José Dolores Gámez[1]
por Juan Manuel Mendoza
El nombre de este ilustre
personaje ha pasado con gloria las fronteras de Nicaragua.
Como político ha recorrido una
inmensa trayectoria que lo acredita bastante para ocupar puesto prominente
entre los más aventajados talentos que tenemos en la tierra de los lagos.
Gámez ha sido tan caliente en el
terreno de las ideas como resuelto y decidido en los campos de batalla, cuando
las circunstancias le han obligado a dejar la pluma de periodista para empuñar
el rifle del soldado.
En el año de año de 1898 en la
ciudad de Rivas dio buenas pruebas de que puede alternar, sin desventaja con
los más celosos guardianes de la integridad nacional en el momento critico de
los hechos.
José Dolores Gámez está
caracterizado sobre todo, por su actividad asombrosa. Cuando se dispone á llevar a cabo algún
proyecto, se desvela pensando en la manera más apropiada para darle fin, en un
sentido favorable á su pensamiento y á sus deseos.
En la política es
incansable. Liberal de escuela radical,
no cesa de predicar el sublime evangelio de la verdad encarnada en las
doctrinas de la razón pura.
Es de los liberales que han
pasado por todas las pruebas que se necesitan hoy día para ser inscrito en el
escalafón de los hombres que representan el cerebro, el centro de acción de las
doctrinas modernas. Desde los primeros
años de su juventud ha dado muestra elocuentes de su apego á las libertades,
con sus simpatía hacia los grandes hombres y con su insistencia porque dejen de
ser letra muerta los principios de la inviolabilidad personal.
Él estudiaba Leyes en la
Universidad de León, cuando entró á la ciudad, en calidad de prisionero, el
General Gerardo Barrios. Gámez, que ya
sentía germinar en su corazón las nociones de republicanismo que tanto lo han
elevado durante su vida pública, se reunió con sus colegas, y, habiendo
disertado unos y otros con oportunidad acerca del suceso que absorbió por
varios días la atención del pueblo nicaragüense, lograron que se
firmara-empezando por ellos-una ruidosa protesta increpando los desacatos á la
ley, inferidos por el Gobierno de Martínez, quien se inspiraba en las pasiones
bastardas del Ministro de Guatemala residente en Nicaragua y se dejaba dirigir
estúpidamente por los odios mal comprimidos de los conservadores.
La actitud levantada de los
jóvenes que entonces se educaban en la Universidad, habla muy alto en pro de
los hombres que se han amparado bajo las banderas del liberalismo nicaragüense.
Como periodista y como orador,
Gámez ha cosechado numerosos aplausos y merecidas alabanzas. De su pluma han salido artículos que han ido
á herir de muerte el corazón de ese monstruo de cien cabezas que se llama
partido conservador: y con sus vigorosas palabras, con sus juiciosas arengas,
con sus increpaciones enérgicas, ha metido en cintura á los réprobos y hecho
temblara á la canalla.
Ha dado esplendor á las bellas
letras con más de seis volúmenes sobre asuntos de política y de historia. Historiador es más que otra cosa, pero historiador
de esos que no se cuentan por docenas en toda la cordillera descubierta por
Colón. Y no se piense que hablamos á
humo de pajas: ahí están su HISTORIA DE NICARAGUA, sus COMPEDIOS, su ARCHIVO
HISTóRICO y su última obra acerca
de Gerardo Barrios, que, sin duda alguna, es ésta la primera en su clase que
hasta hoy conocemos.
Los malos vientos que le
corrieron durante el imperio de la política conservadora, lo hicieron dirigirse
á la República de Guatemala en busca de tranquilidad. La circunstancia de su emigración, lejos de
haber sido infructuosa para la causa de
la Democracia-como imaginaron los del
otro bando-fué, por el contrario, abundante en todo género de provechos. No sólo esgrimió con acaloramiento y
entusiasmo sus armas de combate en el periodismo y en la tribuna, sino que
también formalizó la lucha de día en día, recopilando datos, aglomerando
noticias y dándolas á luz comentadas en gruesos volúmenes. Esta fué la ofrenda que nos llevó Gámez á
Nicaragua, después de su larga emigración por las playas hospitalarias de
“Guatemala.
De lo expuesto se colige que
Gámez ha llevado siempre una vida de
bastante agitación, de mucho movimiento, de constante labor por el bien
del liberalismo.
En diversas épocas ha tomado bajo
su dirección las carteras de Relaciones Exteriores, de Gobernación y de la
Guerra, puesto que ha servido- muy á pesar del odio de sus enemigos-con notable
pericia y acierto.
La Asamblea Nacional ha querido
últimamente hacer patente el reconocimiento de los méritos de Gámez,
discerniéndole la alta honra de Primer Designado á la Presidencia de la
República.
Desde el memorable 11 de Julio de
1893, en que el General J. Santos Zelaya entró en Managua al son de los himnos
arrobadores del triunfo obtenido sobre el reaccionarismo, José Dolores Gámez no
se ha separado del Jefe valeroso que hoy se encarga, con empeño patriótico, de
extender los límites de la civilización hasta en las más apartadas regiones de
territorio nicaragüense.
Amigo leal del General Zelaya,
Gámez ha cumplido con su deber, ayudando, con el caudal de sus conocimientos y
habilidades administrativas, á regular ése movimiento regulador de innovaciones
y progresos que opera incesantemente á despecho de sus enemigos.
Diciembre 1901
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