Tomado de la Revista de temas Nicaragüense, No. 18 de octubre de 2009
Valoración de la Historia de
Nicaragua de José Dolores Gámez, 1889
Por Carlos Molina
Argüello
Este artículo es una transcripción de las páginas 117-120 de
la obra de Carlos Molina Argüello titulada La Enseñanza de la Historia en
Nicaragua, Publicación No. 165, México: Instituto Panamericano de Geografía e
Historia, 1953. El poeta, novelista y doctor Fernando Silva, cuñado de Carlos
Molina Argüello, autorizó la reproducción y publicación del artículo.
Comprende esta
obra un solo volumen de 865 pp. (25.5 x 16 cms.) y abarca en forma completa la
historia nacional "desde los tiempos prehistóricos hasta 1860, en sus
relaciones con España, México y Centro América".
Fue premiada
en el Concurso Histórico de Managua de 1888 y declarada de texto para los
establecimientos nacionales de enseñanza de Nicaragua, por acuerdo gubernativo
de 19 de marzo de 1889. Editada en Managua en ese mismo año, no ha sido más
reeditada[i].
El tribunal
examinador que calificó y premió la obra, compuesto por los señores R.
Contreras, José Francisco Aguilar y Miguel Ramírez Goyena, dirigiéndose al
Ministerio de Instrucción Pública en nota firmada en León el 18 de febrero de
1889, entre otras cosas expresó lo siguiente de ella: "En forma de notas
hemos hecho constar todas las observaciones que han ocurrido, cuando la
narración del autor no está de acuerdo con los datos orales o escritos que
hemos podido adquirir. Si el autor no acepta esas observaciones —añadía— desea
la Comisión que se incluyan en la obra impresa por vía de notas, porque la
Comisión aparecería solidaria de opiniones y hechos que no juzga
aceptables".
Gámez —quien
como Ayón estaba sentando las bases de nuestra historiografía nacional,
especialmente con obras generales o de texto—, dice que al redactarla tuvo
necesariamente que incurrir en graves defectos a que le obligaron con el
angustioso tiempo de que dispuso para llevarla a cabo y la falta casi absoluta
de material bibliográfico sobre la materia, pues, como él mismo afirma,
"tratándose de un país cuya historia moderna y contemporánea no se ha
escrito aún, y en donde por añadidura se carece de bibliotecas y de obras de
consulta", era humanamente imposible hacer más. El autor, quien tenía al
comenzar su obra ya siete años en una tarea de acumulación de datos para
escribir la Historia de Nicaragua, tuvo sin embargo que recurrir a los archivos
centroamericanos, recorriendo los países de Costa Rica, El Salvador y Guatemala
en busca de esos datos, y donde dice haberlos obtenido preciosos, los que luego
aumentó considerablemente.
José Dolores
Gámez —el más infatigable y fecundo historiógrafo que haya conocido el país
hasta el presente, envuelto como vivió durante muchos años y desde los primeros
de su juventud en la agitada vida de la política, del periodismo y como
escritor inquieto y revolucionario, compaginando más tarde su labor científica
con la absorbente vida del funcionario público eficiente y laborioso—, ha
dejado sin embargo, entre muchas, esta su primera obra seria, valiosa en muchos
aspectos y en la que imprimió una huella marcadamente tendenciosa que ha sido
ruta seguida por muchos o casi todos los que en Nicaragua han continuado
trabajando la materia histórica, con destino o no para la enseñanza. Pues su
Historia de Nicaragua, ante la pobreza de fuentes originales en el país y de
fuentes bibliográficas, ha sido, quizás más que la de Ayón, la obra obligada de
consulta para todos los que se han ocupado de redactar obras de texto. Lo que
podría llamarse "su escuela", pese a que su obra la han cubierto ya
largos cincuenta años, aún pervive como influencia, aunque hoy día en escaso
número de historiógrafos.
En su famosa
obra el historiador deja claramente marcada su tendencia de poner la Historia
al servicio de una idea preconcebida, pese a que él mismo, contradictoriamente,
lo niegue.
La sinceridad
con que el autor se expresa en la introducción de la obra que comentamos, deja
claramente a la vista esa tendencia preconcebida de que se le ha venido
acusando y su contradicción al rechazarla. Se muestra él no partidario, primeramente,
de la escuela "descriptiva" de Francia, porque cree que la Historia
no debe ser nunca una simple narración cronológica de los sucesos.
Tampoco
acepta, después, la escuela "doctrinaria" de Mr. Guizot, porque dice
igualmente no creer el que la Historia deba someterse a un sistema determinado
y se forme con una idea preconcebida; pues dice que la Historia sigue sus
caminos peculiares y que sobre ellos no tiene influencia retroactiva el
observador histórico. El afirma y con énfasis la ley de la imparcialidad para
el historiador; pero no cree que tal imparcialidad deba ser absoluta, lo cree
imposible; y así dice que "cada época tiene que estudiar la Historia bajo
el punto de vista que la preocupa esencialmente. El historiador nicaragüense
del siglo XVII —dice ejemplarizando tendrá forzosamente que apreciar unos
mismos hechos de muy distinta manera que el del siglo XIX". Y es aquí
donde a nuestro modo de ver el historiador Gámez, se muestra más sincero, donde
descubre abiertamente su médula de político. Con las ideas preconcebidas que
antes rechaza para el historiador, con las ideas en boga del siglo en que
escribe, se lanza a juzgar las épocas pasadas, pretendiendo, tal vez sin
quererlo, tener "influencia retroactiva". "Yo debo declararlo con
franqueza —añade a continuación—, no puedo ni podría nunca ocultar mis
simpatías por el sistema republicano, por las luchas en favor de la
independencia y libertad de los pueblos, por los progresos modernos y por las
avanzadas ideas del liberalismo en todas sus manifestaciones. Mi estudio
—concluye— aunque sin alterar en nada la veracidad de los hechos, ha sujetado
sus observaciones a un criterio democrático liberal, que es el de la época
actual de Nicaragua". En una palabra, Gámez hacía historia liberal y para
los intereses del Liberalismo, y con esta idea preconcebida se dio el autor a
una labor de negación de todos los valores esenciales del pasado hispánico o
colonial, sistemáticamente; concibiendo la historia como una sucesión de épocas
antagónicas y aisladas por las grandes revoluciones, con lo que negaba la
unidad y continuidad de las generaciones en el tiempo, que es lo que constituye
la tradición, esencia de la Historia y elemento fundamental de toda cultura.
Hemos dado
importancia al comentario de esta obra, porque, como decíamos, su influencia ha
sido grande sobre la historiografía didáctica posterior y por ende sobre la
formación histórica de nuestra juventud, puesto que la obra en cuestión, sin
ser una obra propiamente elemental y que al mismo tiempo concilia la reducción
de las formas de una obra superior, sirvió por más de cuarenta años para llenar
el vacío bibliográfico en nuestros centros educacionales, particularmente en
los de enseñanza media. La superficialidad con que hoy día se realizan los
estudios en el Bachillerato, con la prolijidad de materias que contiene, ha
hecho que se vea en la obra de Gámez una obra harto voluminosa y por tanto de
ningún uso didáctico. Atribuimos su abandono más a este hecho que a su
contenido ideológico.
…………..
Foto del Historiador José Dolores Gámez abajo.
Foto del Historiador José Dolores Gámez abajo.
[i]
Actualmente hay varias otras ediciones, solamente al año siguiente, 1934 el Dr.
Andrés Vega Bolaños, entonces Embajador de Nicaragua en España publicó una
segunda edición: Historia de Nicaragua (2a ed.) Madrid, Escuela Profesional de
Artes Gráficas, 1954: y el Banco de América en 1976 sacó una 3ª. Edición. Managua, Colección Cultural Banco de América,
1975, que es una fotocopia de la 1ª edición de 1889. Luego el Banco Nicaragüense que continuó
publicando obras históricas después de 1979 publicó al menos una edición
más
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