lunes, 6 de julio de 2015

Biografía de JOSÉ DOLORES GÁMEZ (1851-1918) por H. A. Castellón

JOSÉ DOLORES GÁMEZ (1851-1918)
     «Por el año de 1876 apareció en Rivas al frente de un periódico liberal doctrinario un joven impulsivo, dinámico con ansias de notoriedad, que aspiraba conquistar lauros tanto en el campo de las letras como en el de la política.  Granadino de nacimiento, de abolengo conservador, quebró en las cáscaras de la universidad natal los prejuicios de casta y los atavismos ideológicos  para abrazar con fe y entusiasmo el credo democrático bajo la etiqueta romántica del liberalismo nacionalista. Descendiente en línea recta del intelectual y antiguo Presidente del Salvador, Lcdo. Juan José Guzmán. a quien llamaron pico de oro, y de un viejo Capitán  español que guardó mucho tiempo la fortaleza de San Carlos,  forjó su espíritu de batallador, con las férreas disciplinas  del militar y las finezas y astucias de un brillante letrado que envolvía en hilos de oro los más elevados pensamientos.

     Doña Leonor Guzmán y Don José Dolores Gámez Torres fueron los progenitores del joven Gámez, quien vio la luz en Granada el 12 de julio de 1851.  Con 5 pies y 8 pulgadas de estatura, de facciones europeas, ojos zarcos o azules, pelo lacio, fuerte complexión, el aspecto de José Dolores Gámez y Guzmán, en su plena madurez, fue de un hidalgo castellano comprensivo y dominador. 

      En las aulas dio prueba de ser un estudiante precoz y aventajado y por los años de 1867 a 70 cursó las leyes y se graduó de bachiller en derecho civil.   Obligado a interrumpir  sus estudios y a ganarse la vida le vemos emigrar, detenerse en Matina (C. Rica), hacer de tipógrafo, de telegrafista, regresar a Granada, fijarse en Rivas, Donde por fin contrajo matrimonio en 1875.

      Hombre inquieto, nervioso, imaginativo, bulle en su cerebro la idea de ver a su país transformado y feliz bajo un régimen de democracia verdadera y de progreso positivo. Se lanza al periodismo y desde las columnas del “Termómetro” emprende campañas de ideas para renovar la sociedad y restablecer la Patria grande de Morazán, tal como fue el sueño de Cabaña, Barrios y Jerez.  Gámez no se contenta  con filosofar y predicar en desierto y al mismo tiempo que se instruye en el estudio de la Historia Patria se insinúa en el alma de las multitudes y conquista un sitio de representante en el Congreso Nacional a raíz de la elección del Presidente Zavala.  Por cuatro años hizo oír su voz en el recinto del Poder Legislativo con disgusto manifiesto de la diputación conservadora y al terminar su período empezó con nuevos bríos su labor periodística, contribuyendo con sus amigos a la exaltación del Doctor  Adán Cárdenas, postulado a la Presidencia de la República y con esto arrebatar del círculo granadino el poder tantos años detentado.  Pero el Doctor  Cárdenas una vez afianzado en el mando supremo, volvió sus ojos hacia el círculo genuino conservador y orientó su política por los viejos cauces del elemento reaccionario que tan malos recuerdos habían dejado a Nicaragua y entonces los amigos de la víspera fueron perseguidos y germinó en ellos la idea de derrocarlo.

     El año de 1884, a raíz de un proceso iniciado por una supuesta conspiración para tomar los cuarteles de Granada, el Gobierno del Doctor  Cárdenas dio un decreto de extrañamiento y confinamiento de varias personas del Partido Liberal Nacionalista, entre las cuales figuraban los Señores Francisco Baca, Enrique Guzmán, José Santos Zelaya, Doctor Julio César y Don José D. Gámez.    Quiso el Gobierno dar un golpe de mazo a la oposición libero-conservadora y no consiguió otra cosa sino sembrar la intranquilidad en la República y proveer de colaborador al General J. Rufino Barrios, quien ya meditaba su cruzada militar por Centroamérica como único medio de reconstruir la Gran Patria de 1823.  Gámez había sido confinado a Bluefields por el  decreto aludido,  pero no tardó en reunirse con sus compañeros en la capital guatemalteca, donde prestó su valioso contingente para tratar de realizar la unión centroamericana y por ende arrojar del Poder de los Estados centroamericanos a los istmeños caciques separatistas que mantenían estancados en la sumisión y el atraso a estos pueblos infelices.  Amigo  y partidario del gobierno guatemalteco, Gámez que imprimió siempre a sus actos y palabras el sello de la sinceridad, logró obtener su confianza y hacerse escuchar. Y en los consejos privados, en la prensa o en las comisiones confidenciales, tuvo sus oportunidades.

      La bala homicida que en Chalchuapa tronchara la vida material del héroe despedazó también las esperanzas unionista renacidas con el decreto del 28 de Febrero de 85, por el cual Barrios asumía la Comandancia General de los Ejércitos de Centro América (Gámez era Coronel).   Abandonado por el jefe que en impromptu pasó  a la eternidad, los emigrados liberales de Nicaragua como los de El Salvador continuaron la lucha seccional haciendo la guerra al separatismo conservador del Doctor  Cárdenas y del Doctor  Zaldívar.

      El triunfo del General Francisco Menéndez en El Salvador alentó a los  nicaragüenses  y no obstante de haber lanzado el  grito de Satoca, todo fracasó porque estos pueblos no estaban preparados para recibir el bautismo liberal.   

     Regresó  Gámez a Guatemala donde hizo campaña en el Diario de Centro América y en los periódicos de Guatemala por la causa liberal y nacionalista que en aquellos se mantenía abatida y con su espíritu inquieto y visionario removió los archivos y bibliotecas  hasta compilar los materiales con que luego debía escribir su Historia de Nicaragua.  

      El ascenso del Coronel Evaristo Carazo a la Presidencia de la República en Marzo de 1887, fue favorable no solamente a la tranquilidad pública y a las ideas liberales, sino también al regreso de todos los emigrados políticos que se sintieron garantizados. Aprovechando la amnistía, pudo Gámez mediante un trabajo inteligente y metódico reconstruir el capital de su familia y atender a su educación y bienestar.   

     Mientras tanto, un concurso decretado por el Gobierno, le dio ocasión para escribir su obra famosa sobre la Historia de Nicaragua que obtuvo el primer premio en el certamen y sirvió a varias generaciones para formar el caudal educativo sobre los sucesos de la Patria.  Pero un hombre como Gámez, a quien el exilio había servido para completar su educación y poner alas a su ambición no podía contentarse con la vida vegetativa de la provincia y liando sus maletas trasladó su tienda, de Rivas a la Capital. Las prensas del “Termómetro” hicieron saber a los liberales que el “Abanderado del Partido” como le llamó Jerez estaba en el corazón de la República marcando las palpitaciones de la vida nacional con su pluma acerada demoledora.   

      El General Santos Zelaya, a quien Gámez impulsaba como jefe efectivo del Partido Liberal, ganaba buenos puntos en el concepto popular y los grupos se organizaban como en víspera de una batalla;   pero en aquel vibrar de los hombres nuevos y en sus múltiples combinaciones aparecía el pensamiento audaz y atropellado del abanderado Gámez.  

      Cundo el Presidente Sacasa rechazó la oferta de gobernar en el Partido Liberal y se decidió por el circulito incoloro que le llevó a la tumba, los liberales encabezados por Gámez y Zelaya vieron revivir sus esperanzas políticas y encaminando sus pasos como le hiciera el Conde de Cavour tomaron injerencia en todos los actos de la oposición.  Mientras el Presidente Sacasa adormecido por la adulación y extasiado ante el incensario de sus parciales caminaba al abismo, la oposición liberal del brazo con los conservadores se preparaba a todos los eventos.

      La revolución de Abril de 1893  fue precursora de la Revolución de Julio del mismo año, y tejedora de aquella madeja fueron Gámez,  Zelaya.   Desde el Pacto de Sábana Grande firmado el 6 de junio de 93 hasta el 14 de julio, fecha en la cual el General J. Santos Zelaya se trasladó con sus amigos de la capital a la ciudad de León, el Señor  Gámez que era el consejero principal del caudillo revolucionario, no tuvo punto de reposo, ora en las tareas periodísticas, ora en los conciliábulos y combinaciones de la política liberal. Cuando se convino en los términos del Pacto de Paz de Sábana Grande, el nombre de Gámez fue cuidadosamente eliminado por los jefes conservadores que no quisieron darle la representación liberal como deseaba Zelaya, optando por el candidato Doctor  Luciano Gómez, de filiación progresista, pero amigo personal del Jefe managüense.  

      La contrarrevolución fraguada con el concurso decisivo de los liberales de León y que estalló en Julio, tuvo en Gámez un enérgico partidario, dejando su labor ideológica y política para presentarse con Zelaya en los campos donde los hombres de acción deciden los problemas substanciales del derecho y la libertad de los pueblos irredentos.  Gámez acompañó a Zelaya en aquella corta y gloriosa jornada pie con pie apoyándole más que como un ministro como consejero y amigo.

      El Pacto de Momotombo que dio a Zelaya la Comandancia General de las armas y le aseguró la Presidencia para el primer período constitucional, obra fue de Gámez; y sobre las alturas de los Brasiles y la Cuesta imitando a Bonaparte en Tolón secaba en el polvo de los cañones las comunicaciones que expedía a León y a los departamentos del Norte; así como a varias capitales de Centro América. 

      En la noche del 25 de julio, cuando el ejército victorioso penetraba a la capital, Gámez redactó el famoso decreto llamando a todos los nicaragüenses hermanos y concediendo a los vencidos los mismos derechos que a los vencedores.  Firmada la paz, Gámez se entregó en el Ministerio de Fomento a la reconstrucción de las vías férreas, a la organización del correo nacional y del telégrafo, a extender las comunicaciones en todo el  país, y fue bajo su dirección que los pequeños vapores que surcaban los lagos pasaban sobre los rieles con finos guerreros de nuestros grandes lagos a las aguas de Pacífico como elemento de rápido transporte.  

       La guerra que declaró al Presidente Vázquez de Honduras y que obligó a éste a dejar el Poder encontró en José Dolores Gámez al hábil y oportuno colaborador para quien no había dificultades en el desempeño de sus funciones. Antes de la emergencia con Honduras, abandonó momentáneamente el ministerio que desempeñaba para marchar a Costa Rica en calidad de ministro Plenipotenciario, regresando al terminar su misión al puesto que tenía.  La guerra con Honduras puso de manifiesto la eficiencia del Ministro de Fomento, quien no solamente atendía a su ramo, sino que consciente de sus obligaciones de compañero y amigo íntimo del Presidente Zelaya, alcanzaba su celo a todos los resortes de la administración.
      Algunos meses después de terminada la guerra contra Vázquez y cuando el Doctor  Policarpo Bonilla ejercía en Honduras la Presidencia, a Gámez le fue conferido el nombramiento de Ministro Plenipotenciario ante los Gobiernos de Centro América a fin de dar pasos conducentes a la Unión centroamericana.  El Gobierno de Honduras que en la ocasión estaba ligado con el de Nicaragua, no solamente acogió las iniciativas de la diplomacia nicaragüense, sino que confirió al mismo Señor Gámez  su representación ante los Gobiernos de El Salvador y Guatemala y en esas condiciones se firmó un pacto que no tuvo aceptación por Costa Rica.
    
      Regresó Gámez a Nicaragua en momentos en que Inglaterra por medio de sus barcos de guerra nos imponía su ultimátum con motivo de la reclamación Hatch.  Y como se le impidiera pasar de Corinto a Managua, lanzó una vigorosa protesta contra el poder de Inglaterra que de ese modo allanaba la soberanía nacional nicaragüense. 

     Terminado el incidente Hatch, volvió Gámez a sus faenas del Ministerio de Fomento, donde no se daba punto de reposo. Durante ese período se construyó el ramal ferroviario de Chinandega al Viejo y se incrementó el tráfico con la Costa Atlántica por vía del río San Juan. 

      Intencionalmente no hemos querido recordar su participación en los sucesos de la Mosquitia, pero el plan de reincorporación que Zelaya ordenó para aquella región fue planeada por los consejeros del Presidente y principalmente por Gámez y Samuel Mayorga, según declaración del Lic. Félix Quiñones, publicada por la “Prensa” con motivo de una controversia periodística. El distinguido abogado y hombre de letra ha referido que a la sazón fue nombrado por el gobierno liberal para desempeñar las funciones de Gobernador Intendente de San Juan del Norte y que el pliego de instrucciones fue redactado por José Dolores Gámez, pero obligado a renunciar por causas de origen local no tomó posesión de la Gobernación.

 Poco después los señores Lacayo y Cabezas eran enviados con iguales fines a Bluefields obedeciendo así a las ideas discutidas y maduradas en el gobierno del Presidente Zelaya, y porque él estuvo presente, convenció la génesis del movimiento de Reincorporación, es que puede afirmarse que Gámez y Mayorga iniciaron el plan» 

Hildebrando A. Castellón
                               


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