amenazando las poblaciones del litoral, y con el intento, al parecer, de atacar
y pillar la flotilla que estaba para llegar de España con mercaderías para el
consumo de estas provincias. Alarmado el
Ayuntamiento, solicitó de la Audiencia que suspendiera los efectos de un
acuerdo por el cual llamaba al Gobernador de Honduras, con motivo de ciertos
pleitos, pues se hacía indispensable que estuviese en su provincia, desde que
se hallaba amenazada. Ni el Presidente,
ni la Audiencia, quisieron atender a la solicitud del Municipio, y no habiendo
quien proveyera a la defensa de las costas, los piratas tomaron y saquearon la
ciudad de Trujillo.
2o.
Tres meses después de haberse verificado la invasión de Parker en Trujillo, amenazó otra nueva, también de
piratas, mucho más seria, por las costas del Sur. Francisco Drake, hijo de un pobre marinero
del Devonshire, nacido en la cala de un navío, y marino desde su infancia,
estaba destinado a ser el más célebre de los de su tiempo, y a traer el
pabellón inglés al océano Pacífico en que era hasta allí desconocido. Después
de haber asaltado y saqueado
algunas poblaciones españolas de la costa del Darien, se abocó con la Reina
Isabel de Inglaterra, y fácilmente pudo hacer entrar en sus planes a aquella
Soberana, quien le proporcionó cinco buques, con los cuales se atrevió a seguir
la ruta marcada por el célebre Magallanes.
Tomó y saqueó Drake las poblaciones indefensas de Chile y el Perú,
situadas en la costa del Pacífico, así como también algunos navíos españoles
que venían a Panamá con metálico y mercaderías, y enseguida avanzó hasta las
playas del reino de Guatemala. El Presidente, la Audiencia, el Ayuntamiento, y
los vecinos principales de la ciudad, dieron en aquellas circunstancias pruebas
de patriotismo, de actividad y de energía muy recomendables. El país estaba desprevenido, y no había buques, ni
armas, ni municiones, ni siquiera un cuerpo de milicianos de que pudiera
echarse mano para la defensa; pero todo se proveyó en el menor tiempo posible. Pudieron conseguirse tres navíos y una lancha
pertenecientes a unos mercaderes, y aunque con gran trabajo, se fundieron cinco
piezas de artillería, grandes y de bronce. -
Se envió a México por otros cañones pequeños, y por esmeriles, mosquetes
y pólvora, organizándose rápidamente doscientos soldados, que se embarcaron al
mando de don Diego de Herrera, quien había venido de España 15 años antes, con
el empleo de Gobernador de Honduras.
Salió Herrera en busca del enemigo, navegando por más de 300 leguas,
hasta el puerto de Acapulco, sin dar con él; y encontrando un navío que venía
de la China, fue informado de que no estaban los ingleses por aquellas
costas. Con esta noticia, y a causa de
enfermedad de muchos de los expedicionarios, el jefe determinó que la
expedición regresara. El Presidente
Valverde tuvo a mal que no hubiese continuado hasta la Ensenada de California,
en donde suponía deberían hallarse los ingleses, y mandó poner preso y procesar
a don Diego de Herrera, que permaneció en la prisión durante algunos años. Las dificultades de todo género que el
Presidente Valverde tuvo que vencer para
organizar y equipar aquella expedición, pueden fácilmente imaginarse. El haberlas superado, y haber mandado buscar
al enemigo, acaudillado nada menos que por el primer marino del siglo, que
traía a sus órdenes cinco navíos de la Armada Real británica, son cosas que
honran a aquel funcionario, y a los que secundaron su empresa.
3o.
Hiciéronse por aquel tiempo importantes descubrimientos de ricos
minerales de plata en la provincia de
Honduras, sobre lo cual escribieron al Rey tanto la Audiencia como el
Ayuntamiento, pues los dueños de esas minas habían ocurrido representando la
necesidad que tenían de brazos y de azogues para llevar adelante la explotación
de tan importantes fuentes de riqueza.
En los primeros años de la
colonización española, el beneficio de los metales preciosos se hacía por el
fuego. Más tarde, comenzó a emplearse el
azogue, que se traía de España, de las
minas de Almadén; pero lo que venía era poco y caro; hasta que descubiertos en
el Perú, el año de 1556, minerales de ese metal, se trajo el azogue a Honduras,
donde se vendía a razón de sesenta ducados, o sean ciento treinta y siete
pesos, cuatro reales el quintal.
4o.
Cumplidos los seis años por los
cuales había concedido el Rey que se pagara el diezmo sin el quinto adicional
del oro y la plata que se fundiesen en el país, solicitó el Presidente la
gracia de que se prorrogasen por el tiempo que el mismo Rey lo dispusiese, para
que así se animasen los dueños de minas a seguir su explotación. Se otorgó la concesión por otros diez años.
5o.
Los españoles establecidos en el país no dejaban de solicitar,
apremiados por la necesidad, repartimientos de indios para los trabajos de
agricultura. No pudiendo negarse de una
manera absoluta a tales demandas, y queriendo siempre evitar la repetición de
los abusos de que habían sido víctimas los naturales, hizo el Rey la
clasificación de trabajos en más y menos urgentes. Consideraba la siembra de granos y la crianza
de ganados como indispensables, y permitía que pudiera emplearse en ellos a los
indios. Calificaba de menos urgente el cultivo de las viñas y
olivares, y el del jiquelite12 de que se extraía la tinta añil. Este cultivo, de origen indio, lo explotaban
con éxito los españoles, desde algunos años antes de 1581. Autorizados el Presidente y la Audiencia para ocupar a los
indígenas en las faenas agrícolas más necesarias, discurrieron la creación de
unos funcionarios especiales, a quienes dieron nombre de jueces de milpas, que
recorrían los pueblos, y obligaban a los indios a hacer plantaciones, no solo
de maíz, sino también de trigo, cacao y otros artículos. Esta institución fue origen de nuevas
vejaciones para los indígenas, por lo cual la suprimió el Rey, en Cédula de 8
de junio de 1581.
6o.
En el año de 1582 se tuvo aviso en Nicaragua de que se habían visto en
la costa del Sur, diez navíos grandes, de corsarios que amenazaban el
país. El Teniente de gobernador y
Capitán General de la Provincia,
Silvestre de Espina, resolvió defenderla, e hizo muchos aprestos, organizando
fuerzas de españoles e indios, con las cuales acudió al Realejo a reguardar el
puerto y un galeón real que estaba construyéndose; pero no hubo necesidad de
nada, porque el enemigo no se presentó.
7o.
Desde que España prohibió la entrada a los extranjeros
a las colonia, se organizaron con frecuencia expediciones piráticas, en las
Antillas, por aventureros de todas las naciones, y de la peor ralea, que se
dirigían sobre los puntos más ricos y reputados de las colonias, los asaltaban
a viva fuerza, saqueándolos y cometiendo en ellos toda clase de abusos y
depredaciones. En 1570 se vio el Reino
obligado a mantener su comercio exterior solamente por el mar del Sur, porque
los piratas no dejaban entrar ni salir nada por el del Norte, con excepción de
Veracruz y Cartagena de Indias, de donde los navíos mercantes salían
custodiados por buques de guerra. Las
provincias del Reino ocurrían a esos puertos distantes, para proveerse de los
artículos que necesitaban, y que traía la flota que venía de España. La provincia de Nicaragua despachaba sus
embarcaciones desde la ciudad de Granada, por la vía del Lago, y llegaban hasta
la parte baja del río San Juan, de donde mandaban botes a reconocer la boca, y
a tomar noticias: si estas eran favorables, continuaban hasta Cartagena, y allí
hacían sus compras con las cuales regresaban, tomando muchas precauciones, que
a las veces no les servían para evitarse de terribles sorpresas. Al resto de Centroamérica le había quedado únicamente la comunicación por el mar del
Sur, valiéndose de Panamá, a donde ocurrían frecuentemente por géneros
desembarcados en Cartagena; pero en 1579, Drake, como hemos visto, infestó
también el Pacífico, con expediciones piráticas, y entonces las dificultades
fueron supremas para las pobres colonias que tenían que ocurrir por tierra a
inmensas distancias. Sin embargo, se
mitigó un poco la necesidad, con dos o tres navíos que se mandaron cada año de
España a los puertos de Honduras, haciendo la mayor parte del camino en
conserva con la flota destinada a Veracruz.
Traían esos buques los diferentes artículos que necesitaban las
colonias, y a su regreso llevaban oro, plata, añil, cueros, zarzaparrilla, cañafístula
y otros productos americanos. Pero
también había años, como el de 1582, en que no llegaba un solo navío de España:
y entonces había necesidad de hacer venir los efectos con gran costo y pérdida
de tiempo, de México y del Reino de
Tierra Firme.
8o. El fundo, llamado de comunidad, se hallaba
establecido desde muchos años atrás en los pueblos indígenas, y consistía al
principio, en real y medio que daba al año cada individuo, para los gastos
comunes. Después se mandó que, en vez de esa cuota, labrara
cada indio diez brazas de tierra, al año, para maíz, lo que equivalía a que
diera cada uno media fanega de aquel grano y en cuanto al tributo, se mandó, en
mayo de 1585, aumentar la cuota que pagaban los indígenas, que había sido hasta
entonces de doce reales los hombres y un peso las mujeres. Los naturales, repartidos con frecuencia para
los trabajos de la industria, o bien reducidos a poblaciones, en donde se les
exigía un servicio duro y mal remunerado, pasaban la vida más penosa que
pudiera imaginarse. Más de la tercera
parte de la población de indios tributarios, había desaparecido en 1582, según Real Cédula de aquel año. El Monarca
decía, refiriéndose a los encomenderos: y los tratan peor que esclavos,
y como tales se hallan muchos vendidos y comprados de unos encomenderos a
otros, y algunos muertos a azotes, y mujeres que mueren y revientan con las
pesadas cargas, y a otras y sus hijas las hacen dormir en sus granjerías, y
allí paren y crían, mordidas de sabandijas ponzoñosas, y muchos se ahorcan, y
otros toman yerbas venenosas, y hay madres que matan a sus hijos, en pariéndolos,
diciendo que lo hacen por librarlos de los trabajos que ellas padecen. El Ayuntamiento de Guatemala protestó contra
aquellos cargos; pero no pudo negar el hecho de la despoblación de los indios
en el Reino.
9o.
En el año de 1586 volvió Francisco Drake a hostilizar los
establecimientos españoles en las costas del Atlántico.- Después de haber ocupado y saqueado la isla
de Santo Domingo, y atacado inútilmente la Habana, resolvió volver a probar
fortuna en el Pacífico, y pasando de nuevo por el Estrecho, vino a aparecer en
las costas de la provincia de San Salvador.
Todo el país se alarmó con tal noticia, y se hicieron preparativos para
la defensa, enviándose a Acajutla y
Sonsonate fuerzas y elementos
suficientes.- El Cabildo de Guatemala se
dirigió, además, al Rey, patentizando la debilidad de los medios con que
contaba el Reino para defenderse, y clamando vanamente por armamentos y
municiones que no se le enviaban.
De la exposición del Cabildo se deducía que el
Gobierno español, no sólo no tenía en aquella época un solo empleado, ni un
guarda siquiera, en Golfo Dulce, a donde venían a depositarse todas las
mercancías que llegaban de los puertos de Honduras, procedentes de España, sino
que aun el comisionista particular, que servía al comercio, custodiando los
efectos, y despachándolos al interior, tenía que pagar cuatrocientos pesos
anuales, al Rey, porque se le permitiera aquel servicio.
10o.
Aumentada en las provincias del
Reino la población de color, y no estando sujeta al pago del tributo que solo
se cobraba de los indios, trató la Audiencia, de hacerlo a ella extensivo, y
dispuso que los negros y mulatos libres pagasen cuatro tostones anuales, los
varones, y dos las mujeres; nombrándose en 1587 un recaudador de aquel tributo,
con un tanto por ciento de remuneración.
Se procuró, al mismo tiempo, aumentar el número de negros esclavos, para
ocuparlos en la elaboración del añil, ofreciendo pagar su valor en el término
de cuatro años; y aunque la Audiencia se dirigió al Rey, la solicitud no fue
atendida.
11o.
La Audiencia entró por aquel
tiempo en rivalidades con el Presidente Valverde. Este funcionario tenía no sólo voz y voto en
materias de justicia, sino también en las apelaciones que se interponían ante
el tribunal en asuntos de gobierno.
Desde 1586 se le disputaban tales
atribuciones, y habiendo el Fiscal preguntado a la Audiencia de México, cuál
era la práctica en aquella Chancillería, con el informe de ésta se acordó
negárselas, en auto de 13 de abril de 1587.
Hubo también, desde aquel año,
una innovación en los tratamientos que se daban al Presidente, a los Oidores y
Ayuntamientos: el primero de esos funcionarios había recibido en los tiempos
primitivos, alternativamente, los de Muy Magnífico, y Muy Ilustre, y los mismos
se daban a los Oidores: los Alcaldes se titulaban Muy Nobles, y Señores
simplemente, los Regidores; recibiendo el dictado de Ilustres, cuando los
Presidentes tenían el mismo, con la anteposición del adjetivo muy. Pero
todo esto cesó por aquel entonces, y comenzó a usarse un estilo más sencillo,
aunque eso duró poco, restableciéndose en breve los antiguos tratamientos, y
usándose otros aún más pomposos. Amargó
mucho los últimos días del dilatado período presidencial del doctor Valverde,
la declarada hostilidad del Oidor Licenciado Álvaro Gómez de Abaunza, que no
perdonó medio para molestarlo, y hasta logró suscitarle adversarios entre los
otros miembros de la Audiencia.
12o.
Habiendo llegado una Cédula en que se disponía se fabricasen conventos
de regulares donde fuesen necesarios, el Presidente Valverde, que era muy
afectó a los franciscanos, tomó tan a pecho la ejecución de esta obra, que hizo
construir uno muy suntuoso en la capital, y con tanto ardor activó la obra, que
aun él mismo, olvidado de los respetos y decoro de su posición y atenciones de
su empleo, servía de sobrestante en ella.- El Oidor Gómez de Abaunza le hizo
varias advertencias acerca de lo inconveniente de aquellos actos, pero
inútilmente. Con esto ya no se recató el Oidor en motejar agria y públicamente
la conducta del Licenciado Valverde; dirigiendo además al Rey un largo memorial
en el que pintaba al Presidente como un hombre que sólo se ocupaba en fabricar
iglesias y conventos, y en concurrir a congregaciones y cofradías, con abandono
de los deberes de su cargo. Y aunque el
Ayuntamiento también se dirigió al Rey en apoyo del Presidente, tres meses
después llegó el Licenciado Pedro Mallén de Rueda, Oidor de la Chancillería de Granada, en España, promovido a la
Presidencia de esta Real Audiencia.
13o.
El Licenciado Mallén, encargado
de residenciar a su antecesor, abrió el juicio, durante cuya secuela
desplegaron los adversarios del funcionario cesante, toda la saña de que
estaban poseídos, no contentos con verlo despojado del mando, falto de recursos
y de apoyos, anciano y tan enfermo, que murió a los dos meses de instaurado el
juicio, el que siguió sustanciándose, como si viviera el difunto funcionario,
cuya desaparición eterna no bastó para aplacar a sus émulos.
CUESTIONARIO
1. ¿Cuándo
tomó posesión el Licenciado
García de Valverde, qué desagrados ocurrieron en la Audiencia, y qué asuntos
preocuparon más al Presidente en los primeros días de su gobierno? 2. ¿Qué pirata amenazó después las costas del Sur,
quién era él, cómo se portó el vecindario, quién fue a buscarlo, y cuál fue el
resultado? 3. ¿Qué minerales se descubrieron y
con qué dificultades se tropezaba para beneficiarlos?
4. ¿Qué concesión pidió el Presidente al Rey acerca de diezmos
y quintos, y qué obtuvo? 5. ¿De qué modo
se restablecieron los repartimientos en el Reino y por qué causa? 6. ¿Cuándo aparecieron
los corsarios en el Mar del Sur, y qué hizo el Gobernador Espina para
conjurar el peligro en Nicaragua? 7. ¿Cómo
principiaron las expediciones
piráticas, y de qué medios se valían las provincias para sus importaciones y
exportaciones? 8. ¿Cuáles eran los tributos de los indios y cuál fue la
causa principal de la despoblación de los naturales? 9. ¿En qué año volvió
Drake a hostilizar los establecimientos españoles, cuándo pasó nuevamente al
mar del Sur, qué sucedió con este motivo en San Salvador, y cuál era el estado
de los medios de defensa, y cuál el de las aduanas del Reino? 10. ¿Qué dispuso
la Audiencia acerca del tributo de los
negros y mulatos, y de qué manera se trató de aumentar el número de
negros para trabajos de añil? 11. ¿Qué
pasó por aquel tiempo entre el
Presidente, la Audiencia y el Fiscal Abaunza? 12. ¿Qué ocurrió en
Guatemala con motivo de la Cédula que disponía se
fabricaran conventos donde fuesen necesarios, y qué consecuencias tuvo para el
Presidente Valverde? 13. ¿Quién fue el encargado de residenciar a Valverde, qué
aconteció a éste, y qué hubo después de
su muerte?
CA P I T U L O XVII
PRESIDENTE MALLEN DE RUEDA, SANDE, Y CRIADO DE CASTILLA
1589-1611
-- -
Toma
posesión de la Presidencia el
Licenciado Mallén de Rueda-Le acompaña como confesor, Fray Diego Mercado-Sus
disputas con los frailes-Interviene el Obispo-Fulmina éste un entredicho-Comercio
con la China-Abusos con los indios-
Decadencia de la marina mercante- Venganza de los franciscanos-Abuso de la
fuerza del Presidente-Viene un Visitador-Regresa a España Mallén de Rueda, y le
sucede el Doctor Sandé-Reaparecimiento de los corsarios-Cuestiones del
Ayuntamiento con el Presidente-Este es ascendido a Presidente del Nuevo Reino
de Granada, y deja encargado al Oidor Abaunza de la Presidencia
interina-Continúan las cuestiones con el Ayuntamiento-Fúndase en Guatemala el
Colegio Tridentino-Llegada del Licenciado Criado de Castilla, con el
nombramiento de Presidente-Honras fúnebres en honor de Felipe II-Muere el
Obispo Fernández de Córdova-Prohíbese ocupar a los indios varios
cultivos-Reaparecen los corsarios ingleses-Estado de las colonias a fines del
siglo XVI -Descúbrese el Puerto de Santo
Tomás-La comunicación interocéanica-Vuelven los piratas holandeses-Suprímese el
Obispado de la Verapaz-Importación del vino y ventas de carne- Conquista de
alguna provincias-Término del período del Presidente Criado de Castilla-Muere
durante el juicio de residencia.
-
- -
1o.
El Licenciado Pedro Mallén de Rueda, que de Oidor de la Chancillería de
Granada, como dijimos antes, fue promovido a la Presidencia de Guatemala, tomó
posesión de su destino el 21 de julio de 1589.
Poco tiempo después de su llegada a la capital, ocurrió un incidente de
escandalosos resultados. Había
acompañado al Presidente un fraile franciscano, llamado Diego Merchante, con el
cargo de confesor. Aunque de apariencia humilde, este fraile resultó
ser hombre ambiciosos, díscolo intrigante y falso; tenía mucho valimiento con
Mallén; y estando para practicarse la elección de provincial de los
franciscanos, lo indujo a que impusiese su candidatura a los electores, a pesar
de ser un desconocido, sin antecedentes en el país, y sin estar siquiera
incorporado entre los franciscanos de la provincia. No pudiendo negarse los capitulares a las
exigencias del Presidente, y pidieron al candidato que presentara al menos las
licencias con que había venido al país, documento indispensable para la
incorporación; no pudo hacerlo, y celebrando el capítulo en el tiempo
prefijado, recayó en otro la elección.
Tómolo a desprecio el rencoroso fraile, e hizo propósito de vengarse,
aunque por de pronto disimuló su enojo; continuó visitando con frecuencia a los
franciscanos y para inspirarles mayor confianza, se mostraba disgustado con el
Presidente Mallén, y los provocaba a que se expresasen en su contra. Parece que no advirtiendo la celada cayeron
en ella, censurando la conducta del Presidente, al que informaba de todo el
pérfido confesor. Esto fue
predisponiendo más y más a Mallén, que buscaba una ocasión oportuna para
mostrar su enojo a los franciscanos.
2o. Algún tiempo después de los sucesos antes
relacionados, tomó el hábito de novicio, un tal Alonso Duarte, antiguo
dependiente del Licdo. Valverde, a quien se suponía al corriente de los secretos de su
difunto patrón. Ordenó el Presidente
que extrajesen del convento a Duarte, y
pidió su entrega al guardián, hombre generalmente respetado por su edad y sus
virtudes. Contestó este, que si Duarte
había cometido algún delito, se le manifestase cual era, y que lo expulsaría;
pero que si se le necesitaba simplemente para tomarle declaración, podría
vérsele en el claustro. Esta repuesta, muy en el orden irritó al
Presidente Mallén, que inmediatamente llamó al Sargento Mayor del Batallón de
la ciudad, y le previno estuviera por la tarde en el patio del Palacio, con
cien hombres armados, e hizo llamar después a los dos Alcaldes ordinarios, y al
Oidor Álvaro Gómez de Abaunza, con todos los cuales se dirigió a San
Francisco. Esparcida en el vecindario la
voz de que el Presidente iba a demoler el convento, se reunió una multitud de gente en las inmediaciones, y
ocurrió también el Obispo don Fray Gómez Fernández de Córdova. El Presidente y los suyos entraron al
Convento, capturaron al novicio, le despojaron del hábito, arrancándoselo a
jirones y como el Guardia reclamara
contra aquella violación del claustro, el Presidente le abofeteó
públicamente. Los franciscanos
indignados, se dispusieron a dejar la ciudad y salieron inmediatamente con
dirección a México. El Obispo mientras
tanto se dirigió al Presidente, y logró convencerlo de que debía entregarle a
Duarte, para llevarlo a la cárcel de su Palacio. A súplicas del vecindario regresaron los frailes a su Convento, y Mallén, disgustado
de que el novicio permaneciera aún bajo la dependencia eclesiástica, exigió del
Obispo su inmediata entrega. Negada que
le fue esta, invadió el Palacio Episcopal con fuerza armada, sustrajo a Duarte,
y lo aherrojó en la cárcel común. El
Obispo fulminó a continuación un entredicho, y mandó cerrar todas las iglesias,
con disgusto y alarma de los vecinos; pero amenazado privadamente el propio
Obispo, por agentes del Presidente, alzó la censura impuesta a la ciudad, y las
cosas no pasaron a más. El Ayuntamiento,
en vez de informar de estos hechos al Rey, dirigía por el contrario
actas encomiásticas del Presidente y su gobierno.
3o.
Durante la administración del Licenciado
Mallén, se obtuvo el permiso, y se dio principio al comercio directo con
la China; se comenzó a trabajar en abrir el puerto de Iztapa, en Guatemala, y
otro llamado del Salto, a siete leguas del anterior; se concedió por diez años
al Ayuntamiento de Guatemala la mitad del tributo del primer año de todas las
encomiendas que quedasen vacantes en la provincia de Guatemala; se continuó el
abuso de mantener a los indios en servicios perpetuos con el sistema de empeños
o adelantos que nunca se cancelaban; se despojó a los príncipes y señores
indios de todo derecho al dominio del territorio del país, declarándose
patrimonio de la Corona, el señorío de los baldíos, y el suelo o tierras que no
hubiesen sido comprometidos por la misma; se dispuso que los tributarios del
Reino pagasen sobre sus tributos, cuatro reales más, llamados “el tostón de
servicio”; se terminó el famoso puente de los Esclavos, sólidamente construido
de piedra de sillería, con 123 varas de largo, por once de ancho; concluyose
además la marina mercante del Reino, por aniquilamiento, debido entre otras
causas, al temor de los piratas; y como consecuencia, se acabaron las
comunicaciones con Panamá y otros puntos.
4o.
Los frailes franciscanos que no
olvidaban los ultrajes recibidos del Presidente Mallén, por causa de su
confesor, deseosos de tomar el desquite, exigieron de fray Diego Merchante la
exhibición de las licencias con que había venido a las Indias, y una vez que
las hubo exhibido, las declararon falsas, y su sello suplantado; y por estos y
otros delitos, de que se acusó al confesor, se le redujo a formal prisión en
San Francisco. Este hecho hizo que estallara
de nuevo la cólera del Presidente, que volvió a entrar en el Convento con
fuerza armada, rompió las puertas de la
prisión. Extrajo de ella a Merchante objeto de su saña y se lo llevó
consigo. Los franciscanos lograron hacer
llegar al Virrey de México y al Rey,
cartas en que referían aquellos sucesos, verificados a fines del año de 1500; y
debido a esto fue mandado el Doctor don Francisco de Sandé, Oidor de la
Chancillería de Nueva España, a pesquisar como visitador y Juez de residencia
nombrado por el Rey, la conducta del Presidente Mallén. Llegó el Visitador a Guatemala, en agosto de
1592, y habiendo tomado éste su residencia al Licenciado Mallén, fue depuesto
de su cargo y le sucedió el propio
Doctor Sandé, quien tomó posesión de la Presidencia a los dos años de su
llegada, o sea en agosto de 1594. Un año
después, regresó a España el Presidente cesante.
5o.
A mediados del año de 1595 volvieron a verse asaltadas por corsarios las
costas de Honduras, con motivo de la guerra que entonces hubo entre España y
Francia. Cuatro buques franceses
aparecieron delante de Puerto Caballos, donde desembarcaron sus tripulantes,
robaron e incendiaron la población y pusieron en fuga a sus habitantes. Un tal
Comendador Carranza, que estaba a
la sazón en aquella costa, comisionado por el Presidente Sandé para reparar el
camino de Puerto Caballos, al saber en San Pedro Sula lo sucedido y que los
corsarios se disponían a marchar sobre aquella población, dispuso
escarmentarlos, para lo cual reunió unos pocos españoles, unos cuantos vaqueros
y arrieros del lugar y un cuerpo de indios fleteros de Ulúa, armando con todos
ellos una emboscada, con la que logró sorprender a los franceses, y quitarles
como 40 mulas y caballos que se habían robado.
Enseguida fue sobre ellos y se situó en una posición favorable, desde la
cual los atacó vigorosamente y los puso en fuga obligándolos a reembarcarse y
huir.
6o.
El Presidente Sandé tuvo
cuestiones con el Ayuntamiento de Guatemala, primero por haber dispuesto del
oficio del fiel ejecutor, que el Cabildo nombraba hacía más de 40 años, y que
vendió el Presidente, dando el derecho de voz y voto a la persona en quien lo
remató, y después por haber vendido también por cinco mil ducados, el cargo de
Alférez real, a un sujeto vicioso y de mala conducta. Pero en aquellos días fue promovido el Doctor
Sandé a la Presidencia del Nuevo Reino de Granada, y salió de Guatemala el 6 de
noviembre de 1596, dejando el Gobierno del Reino al Oidor decano, Licenciado Álvaro
Gómez de Abaunza.
7o.
El nuevo Presidente entró casi enseguida en pleitos y disputas con el
Ayuntamiento, porque no proveía los empleos, ni las encomiendas vacantes. Esto motivó una queja al Rey en la cual,
además, se decía que Abaunza andaba enemistado con mucha gente principal, que
lo tenía recusado en sus litigios, por lo que se hacía preciso organizar la
sala de la Audiencia con algún otro letrado.
Acusábale al mismo tiempo de que no siendo más que encargado de la
Presidencia, como Oidor más antiguo, llevaba el sueldo íntegro del empleo, que
eran cinco mil ducados, y que durante cierto tiempo había cobrado doble sueldo
como Presidente y Oidor a la vez.
8o.
Por los años de 1597 a 1598 se
fundó en Guatemala un Colegio de educación, con el título de la Asunción de
Nuestra Señora, que inauguró el Obispo Gómez Fernández de Córdova, en
cumplimiento de una real Cédula del año de 1592, en la que se prevenía el
establecimiento de Seminarios en todos los Obispados de las Indias. El mismo prelado formó los
estatutos del colegio Tridentino,
que tuvo que luchar en los primeros años con muchas dificultades, pues vivía
este plantel trabajosamente con ocho colegiales de beca, que llamaban mayores,
y siete que usaban sólo el manto y denominaban menores; de esos alumnos se
sustentaban sólo cuatro con lo que les suministraban sus familias, y a los
restantes, que eran pobres, los mantenía el establecimiento con gran
dificultad. La enseñanza que se les daba
se reducía a la Gramática Latina, y algunos
principios de Teología.
9o.
El Doctor Alonso Criado de
Castilla fue nombrado Presidente de la Real Audiencia de Guatemala desde el año
de 1596; pero no llegó a tomar posesión de su alto cargo, sino hasta el 19 de
septiembre de 1598, fecha en que cesó el Oidor Abaunza en sus funciones de
Presidente interino.
10o.
Poco tiempo después de posesionado el nuevo Presidente, se recibió noticia oficial del
fallecimiento del Rey Felipe II, cuyas honras fúnebres se celebraron con
pompa extraordinaria y recrecido gasto.
11o.
En 1598 murió el Obispo Fernández de Córdova, que gobernó la Diócesis de
Guatemala por espacio de 24 años, siendo persona muy querida y respetada por
sus virtudes, entre las cuales resplandecía especialmente la caridad. Dejó fundados, además un Colegio Tridentino,
un convento de monjas de la Concepción, y su fallecimiento fue muy sentido.
12o.
El Gobierno de la Metrópoli había prohibido que se ocupase a los indios
en la plantación de viñas y olivares, con el doble objeto de excusarles
vejaciones y de que no se propagara en América el cultivo de frutas que pudieran
perjudicar el comercio con España. En el
año de 1601 se hizo extensiva esta prohibición a la de plantar morales y
árboles de lino, con el propósito de hacer de las Américas una mina de
explotación permanente para la Península.
España mataba la industria agrícola y manufacturera, al contrario de lo
que hacía Inglaterra con sus colonias, en las cuales fomentaba de preferencia
toda clase de cultivos. Los
resultados podemos palparlos en el día.
13o.
Por los años de 1600 a 1601, volvió a aparecer delante de Puerto
Caballos la escuadra inglesa, acaudillada por el pirata Sherly. Desembarcaron
350 ingleses que atacaron el puerto, siendo rechazados por la
guarnición.
14o.
Hemos llegado al siglo XVII, al
principio del cual encontramos casi terminada la obra de la conquista española
sobre las tribus indígenas que poblaban el territorio centroamericano. En Centroamérica, en los que fueron reinos y
cacicazgos, alzábase entonces el núcleo colonial conocido con el nombre de
Reino de Guatemala, en el que hemos ya visto el tribunal de la Audiencia, y el
establecimiento de autoridades regulares encargadas de poner los cimientos de
la nueva sociedad. En 1601 se
declararon vendibles todos los oficios de provisión real, y concejil, que no
tuvieran anexas funciones judiciales.
Era este un arbitrio de la Corona
para engrosar las rentas de las colonias; pero como fácilmente puede
comprenderse, era un arbitrio de resultados funestos para las nuevas sociedades
americanas, desde luego que los empleos y cargos públicos no se daban a los más
honrados y aptos, sino a los que mejor pagaban, fuese cual fuere su conducta y
su falta de méritos. Parecería increíble
que la Corona de Castilla hubiese tomado aquella resolución; pero las 39 leyes
de que consta el título XX de la Recopilación de Indias, contienen todas las
disposiciones emitidas sobre la materia, desde el reinado de Doña Juana la
Loca, hasta Felipe IV. En cuanto
a los altos empleados coloniales, según la misma Recopilación de Indias,
el Presidente de la Audiencia de Guatemala, que tenía además el cargo de
Gobernador y Capitán General, era provisto por ocho años y tenía cinco mil
ducados de sueldo; el gobernador y Capitán General de la Provincia de
Comayagua, dos mil pesos; el de Costa Rica, dos mil ducados; el de Honduras,
mil pesos; el de Nicaragua, mil ducados; el de Soconusco, seiscientos pesos; el
Alcalde Mayor de Verapaz, seiscientos sesenta y siete pesos, seis tomines y
cuatro granos; el de Chiapas, ochocientos pesos; el de Nicoya, doscientos
ducados, el de Zapotitlán o
Suchitepéquez, setecientos pesos; el de San Salvador, quinientos, y
cuatrocientos el Alcalde Mayor de Minas de la provincia de Honduras. El ducado valía en aquel tiempo 365
maravedís, y el peso de oro, era el equivalente de un castellano, que se
estimase en trece y un cuartillo reales del peso de plata español.
15o.
Desde el año de 1576 estaba prevenido por una Cédula de Felipe II que se
pagase la alcabala en este Reino. Consistía
esta en pagar a la real hacienda
el dos por ciento sobre toda compra y venta, trueque o cambio que se hiciera
por toda clase de personas, sobre todo los objetos de valor y crianza, y por
todos los tratos y oficios que produjesen utilidad; los encomenderos, sobre lo
que compraran y vendieran en sus pueblos sus encomiendas, y cuando pagaban los
tributos en dinero; los mercaderes y traperos, a quienes se cobraría cada
cuatro meses sobre lo que hubiesen realizado; los plateros, talabarteros,
herradores y toda clase de artesanos, sobre el valor de sus manufacturas. Debería
pagarse alcabala sobre el vino de
Castilla, y sobre todos los productos de la tierra que se vendiesen al por
mayor o al menudeo, así fuesen aceites, vinagres, granos, comestibles, sebos,
grasas, azúcar, géneros, algodón, azogue, loza, y todo, cuanto fuese objeto de
venta o permuta, así fuesen animales u objetos manufacturados. Comenzó a tratarse del establecimiento de
esta renta en enero de 1577; pero la pobreza de los habitantes, y la situación
decadente a que había llegado la colonia, oponían un obstáculo serio a la
ejecución de aquella medida. Continuaron
así las cosas hasta el año de 1602, en
que vino otra Real Cédula que ordenaba a la Audiencia formara el encabezamiento
para el repartimiento y recaudación de aquel impuesto, el que dos años después
quedó establecido.
16o.
El sistema rentístico español se basaba
en los impuestos. Eran estos
tantos y tan recrecidos que pesaban como una lápida sobre las colonias
impidiendo su progreso. Los diezmos se
remataban en pública almoneda, y eran
tan onerosos que el remate de los que correspondían a las provincias de
Guatemala y San Salvador produjo en el año de 1604 la suma de veintidós mil y
quinientos tostones, cantidad fabulosa en relación con el número de habitantes
de aquel entonces. Había también el
tributo anual de cada persona, llamado capitación, que era de uno a diez pesos,
según la categoría individual. Venían
después la alcabala marítima, o sean derechos de importación y
exportación, que hubo vez se cobraran hasta en el comercio interior de las
provincias entre sí; los derechos de armada, de armadilla y curso, de consulado
o avería, de venta y composición de tierras, de confirmación o título de éstas,
de lanzas, de annata y media annata, de mesada eclesiástica, de quinto de
minas, de bulas, y los más que se cobraban sobre los monopolios del tabaco,
aguardiente, sal, pólvora, plomo, naipes, etc.
17o.
El 7 de marzo de 1604, después de
prolijos estudios, costeados por el Ayuntamiento de Guatemala, fue descubierto
el puerto de Atique, en la punta de Manabique, al que se dio el nombre de Santo
Tomás de Castilla, que conserva hasta hoy, en honor al santo del día en que fue
descubierto. El Rey gratificó aquel
servicio, dando tres mil tostones de renta, en encomienda de indios, al Alcalde
don Esteban de Alvarado, y mil doscientos al piloto Navarro. Al Presidente Criado de Castilla lo tuvo
también en cuenta, pues pocos años después lo llamó al Supremo Consejo de
Indias, dignidad de que no gozó por haber muerto antes de tomar posesión. La importancia de que se dio a ese descubrimiento
se explica fácilmente, si este atiende a las ventajas naturales del puerto de
Santo Tomás, a la mayor facilidad de defenderlo de las incursiones de corsarios
y piratas, y a la menor distancia a que quedaba de la capital, comparado con
Puerto Caballos y la Caldera, en Punta de Castilla, que hasta entonces habían
sido los más frecuentados por las naves de España, y que se llamaban la
flotilla de Honduras. Se abrió un camino de herradura hasta la
capital, por las montañas que salen a Esquipulas y Chiquimula, y aunque el
Presidente gastó en él una gruesa suma de dinero de la Real Hacienda, nunca
pasó de malo por ser fragoso, largo y despoblado, circunstancia que influyó
para que muy pronto se abandonase el puerto cuyo descubrimiento se había creído
tan importante. La población de Puerto
Caballos fue trasladada a Santo Tomás,
así como también una tribu de indios
llamados Loquehuas, donde acabó en breve.
18o. En
mayo de 1606, el Ayuntamiento se dirigió al Rey haciendo grandes elogios del
puerto de Santo Tomás, encomiando también al Presidente a quien atribuía el
honor del descubrimiento: decía que se
estaban experimentado ya las ventajas de hacerse la descarga de los buques por
Santo Tomás, pues en aquel mismo año había llegado al puerto un ladrón con dos
naves, un patache, y cuatro lanchas, y que sin embargo se retiró con mucha
pérdida, lo cual no hubiera podido hacerse en Puerto Caballos. Llegada la noticia a la ciudad, el Presidente
dispuso enviar, y lo hizo efectivamente con bastante diligencia, alguna fuerza
de infantería, y pertrechos; pero este auxilio no llegó a tiempo de evitar un
segundo ataque del enemigo, aunque no con mejor éxito que el primero.
19o.
En el año de 1607, y con el entusiasmo que había aún por el puerto de
Santo Tomás, renació en el Ayuntamiento una idea más patriótica que realizable,
y que se había promovido ya en años anteriores.
Tal era la de obtener del Soberano una resolución para que el comercio
de España con el Perú y demás países situados en las costas del Pacífico,
dejase de hacerse por Nombre de Dios y Panamá, y tomase la vía de Santo Tomás,
al golfo de Fonseca. La idea de
establecer la comunicación interoceánica, a través del istmo centroamericano,
es antiquísima. Se sabe que el
Gobernador de Honduras, don Francisco de
Montejo, indicó al Rey en 1536, la conveniencia de que la comunicación13 entre
los dos mares se hiciese por Puerto Caballos y la bahía de Fonseca, pasando por
la villa de Comayagua, que acababa de fundarse.
Nada sin embargo, se hizo por entonces y veinte y tantos años después en
1559, el Cabildo de Guatemala tomó por
su cuenta el mismo pensamiento, enviando a España con poderes y documentos a
Juan García de Hermosilla, quien todavía en el año de 1562 estaba tratando del
asunto, aunque sin obtener resolución favorable. La Provincia de Nicaragua no
vio con agrado aquella idea, que consideró ruinosa para su comercio, y propuso
a su vez se hiciera de tránsito por el río de San Juan. Nada se hizo por entonces y fue hasta en 1607
que volvió el Cabildo a promover el proyecto con motivo del descubrimiento
reciente del puerto de Santo Tomás; pero tampoco en esta vez obtuvo mejor éxito
la demanda.
20o.
En el propio año de 1607 hubo otra invasión de
piratas holandeses, en el puerto de Santo Tomás. Refiere el Cabildo al Rey, que estando en el
puerto dos o tres embarcaciones pequeñas, con solo 35 o 40 hombres, y muy poca
artillería, aparecieron ocho naves
holandesas con mucha artillería, y más de dos mil hombres, y que habiendo
avanzado sobre las del país, se colocaron astas al abrigo del morro o peñasco
grande y aislado que está cerca de tierra y en tres brazas de agua de fondo,
situando parte de su artillería en aquella obra de defensa natural. Se empeñó el combate y el resultado fue un
completo descalabro para las urcas 14holandesas, de las cuales una fue
echada a pique, y las demás se retiraron con pérdidas. Desde Guatemala acudió
gente en auxilio de las poblaciones de la costa, recayendo el servicio
en los encomenderos, que sufragaron el gasto.
21o.
Otro suceso ocurrido en 1607, fue la supresión del obispado de Verapaz,
que había subsistido con muchas dificultades, desde su fundación en 1559. Además de carecer aquella diócesis de los
elementos indispensables para su mantenimiento, agregaba la circunstancia de
que los mismos frailes dominicos residentes en la provincia, aumentaban, con
sus celos y pretensiones, las dificultades con que tenían que luchar los
Obispos de la Verapaz. Informado el Rey
de todo esto, y estando vacante la silla, dispuso la reincorporación de la
diócesis al Obispado de Guatemala, quedando la administración de los pueblos de
la provincia a cargo de los dominicos, como antes.
22o.
Por aquel tiempo comenzó a importarse a Guatemala el vino del Perú. El Ayuntamiento hizo traer por vía de ensayo
unas 300 botijas, que llegaron descompuestas, pero no obstante aquel mal resultado, el
Presidente Criado de Castilla concedió en 1697, permiso para que continuase
trayéndose vino del Perú. Otro artículo
de general consumo, que experimentaba por entonces muchas fluctuaciones, era la
carne. Los ganados se habían
multiplicado tanto, que se vendían a precios ínfimos, y desde 28 hasta 40
libras de carne en las carnicerías de la capital, apenas valían un real a fines
del Siglo XVI; pero en la época en que nos ocupamos subió el precio del ganado
y correlativamente el de la carne, a tal grado, que en 1609 se vendieron mil
cabezas de ganado a razón de 4 tostones cada una; 200 cueros de toro por 300
tostones, y 200 de ganado a 5 reales cada uno; la carne, en el mismo año, valía
a razón de un real oro por catorce libras.
Esta alza la motivaba en parte el derecho de la sisa,
establecido desde 1586.
23o.
Por los años de 1607 y 1609 recibió el Presidente Criado de Castilla
orden de procurar la conquista pacífica de las provincias de la Taguzgalpa y la
Totogalpa, en la costa de Honduras aquella, y en la de Nicaragua esta. En consecuencia tomaron a su cargo la empresa
los frailes franciscanos Verdelete y Monteagudo, quienes entrando por el río de
Segovia en el año de 1610, acompañados del Capitán Alonso Daza, y de otros tres
españoles, dieron con la tribu de los lencas,
que los recibieron en paz. Los
misioneros formaron dos reducciones con
los indios lencas, los taguacas y otros que llamaban mexicanos, y
comenzaron a instruirlos y bautizarlos; pero pronto fueron los indios
abandonando las reducciones; y aunque los frailes apelaron al arbitrio de
tomarles en rehenes sus hijos pequeños, esto no impidió que cayesen sobre las
dos nuevas poblaciones, y las redujesen a cenizas, escapando con gran
dificultad los misioneros y el Capitán Daza, quienes regresaron a Guatemala a
dar cuenta de lo ocurrido y a pedir una fuerza que los acompañara en otra
entrada que pensaban hacer en el año siguiente.
Casi al mismo tiempo los
dominicos, establecidos en la Verapaz, adelantaban en la conquista pacífica de
las tribus establecidas en los territorios vecinos. Varios indios fueron bautizados, y algunos
conducidos a la capital, en donde el Presidente los hizo vestir de seda, a la
española, y recorrer así las calles, con admiración de los vecinos que se
apresuraban a obsequiarlos.
24o. En el año
de 1611 fue sustituido el Presidente Criado de Castilla, con el sucesor enviado
de España, y se ocupaba en el juicio de residencia que le correspondía, cuando
fue sorprendido por la muerte.
CUESTIONARIO
1. ¿De dónde vino el Presidente Mallén de Rueda,
cuándo llegó a Guatemala y qué ocurrió a poco tiempo de su llegada? 2. ¿Qué
sucedió a Alonzo Duarte, cuál fue la actitud de Presidente Mallén, y cuál la
del Obispo Fernández de Córdova? 3. ¿Cuáles fueron los principales actos de la administración
del Presidente Mallén? 4. ¿Cómo se vengaron los franciscanos de Fray Diego Merchante, cuál fue la conducta
del Presidente Mallén, y qué consecuencias le trajo? 5. ¿Qué corsarios llegaron
a Honduras en 1595, en qué número, qué hicieron y cómo obligaron a retirarse? 6.
¿Qué cuestiones tuvo el Presidente con el Ayuntamiento y cuál fue el fin del
primero? 7. ¿Cuándo entró el Presidente
Interino, con quién tuvo disputas y diferencias y por qué causa? 8. ¿Cuándo
se fundó
el Colegio Tridentino de
Guatemala, cómo estaba organizado y qué se enseñaba en él? 9. ¿Cuándo llegó a
Guatemala el Presidente Criado de Castilla y desde cuándo fue nombrado
Presidente? 10. ¿Cuándo se
celebraron las honras fúnebres de
Felipe II en Guatemala, y quien las costeó? 11. ¿Cuándo murió el Obispo
Fernández de Córdova y qué clase de persona era este eclesiástico? 13. ¿Qué nueva
prohibición de ocupar a los indios en algunos cultivos se hizo en Guatemala? 14.
¿En qué
lugar y año reaparecieron los piratas y quién los comandaba? 15. ¿Cómo estaba
administrado el Reino de Guatemala al finalizar el siglo XVI y cuáles
eran sus empleados y los modos de obtenerlos? 16. ¿Cuándo se estableció la alcabala terrestre en
Guatemala, en qué consistió y desde cuándo se dispuso? 17. ¿Cuáles eran los
impuestos y las rentas del Reino en fines del siglo XVI? 18. ¿Cuándo y por quién fue descubierto el puerto de Santo
Tomás y qué se creía de él? 19. ¿Qué decía el
Ayuntamiento al Rey acerca del puerto de Santo Tomás? 20. ¿Cuándo y
en qué forma se pensó en Guatemala en la
comunicación interoceánica por su territorio? 21. ¿En qué fecha se verificó una nueva invasión de
piratas holandeses por el puerto de Santo Tomás y cómo concluyó? 22. ¿Cuándo
y por qué causa fue suprimido el
Obispado de Verapaz? 23. ¿Qué hubo en
Guatemala acerca de la importación del vino del Perú y qué precios tenían los
ganados y la carne? 24. ¿Qué hubo de conquistas en 1607 y 1609 y qué fin tuvieron? 25. ¿Cuándo y cómo terminó la administración del Presidente
Criado de Castilla y dónde murió éste?
7 De conformidad con el
Diccionario de la Lengua ilustrado VOX Primera Edición (Reimpresión
diciembre de 1993).Naborí es el indio libre que en América se
usaba como criado, y su plural es naboríes.
Naboría es el repartimiento de indios que se hacía en América para el
servicio de los conquistadores. Sin
embargo hemos podido observar en otros escritos, antiguos y modernos, el uso de naboria en el sentido que lo utiliza el autor.
9 Cota: es una arma defensiva del cuerpo, usada antiguamente; de cuero y
guarnecida de cabezas de clavo y anillos de hierro, o de mallas de hierro
entrelazadas.
12 Nota del autor: Según la
Academia jiguilete o jiquilete. A
cualquiera de estos dos nombres hemos preferido jiquilite, que es el usado sin
contradicción en Nicaragua
13 Dice contratación en la primera edición del primer tomo, lo que
creemos es un error de imprenta
14 La Urca fue la embarcación
más importante de finales de la edad media. Era un navío de profunda calada,
diseñado pensando en una navegación fácil y una gran capacidad de carga.
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