jueves, 19 de mayo de 2016

El Canal anglo-japonés por José Dolores Gámez

El Canal anglo-japonés por Nicaragua
Por José D. Gámez

Tomado de: Revista de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, TOMO III, No. 2, pp. 187-194, Tipografía LA PRENSA, MANAGUA, NICARAGUA—C. A., 1939.
Tomado a su vez de: "La Patria", León, 6 de Julio de 1916.


José Dolores Gámez Guzmán (*1851-+1918) Historiador, periodista y político nicaragüense: Sus padres fueron José Dolores Gámez Torres, pionero de la siembra de café en Nicaragua, y Leonor Guzmán Reyes (salvadoreña)**. De 1878 a 1893 editó el periódico “El Termómetro en la ciudad  de Rivas donde residía, Durante el Gobierno  del Dr. Adán Cárdenas (1883-1887) estuvo exiliado en Guatemala donde participó en el frustrado intento del Gral. Justo Rufino Barrios de unir a Centroamérica  por la fuerza en 1885. En 1888 escribe su famosa “Historia de Nicaragua: desde los tiempos prehistóricos hasta 1860, en sus relaciones con España, México y Centro-América”; escribiendo  además otros textos de historia entre los que se encuentran "Reminiscencias Históricas de la  tierra Centroamericana" e “Historia Moderna de Nicaragua; complemento a mi Historia de Nicaragua”.

Al subir el liberalismo al poder en 1893 acompañó al Gral. José Santos Zelaya (1893-1909) en los ministerios de Guerra, Fomento y Obras Públicas y Relaciones Exteriores e Instrucción Pública.  Al caer Zelaya marchó al exilio en El Salvador, regresando en 1918 poco antes de su muerte. 

El Canal anglo-japonés por Nicaragua
Por José D. Gámez

Mucho se ha hablado en estos últimos días de lo que motivó la intervención filibustera del Gobierno    de los Estados Unidos en los asuntos interiores de Nicaragua; no faltando quiénes la hayan atribuido  a las supuestas inteligencias secretas del presidente don José Santos Zelaya con el Gobierno  del Japón,  para la apertura da un canal marítimo interoceánico por la vía nicaragüense, en competencia  con el de Panamá, las cuales despertaron los celos del Gobierno  de Washington 1.

De acuerdo con esa  suposición, se publicó, hace algunos meses, en un diario de Managua, una especie de leyenda con pretensiones de crónica, que ha sido reproducida por varios otros periódicos de la América Central.  Hay que agregar, sin embargo, en honor de la verdad, qua aquella producción, firmada con el seudónimo Sherlock Holmes, es muy ingeniosa, tiene bastante sal y pimienta y estereotipa, con mano maestra,  los personajes que presenta en acción y las interioridades del palacio presidencial de Managua en  la fecha de los sucesos que refiere.

La leyenda en cuestión, verdadero juguete literario de buen gusto, es, como llevamos dicho, ingeniosa  y divertida, y se asemeja en su estilo a las muy conocidas anécdotas de Sherlock Holmes inglés,1  que corren de mano en mano desde hace algunos años; pero como esa leyenda, con todo su gracejo  puede, con el tiempo, formar tradición y oscurecer la verdad histórica sobre sucesos que interesan a la historia de los países centroamericanos, vamos a rectificarla, diciendo lo que realmente hubo acerca  de ese asunto tan llevado y traído.

Antecedentes

En el año de 1894 era Ministro de Fomento y Obras Públicas, en el gabinete del Presidente Zelaya,  el autor de estas líneas.   Uno de los asuntos que más preocupaban en aquel entonces al Gobierno  de Nicaragua, era la apertura del canal interoceánico a través del istmo nicaragüense, cuya concesión tenía dada, desde hacía  más de quince años, a una compañía americana, representada por el ingeniero americano don Aniceto  G. Menocal 2.

 Esta compañía, que tomó el nombre de Compañía Concesionaria del Canal Interoceánico, formó en seguida otra, compuesta de sus propios miembros, que llamó Compañía Constructora del Canal de Nicaragua, y a la cual encargó de hacer la obra en el tiempo  estipulado en el contrato con el Gobierno y de procurarse fondos con la venta de acciones en diferentes  mercados.

La compañía constructora quedaba obligada, por el traspaso de la concesión, a comenzar los trabajos  de la obra del canal en determinada fecha, y también a tener invertidos en ellos, después de un año  de comenzados, un millón de dólares por lo menos. Para llenar esta segunda condición, cuando el  plazo se acercaba, hizo no sabemos qué arreglos con la quebrada empresa del canal francés por Panamá,  en virtud de los cuales pasaron a San Juan del Norte muchos materiales útiles: herramientas  de trabajo, dragas, locomotoras y máquinas complementarias, todo de segunda mano y a precio de  quema; aforándolo también todo, a la inspección del Gobierno  de Nicaragua, corno artículos nuevos,  de superior calidad. Después, no habiendo encontrado colocación para las acciones puestas a la venta  en los mercados extranjeros, o sea, careciendo de recursos, la empresa americana del Canal por  Nicaragua entró en un periodo de decadencia que llegó a su colmo en 1894. 3

Mientras tanto, el Ministro  diplomático de Nicaragua, residente en Washington, que ocupaba también  asiento en la Junta de Directores de la Compañía Concesionaria del Canal, radicada en Nueva  York, trabajaba a su vez prestándole toda clase de ayuda, de acuerdo con las instrucciones que por  cada correo le llegaban de la Secretaría de Fomento de Nicaragua, encargada exclusivamente de  aquel negociado. Era Ministro  de Nicaragua, residente en Washington, el doctor don Horacio Guzmán 4.  

El doctor Guzmán, condiscípulo y amigo desde la infancia del Ministro de Fomento nicaragüense, se  valía preferentemente de su mediación, para mejor entenderse con el Presidente Zelaya, sin la concurrencia  de los demás miembros del gabinete de Managua.

Durante el año de 1895 escribió Guzmán, confidencialmente, participando que creía perdida en absoluto  toda esperanza de canal por Nicaragua, porque la Compañía Constructora se había presentado  en quiebra, y la Concesionaria escapaba de ser concursada, alegando que era ella una entidad jurídica,  enteramente distinta, y además, acreedora de la constructora, con la cual nada tenía de común:  que con esa argucia había logrado recobrar su concesión; pero que creía muy conveniente a los intereses  de Nicaragua que el Gobierno notificara al agente de dicha compañía, en Managua, la caducidad de la concesión, por falta de cumplimiento a ciertas obligaciones importantes, entre ellas, la de la apertura previa del canal del río Tipitapa, destinado a unir los dos grandes lagos del interior, el cual no había aún comenzado, y cuyo costo se estimaba en cuatrocientos mil dólares.

Al mismo tiempo, y dando como un hecho la terminación del contrato con Menocal, el Ministro  Guzmán sometía a la consideración del Ministro de Fomento, siempre con carácter muy confidencial, la conveniencia de pulsar reservadamente al embajador del Japón en Washington, para averiguar  par su medio si su Gobierno , por sí o por una compañía ad hoc, quería tomar a su cargo aquella obra tan importante.

Se procedió de conformidad con lo que indicaba el Ministro  Guzmán, en lo referente a declarar la caducidad de la concesión otorgada a Menocal; pero en lo tocante a la negociación con el embajador del Japón, no estuvo de acuerdo el Gobierno  de Nicaragua, por considerarla demasiado grave y delicada,  como que ni el presidente Zelaya, cuya indiscreción era proverbial, platicó con nadie del asunto.

Se le escribió así al Ministro Guzmán, y se le llamó la atención sobre las malas consecuencias que podía cosechar Nicaragua si los Estados Unidos sospechaban algo de toda aquella intriga, la cual, por otra parte, no representaba más que una esperanza, tal vez infundada. Se le recomendó, sin embargo, aunque encareciéndole tacto y discreción, que estrechase más sus relaciones de amistad con el  embajador del Japón y que, cuando éstas hubiesen llegado a cierto grado de confianza, le platicara  del asunto como cosa exclusivamente suya y refiriéndose a rumores que hablan llegado vagamente a  sus oídos, sin avanzar más, en caso de buen éxito, sino hasta consultar y recibir instrucciones nuevas.

            Dos meses después informaba el Ministro Guzmán haber procedido con entero arreglo a las instrucciones  recibidas y que el embajador japonés, después de haber mostrado mucho entusiasmo por  un canal japonés por Nicaragua, había consultado confidencialmente con su Gobierno  y quedaba esperando instrucciones.

 Pasados algunos meses más, sin que en Nicaragua ni en los Estados Unidos  hubiese nadie sospechado cosa alguna de aquel trabajo el embajador del Japón informó al Ministro  Guzmán, que su Gobierno  se excusaba por entonces de pensar en el negocio del canal por Nicaragua, por encontrarse a la sazón metido en otros asuntos que le preocupaban.

El incidente relacionado, del cual tuvo oportuno conocimiento el Presidente Zelaya, quedó terminado de absoluto,  con tanto más motivo cuanto que el Gobierno  americano apareció en seguirla gestionando ante el de Nicaragua, para que se le concediere hacer por su cuenta la apertura del Canal.

Años más tarde, el Ministro americano Mr. Merry 5 , suscribía en Managua un contrato con el representante  del Gobierno  de Nicaragua, por el cual obtenía, a nombre del de los Estados Unidos, el privilegio  exclusivo para la apertura y explotación de un canal interoceánico a través del territorio nicaragüense,  mediante cierta remuneración pecuniaria, aunque sin concederle soberanía sobre la faja del  territorio que ocupase. Como esto último era justamente contrario a las instrucciones recibidas por  Mr. Merry, pues exigían el traspaso de soberanía nacional, el Secretario de Estado americano negó su  aprobación al convenio y no hubo más gestiones.

Suena lo del Japón

Antes del último incidente relacionado, durante la corta existencia de la República Mayor de Centroamérica,  allá por el año de 1898, la prensa americana denunció con mucho escándalo una tentativa,  de parte del Ministro de la República mencionada para entenderse con el Gobierno  del Japón, o  sea con su embajador en Washington, acerca de una concesión de canal por el istmo de Nicaragua.  Aquello no era cierto, y pudo tal vez haber sido una vaga resonancia de las antiguas pláticas confidenciales  del Ministro Guzmán, que llegaban confusamente y con mucho retardo a la prensa novelera  de los Estados Unidos. El asunto, sin embargo, metió ruido por algunos días; pero corno nada pudo concretarse, ni descubrirse, perdió su importancia, y poco después durmió el sueño del olvido.

Vuelve a tratarse del canal

A raíz de la celebración del Tratado de Paz de Amapala de 1907 6 , entre los Gobiernos de Nicaragua y  el Salvador, hubo necesidad, por parte del primero, de enviar a México una legación diplomática a  cargo del doctor don Fernando Sánchez 7 . Este, después de haber llenado el objeto de su misión, escribió  confidencialmente al presidente Zelaya avisándole que tenía noticia cierta de que los Gobiernos  de la Gran Bretaña y el Japón pensaban seriamente en tomar a su cargo la empresa de abrir un canal  interoceánico a través del istmo de Nicaragua, que fuera para uso común del comercio universal: que  estimaba aquella como una felicidad para el progreso nacional, y que, si le parecía bien y se le autorizaba  en forma, podría pasar a Washington a tratar del asunto con los embajadores inglés y del Japón.

Era en aquella época Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno de Nicaragua el antiguo Ministro  de Fomento de 1894, y fue con él con quien discutió reservadamente el presidente Zelaya la consulta  del Ministro Sánchez, encontrando que estaban conformes en creer que aquel asunto podía  traer conflictos al país de parte del Gobierno  de los Estados Unidos, sin perjuicio de que sería imposible llevar a cabo la negociación, desde el momento en que fuese barruntada en Washington.

Se resolvió,  en consecuencia, contestar al Ministro Sánchez, haciéndole presente la conveniencia de no  tratar por entonces nada del canal, y de ordenar por la Secretaría de Relaciones al Ministro de Nicaragua en Francia e Inglaterra, don Crisanto Medina,8  que pasara en seguida a Londres y procurase relaciones de personal amistad, en tanto cuanto le fuese posible, con el lord Canciller y el embajador del  Japón en aquella Corte, y que una vez logrado esto, se les insinuase con habilidad hasta averiguar  cuánto tenían de cierto los informes que había recibido el Ministro  Sánchez acerca del proyectado canal anglo-japonés; pero todo como una cosa exclusivamente personal, sin referencia alguna al Gobierno   de Nicaragua y basándolo en vagos rumores que había recogido en París.

 Así lo hizo el señor  Medina, trasladándose a Londres por algunas semanas, mientras cumplía con las instrucciones recibidas.  Resultado que se obtuvo: Desde su llegada a Londres, el Ministro Medina, se acercó con frecuencia a las personas que le habían  sido recomendadas, y con más especialidad al embajador del Japón.  Un día que almorzaba con  éste, y en que el champán mantenía de buen humor a los dos amigos y provocaba a la expansión,  aprovechó la oportunidad el diplomático nicaragüense, para llevar la conversación a los rumores que  había oído en Paris acerca de los proyectos anglo-japoneses de abrir un canal interoceánico por Nicaragua, para servicio de todas las naciones; rumores que, agregó, le agradaría saber si tenían algún  fundamento, pues como representante de aquel país, se interesaba por todo cuanto con él se relacionaba.

El embajador del Japón, hasta entonces jovial y expansivo, cambió súbitamente y, sin poder ocultar su alarma. dijo al señor Medina que tales rumores eran absurdos, pues el Gobierno  del Japón tenía en ese momentos el mayor interés en hacerse grato a los Estados Unidos y merecer su confianza, porque necesitaba de su amistad para la resolución de algunos asuntos de más importancia para su patria, y que, por lo mismo, no podía pensar siquiera en empresas que no fueran de su agrado y con su acuerdo previo: que la apertura de un canal por Nicaragua seria siempre una competencia para el canal de Panamá, en la cual no podría tomar parte nunca el Gobierno  japonés. El Ministro Medina procuró calmar la nerviosidad de su imperial colega y de borrarle la mala impresión, asegurándole que su pregunta habla sido una mera oficiosidad suya enteramente desautorizada; y mudó de conversación.

Con el lord Canciller inglés no fue más afortunado el Ministro Medina.  Aleccionado por la experiencia  reciente, fue más cauto, y se valió de más rodeos para tratar del asunte, pero el Canciller fue franco  y terminante en declararle, como el embajador japonés: que los rumores que le refería los consideraba absurdos, porque Inglaterra, aliada a los Estados Unidos por vínculos de sangre, procuraba  siempre la mejor armonía con ellos y les había dejado, en absoluto todos los asuntos que se relacionaran  con los intereses del Nuevo Continente: que en esa virtud no haría cosa que no fuese de su  agrado, especialmente en asuntos de canal, en que tan interesado estaba el Gobierno  americano.

Todo aquello no tenía en si mayor importancia; pero la suspicacia japonesa fue más allá y quiso ver en la conversación amistosa y enteramente particular del Ministro Medina, el deseo del Gobierno  de Nicaragua de tratar con el Gobierno  del Japón la apertura del canal.  Así lo comunicó a su Gobierno  el embajador en Londres, y parece que de Tokio se dijo algo en ese sentido a la embajada en Washington, para que lo hiciese valer en ocasión oportuna.

Tres años después, en 1910, Mr. Philander Knox,9 el conocido "Enano del Capitolio" buscaba pretextos con que intervenir en Nicaragua y desarrollar más grandes combinaciones de la Diplomacia del Dólar que, como es bien sabido, tenían por objeto el saqueo de un pueblo débil. Fue entonces cuando  principió a rumorarse lo del canal anglo-japonés, y aun se dice que se valió de ello Mr. Knox, para  arrastrar al gabinete de Washington hacia su tortuosa política de cínicos atropellos a la independencia y soberanía de un pueblo hermano, cuya debilidad le aseguraba de quedar impune y del  éxito que obtuvo.


San Salvador, 11 de agosto de 1913.
Jose D. Gámez.
(De "La Patria", León, 6 de Julio de 1916).

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 *Las notas fueron puestas por el autor y por Mario H. Castellón, biznieto del anterior.
**(Nota de M.H.C: Doña Leonor Guzmán Reyes, era nicaragüense nacida en Granada, hija del que fuera posteriormente del salvadoreño y futuro Presidente de su País de 1842 a 1844, Juan José Guzmán, apodado Pico de Oro por su elocuencia).

1 Zelaya was regarded with suspicion abroad. His imperialistic ambitions in Central America, as well as his vocal rebukes  of United States intervention and influence in Central America, won him little support. Zelaya's nationalist anti-United States stance drove him to call upon the Germans and Japanese to compete with the United States for rights to a canal  route.  (Zelaya era considerado con cautela en el extranjero. Sus ambiciones imperialistas en Centro América, así como sus denuncias de las intervenciones y de la influencia de los Estados Unidos en Centro América le restaron mucho apoyo. La posición nacionalista y anti-norteamericana de Zelaya lo llevaron a invitar a los alemanes y japoneses a competir  con los Estados Unidos por los derechos a construir un canal) [Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos: “A  Country Study: Nicaragua”, lcweb2.loc.gov/frd/cs/nitoc.html]  Ver también: Karl Bermann, “Under the Big Stick: Nicaragua and the United States since 1848”, p. 137, Boston, 1986  47

2 Aniceto García Menocal (*1832-+1908). Cubano de origen, tío carnal del Presidente de Cuba Mario García Menocal. Se graduó de Ingenierio Civil en los Estados (Instituto Politécnico de Rensseleer, en Troy, New York). Fue ingeniero de  la Marina de Guerra de los Estados Unidos, consultor del Departamento de Marina de ese país y jefe del “Navy Yard”  de la Marina de Guerra norteamericana en la ciudad de Washington. En 1872, 1875 y 1885 participó en expediciones de  exploración para determinar la factibilidad de construir un canal interoceánico por Nicaragua bajo el auspicio de la Marina de Guerra de los Estados Unidos. En 1880 consiguió una primera concesión para construir un canal por Nicaragua la cual estuvo vigente hasta 1884. En 1887 consiguió Menocal una nueva concesión para la construcción del canal adquiriendo para ello equipos usados por la compañía de de Lesseps en Panamá incluyendo seis dragas que todavía pueden  verse en estado de total deterioro sobre el río San Juan. Este esfuerzo fracasó en 1890 porque la Compañía formada al efecto no pudo conseguir suficiente financiamiento, ni el apoyo del Gobierno  de los Estados Unidos.

3 Tanto el Presidente Zelaya como su mencionado Ministro de Fomento, se mostraban partidarios  acérrimos de la obra del canal nicaragüense, y estaban dispuestos a hacer por ella cuanto les fuese  posible, con entera prescindencia de cuestiones políticas, de personas y lugares.  Ver: The New York Times: “Nicaragua Canal”, February 7, 1892. Los enemigos de la Compañía- Concesionaria (porque los tenía muy poderosos en los Estados Unidos),  trabajaban, mientras tanto, en contra de la idea del canal por Nicaragua, demostrando la imposibilidad  en que se hallaba la Compañía Constructora para llenar sus compromisos y el descrédito en  que habla caído. Aseguraban, además, que mientras existiera la concesión a Menocal, la obra no podría  realizarse por otras compañías poderosas que estaban listas, ni aun por el propio Gobierno  de los  Estados Unidos que se mostraba deseoso de ser el empresario.

4 Personaje  inteligentísimo, sagaz y muy interesado en la apertura del canal, que consideraba como la mayor felicidad  para Centroamérica en general, y para Nicaragua en especial.  Horacio Guzmán Selva (1848-1901). Hijo del presidente Fernando Guzmán (1867-1871) y doña Fernanda Selva Estrada;  nieto del Jefe de Estado don Silvestre Selva (1844). Se graduó de medicina en la Universidad de Pensilvania, ejerciendo  por un tiempo en Nicaragua donde también se dedicó al periodismo. Fue nombrado Ministro de Nicaragua ante el  Gobierno  de los Estados Unidos por el Presidente Evaristo Carazo (1887-1889) en 1887, tocándole negociar el asunto de  límites con Costa Rica en el arbitraje ante el Presidente Grover Cleveland. Ocupó ese cargo hasta 1897 ya en tiempos del Gral. Zelaya. En 1901 fue Secretario de la Unión Panamericana en Washington, ciudad donde murió en 1901. Fue hermano, del periodista escritor y político Enrique Guzmán Selva.

5 William L. Merry (1842-1911), fue presidente de la Cámara de Comercio de San Francisco, California. En 1892 fungía como Agente en los Estados Unidos de la Compañía Constructora del Canal de Nicaragua de Aniceto G. Menocal.  Fue  nombrado en 1897 Ministro de los Estados Unidos ante los Gobiernos de Costa Rica, El Salvador y Nicaragua, posición  que ocupó hasta 1907 en El Salvador, 1908 en Nicaragua y hasta poco antes de su muerte en 1911 en Costa Rica. Considerado  como de opinión favorable hacia el Gral. Zelaya.

6 Como una consecuencia de la guerra con Honduras de 1894, se realizó un ensayo unionista a través del “Tratado de Amapala” suscrito el 20 de junio de 1895 entre los presidentes de El Salvador, Rafael Gutiérrez, Honduras, Policarpo Bonilla, y Nicaragua, José Santos Zelaya, que resultó en lo que se llamó la República Mayor de Centro América. Este fue un tímido intento por lograr la unión de Centro América, que no contó con el apoyo de Costa Rica y Guatemala. La  República Mayor de Centro América fue de corta duración; se disolvió en noviembre de 1898 al ser derrocado el Gral.  Gutiérrez de la presidencia de El Salvador Ver: a) Ramón Ignacio Matus: “Revoluciones contra Zelaya, 1893-1899”, Revista Conservadora, Nºs 19 al 21 (Separata),  p. 7, Managua, 1962. b) Aldo Díaz Lacayo: “Gobernantes de Nicaragua, (1821-1956)”, p. 101, Aldilá Editor, Managua,  1996. c) Enrique Belli Cortés: “50 Años de Vida Republicana, 1859-1909”, pp. 263-270, 285-289; Managua, 1998. d)  The New York Times: “Affairs in Nicaragua”, November 2, 1897.

7 Fernando Sánchez Reyes (*1848-+1926). Nacido en Jinotepe, estudio Derecho en la Universidad de León y en la Universidad  de San Salvador. Salió al exilio en 1869 tras participar en la revolución de los generales Máximo Jerez y Tomás  Martínez contra el presidente Fernando Guzmán. Participó también con Jerez en La Falange de 1876 contra el Gobierno  de don Pedro Joaquín Chamorro(1875-1879).  Fue Ministro en el Gobierno del Dr. Roberto Sacasa (1889-1893) y luego también lo fue de Relaciones e Instrucción Pública de diciembre de 1899 a junio de 1903 en el Gobierno del Gral. Zelaya.  De 1903 a 1909 fue miembro del Congreso del cual fue Presidente. Participó en varias misiones diplomáticas a Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, México y Venezuela. Al caer Zelaya se retiró a León a atender sus cuantiosos intereses económicos.

8 Crisanto Medina Salazar (*1839-+1911). Nació en Chinandega el 17 de marzo de 1839 y murió en París el 7 de diciembre  de 1811. Fue Ministro de Nicaragua ante Francia, Gran Bretaña y España. También representó a otros países de  Centroamérica. Fue el representante de Nicaragua ante el Rey Alfonso XIII de España en el proceso arbitral de límites frente a Honduras e intervino también a favor de Nicaragua ante el presidente de Francia Emile Loubet en el proceso  arbitral de límites entre Costa Rica y Colombia. Entre sus escritos sobre temas nicaragüenses se cuentan “Nicaragua en 1900” y “El Canal de Nicaragua y el porvenir de Centroamérica”.

9 Philander Knox (*1853-+1921). Nacio en Brownsville, Pensilvania. Estudio Derecho en Mount Union College graduándose de abogado en 1872. Ingresó a la Barra en 1875 y tuvo una brillante carrera hasta alcanzar la presidencia de la  Asociación de Abogados de Pensilvania. Knox fue abogado de importantes conglomerados industriales y financieros de los  Estados Unidos como Carnegie y Morgan, Procurador General de los Estados Unidos de 1901 a 1904, y senador por  Pensilvania de 1904 a 1909 y de nuevo de 1917 a 1921. Fue Secretario de Estado (1909-1913) del presidente William  Howard Taft. Desde que asumió la nueva administración de Taft y su Secretario de Estado Knox, adoptó un enfoque más agresivo hacia el Gobierno  de Nicaragua, aduciendo que Zelaya tenía un efecto desestabilizador en la región centroamericana que culminó con la caída de este como efecto de la nota Knox.













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