Historia
de la Costa
de Mosquitos
de Mosquitos
(Hasta 1894)
En relación con la conquista española, los piratas y corsarios en las costas centro-americanas, los avances y protectorado del gobierno
inglés en la misma costa y la famosa cuestión inglesa con Nicaragua, Honduras y
El Salvador.
Por
JOSÉ DOLORES GÁMEZ
Managua,
D.N.
Nicaragua,
C. A.
1915 -
1939
José Dolores Gámez
Autor del libro
Dos Palabras Explicativas
Don
José Dolores Gámez dejó a su muerte cinco volúmenes, en su mayor parte sobre
cuestiones históricas centroamericanas y el Congreso de Nicaragua ordenó bajo
la Administración del General Moncada que todas las obras inéditas se
publicaran por cuenta del Estado.
Motivos
de distinta índole han impedido hasta hoy que esas importantes obras vieran la
luz pública, pero ahora en la Administración del General Somoza que protege
decididamente los esfuerzos científicos y literarios nacionales se está
realizando lo que hace muchos años debió ser patrimonio público
Este
volumen que se intitula «Historia de la Costa de
Mosquitos» y que llegaba hasta 1858 será completado para que abrace el período
que expira en 1894, precisamente al iniciarse la Reincorporación de la
Mosquitia.
El suscrito, Legatario de las obras
del Sr. Gámez y de su Archivo Histórico, espera, con la documentación abundante
que tiene de aquel suceso histórico que se llama la Reincorporación, poder
escribir el 2º. Capítulo relativo a nuestro Litoral Atlántico.
Para los amantes de la Historia
Centroamericana y para los que ansían ver despejadas las fuentes de donde
arranca nuestra nacionalidad, no dudamos que las páginas que hoy publicamos
serán de algún interés.
Managua, Julio 1939.
H.A.C.
.
CAPÍTULO I
Descubrimiento y Relaciones de Viajes
(1502-1512)
Resumen.- Resonancia del viaje de Vasco de Gama. -Colón hace su cuarto viaje. –Importancia que
le daba. –Su mal recibimiento en Santo Domingo. –Las tempestades le arrastran a
las costas de Centro América. –Descubre desde las Guanajas, pasando por el Cabo
de Gracias, primera tierra nicaragüense, hasta la isla de la Huerta y el pueblo
de Cariarí. –Topografía de la costa descubierta. –Noticias de sus habitantes.
–Lo que éstos dicen las crónicas de los frailes. –Origen de las tribus nómadas.
– Importancia de Veragua según Colón. –Vuelve éste a España y reclama sin
éxito. – Muere en Valladolid. –Su hijo Diego promueve juicio a la corona de
Castilla. –El Rey nombra gobernadores a Ojeda y Nicuesa. –Corresponde al último
el gobierno de Veragua que abrazaba la costa hasta el Cabo de Gracias. –Quién
fue Diego Nicuesa. –Fórmula que da el Papa a los conquistadores. –Salen las
expediciones de Santo Domingo. .Desastre la de Ojeda en Cartagena. –Le ayuda
notablemente Nicuesa. –Parte ése para Chagres. -´Se extravía con su buque y
naufraga. -Continúa a pié su camino. –Sus compañeros, creyéndolo muerto fundan
un pueblo. –Cómo logró Nicuesa reunirse con los suyos. -Funda la colonia de
Nombre de Dios. –Es llamado de Panamá, donde no se le recibe. –Lo obligan a
continuar su viaje y naufraga. –Su gobernación fue nominal.
Vasco de Gama
El feliz éxito del viaje de Vasco de
Gama a la India por el Sur de África, resonó por toda Europa produciendo en los
primeros días una impresión igualable por lo menos a la producida por los
descubrimientos de Cristóbal Colón en el Nuevo Mundo, porque se veían más
claras las consecuencias inmediatas y las incalculables ventajas. Esto fue para
Colón un motivo de emulación que lo sacó del abatimiento en que vivía sumido
desde su regreso a España cargado de cadenas por Bobadilla, concibiendo
inmediatamente el plan de una nueva expedición que debía, según pensaba, exceder
a todas las demás; opinión la que fácilmente persuadió a los Reyes Católicos,
porque les demostró que España iba a reportar extraordinario provecho. Pero las
influencias ocultas que se agitaban contra el ilustre genovés en el seno mismo
del poder español, lograron aplazar mucho tiempo los preparativos y las cuatro
carabelas o sean grandes embarcaciones sin puente que le habían concedido no
estuvieron dispuestas para dejar el Puerto de Cádiz sino hasta meses después.
Aquella expedición, de apariencia
tan mezquina; estaba destinada, sin embargo, nada menos que a una
circunnavegación completa de la tierra según el pensamiento de Colón.
Los reconocimientos que él había hecho anteriormente en
las dos costas del Mar de las Antillas, aunque incompletos, le habían
persuadido de que ambas costas paralelas se prolongaban a lo lejos hacia el
Oeste, y presumía que iban a terminar al Mar de las Indias. Quería encontrar
aquel estrecho y penetrar así en el Océano Indio, al que Gama acababa de llegar
por el derrotero de África; y después de haber abierto aquel camino al pabellón
castellano para un comercio opulento, volverse a Europa, bien por el Mar Rojo y
Jerusalén, bien siguiendo las rutas portuguesas y dando la vuelta a la punta de
África.\
Tal era el magnífico
plan que Colón se había trazado; y aunque no pudo encontrar un estrecho que no
existía, ni penetrar en el Mar de las Indias, del que le habría separado, por
Otra parte, todo un inmenso océano, cuya existencia no sospechaba, no por eso ha
dejado de ser su cuarto viaje, después de los descubrimientos de 1492, el más
importante de los que hizo al Nuevo Mundo y el más rico en resultados
geográficos. [1]
Cristóbal Colón
Descubridor de América
El 9 de Mayo de 1502 salió nuevamente
de Cádiz el almirante Colón en su cuarto y último viaje, llevando como dijimos
antes, cuatro carabelas y 140 hombres, entre los que se contaban su hermano, el
adelantado don Bartolomé, y su hijo menor Fernando Colón entonces de trece años
escasos de edad. Impulsado por los
vientos monzones arribó muy pronto a la Isla Martinica del grupo de las
Caribes, y después de tres días, continuó la navegación a lo largo de la
cordillera de las Pequeñas Antillas y costa meridional de Puerto Rico, hasta el
29 de junio que llegó Colón a la
embocadura del Ozama. Solicitó allí del gobernador de Santo Domingo, Fray
Nicolás Obando, que le permitiera el cambio de uno de sus buques que estaba
averiado, por otro en mejor estado, y además el permiso de ampararse en puerto
con sus barcos, porque varios indicios le hacían presumir la proximidad de un
fuerte temporal. Ambas cosas le fueron
negadas y no le quedó más recurso que el de dirigirse a lo largo de la costa en
busca de un refugio. De camino se desató la tempestad y pudo pasar lo menos mal
aproximándose cuanto le fue posible a la costa, hasta llegar a la Bahía de Azúa
al Oeste de Santo Domingo, en donde pudo ampararse.
Un segundo temporal, que sobrevino adelante, fue también
pasado sin pérdidas en la bahía de Puerto Brasil, hoy Yacmel, desde donde se
dirigió Colón a la costa del Continente Sur; pero las calmas que aparecieron
poco después, entorpecieron el avance de sus barcos, los cuales fueron
arrastrados por las fuertes corrientes del Mar Caribe hasta el archipiélago de
las islas que llamó Jardín de la Reina. Sin tocar en éste y aprovechando una
brisa favorable avanzó hacia el Sudeste y llegó a una isla llamada de Pînos,
hoy la Guanaja, en donde recibió nuevos informes de que al Occidente existía un
gran país rico, cultivado y lleno de habitantes industriosos; pero Colón
alucinado con la creencia de que la gran corriente que cruza aquel mar debía
desembocar en algún estrecho que permitiera circundar el supuesto continente de
Cuba, en el que creía encontrarse aún, y
que por este medio podría realizar un cruce para las Indias delanteras, hizo
rumbo al Este, a lo largo de la costa de Honduras, y llegó al cabo que llamó de
Cajinas, del cual pasó a la boca de un
río denominado La Posesión y conocido
después con el nombre de Aguán.
Aquella
exploración de las costas de Honduras, en los meses de Agosto y Septiembre fue
verdaderamente angustiosa para los
expedicionarios que tuvieron que luchar las borrascosas tempestades, casi
permanentes, que agitan aquellos mares, dificultando avanzar por las fuertes
corrientes, a tal extremo que para llegar al cabo próximo, distante setentas
leguas, tuvieron que tardar cuarenta días. Combatían sus débiles naves contra
los elementos desencadenados, que las remolinaban sobre el grueso oleaje, y
hubo un momento en que creyéndose perdidos los tripulantes, se confesaron unos
con otros preparándose para una muerte próxima.
Después de larga y azarosa lucha lograron por fin doblar un cabo que
habían tenido mucho tiempo a la vista, calmándose la tempestad poco a poco.
Colón, penetrado de gratitud y religioso respeto, se
arrodilló as bordo, oró fervorosamente y dio a aquel lugar el nombre de Cabo
Gracias a Dios, que conserva hasta el día.
La primera tierra de Nicaragua en su costa Oriental, o
atlántica, acababa de ser descubierta por el propio Colón de un modo
providencial, el 12 de Septiembre de 1502. En el siguiente día continuó Colón
la exploración a lo largo del mismo litoral hasta llegar con sesenta millas a
la embocadura del Río Grande de Matagalpa en cuya rada perdió un bote con su
tripulación, por lo cual lo llamó Río del
Desastre[2]. De allí
guiándose siempre por la costa avanzó hasta la embocadura de otro hermoso río,
que según creen algunos fue el Rama Inferior en territorio de Nicaragua, y
según otros el Matina en el de Costa Rica, y ancló entre una isla llamada
Quiribrí, a la cual dio el nombre de la Huerta, y el pueblo de Cariarí que
estaba sobre un terreno florido sembrado de colinas y de árboles de
extraordinaria altura. De aquel pueblo y de sus habitantes dejó
hecha el almirante Colón una relación detallada, a la cual no referiremos
oportunamente cuando tratemos de las tribus aborígenes que poblaban la costa
oriental.
En frente de las playas del Mar Caribe se levante a modo
de valla gigantesca, una elevada cordillera que las separa del interior del
país y la cual desciende en forma de un inmenso plano inclinado hasta el propio
mar, arrastrando las aguas continuas de numerosos ríos y corrientes que avanzan
al través de selvas seculares y de fértiles praderas. En aquella rica y variada zona de terreno,
existían palenques y tolderías de varias tribus primitivas, muchas de ellas
descendientes de indios caribes, o caraibes de las Antillas, las cuales
favorecidas por la espesura de las selvas y las asperezas del suelo, se
resistieron siempre a la dominación castellana.
Ese suelo privilegiado sirve de fondo a la costa que
descubrió el almirante Colón en s viaje postrimero y que exploró desde el Cabo
Cajinas hasta el Escudo de Veragua, en la cual quedó localizada más tarde la
Costa de Mosquitos limitada por las embocaduras de los ríos Tinto Aguán de
Honduras y el de San Juan en Nicaragua; zona que por su riqueza y su importante
posición geográfica despertó la codicia inglesa por más de dos siglos y se convirtió
en teatro de numerosos episodios históricos.
Varias tribus primitivas, como hemos dicho antes,
poblaban esa parte de territorio, la más fértil y valiosa del istmo
centroamericano; pero a lo largo de su costa, que corre de Norte a Sur predominaba
la de una raza que parecía ser más culta y mejor conformada que las de las
otras tribus que poblaban aquel suelo.
El Padre Las Casas, hablando del pueblo indígena de Cariarí, que estaba
inmediato a los palenques que se extendían a uno y otro lado de la embocadura
del río Rama Inferior, refiere que existía allí la mejor gente y la mejor
tierra que hasta entonces habían encontrado; y según el informe de Colón, a la
Corona de Castilla, los naturales de aquel pueblo eran altos, robustos, bien
proporcionados y semblante risueño,
aunque su idioma era diferente de los
antillanos. Usaban camisas de algodón
sin mangas, el cabello trenzado encima de la cabeza y el cuerpo pintado con
figuras extrañas de colores rojo y negro.
Los jefes llevaban como distintivo una gorra de algodón tejido, adornada
con plumas, y las mujeres ceñían su talle con vistosas telas y llevaban los
labios, orejas y narices agujereadas y adornado con pendientes de oro muy
bajo. En sus chozas guardaban
herramientas de cobre y de pedernal, objetos fundidos y soldados, crisoles y
fuelles de pieles; y en el interior del mismo pueblo se veían sepulcros con
cadáveres embalsamados, perfectamente conservados, envueltos en tela de algodón
y adornados con joyas; luciendo tapas de madera con esculturas de hombres y
animales hechas con alguna perfección.
La gente se alimentaba con la caza y con la pesca.
La mayor parte de los habitantes de la zona que se llamó
después Costa de Mosquitos estaba compuesta de indios jicaques, cruzados muchos
de ellos con caraibes de las Antillas que en sus parciales emigraciones a la
costa se iban quedando en ésta, aportando un regular contingente de sangre y de
industria. El esto, y especialmente
hacia el interior, se hallaba poblado por otras tribus que llevaban distintos
nombres.
En 1610, o sea un siglo después de haber pasado Colón, si
hemos de creer lo que aseguran sus crónicas los misioneros franciscanos de
Guatemala que entraban por el río Yare a la costa de honduras conocida en esa
fecha con el nombre de Taguzgalpa o Tauzgalpa, o bien por Matagalpa a la de
Nicaragua, llamada Tologalpa, lograron formar reducciones apostólicas, que
duraron poco tiempo, con las tribus zensas, tahuas, alhasuinas, xicaques,
mejicanas, payas, jaras, taupanes, laos, fantasmas, gualas, alancas, guanaes,
gualaes, limucas, almahualcas, iguyalas, cuges, bocayes, tomayes, bucatahuapas,
huïcamas, panamacas,
iziles, guagaes, motucas, barrucas, apazinas y nanaycas.
Aquellas según el decir de los
mismos frailes, formaban una raza bárbara y guerrera, de buena constitución y
gallardas formas. Hacían una vida nómada
vagando en grupos de familia por las montañas,
levantando rancherías de débil y sencilla construcción en los lugares en que
sembraban sus milpas; rancherías que formaban con dos postes altos y dos bajos,
seis tijerales y unas cuantas hojas de bijagua,
y que sólo ocupaban en el tiempo de la recolección de sus cosechas. En cambio
construían fortalezas inexpugnables en los ásperos picachos para defenderse de
sus enemigos.
En aquella fecha todo el vestido de los hombres se
reducía a unas hojas de árbol o a pellejos de mariscos a modo de taparrabo, y
el de las mujeres a una faja de algodón que ellas mismas tejían. No habían perdido la costumbre de agujerearse
las narices y orejas y de ponerse colgantes, aunque no de oro, como los de sus
antepasados, sino de piedras de color; llevando en vez de las gorras blancas
con que se distinguían los jefes, plumas de
papagayo alrededor de la cabeza.
Todas aquellas tribus, sin embargo, aunque hablaban
idiomas o dialectos distintos, reconocían pocas diferencias en su origen. Se reducían por su sangre a solo cuatro ramas
fundadoras, que eran: La gran familia de
los jicaques, o jicacos de Hondura, el producto de la mezcla de éstos con los
caraibes antillanos, y las tribus descendientes de chontales y caribisis que
procedentes de Nicaragua avanzaban en sus emigraciones hacia la costa. A su vez con variedad de hombres, según los lugares que ocupaban o cualquiera otra
circunstancia, las tribus de 1610, se convirtieron en nuevos troncos fundadores
de la sociedad costeña, o sea de aquella que con la llegada posterior de
diferentes emigraciones extranjeras y particularmente de negros africanos se
formó otra raza sui generis de Zambos-Mosquitos, que dio
nombre a la localidad.
Los descubrimientos del almirante Colón a lo largo de la costa,
que recorrió de Norte a Sur, le llevaron hasta Veragua, a la cual dio tal
importancia en cuanto a su riqueza, que
procuró que nadie otro pudiera ir a aquel lugar y así lo escribió en su
informe. Más todavía, pensando que el continente descubierto era el de Asia,
confundió Veragua con el Aurea
Chersonesus[3] de la
tradición hebrea y creía que era inagotable en oro y piedras preciosas.
Vuelto Colón a España, trató de nuevo que la Corona
cumpliera con lo que se había obligado en su contrato primitivo con él. La
Reina Isabel, que tanto lo había favorecido, murió el 26 de Noviembre de 1504;
y su viudo consorte, el rey Fernando, que tan pérfidamente se portaba con él lo
estuvo entreteniendo con buenas palabras hasta el 29 de Mayo de 1506, en que la
muerte lo sorprendió en Valladolid en un estado rayano de la miseria.
Fernando el Católico
Muerto el Almirante, su hijo y heredero don Diego ocurrió
a los tribunales de justicia para que obligasen a la corona española a cumplir
con las estipulaciones del contrato celebrado con su padre.
Más de diez años habían ya transcurrido desde que Colón
descubrió el Nuevo Continente, sin que
los españoles se hubiesen establecido en ningún punto del mismo; y solo fue el
año de 1509 cuando esto se intentó seriamente, no por el gobierno de España,
sino por audaces, codiciosos y fanáticos aventureros, algunos de los cuales
adquirieron merecida celebridad por el extraordinario valor y brillantes
cualidades que desplegaron en tan osada empresa.
Alonso de Ojeda
El intrépido Alonso de Ojeda que había hecho ya dos
viajes en solicitud de descubrimientos en los cuales había adquirido mucha
reputación y ninguna fortuna, fue el primero que armó una expedición destinada
a establecerse en el continente americano.
Acompañábanlo Balboa, Juan de la
Cosa, Pizarro y otros llamados a figurar en la primera línea en la historia de
la conquista, no habiendo podido hacerla a causa de una enfermedad, el después
tan celebrado Hernán Cortés. En esta
misma época Diego de Nicuesa, que se había enriquecido en la Española,
noticioso de la riqueza de Veragua por los informes el finado almirante,
solicitó simultáneamente con Ojeda la autorización necesaria para ir a descubrir y poblar aquellos
lugares. Fernando el Católico aprobó y
fomentó los deseos de ambos solicitantes, y si bien no quiso prestarles
auxilios de ninguna clase, les prodigó títulos y patentes, nombrando a Ojeda
gobernador de los países comprendidos desde el Cabo de Vela hasta la mitad del
Golfo de Darién, y a Nicuesa de los situados desde la otra mitad de dicho golfo
«hasta
el fin de la tierra que llaman de Veragua, que es donde postrimeramente había
llegado el almirante Colón».
Era
Digo Nicuesa un hidalgo natural de la ciudad de Baeza, antiguo criado de don
Enrique Henríquez, mayordomo y tío materno del Rey Católico, de cuya casa salió
para la Española con el comendador mayor Fray Nicolás de Obando. Este, al hacerse cargo del gobierno de la
isla, le dio en compañía, o mejor dicho al partir de las utilidades las
encomiendas de indios con las cuales y explotando cruelmente a estos, sacó de
las minas grandes cantidades de oro y se procuró mucha hacienda. Enviado más tarde a España por los vecinos de
la Española a solicitar al Rey la perpetuidad de las encomiendas. Nicuesa aprovechó la oportunidad para
negociar al mismo tiempo la gobernación de Veragua para sí.
La
capitulación por la Corona, con Ojeda y Nicuesa lleva la fecha de 9 de junio de
1508, y en ella se consignan los límites de ambas gobernaciones a las que el
Rey dio os nombres, respectivamente de Nueva Andalucía y Castilla de Oro y se
dio a ambos gobernadores la isla de Jamaica para que de allí se
proveyesen. Pero don Diego Colón se
opuso en virtud del asiento firmado
con su padre, las expediciones hubieron de detenerse dos años, no obstante tratarse de las dos
primeras gobernaciones concedidas con el propósito de poblar dentro de la
tierra firme del nuevo continente.
En
1509 llegó Nicuesa a la isla Española con cuatro navíos grandes y dos
bergantines habiendo tomado de camino ciento y tantos indios de la isla de
Santa Cruz, que vendió como esclavos según le estaba permitido hacerlo por su
asiento o contrato, y compró otro navío
en Santo Domingo.
Ojeda
por su parte también estaba listo con su expedición que se componía de tres buques montados por trescientos
hombres, para ir a tomar posesión de su gobierno; pero antes de zarpar hubo
desavenencias entre los dos futuros colonizadores, relativas al deslinde de las
respectivas jurisdicciones; que al fin fueron arregladas por el geógrafo Juan
de la Cosa que dividió el litoral comprendido desde el cabo de Vela hasta el de
Gracias en dos porciones que arrancaban del fondo de Urabá o Darién, señalado
como punto divisor común.
Ambos
gobernadores para dar apariencia de legalidad a la conquista que iban a
emprender, llevaban preparada una fórmula
que el Papa había hecho extender a una comisión de sabios y
jurisconsultos y la cual emplearon en los sucesivo todos los demás
conquistadores. Ese documento curiosísimo,
es muy digno de ser conocido por la posteridad.
—Dice así:
«Yo
Alonso de Ojeda, servidor de los muy altos y muy poderosos Reyes de Castilla y
de León, domadores de las gentes bárbaras; yo su embajador y capitán, vos
notifico y hago saber, como mejor puedo, que Dios nuestro Señor, uno y eterno,
creó el cielo y la tierra y un hombre y una mujer, de quien vosotros y
nosotros, y todos los hombres del mundo fueron y son descendientes procreados,
y todos los después de nosotros vinieren; más por la muchedumbre de
generaciones que de estos han procedido desde cinco mil y más años que ha que
el mundo fue creado, fue necesario que los unos hombres fuesen por una parte y
los otro por otra y se dividiesen por muchos reinos y provincias, porque una sola no se podían
sustentar, ni conservar. De todas estas
gentes Dios nuestro Señor dio cargo a uno que fue llamado San Pedro para que
todos los hombres del mundo fuese Señor y superior, a quien todos obedeciesen y
fuese la cabeza de todo el linaje humano, doquier que los hombres estuviesen y
viviesen, y en cualquier ley, secta o creencia; y diole a todo el mundo por su
servicio y jurisdicción y como quiera que le mandó que pusiese su silla en
Roma, como en lugar más aparejado para regir el mundo, también le prometió que
podía estar y poner su silla en cualquier otra parte del mundo y juzgar y
gobernar todas las gentes cristianos, moros, indios, gentiles y de cualquier
otra secta o creencia que fuesen. A eso
llamaron Papa que quiere decir admirable, mayor, padre, guardador, porque es
padre y gobernador de todos los hombres.
A este Santo padre obedecieron y tomaron por Señor, Rey y superior del
Universo los que en aquel tiempo vivían, y ansi mismo han tenido a todos los
otros que después dél fueron al pontificado elegidos; y ansí se ha continuado
hasta ahora y se continuará hasta que el mundo se acabe».
«Uno
de los Pontífices pasados que he dicho, como señor del mundo, hizo donación de
estas islas y tierra firme del mar océano, a los Católicos Reyes de Castilla,
que entonces eran don Fernando y doña Isabel de gloriosa memoria, y a sus
sucesores nuestros señores, con todo lo que en ellas hay, según se contiene en
ciertas escrituras que sobre ello pasaron según dicho es (que podréis
ver si quisiérades). Así que su Majestad
es Rey y Señor destas Islas y Tierra Firme, por virtud de la dicha donación, y
como a tal Rey Señor, algunas islas y casi todas, a quien esto ha sido
notificado, han recibido a su Majestad y le han obedecido y servido y sirven,
como súbditos lo deben hacer y con buena voluntad y sin ninguna resistencia. Luego sin ninguna dilación fueron informados de lo susodicho, obedecieron a los
Varones Religiosos, que les enviaba para
que le predicasen y enseñasen nuestra
Santa Fe. Y todos ellos de su libre y agradable voluntad, sin premio ni condición
alguna, se tornaron cristianos y lo son.
Y su Majestad los recibió alegre y benignamente, y ansí los mandó tratar
como a los otros sus súbditos y vasallos, y vosotros sois tenidos y obligados a
hacer lo mismo. Por ende como mejor
puedo vos ruego y requiero que entendáis bien esto que os he dicho y toméis
para entenderlo y deliberar sobre ello, el tiempo que fuese justo, y reconozcáis
a la iglesia por señora y superiora del Universo Mundo, y al Sumo Pontífice,
llamado Papa, en su nombre, y a su Majestad en su lugar, como superior y señor
Rey destas islas y Tierra Firme, por virtud de la dicha donación, y consintáis
que estos Padres Religiosos declaren y
prediquen lo susodicho. Y si así lo hiciérades
haréis y aquello que sois tenidos y obligados. Y Su Majestad
y yo en su nombre vos recibirán con todo amor y caridad, y para que
dellas y de vosotros hagáis libremente todo lo que quisiéredes y por bien tuviéredes,
como lo han hecho casi todos los vecinos de las otras islas. Y allende desto Su Majestad vos dará muchos
privilegios, essenciones; y vos hará muchas mercedes. Sino lo hiciérades o en ello dilación maliciosamente
pusiérades, certificoos que con el ayuda de Dios, yo entraré poderosamente
contra vosotros y vos haré guerra por todas las partes y maneras que yo pudiere,
y vos sujetaré al yugo y obediencia de la Iglesia y de Su Majestad, y tomaré vuestras mujeres e hijos y os haré esclavos,
y como tales los venderé y dispondré de ellos, como Su Majestad mandaré. Y vos tomaré vuestros bienes, y vos haré todos
los males y daños que pudiere, como a vasallos que no obedecen ni quieren
recibir a su señor y resisten y contradizen. Y
protesto que las muertes y daños que de
ellos recrecieren, sea vuestra culpa y no de Su Majestad ni nuestra, ni destos
caballeros que conmigo vinieron. Y de
como lo digo y requiero pido al presente Escribano que me lo dé por testimonio
signado».
Consiguió
Ojeda salir con su pequeña expedición de Santo Domingo, al mismo tiempo que
Nicuesa con la suya el 22 de Noviembre de 1509.
Ojeda llegó directamente a Calamar, hoy Cartagena, y después de vencer a
los naturales que intentaron oponerse al desembarco, los persiguió hasta Turbaco
donde los indígenas, repuestos de la primera sorpresa, libraron y ganaron una
formidable batalla en la cual murieron Juan de la Cosa y la mayor parte de sus
compañeros, logrando a duras penas salvarse Ojeda. Pero a tiempo
que tenía lugar este desastre arribó Nicusa al propio Calamar, y
olvidando anteriores disgustos, dio a su rival los elementos necesarios para
que tomara venganza de su vencedores, lo cual llevó a efecto, cebándose
sangrientamente en ellos y reduciendo a cenizas la población.
De
Cartagena partió Nicuesa con sus naves para Veragua; pero la carabela que lo
conducía se apartó del resto de la armada
y tomó rumbo al Poniente. Cuando
transcurrido algún tiempo no vio sus navíos, regreso en su busca y entró en un
río en el cual naufragó.
Continuó
entonces su camino a pie por la costa tratando de llegar a Veragua y llevándose
la barca de la carabela para atravesar los ríos y esteros. En el entretanto llegaron a Portobelo los demás
buques y de allí enderezaron para el río Chagres; pero no teniendo noticia de
Nicuesa y creyéndolo muerto, tomó el mando el segundo jefe Lópe de Olano, el
cual en vez de ir a buscar a su jefe se fue al río de Belén, tentado por la
codicia, tratando de encontrar las minas de Veragua, y allí fundó un pueblo.
En
su peregrinación por la costa logró
llegar Nicuesa a la punta de una ensenada y por ahorrar camino dispuso poco a
poco en la barca hasta la otra punta. Una
vez en esta descubrió que se hallaba en una isleta despoblada, en la que se
carecía hasta de agua potable, y la cual llamó Isla del Escudo, pero cuatro de
sus marineros huyeron con la barca y llegaron al río Belén, donde encontraron
la demás gente de la expedición. Olano no
pudo desatenderse por más tiempo del deber de marchar en auxilio de su jefe y
así lo hizo, saliendo enseguida a bordo de su bergantín, en cual llegó a la
isleta y tomó a su bordo a Nicuesa con una parte de su gente que fueron
conducidos a Belén.
Nicuesa
hizo juzgar a Olano y le habría dado muerte sin la intervención de sus compañeros
que se interesaron por salvarlo. Dejó en
Belén a Alonso Nuñez en calidad de teniente y se dirigió al cabo Mármol,
fundando una colonia en nombre de Dios.
A
causa de revueltas en la colonia de Ojeda entre Vasco Núñez de Balboa y Martín
Fernández de Enciso, los vecinos de Santa María la Antigua llamaron a Nicuesa
para que los gobernase; pero este tuvo la imprudencia de que estaba resuelto a improbar
cuanto se había hecho en la colonia sin excluir los repartimientos del otro. Sabido que fue aquello por los colonos,
acordaron no recibirlo en la ciudad y oponerse a su desembarco, y aunque
Nicuesa, advertido del desacierto con que había
procedido, rogó que se le admitiera como simple soldado y no como jefe. Los
colonos se mostraron inflexibles y hubo de emprender su viaje en su averiada
carabela, harto feliz con que en el día de la desgracia le quedaron 16 amigos que
con él quisieron compartir su mala suerte, pues nunca más se supo de ellos.
Nicuesa,
como se ha visto, fue el primer gobernador titulado de los territorios de Veragua,
o sea de la costa Atlántica de Costa Rica, y Nicaragua, pero no tuvo tiempo
para realizar sus proyectos de conquista en dicha costa ni siquiera para
visitarla porque en el hecho no fue nunca gobernador de parte alguna. La Costa de Mosquitos, incluida en aquella
gobernación, no tuvo tampoco noticia de que el Papa había dispuesto de ella en
nombre de Dios y de que S. M. C. había también entrado en posesión de sus
dominios.
Pero
a todo eso faltaba aún el descubrimiento y conquista de la América Central en
la vertiente del Mar del Sur u Océano pacífico con que limitaba la Costa de
Mosquitos a que fue anexada más tarde.
De
ello trataremos en el próximo capítulo.
[1] Saint Martín.-Historia de la Geografía
[2] Nota
de MHC: Según estudios realizados por el Dr. Jaime Íncer
Barquero, el Río del Desastre corresponde al Río Escondido.
[3] Aurea Chersonesus en latín Península de oro,
fue el nombre usado para designar la Península Malaya por los geógrafos
griego y romanos en la antigüedad clásica, el más famoso fue Ptolomeo
en su Geografía en la Segunda Centuria de nuestra era.
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