Por José
Dolores Gámez
El
General don Francisco Morazán ha sido el hombre más culminante de la América
Central y el único que ha merecido de la posteridad el sobrenombre de
"Padre de la Patria Centro Americana".
Fue
el segundo y último Presidente Constitucional de la República Federal de Centro
América. Surgió de las tempestades
revolucionarias, en momentos que estas ponían en peligro a la naciente
República y cuando solamente el genio de un hombre extraordinario y el brazo de
un héroe, podían servir de dique a las pasiones desbordadas. Morazán acometió esa obra levantándose a
mucha altura, manteniendo desplegado al viento el pabellón de Centro América;
pero en aquella lucha desigual el titán tuvo que sucumbir, cayendo con él la obra
patriótica de 1821, aquella República Federal, Patria Gloriosa de nuestros
mayores, que en vano hemos procurado reconstruir.
Nació
el General Francisco Morazán el 3 de octubre de 1792. Recibió una escasa educación y, fue por sí
solo que se proporcionó los diversos conocimientos que demostró más tarde en su
carrera política.
Su
vida pública principió en Honduras como Secretario General del Gobierno que
presidía Dionisio Herrera, a quien ayudó eficazmente como militar en la guerra
que puso término a aquella administración.
La
República Federal de Centro América carecía de poder suficiente para mantener
la obediencia a los cinco Estados que la componían, los cuales abusando de la
independencia que les otorgaba la defectuosa Constitución se mantenían en
constantes guerras intestinas. Morazán
logró con el auxilio de algunos patriotas de Nicaragua y Honduras reconquistar
el imperio de la Ley, yendo de victoria en victoria hasta las puertas de
Guatemala, a la que obligó a capitular el 13 de Abril de 1829. [2]
El
vencedor, respetuoso siempre a la ley, hizo reunir inmediatamente el disuelto y
perseguido Congreso nacional y este encargó del Poder Ejecutivo al Senador Don
José Francisco Barrundia. Morazán fue
enviado en seguida, como Comisionado del Gobierno a pacificar los pueblos de Olancho.
Practicada poco tiempo después las elecciones de autoridades supremas,
mereció el voto general y espontáneo de los centroamericanos para Presidente de
la República, de cuyo puesto tomó posesión el 16 de septiembre de 1830.
El
nuevo gobernante se encontraba dedicado a la creación de la Hacienda Pública y
a obras de mejoras, cuando la guerra civil vino nuevamente a obligarlo a
empuñar la espada para sostener una lucha heroica. Después de sofocar a la reacción monárquica
en Omoa, a la clerical en Trujillo y a la conservadora en la frontera de
México, tuvo todavía Morazán que organizar el Estado de El Salvador cuyas
autoridades se habían pronunciado contra el Gobierno Federal. Cansado de tanta lucha y ansioso de reposo
resignó el mando en el Senador Salazar y se dirigió como simple particular a
Honduras, en donde tenía su hogar.
Su
período administrativo terminó en septiembre de 1834; pero muerto el electo de
los pueblos Licenciado José del Valle antes del escrutinio de la elección el
Congreso declaró electo por segunda vez a Morazán, que después de Valle fue el
que obtuvo más votos. Tuvo pues, que
hacerse cargo de la Presidencia el 1o. de marzo de 1835, para su segundo
período el más borrascoso de la historia centroamericana. En medio de tantas luchas y dificultades con
los Estados rebelados contra la Federación, Morazán trató con empeño de la
excavación del Canal Interoceánico por Nicaragua. En aquella lucha titánica de uno contra
cuatro Morazán cosecho laureles militares como siempre; pero rendido y acosado
vio llegar la expiración de su segundo período, sin que hubiera un sucesor,
porque los Estados que habían proclamado la soberanía se negaron a elegir. Morazán depositó entonces en el Vice Presidente
Vigil, que personalizó el simulacro de Gobierno Federal existente en San
Salvador. Ni este simulacro quisieron
permitir los Estados y declararon la guerra a El Salvador porque lo toleraba.
Morazán fue encargado de la defensa de El Salvador y en el Espíritu
Santo, San Pedro Perulapán y otros campos rechazó gloriosamente con
insignificante número de tropas la agresión pujante de los ejércitos
aliados. El Salvador lo eligió entonces
Jefe del Estado y la guerra continuó con encarnizamiento.
Morazán llevó sus armas victoriosas hasta Guatemala cuyo plaza ocupó el
14 de marzo de 1840; pero contrariado por Carrera tuvo que abandonarla el día
siguiente y retirarse a El Salvador con grandes pérdidas. Viendo entonces que toda Centro América
conspiraba unida contra el suelo hospitalario de El Salvador, resolvió
expatriarse voluntariamente para salvarlo de una lucha desventajosa.
El 5
de abril de 1840, seguido de varios amigos y compañeros que quisieron comer a
su lado el pan de la proscripción, Morazán se hizo a la vela para las
repúblicas Sudamericanas. Por de pronto
se fijó en David, República de Colombia,[3]
de donde dirigió a los centroamericanos su célebre manifiesto de 16 de julio de
1841 y escribió también parte de sus "Memorias" que no pudo nunca
terminar. Poco después se dirigió al
Perú, en donde contrajo íntima amistad con el Mariscal Gamarra Presidente de
aquella República y uno de los próceres de la independencia de
Sud-América. Gamarra ofreció a Morazán
un ministerio primero y después el mando de cinco mil hombres que marchaban al
encuentro de los chilenos; pero no quiso aceptar ni una ni otra cosa, porque
pensaba solamente en Centro América y en la manera de reorganizarla.
En
esos días llegó a sus manos un manifiesto del Director del Estado de Nicaragua
en que se hacía un llamamiento al patriotismo de los centroamericanos para
rechazar las agresiones del Gobierno inglés en la Costa del Norte. Morazán impresionado con aquella lectura, obro con actividad,
instó, se apercibió de recursos y finalmente con la cooperación de los
Generales Bermúdez, Echemique y otros peruanos de influencia, pudo proveerse de
elementos de guerra y fletar el bergantín goleta "Cruzador", haciendo
rumbo para Centro América. De paso tocó
en Guayaquil, en donde Morazán se relacionó con el General Glores y con el
célebre poeta Olmedo.
La
expedición se engrosó más tarde en aguas centroamericanas con los buques
"Asunción", "Granadina", "Josefa", "Isabel
II" y "Cosmopolita".
Sorprendió el puerto de la Unión con sólo 25 hombres que le acompañaban
y se internó sin resistencia hasta la ciudad de San Miguel en donde la gente
afluía entusiasta a engrosar sus filas.
Se reembarcó y de la Isla de Martín Pérez en el Golfo de Fonseca salió
con su famosa expedición para Costa Rica de donde le llamaban los enemigos del
Jefe Carrillo.
El 11
de abril fondeó en Puerto Caldera y se adelantó precipitadamente con una
columna de 300 hombre sobre San José, pero en el punto llamado Jocote le salió
al encuentro el General Villlaseñor. Las
divisiones fraternizaron y los jefes hicieron un tratado en virtud del cual Morazán
quedó reconocido como Jefe Provisional de aquel Estado. Reunida la Asamblea Constituyente de Costa
Rica declaró que volvía al régimen federal y autorizo a Morazán a usar todos
los recursos del país para la reorganización de Centro América.
Morazán levantó su ejército que puso a las órdenes del General
Sayet. Embarcándose estaba éste en Punta
Arenas cuando las poblaciones de Alajuela, Heredia y San José se
insurreccionaron y pusieron sitio a Morazán en San José. Morazán con unos pocos soldados resistió 88
horas consecutivas el ataque constante de cinco mil hombres. Cubierto de heridas y lleno de fatiga, rompió
la línea enemiga con dirección a Matina; pero al pasar por Cartago se confió de
un amigo, en cuya casa fue a curarse, y éste lo traicionó y entregó. Llevado a San José fue fusilado en unión del
General Villaseñor , en la tarde del 15 de septiembre de 1842.
La
figura de Morazán se destaca luminosa y radiante del cuadro obscuro de nuestras
primeras luchas. Sin educación, sin
experiencia en la vida republicana, sin los prestigios de la cuna y del dinero
que tanto valían entonces, Morazán se presenta en los campos de batalla y vence
a los primeros militares de su tiempo y con su estrategia, su valor y sus
grandes talentos en la difícil arte de la guerra, se convierte en el genio
favorito de la victoria; llega después a la mayor altura de los puestos
públicos y entonces no se sabe que admirar más, si al estadista insigne, al
orador de arrebatadora palabra o al escritor profundo y castizo.
El
personaliza la causa santa de la Patria y desde el día de su muerte el
fraccionamiento político no tuvo interrupción en su obra de empequeñecernos.
[1] Ha sido publicado en un periódico en Honduras hace como unos diez años,
que se le entregué una copia a un periodista poeta de esa nacionalidad, Roberto Quesada, que era mi colega en la
Misión de Honduras ante la ONU. En
Nicaragua lo he entregado a miembros de la Directiva de la AGHN y a otros
interesados en historia e incluso enviado a periódicos, pero no tengo noticias
de que se haya publicado en este país. Tenía el original manuscrito por el
autor, de donde lo copié pero este con el tiempo se destruyó, una lástima ya que
contenía además otras biografías de otros personajes de la historia de
Nicaragua, resto de Centroamérica y México, como la del Emperador Agustín Iturbide. El manuscrito no
tenía fecha, pero debe de haber sido elaborado por el autor antes de 1903, ya
que aparece el Puerto de David como parte de Colombia, y de haber sido
posterior a esta fecha hubiera aclarado que en la actualidad era parte de la
República de Panamá.
[2] En el manuscrito original aparece la fecha de
20 de Septiembre de 1828, que corresponde a la fecha de la capitulación de San
Salvador. La toma de Guatemala la llevó
a efecto Morazán 13 de abril de 1829 (Ver Historia de Nicaragua de José Dolores
Gámez, Edición Cultural del Banco de América 1975, página 419)
[3] La ciudad de David es
territorio panameño desde 1903, en que la república de Panamá se independizó de
Colombia.